martes, 16 de abril de 2013

¡ESCRACHES!


  Veía el otro día en televisión a Dª María Dolores de Cospedal recitando la siguiente perla: “Los escraches son nazismo puro”. El contexto era tan forzado que daba risa. Un “acto” del  PP consistente en un puñado de incondicionales escuchando en semicírculo con expresión beatífica las memeces que decía la buena señora.

  Hace falta tener la lengua viperina.

  La práctica de señalar públicamente a un personaje a fin de denunciarlo por algún motivo no es un fenómeno moderno; pero bajo el término de escrache empiezan a popularizarse en América Latina, sobre todo en Argentina, a raíz del indulto en 1995 por parte del presidente Carlos Menem de un grupo de asesinos sicarios de la dictadura militar que asolara ese país. La asociación pro derechos humanos Hijos por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (HIJOS) inundó con pasquines y octavillas varias grandes ciudades del país denunciando la situación y publicando los nombres de los genocidas. Colocar pancartas, pegar carteles, hacer pintadas, arrojar huevos… son prácticas a las que se pueden recurrir en este tipo de actividades. Molestas, sí, pero inofensivas.

 Las protestas por parte de la Plataforma Anti Desahucios se han recrudecido en las últimas semanas, sobre todo en vísperas de la votación en el Congreso de los Imputados de la miserable reforma de la Ley Hipotecaria, en el día de hoy aprobada gracias a la mayoría parlamentaria del PP (enhorabuena a los afortunados votantes). Prebostes del PP han sentido el clamor de la calle al pie de sus lindas y bien equipadas viviendas, el clamor de gente que ha perdido su casa, que está en riesgo de perderla o que sencillamente se solidariza. Probablemente las secuelas psicológicas para sus señorías, sus cónyuges e hijos sean irreparables. Quizá les vaya a estallar la cabeza por tener que explicarles a los niños por qué una persona a la que el banco quita su casa por no poder pagar la hipoteca, sigue debiendo el dinero.

 Posiblemente la malhadada secretaria general del PP compara estas protestas airadas, pero pacíficas, con el acoso al que sometían los matones de las SA del partido nazi a los ciudadanos judíos en los años treinta del siglo XX: abusos, palizas, destrozos de propiedades y negocios… todo ello previo a la llegada del holocausto. La comparación no puede ser más desafortunada. Da idea de la ínfima talla moral de esta señora y de su pobre habilidad para la propaganda, pues cada vez que abre la boca se pone en evidencia. Parece creer a pies juntillas en la vieja máxima de la propaganda que afirma que a fuerza de repetir muchas veces una mentira se convierte en una verdad. Hay mentiras que ya no entran ni con vaselina.

 Cuando un sistema político se convierte en cómplice de una dictadura desatada del capitalismo salvaje, cuando un gobierno no hace sino estrujar a la población con la excusa de las exigencias de la unión europea mientras ignora la censura de esa misma unión europea a la arcaica ley hipotecaria española… resulta especialmente patético verles invocar las garantías democráticas sólo porque les molesta ver a la gente protestando por hechos indignos, promovidos por gente malvada.

 Que Dios les maldiga. Yo ya lo hago.

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