domingo, 27 de noviembre de 2016

BAILARÉ SOBRE TU TUMBA

 Esta mañana me despertaba mi querido Salvador con un sonoro mensaje de Whatsapp y la noticia de la muerte de Fidel Castro. Es curioso como nos afecta la muerte de los personajes famosos… o al menos conocidos. Es casi como si hubiese muerto alguien a quien conoces de toda la vida. Hay que admitir que Fidel Castro fue una de las figuras prominentes del siglo XX, sin la cual la historia habría sido muy distinta, no dejaba de ser un señor de noventa años que andaba delicado de salud. Tuvo sus glorias y sus vilezas, unos le veneran y otros le tienen por el mal personificado. Descanse en paz.

 Que eso es lo que hay que hacer con los difuntos: dejarlos descansar en paz.

 En estos días hemos sido testigos de cómo no se ha hecho justamente eso  con la ex alcaldesa de Valencia, Rita Barberá. Resulta aberrante ver la manera en que se puede instrumentalizar la muerte de una persona. Esta semana he experimentado vergüenza ajena viendo cómo unos pedían un minuto de silencio en el Congreso en su memoria cuando semanas atrás la trataban como una paria (gesto vacuo); viendo cómo los otros se negaban a hacerlo y abandonaban ostentosamente el hemiciclo (gesto igualmente vacuo); viendo cómo a través de internet han proliferado los memes y chanzas varias a costa de la difunta (lo cual constituye un gesto de infinito mal gusto); viendo cómo la colección de jerarcas y gerifaltes de su otrora partido se presentaban en el funeral, contrariando la petición expresa de la familia de la finada, a fin de hacer las oportunas declaraciones ante los medios cantando las loas de la “compañera”. Y de fondo las teorías conspirativas que hablan de la “sospechosa” muerte de la ex alcaldesa como la última de una serie de defunciones de personas relacionadas con la trama Gürtell. ¿Silenciados todos ellos para que no aporten pruebas incómodas para otros? Sabe Dios…

 Todos bailando sobre la tumba de Rita para hacer ver lo buenos chicos que son. Tan infames son como los que hacen mofa de ella.

 ¿Formaba parte Rita Barberá de tramas de corrupción? Estoy convencido de ello. ¿Y qué? Ya no se la puede interrogar. Está muerta. Quizá nos frustra no poderla ver condenada, enriquecida en una época en la que España se empobrece, y sentimos la tentación de quemarla en efigie (a lo que tan dados eran nuestros antepasados) o desenterrarla para quemarla o ahorcarla  después de muerta (práctica esta también muy extendida en épocas pasadas). Está muerta. Ha muerto sola en la habitación de un hotel. Una manera triste de abandonar este mundo. Tras ella quedan las colas para firmar en el libro de condolencias (más de cuatro mil valencianos fueron a rendirle homenaje, parece que no todo el mundo la odiaba) y los elogios mecánicos de sus ex compañeros de partido. Realmente no sabemos nada de ella: alcaldesa, senadora, corrupta… La persona queda oculta. Es denigrante alegrarse o al menos reírse ante la muerte de un ser humano. Tan denigrante es hablar mal de los muertos como hablar demasiado bien, sin venir a cuento. Las almas continúan su viaje y dejan atrás las miserias de este mundo.  Dejémoslas en paz.

 No soporto acabar así. Necesito hacer un guiño. ¿Recuerdan la canción de Siniestro Total a la que he tomado prestado el título de esta entrada? Ahí se la dejo. Es un recuerdo de la época en que todo parecía más fácil y no podíamos ni imaginar la cantidad de mierda que se nos venía encima. Me hago eco de la dedicatoria de la persona que ha subido la canción a YouTube:

 "Con cariño y de corazón a todos aquellos que intentan (sin éxito) amargarnos la existencia día a día".

 Ahí queda eso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

HITLER, EL INCOMPETENTE