lunes, 29 de febrero de 2016

AYUNO

 Hoy es el último día de Ayyám-i-Há, los cuatro días intercalares del calendario bahá`í previos al mes de` Alá`, sobre el que Bahá `u` lláh decretó que los creyentes debían abstenerse de comer y beber entre la salida y la puesta de sol. El ayuno termina con el primer día del mes de Bahá, festividad de Naw-Ruz, primer día también del Año Nuevo y de la primavera. El mandato del ayuno está recogido en el Kitáb-i-Aqdas, el libro de leyes bahá`ís revelado por Bahá `u` lláh, y alcanza a todos los creyentes mayores a partir de quince años, excluyendo a los ancianos y enfermos, a las mujeres gestantes, a las personas que se encuentren realizando un viaje duro o realizando tareas pesadas. A diferencia del Ramadán musulmán, que cae en diferentes épocas del año al regirse el Islam por un calendario lunar, el ayuno bahá`í siempre tiene lugar en la misma época, al ser el calendario Badí de tipo solar. Los últimos días del invierno se caracterizan por temperaturas moderadas y una  cantidad relativamente baja de horas de sol, lo que hace que la experiencia del ayuno algo llevadero. O al menos eso me ha parecido a mí en los dos años que llevo practicándolo.

 Hacerse bahá`í a los cuarenta tiene como consecuencia que gente que te conoce de toda la vida se sorprende, sobre todo al verte llevar a cabo el ayuno. Las reacciones son de todo tipo, desde compadecerte (pensando erróneamente que estás sufriendo) hasta decidir (medio en serio, medio en broma) que estás más loco de lo que ya creían. Si dices que ayunas por motivos de salud se te puede considerar excéntrico, un fanático de la vida sana, pero nada del otro mundo. Sin embargo, declarar que ayunas por motivos religiosos genera, cuando menos, alzadas de cejas (de una o de las dos, según el talante de cada cual).  

  Pero, ¿por qué ayuna un bahá`í? Primero porque se trata de un mandato de Dios, revelado por su Manifestación Bahá `u` lláh, pero el cumplimiento de tal mandato es personal, no existiendo sanciones de la administración bahá`í para quien no lo observe. Se trata de un asunto entre el creyente y Dios, no un acto llevado a cabo por el miedo al castigo (humano o divino). De este modo el periodo de ayuno se convierte en un tiempo especial de oración y reflexión durante el cual el creyente refuerza el compromiso por la superación de las propias inclinaciones y la aceptación de la voluntad de Dios.

 El desprendimiento de lo material es algo muy importante dentro de un camino de crecimiento espiritual. Sin duda alguna no estamos llamados a ser ermitaños, pero hay que admitir que tenemos dependencias que son puramente psicológicas. Esas neveras occidentales llenas de pijadas para “matar el gusanillo” son una prueba de ello. Cuando ayunas y llega la hora del almuerzo, evidentemente el digestivo se activa, está condicionado para comer a una hora determinada y si no le echas comida la sensación es vagamente desagradable, pero no abrumadora, además, pasados veinte o treinta minutos desaparece por completo. Se adquiere una perspectiva distinta, teniendo en cuenta que la mayoría de gente del planeta no tiene tal acceso a los alimentos. El apego a nuestro estilo de vida occidental y consumista limita nuestro crecimiento espiritual, nos vuelve egocéntricos, apegados a cosas mezquinas.

 Los que se burlan de aquellos que ayunan dicen que luego, por la noche, nos atiborramos. Yo les aseguro que no es así. Se toma algo ligerito al crepúsculo para romper el ayuno y luego se cena normalmente. Lo cierto es que la comida sabe distinta y se siente más disposición a dar gracias por ella, en lugar de dar por sentado que estará ahí y se adquiere más consciencia sobre aquellos que no la tienen.

 Es una experiencia que recomiendo. Para los bahá`ís el mes de `Alá`  es una época especial que nos arraiga en la condición espiritual de nuestra naturaleza humana. Cuando se lleva a cabo uno empieza a entender que más que un mandato, es un regalo.

domingo, 21 de febrero de 2016

ESTOY MALO

 Vivir con una persona que sufre de fibromialgia te cambia la percepción sobre el dolor y sobre el malestar físico en general. Te enseña a relativizarlo y te abre las siguientes reflexiones.

