sábado, 10 de septiembre de 2016

SOCIEDAD DIVIDIDA (II)



Reflexionando hace unos días con mis amigos Pepe y Carmen acerca del tema de la anterior entrada, llegábamos a la conclusión de que la sociedad española evidentemente permanece dividida a causa de heridas históricas que aún no se han cerrado. ¿Y cómo es posible que no se cierren? La respuesta es simple: no existe una voluntad auténtica de cerrarlas.

 La Transición fue un periodo histórico marcado por los buenos propósitos de unos pocos. Redactamos una constitución, legalizamos los partidos políticos, convocamos unas elecciones, nos damos la mano y aquí no ha pasado nada. Apostemos por la reconciliación.

 Tal reconciliación es empresa difícil cuando cientos de fusilados permanecen sepultados en oscuras fosas comunes sin señalar, cuando la memoria de cientos de presos políticos muertos en las cárceles franquistas no se ha rehabilitado, cuando se intenta restar importancia a los desmanes cometidos por los republicanos en la retaguardia o cuando se ignora el hecho de que la Guardia Civil, diezmada por su lealtad a la República, fue recompuesta con elementos de la peor ralea que sembraron el terror a lo largo y ancho del campo español durante los años más duros de la posguerra. Permanece demasiado dolor, demasiado rencor. No se olvida y desde luego no se perdona. El odio persiste y se instrumentaliza.

 Somos tan lerdos que perdemos el tiempo atacando al partido contrario porque son unos “fachas” racistas y homófonos o unos “progres” que si llegan al poder nos van a expropiar la segunda residencia para dársela a los  “musulmanes que nos están invadiendo”.  La única realidad que nuestra clase política está vendida al poder económico, prueba de ello es el progresivo desmantelamiento de la Seguridad Social y la sanidad pública (en todas las comunidades, gobiernen los que gobiernen), el continuo deterioro de la educación pública a través de aberrantes reformas educativas, el rescate de corruptas entidades bancarias con dinero público y oscuros manejos en el seno de los partidos con sobres llenos de billetes que no se saldan con dimisiones en cadena, sino que se ignoran o justifican con una caradura y cinismo impresionantes.

 A los políticos les interesa tenernos divididos. Borreguilmente les seguimos el juego coreando sus proclamas y satanizando a los de enfrente, mientras nos despojan a nosotros y a nuestros descendientes. Lo brutal es que les seguimos votando, manteniendo la  escisión del país en base a muertas ideologías en las que ninguno de ellos cree.

 Es necesaria una nueva generación de españoles lúcidos, conscientes, que miren la historia nacional sin complejos y  sin pudor, pero sin ignorar los hechos, sean los que sean, que no se dejen engañar por mentiras interesadas, que vayan a las urnas guiados por su conciencia y no por el miedo a que el otro sea peor. Para ello es precisa una educación sólida, una mente centrada y un espíritu valiente marcado por el amor a la verdad y no por el odio al que es diferente.

 Hay que luchar contra la manipulación y la mentira. La violencia ya quedó descartada.

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