Esta es la historia. Ocurrió en Zaragoza: una
pareja discute en un local nocturno sobre a qué garito ir a continuación. Ella le da un puñetazo a él en la cara, él le
sacude una bofetada de mano abierta y ella acaba dándole una patada. No hay
parte de lesiones y no hay denuncia; pero la Fiscalía actúa de oficio (supongo
que ante un atestado policial) y el asunto va a juicio. El Juzgado de lo Penal nº 8 de
Zaragoza les absuelve a ambos, pero la Fiscalía recurre en la Audiencia
Provincial y finalmente ante el Tribunal Supremo, que finalmente los condena; a
ella a tres meses de prisión por un delito de violencia doméstica y a él a seis
meses por un delito de violencia de género. La polémica está servida…
Servida porque a muchos (y muchas) empiezan a proferir que es una manifiesta
injusticia, que tendrían que tener la misma pena porque sus
comportamientos son esencialmente iguales y que hay que ver con tanta leche del
género y de las feministas y de la madre que las parió… que esto se está yendo
de las manos y que se están pasando.
No voy a recrearme en los detalles técnicos
del caso. Para ello les dejo el enlace a un artículo de El Heraldo de Aragón
donde se explica detalladamente. Hoy voy a darme el lujo de especular. Porque
me da la gana y porque no me parece que el comportamiento del chico y de la
chica sean iguales.
Imaginemos la escena. Estalla una discusión
por una nimiedad y ella, sin más ni más, le encaja un puñetazo en la cara. Se
me ocurren dos opciones: o bien ella está manifiestamente desequilibrada (con
lo que el asunto tomaría otro cariz) o bien la relación está ya sumamente
deteriorada y vaya usted a saber por qué. Es un acto violento, indudablemente,
agresivo y a la luz de los hechos probados, injustificable, pero como ya digo
desconocemos la intrahistoria del asunto.
Lo que capta mi interés es el bofetón de él.
Un bofetón es un acto violento, sí, pero muy
peculiar. Su fin no es causar un efecto incapacitante, para eso es ineficaz, si
se quiere ganar un enfrentamiento físico se dan puñetazos o patadas o se usa un
arma, no se dan bofetones. Un bofetón y más aún un bofetón en público, busca la
humillación, la imposición, el castigo…
Ese chico no se estaba defendiendo de una agresión, estaba poniendo a la
chica en su sitio, claro que ella no se achantó y le encajó un puntapié. Cosas
que pasan.
Las
condenas son nimias, por otra parte. Ni él ni ella darán con sus huesos en la
cárcel, pero la sentencia es trascendente en tanto sienta jurisprudencia y
encarece, de algún modo, la violencia hacia la mujer, que visto lo visto está barata
gracias a las malas bestias que la practican y la justifican y los jueces y
juezas que hacen la vista gorda.
Personalmente la decisión del Supremo me
parece razonable, aunque no para tirar cohetes. Me incomoda mucho, eso sí,
escuchar a hombres diciendo que ambos deberían ser tratados igual. No por la
opinión en sí, sino por la carga afectiva que la origina: el miedo y el
resentimiento.
Asumidlo chicos: las mujeres fuertes nos dan
miedo y nos ponen a la defensiva. Superadlo. Yo lo llevo como puedo.
https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2019/01/08/por-que-una-agresion-mutua-tribunal-supremo-impone-una-condena-mayor-hombre-que-mujer-1286236-300.html
https://www.heraldo.es/noticias/aragon/2019/01/08/por-que-una-agresion-mutua-tribunal-supremo-impone-una-condena-mayor-hombre-que-mujer-1286236-300.html
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