 La revolución de los medicamentos que tuvo lugar en el siglo XX, con grandísimos avances para la humanidad, como la invención de la penicilina, que dio una nueva oportunidad al ser humano frente a enfermedades hasta entonces mortales de necesidad, ha degenerado en una tiranía de las empresas farmacéuticas que han hecho negocio de nuestras enfermedades. Para ello se han valido, entre otras cosas de la absurda creencia de que los medicamentos están para evitar cualquier síntoma desagradable. Yo soy burro para tomarme algún medicamento y no pretendo que todo el mundo tenga que ser como yo.  Hay dolores incapacitantes, como el de muelas, pero existe una tendencia cada vez mayor a tomar un medicamento ante cualquier mínima molestia y ello me parece un exceso. La sobreabundancia de medicamentos está reblandeciendo a la humanidad.

 Creo que estoy pasando una gripe o algún virusillo similar. Empecé a ponerme malo el viernes por la tarde, en casa de mis padres, a la que había ido andando, una caminata de media hora. Hice el camino de vuelta renqueando y me metí en la cama dando tiritones. El sábado lo he pasado más mal que bien. Una amiga me llamó y me preguntó si me había tomado algo. Le dije que no. ¿Cómo voy a comprobar la evolución de la enfermedad si tomo paracetamol, me bajo la fiebre que pueda tener y se me alivian las molestias? A pelo, podré evaluar lo que tengo y decidir si tengo que ir al médico, meterme en cama o faltar el lunes al trabajo. Hoy domingo, ya estoy mejor y creo que mañana podré ir a trabajar sin más novedad. ¿Han visto los anuncios de antigripales? “¡Un simple catarro no puede parar tu ritmo!” o lindezas por el estilo proclaman. O sea, si estás acatarrado, en lugar de quedarte en casita a caldito de pollo y miel con limón (como se ha hecho toda la vida) te echas a la calle a golpe de frenatal o vincicual a castigarte el organismo, realmente enfermo, pero sin sentirlo, a riesgo de convertir el catarro en neumonía.

 La clave del asunto está en no sentir dolores, ni el mal cuerpo de la fiebre porque hay que estar siempre activo, aún a costa de nuestra salud. “Vivimos en una sociedad drogada” decía el ponente de una conferencia a la que asistí en cierta ocasión. Hay una pastillita para cada necesidad. Y si ya hablamos de la tan cacareada “ansiedad”… Los ansiolíticos son recetados por los médicos de familia para descongestionar los servicios de salud mental.

 Una vez, hará un par de años, empecé a sentir hormigueos en las manos, en los labios y por la parte superior de la cabeza, amén de nauseas y mareos. Por precaución fui al médico y me dijo que tenía ansiedad. “Esto tiene dos caminos” me dijo “o te relajas o te echas a los ansiolíticos”. “Pues va a ser que voy a relajarme” respondí. Más relajado no sé si estaré, pero los síntomas han vuelto de tanto en tanto y ahora que sé lo que son, directamente no les hago caso y se van.


 Las medicinas deben ser para curar. Cuando han de servir para aliviar el sufrimiento, cada cual debe ser honesto para distinguir la diferencia entre la necesidad y el abuso. Allá cada cual.

domingo, 14 de febrero de 2016

POLÍTICA MUERTA

 Ayer estuve de funeral. Situación de tristeza moderada. El finado era un tío mío, buena persona, que será llorado, pero para todos se imponía el consuelo de un fin relativamente rápido e indoloro en lugar de una enfermedad que se prometía larga y cargada de sufrimientos.

 Ya saben ustedes cómo son estas cosas. Al final, en el tanatorio los familiares acaban hablando de cualquier cosa y en este caso la conversación derivó, cómo no, hacia la situación política del país. Al ser preguntado sobre mi opinión sobre el particular respondí sin dudarlo un instante que era penosa y síntoma inequívoco de la inexorable decrepitud del sistema de partidos políticos, que considero condenado a desaparecer, del mismo modo que desaparecieron las monarquías absolutas.

