Así, como el que no quiere la cosa, precisamente
en estos días en que en los medios se suceden noticias sobre el derrumbe que ha
sepultado, con múltiples víctimas, unos talleres textiles en Bangla Desh
(talleres que trabajan para cadenas cuyas tiendas jalonan nuestras galerías
comerciales), he descubierto una serie de blogs en internet en los que chicas
jovencitas y de buen ver se hacen fotos luciendo modelitos y narrando en qué tiendas se los han comprado, sobre qué se lleva y sobre cómo se puede lucir un look de lo más cool por poquito dinero. Lo del poquito dinero depende del color
del cristal con que se mire, evidentemente. Aquí les dejo algunos ejemplos:
Tanto
me ha gustado el tema que me he permitido hacer mi propia versión, con la
inevitable vergüenza ajena de mi hija, que ejerció de improvisada fotógrafa.
Aquí les presento mi look urbano-casual-étnico-roñoso especialmente indicado para mis
caminatas por la ciudad destinadas a tomar el aire y reducir tripa (dado el
volumen del monstruoso michelín abdominal que luzco, el sufrido lector deducirá
con facilidad que no lo hago mucho últimamente). Los pantalones estilo zaragüel
(diez euritos en los puestos de los mal llamados hippies) resultan
ideales para caminar, porque tengo las piernas muy juntas y siempre rompo los
pantalones por el roce en la entrepierna (no hay roce, no hay fricción). Para
defraudar a los pervertidos declararé que llevo calzoncillos debajo. La versión
radical, sólo para los muy audaces, no es para mí.
Las botas de trekking… pues remendadas una y mil veces con
super-glue; en parte porque tienen más kilómetros en lo alto que el Juan
Sebastián Elcano (soy un sentimental) y en parte ¡porque me costaron cuarenta
euracos hace seis o siete años y hay que amortizarlas, coño! La camiseta fue azul… quiero decir más azul…
hace mucho, mucho tiempo.
La sudadera con capucha anudada a la cintura
(por si refresca)… pues heredada de mi
hijo que la arrojó a un rincón cuando finalizó su etapa de rapero… plagada
de roces y enganchones de tanto caerse
por los terraplenes con la BMX (yo reciclo). La gorra… dos euritos con
cincuenta en el chino de la esquina. La mochila modelo “tó chikitilla” (la que
usa mi hija en las excursiones del cole) para llevar lo imprescindible:
cigarros, encendedor, llaves, linterna, móvil, cámara fotográfica… igual voy a
tener que buscarme una más grande.
Hasta aquí el humor. Quien haya leído algún
tiempo este blog sabrá que habitualmente mi humor esconde un fondo amargo,
digno del cínico descreído que soy. Seamos claros. Sea cual sea su interés por la
moda sin repasa las prendas de vestir que lleva puestas, probablemente
encontrará al menos una prenda elaborada en algún país en vías de desarrollo,
en un taller de mierda con deficiente ventilación y condiciones de seguridad y
salubridad de la Edad Media. Gran parte de la ropa que estas muchachas exhiben
en sus blogs también procede de esos talleres, al igual que parte de la ropa de
mi armario. Vestirse no es un pecado, pero hago de ello una necesidad, no un glamuroso pastel rosa relleno de la sangre y el dolor de los desposeídos.
Por otra parte, si todo el mundo fuera tan desarrapado como yo... ¿qué sería de la estética? Allá cada cual.
Qué risa de post, muy ingenioso. No conocía la existencia de esos blogs de modelos-diseñadoras-createndencias fracasadas, qué grima... Aún por encima le hacen publicidad gratuita a los Zara, H&M...
ResponderEliminarPues sí, Manuel. En su inconsciencia estas muchachitas viven en un mundo de papel color de rosa, dando la espalda a realidades que ponen los pelos de punta. Un poquito de grima sí que dan. Un saludo y gracias por comentar.
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