He decidido dejar de comer carne y parte de la
culpa la tiene mi esposa. No es una broma y tampoco es una queja. Yo, histórico
comedor de carne que disfrutaba como loco devorando chuletones semicrudos
asados vuelta y vuelta, he resuelto apartar de mi dieta la carne de cualquier
criatura que se mueva sobre la tierra. Las del mar aún me las como. Veamos,
porque todo tiene su proceso.
El proceso empezó hace ya varios años, unos
diez, más o menos. Ocurrió que fui con la familia a cenar a un asador argentino
e ingerí una espantosa cantidad de carne: mi chuletón y parte (prácticamente la
mitad) del de mi esposa, amén de un crepe de pollo con bechamel que mi hijo
casi no tocó y unos piononos con chocolate de postre, todo regado con buen vino
de Rioja. Semejante exceso no me habría supuesto consecuencia alguna a los
veinte años; pero cumplidos ya los treinta me tuvo en la cama hasta medio día,
sintiendo como si tuviera el estómago relleno de plomo fundido.
A partir de aquella hecatombe mi estómago
empezó a rechazar la grasa animal. Si abusaba de ella, me resentía con una
digestión muy difícil; así que, como la clave del placer reside en la
moderación, me volví más cauto en el consumo de productos cárnicos, pero de
ningún modo me abstuve de ellos.
Entonces, hace unas semanas, mi esposa
compartió un artículo en Facebook, que fue el principio del fin.
Se narraba la historia de una familia
canadiense que había comprado una cerdita, creyendo que se trataba de una
cerdita mini que no iba a crecer, para tenerla como mascota y le pusieron por
nombre Esther. Trescientos kilos más tarde se percataron de que les habían
engañando y que Esther era una cerda blanca común, pero como le habían tomado
cariño decidieron adoptarla definitivamente pese a todo. Aquí les dejo el link:
Cuando vi a la enorme Esther conviviendo con
esta familia y sus otros animales tan ricamente, algo se me rompió por dentro y
lo supe claramente: no debía volver a comer cerdo, ni ningún otro animal
igualmente sensitivo. Miré a Shubby, mi golden retriever. En China comen perro
y nos parece aberrante, pero un cerdo es igual de inteligente y consciente y
aquí en Occidente los consumimos por millones. Culturalmente nos inculcan desde
niños que unos animales son para vivir con ellos y otros para comérnoslos, pero
esta división es absolutamente arbitraria.
Así que tomé la decisión y al día siguiente me
compré un paquete de tofu. No me considero vegetariano, pues sigo consumiendo
productos de origen animal como leche, huevos y pescado. Comerme un a un pez no
me causa escrúpulo y quizá alguien me tilde de incoherente por ello, pero es lo
que me pasa y no voy a tratar de aparentar lo que no soy. No soy vegetariano,
sólo he dejado de comer carne.
Como buen pedante y repelente que soy, todo
esto me ha provocado algunas reflexiones. Sin duda alguna el consumo de carne
ha tenido un papel crucial en el desarrollo de la humanidad. El consumo de
carne proporcionó a los primeros homínidos las proteínas necesarias para
desarrollar la musculatura que les permitiese acometer las tareas precisas para
la supervivencia, aparte que la carne conservada en sal se convirtió con el paso de los siglos en un complemente
indispensable para sobrevivir a los inviernos, pero en el mundo occidental
actual, con la facilidad de acceso a los alimentos y a fuentes de proteínas
alternativas… ¿es preciso seguir consumiendo carne? Pienso que no. Se trata una
vez más de una cuestión de oferta y demanda; un fenómeno social. A la gente le
gusta el pollo frito, las hamburguesas, los embutidos y los filetes y hay una
poderosa industria preparada para satisfacer esta demanda, ofreciendo una gama
de productos para diversos poderes adquisitivos: los ricos gustan del jamón
ibérico de bellota, el chuletón de buey, el maigret de pato y el foie de oca… y
de ahí para abajo.
No pretendo convencer a nadie. Yo simplemente
me desmarco, allá cada cual. Los escritos bahá `ís afirman que según continúe
el progreso de la humanidad, los seres humanos irán consumiendo cada vez menos
carne, hasta que dicho consumo cese por completo. Yo estoy de acuerdo, pero
tampoco voy a tildar a los consumidores de carne de poco evolucionados. Dios me
libre.
Lo que es yo voy a aprender algunas maneras de
cocinar el tofu. Saludos para todos.