Ayer estuve de funeral. Situación de tristeza
moderada. El finado era un tío mío, buena persona, que será llorado, pero para
todos se imponía el consuelo de un fin relativamente rápido e indoloro en lugar
de una enfermedad que se prometía larga y cargada de sufrimientos.
Ya saben ustedes cómo son estas cosas. Al
final, en el tanatorio los familiares acaban hablando de cualquier cosa y en
este caso la conversación derivó, cómo no, hacia la situación política del
país. Al ser preguntado sobre mi opinión sobre el particular respondí sin
dudarlo un instante que era penosa y síntoma inequívoco de la inexorable
decrepitud del sistema de partidos políticos, que considero condenado a
desaparecer, del mismo modo que desaparecieron las monarquías absolutas.
Las monarquías absolutas fueron la forma de
gobierno imperante en el planeta, con algunas excepciones, desde los inicios de
la historia hasta mediados del siglo XIX. El sistema de partidos políticos
tiene su origen en las revoluciones burguesas que se suceden desde la primera
de ellas, que no fue la francesa, sino la americana, que daría lugar a la
aparición de los Estados Unidos de América y que sacudirían Europa de un
extremo al otro llevándose por delante el Antiguo Régimen y empezando a esbozar
la forma del mundo que conocemos hoy. De este modo los partidos políticos de
aquellos tiempos cumplieron con una misión histórica: organizar un cambio
social sin precedentes. Sin embargo, poco más de un siglo después ya estaba
permitiendo despropósitos como la subida al poder del nazismo en Alemania o del
fascismo en Italia. A día de hoy el sistema de partidos (mal llamado
democrático) está tan corrompido por el poder de las oligarquías económicas que
no sirve a los intereses de aquellos a los que dice representar, esto es, el
pueblo. Cuando un sistema está obsoleto debe ser reemplazado, pero ¿cuál es la
alternativa?
En España la cosa ha alcanzado dimensiones tan
escandalosas que resulta difícil de mirar sin enrojecer de vergüenza: el
partido más votado está tan investigado por múltiples casos de corrupción que
si fuera manzana más valdría tirarlo a la basura antes de perder el tiempo
quitándole lo podrido; el principal partido de lo que ha sido dado en llamar
“oposición” está brutalmente dividido, realmente despedazado por los intereses
personales de los que la prensa llama “barones” (auténtico remedo de señores
feudales) líderes regionales aferrados a su parcela de poder en unas autonomías que multiplican la
ineficacia de las instituciones del Estado. Estos dos partidos “mayoritarios”,
“tradicionales” exponentes del bipartidismo que es mal de las democracias,
están tan muertos moralmente que ya no pueden aportar nada, nada digno al
menos. Los nuevos partidos prometen renovar el país y llevarlo a una nueva
época de bienestar, pero ello parece generar poca confianza en los españoles,
que siguen votando masivamente a los partidos de siempre, aunque sean poco más
que cascarones vacíos de ideas y de decencia, pero siempre ávidos de dinero y
poder.
¿Cómo se explica que se siga votando
masivamente a partidos corruptos hasta la médula? Se explica con que al pueblo
se le manipula fácilmente. Uno de los nuevos partidos, de tendencia
marcadamente izquierdista, está siendo brutalmente atacado mediante argumentos manidos, tal si fueran
bolcheviques en vísperas de la revolución. Lo verdaderamente grande es que
tales acusaciones no vienen sólo de los favorecidos por el sistema imperante,
sino por muertos de hambre como un servidor, pobres currantes que no tenemos
donde caernos muertos. Dicho partido “les da miedo”. Como si los “perroflautas”
fueran a echarse a la calle a quemar conventos y fusilar curas, a
colectivizarnos y sovietizarnos. Sin embargo no son tan virulentos al
vilipendiar a un presidente de gobierno que dice que no va a pasar ni una más
mientras blinda con aforamientos a una ex alcaldesa tan lerda que era la única
que no blanqueaba capitales dentro de su ayuntamiento. Un amplio sector del
pueblo es llevado hacia donde una minoría quiere. En el motín de Aranjuez
sacaron a rastras de su casa a Manuel de Godoy (valido de Carlos IV,
tatatatarabuelo de nuestro rey) azuzados por la nobleza y hoy claman contra el
coleta en las redes sociales azuzados por herederos del franquismo
reconvertidos en neoliberales. Cambia el collar, pero no el perro.
¿Cómo se arregla esto? Muy sencillo, amigos:
con cultura. Invirtiendo en educación para tener planes de estudio decentes,
con profesores motivados e incentivados, no la basura de sistema educativo que
tenemos hoy. Rompiendo la idea impresa en nuestro código genético de que en
España para medrar hay que ser sinvergüenza y ladrón, denunciada por nuestros más
insignes literatos desde la generación del 98. Echando vergüenza, en
definitiva.
Pero no desesperemos. Mirando con perspectiva
el mundo ha mejorado notablemente en los últimos dos siglos. El Antiguo Régimen
cayó y fue sustituido por otro que si bien acosado por múltiples lacras se ha
revelado como mejor y éste también caerá. No sé cuando ni cómo pero no sólo es
posible, sino que es inevitable. La humanidad seguirá madurando y generando
nuevas soluciones, pero mientras, por favor, intentemos favorecer esos cambios
mediante algo muy simple: ser sujetos pensantes y no simples borregos, presa de
seres humanos sin escrúpulos cuya único afán es que todo siga igual para seguir
chupando la sangre a sus semejantes.
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