domingo, 22 de diciembre de 2013

ABORTOS

 Allá por mediados de los ochenta vi en una revista una viñeta del humorista gráfico Martín Morales en la que un señor bien trajeado enarbolaba una furibunda pancarta de NO AL ABORTO ante una señora embarazada de humilde condición mientras que con la mano tonta pasaba un billete de avión a Londres a otra embarazada ricamente vestida y enjoyada. Ayer vi otra viñeta, esta del Roto, en la que una señora bien vestida afirmaba que ya podrían las mujeres de izquierdas armar menos alboroto e irse a abortar a Londres, como hacían ellas, las niñas bien, se entiende. Cerca de cuarenta años después, por obra y gracia de nuestro reaccionario gobierno, seguimos manejando los mismos conceptos; porque está claro que aunque se restrinja el aborto,  muchas mujeres van a seguir abortando aunque su embarazo no suponga riesgo para la salud o no sea fruto de una violación: las pudientes se irán a hacerlo a países en los que  esté permitido y regulado, las que puedan reunir el dinero para pagar a un médico sin escrúpulos (que siempre los hay) lo reunirán y abortarán en una clínica privada, a escondidas y con la atención justa y las que no puedan reunir ese dinero… bueno, esas harán lo que puedan. Lo que está claro es que la hija de una familia bien que se quede embarazada tras una noche loca no paseará su barriga con dignidad afrontando estoicamente su error. Ese privilegio queda reservado para las pobres.

 Como creyente no apruebo la práctica del aborto, pues creo que el alma se hace presente desde el momento de la concepción. Debatir a partir de cuándo se puede considerar a un embrión como un ser humano me parece un debate estúpido a la par que obsceno. Por otra parte, en mi práctica profesional he podido comprobar hasta donde llegan las secuelas psicológicas para una mujer que abortar y me molesta el abordaje un tanto trivial del tema que, desde mi punto de vista, realizan en no pocas ocasiones los grupos a favor del aborto. Sin embargo yo mismo no me otorgo el derecho a juzgar a una mujer que decide abortar, no me atrevería a prohibírselo… ¿Quién soy yo? Ese afán prohibicionista forma parte del discurso del más rancio tradicionalismo de derechas imbuido de catolicismo radical y oscuro que condena a la mujer a vivir su sexualidad al servicio de la procreación, culpabilizándola por evitar el embarazo tildándola ya saben ustedes de qué y que la condena a las llamas del infierno por poner fin a un embarazo que no desea. Se trata de esa misma mentalidad que mira para otro lado cuando un hombre va esparciendo su semilla por ahí, siempre que la depositaria no sea una niña bien o una señora decente.

 Ahí debo dar la razón a las feministas: las leyes que prohiben el aborto son leyes contra las mujeres, leyes dirigidas a mantenerlas en una postura de vulnerabilidad y sumisión con respecto a los hombres.  Las promueven grupos sustentados por una ideología a la que le importa un carajo el bienestar de los no natos por los que claman  una vez se convierten en niños nacidos. Es la misma ideología que recorta la sanidad pública, cierra comedores escolares y convierte en mierda la educación gratuita. Es la derecha oscura y brutal asociada a la iglesia católica más siniestra a la que hemos dado el poder absoluto por votar con los cojones en vez de con la cabeza. Sólo llevamos dos años de legislatura, a ver qué les da tiempo a hacer en los dos que les quedan.

 El aborto se evita con educación en valores, no con prohibiciones. Cuando un régimen se permite legislar con tanta frialdad sobre algo que forma parte de la intimidad de las personas, se abre la puerta al fantasma de la dictadura. Un gobierno debe proteger a los ciudadanos y esta ley del aborto sólo generará abortos clandestinos, pero da igual, las mujeres “valiosas” seguirán abortando en Londres y las que mueran sobre una oscura mesa en algún tugurio serán “prescindibles”.