 Las monarquías absolutas fueron la forma de gobierno imperante en el planeta, con algunas excepciones, desde los inicios de la historia hasta mediados del siglo XIX. El sistema de partidos políticos tiene su origen en las revoluciones burguesas que se suceden desde la primera de ellas, que no fue la francesa, sino la americana, que daría lugar a la aparición de los Estados Unidos de América y que sacudirían Europa de un extremo al otro llevándose por delante el Antiguo Régimen y empezando a esbozar la forma del mundo que conocemos hoy. De este modo los partidos políticos de aquellos tiempos cumplieron con una misión histórica: organizar un cambio social sin precedentes. Sin embargo, poco más de un siglo después ya estaba permitiendo despropósitos como la subida al poder del nazismo en Alemania o del fascismo en Italia. A día de hoy el sistema de partidos (mal llamado democrático) está tan corrompido por el poder de las oligarquías económicas que no sirve a los intereses de aquellos a los que dice representar, esto es, el pueblo. Cuando un sistema está obsoleto debe ser reemplazado, pero ¿cuál es la alternativa?

 En España la cosa ha alcanzado dimensiones tan escandalosas que resulta difícil de mirar sin enrojecer de vergüenza: el partido más votado está tan investigado por múltiples casos de corrupción que si fuera manzana más valdría tirarlo a la basura antes de perder el tiempo quitándole lo podrido; el principal partido de lo que ha sido dado en llamar “oposición” está brutalmente dividido, realmente despedazado por los intereses personales de los que la prensa llama “barones” (auténtico remedo de señores feudales) líderes regionales aferrados a su parcela de poder  en unas autonomías que multiplican la ineficacia de las instituciones del Estado. Estos dos partidos “mayoritarios”, “tradicionales” exponentes del bipartidismo que es mal de las democracias, están tan muertos moralmente que ya no pueden aportar nada, nada digno al menos. Los nuevos partidos prometen renovar el país y llevarlo a una nueva época de bienestar, pero ello parece generar poca confianza en los españoles, que siguen votando masivamente a los partidos de siempre, aunque sean poco más que cascarones vacíos de ideas y de decencia, pero siempre ávidos de dinero y poder.

 ¿Cómo se explica que se siga votando masivamente a partidos corruptos hasta la médula? Se explica con que al pueblo se le manipula fácilmente. Uno de los nuevos partidos, de tendencia marcadamente izquierdista, está siendo brutalmente atacado  mediante argumentos manidos, tal si fueran bolcheviques en vísperas de la revolución. Lo verdaderamente grande es que tales acusaciones no vienen sólo de los favorecidos por el sistema imperante, sino por muertos de hambre como un servidor, pobres currantes que no tenemos donde caernos muertos. Dicho partido “les da miedo”. Como si los “perroflautas” fueran a echarse a la calle a quemar conventos y fusilar curas, a colectivizarnos y sovietizarnos. Sin embargo no son tan virulentos al vilipendiar a un presidente de gobierno que dice que no va a pasar ni una más mientras blinda con aforamientos a una ex alcaldesa tan lerda que era la única que no blanqueaba capitales dentro de su ayuntamiento. Un amplio sector del pueblo es llevado hacia donde una minoría quiere. En el motín de Aranjuez sacaron a rastras de su casa a Manuel de Godoy (valido de Carlos IV, tatatatarabuelo de nuestro rey) azuzados por la nobleza y hoy claman contra el coleta en las redes sociales azuzados por herederos del franquismo reconvertidos en neoliberales. Cambia el collar, pero no el perro.

 ¿Cómo se arregla esto? Muy sencillo, amigos: con cultura. Invirtiendo en educación para tener planes de estudio decentes, con profesores motivados e incentivados, no la basura de sistema educativo que tenemos hoy. Rompiendo la idea impresa en nuestro código genético de que en España para medrar hay que ser sinvergüenza y ladrón, denunciada por nuestros más insignes literatos desde la generación del 98. Echando vergüenza, en definitiva.


 Pero no desesperemos. Mirando con perspectiva el mundo ha mejorado notablemente en los últimos dos siglos. El Antiguo Régimen cayó y fue sustituido por otro que si bien acosado por múltiples lacras se ha revelado como mejor y éste también caerá. No sé cuando ni cómo pero no sólo es posible, sino que es inevitable. La humanidad seguirá madurando y generando nuevas soluciones, pero mientras, por favor, intentemos favorecer esos cambios mediante algo muy simple: ser sujetos pensantes y no simples borregos, presa de seres humanos sin escrúpulos cuya único afán es que todo siga igual para seguir chupando la sangre a sus semejantes.

HITLER, EL INCOMPETENTE