domingo, 14 de febrero de 2016

POLÍTICA MUERTA

 Ayer estuve de funeral. Situación de tristeza moderada. El finado era un tío mío, buena persona, que será llorado, pero para todos se imponía el consuelo de un fin relativamente rápido e indoloro en lugar de una enfermedad que se prometía larga y cargada de sufrimientos.

 Ya saben ustedes cómo son estas cosas. Al final, en el tanatorio los familiares acaban hablando de cualquier cosa y en este caso la conversación derivó, cómo no, hacia la situación política del país. Al ser preguntado sobre mi opinión sobre el particular respondí sin dudarlo un instante que era penosa y síntoma inequívoco de la inexorable decrepitud del sistema de partidos políticos, que considero condenado a desaparecer, del mismo modo que desaparecieron las monarquías absolutas.

 Las monarquías absolutas fueron la forma de gobierno imperante en el planeta, con algunas excepciones, desde los inicios de la historia hasta mediados del siglo XIX. El sistema de partidos políticos tiene su origen en las revoluciones burguesas que se suceden desde la primera de ellas, que no fue la francesa, sino la americana, que daría lugar a la aparición de los Estados Unidos de América y que sacudirían Europa de un extremo al otro llevándose por delante el Antiguo Régimen y empezando a esbozar la forma del mundo que conocemos hoy. De este modo los partidos políticos de aquellos tiempos cumplieron con una misión histórica: organizar un cambio social sin precedentes. Sin embargo, poco más de un siglo después ya estaba permitiendo despropósitos como la subida al poder del nazismo en Alemania o del fascismo en Italia. A día de hoy el sistema de partidos (mal llamado democrático) está tan corrompido por el poder de las oligarquías económicas que no sirve a los intereses de aquellos a los que dice representar, esto es, el pueblo. Cuando un sistema está obsoleto debe ser reemplazado, pero ¿cuál es la alternativa?

 En España la cosa ha alcanzado dimensiones tan escandalosas que resulta difícil de mirar sin enrojecer de vergüenza: el partido más votado está tan investigado por múltiples casos de corrupción que si fuera manzana más valdría tirarlo a la basura antes de perder el tiempo quitándole lo podrido; el principal partido de lo que ha sido dado en llamar “oposición” está brutalmente dividido, realmente despedazado por los intereses personales de los que la prensa llama “barones” (auténtico remedo de señores feudales) líderes regionales aferrados a su parcela de poder  en unas autonomías que multiplican la ineficacia de las instituciones del Estado. Estos dos partidos “mayoritarios”, “tradicionales” exponentes del bipartidismo que es mal de las democracias, están tan muertos moralmente que ya no pueden aportar nada, nada digno al menos. Los nuevos partidos prometen renovar el país y llevarlo a una nueva época de bienestar, pero ello parece generar poca confianza en los españoles, que siguen votando masivamente a los partidos de siempre, aunque sean poco más que cascarones vacíos de ideas y de decencia, pero siempre ávidos de dinero y poder.

 ¿Cómo se explica que se siga votando masivamente a partidos corruptos hasta la médula? Se explica con que al pueblo se le manipula fácilmente. Uno de los nuevos partidos, de tendencia marcadamente izquierdista, está siendo brutalmente atacado  mediante argumentos manidos, tal si fueran bolcheviques en vísperas de la revolución. Lo verdaderamente grande es que tales acusaciones no vienen sólo de los favorecidos por el sistema imperante, sino por muertos de hambre como un servidor, pobres currantes que no tenemos donde caernos muertos. Dicho partido “les da miedo”. Como si los “perroflautas” fueran a echarse a la calle a quemar conventos y fusilar curas, a colectivizarnos y sovietizarnos. Sin embargo no son tan virulentos al vilipendiar a un presidente de gobierno que dice que no va a pasar ni una más mientras blinda con aforamientos a una ex alcaldesa tan lerda que era la única que no blanqueaba capitales dentro de su ayuntamiento. Un amplio sector del pueblo es llevado hacia donde una minoría quiere. En el motín de Aranjuez sacaron a rastras de su casa a Manuel de Godoy (valido de Carlos IV, tatatatarabuelo de nuestro rey) azuzados por la nobleza y hoy claman contra el coleta en las redes sociales azuzados por herederos del franquismo reconvertidos en neoliberales. Cambia el collar, pero no el perro.

 ¿Cómo se arregla esto? Muy sencillo, amigos: con cultura. Invirtiendo en educación para tener planes de estudio decentes, con profesores motivados e incentivados, no la basura de sistema educativo que tenemos hoy. Rompiendo la idea impresa en nuestro código genético de que en España para medrar hay que ser sinvergüenza y ladrón, denunciada por nuestros más insignes literatos desde la generación del 98. Echando vergüenza, en definitiva.


 Pero no desesperemos. Mirando con perspectiva el mundo ha mejorado notablemente en los últimos dos siglos. El Antiguo Régimen cayó y fue sustituido por otro que si bien acosado por múltiples lacras se ha revelado como mejor y éste también caerá. No sé cuando ni cómo pero no sólo es posible, sino que es inevitable. La humanidad seguirá madurando y generando nuevas soluciones, pero mientras, por favor, intentemos favorecer esos cambios mediante algo muy simple: ser sujetos pensantes y no simples borregos, presa de seres humanos sin escrúpulos cuya único afán es que todo siga igual para seguir chupando la sangre a sus semejantes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

HITLER, EL INCOMPETENTE