 Enhorabuena a los premiados, los que les votaron. Dentro de dos años vuelvan a hacerlo.

domingo, 1 de diciembre de 2013

DÍA MUNDIAL DE LA LUCHA CONTRA EL SIDA

 El portal Google, tan dado a conmemorar efemérides en su página de inicio, permanece hoy con su logo neutro de todos los días, sin que sea un día como todos los demás. Hoy es 1 de diciembre, día mundial de la lucha contra el SIDA, fecha que se conmemora desde 1988 con campañas y actividades  de concienciación entre otras cosas para que la gente no pierda de vista hechos como que el Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida, provocado por la infección por VIH o Virus de Inmunodeficiencia Humana ha matado desde 1988 a más de 25 millones de personas en todo el planeta, o que en España hay entre 130.000 y 160.000 afectados. Semejante margen de error en las cifras es debido a que ser portador del VIH supone a día hoy un estigma social, por lo que muchas personas evitan hacerse las pruebas y viven de sin saber que son seropositivas. Se menciona el tema poco en Internet. Hoy de lo que más de habla en la red es de la desgraciada muerte en accidente de tráfico (a bordo de un deslumbrante Porsche Carrera GT) del actor Paul Walker, apolíneo protagonista de la película The Fast and the Furious y algunas de sus secuelas.

 Al margen del escaso interés mediático en el tema, lo cierto es que hoy día en España hay ciudades como Madrid o Sevilla en las que los seropositivos no pueden ser taxistas. Todavía hoy una persona seropositiva no pueden contratar un seguro de vida o suscribir un crédito hipotecario en que lo primero sea considerado como requisito, porque se aplica como criterio de riesgo la esperanza de vida de las personas seropositivas en los años ochenta, antes de que los avances en los tratamientos retrovirales hayan incrementado enormemente la esperanza y calidad de vida de los afectados. Pero cómo vamos a extrañarnos de esto si hay quien cree aún que los platos y cubiertos utilizados por una persona infectada de VIH deben desinfectarse. Pregunte a la primera persona que se cruce por la calle si conoce las vías de contagio del VIH… Pregúnteselo usted.

 Para mayor desgracia, todas las asociaciones y organizaciones están viendo brutalmente mermadas las ayudas públicas y no pocas han tenido que cerrar, como el Comité Anti SIDA de la Región de Murcia, que tras 22 años promoviendo campañas de sensibilización y prestando apoyo social y psicológico a personas seropositivas tuvo que cerrar en 2012.

 Está claro que para el Ministerio de Sanidad,  preocupado por meter la tijera y privatizar hospitales,  el VIH ha dejado de ser una prioridad. Pero no por ello ha dejado de ser un problema sanitario serio. La alarma social que reinaba en la España de finales de los ochenta y principios de los noventa hace tiempo que se extinguió (si bien algunos de sus efectos perduran, como hemos visto antes) y bien que se extinguiera, pues como todas las alarmas sociales era inútil e irracional. Aún recuerdo aquellos padres negándose a llevar a sus hijos al colegio mientras estuviese en clase un niño o niña con VIH y otras histerias colectivas por el estilo; pero las asociaciones implicadas en la lucha contra la enfermedad y sus consecuencias como la Coordinadora Estatal de VIH-SIDA (CESIDA) advierten que se está produciendo una “fatiga en la prevención” y que la población en general está bajando la guardia. Si a ello le sumamos el descuido por parte de las autoridades sanitarias, el panorama puede ser delicado. Entre el ciudadano de a pie sigue anclado el estereotipo de que el SIDA es privativo de las personas drogodependientes por vía inyectada, las personas dedicadas a la prostitución y los homosexuales; sin embargo el propio ministerio estima que podría haber más de 4000 inmigrantes irregulares infectados por VIH en España; inmigrantes irregulares que la actual política del gobierno deja fuera del sistema sanitario.


 Conviene mirar de frente a la realidad, informarse y apoyar a aquellos que siguen dedicando tiempo y esfuerzo a mejorar la calidad y dignidad de vida de aquellos a los que la sociedad sigue estigmatizando por ignorancia, egoísmo y falta de humanidad. Este es otro ámbito en el que lo único decente es no ser un borrego más del rebaño.

HITLER, EL INCOMPETENTE