sábado, 27 de julio de 2013

COPIAR Y PEGAR...

Me encontraba tratando de evitar el escribir sobre política o sobre políticos, que escribir sobre lo segundo no lleva necesariamente a tratar sobre lo primero… y más en los tiempos que nos toca vivir. Es tanta la vergüenza ajena que llego a experimentar que aproximarme a los despropósitos de Marianico, Sorayita o Lolita Cospe (sin olvidar las pretensiones quijotescas de Alfredito Pérez, alias “Rubalcaba”) que siquiera hablar del tema me provoca una pereza rayana en el coma profundo. Sin embargo, el reciente descarrilamiento de un tren en Santiago de Compostela (catástrofe evitable, como tantas otras,  con un poco de vergüenza y buen hacer) ha hecho que mi indignación venza a mi legendaria pereza y por aquello del desahogo, me avenga a escribir estas líneas.

 De todo este asunto que, con todo, ha resultado ejemplar en la respuesta ciudadana (colas para donar sangre, bomberos doblando turnos, médicos en paro acudiendo a los hospitales a colaborar…) sólo ha habido una cosa que me ha repugnado más que la salvaje irresponsabilidad del maquinista: la nota de prensa emitida por el ministerio de la presidencia (que me cuelguen si entiendo qué es eso) como supuestas condolencias por parte del presidente del gobierno. En dicho mensaje, el último párrafo alude al terremoto habido en la provincia china de Gansu, hace unos días.

 Y luego nos quejamos de que nuestros escolares hacen los trabajos de clase copiando y pegando de la Wikipedia…



 Decía Wiston Churchill que el político se convierte en estadista cuando empieza a pensar en las próximas generaciones y deja de pensar en las próximas elecciones. Marianico ha vuelto a demostrar que de estadista tiene poco, pues un gobernante tiene la responsabilidad de reforzar la confianza del pueblo en quienes los dirigen y confiar un mensaje de condolencia para una tragedia de la magnitud de la vivida en Santiago a un chupatintas de tercera regional es una manera velada de decir “me importáis todos un carajo” (o carallo, que no en vano el presi es galleguiño). Los gestos son importantes, pues quedan impresos en la percepción de las personas y predisponen su ánimo hacia uno u otro lado. Un presidente de gobierno que se viste por los pies convoca una rueda de prensa en cuanto tiene noticia del hecho y se dirige a la nación sin tener un guión delante y acto seguido se dirige al lugar de la catástrofe “en caliente”; no delega en sus sicarios que le escriban los documentos y está “muy pendiente” en la distancia de cómo van las cosas.

 Eso sí, Alfredito Pérez alias “Rubalcaba”, mostró rápidamente su pesar por la tragedia a través de Twitter, ¡qué campechano y accesible! Benditas sean las redes sociales que acercan a los prohombres al pueblo llano.

 Es nuestro sino tener gobernantes indignos. Ya lo proclamaba el cantar de Mío Cid allá por las postrimerías del siglo XII, con el lamento de los burgaleses que veían marchar a Rodrigo Díaz con un puñado de fieles al destierro tras obligar a jurar al rey que no había tenido parte en el asesinato de su hermano:

 “¡Qué buen vasallo si tuviese un buen señor!”

  Episodio literario, con poca base histórica, pero que se ha convertido en nuestra maldición. Seríamos un pueblo mejor de lo que somos si tuviéramos buenos gobernantes. ¿A qué esperamos para defenestrarlos?


 Ahora a esperar que alguien me denuncie por apología del terrorismo.

domingo, 14 de julio de 2013

AHORA, SI QUIERES, SIGUE FUMANDO...

 Mi esposa me ha pasado este vídeo, sobre el cual no haré comentarios porque habla por sí mismo. Yo mismo soy fumador esporádico de pipas y puros (de puros no tan esporádico), pero rara vez paso de un purito al día (de esos pequeñitos). No trato de justificarme, ni de reivindicar mi consumo frente al de los fumadores compulsivos de cigarrillos de papel. El tabaco es vicio de tontos, como bien dice el director de mi equipo de trabajo en la Comunidad Terapéutica, ex fumador que sabe bien de qué habla.
 
 El ser humano es libre, incluso para suicidarse lentamente si ese es su deseo, pero hay que ver este vídeo antes de continuar haciéndolo. Puede que a alguien se le abran los ojos.
 

viernes, 12 de julio de 2013

¡CUATRO MELONES, DOS EUROS!

"¡Cuatro melones, dos euros!" resuena el grito por el cutre megáfono que suena cascado de tantos años de ponerlo a tope. "¡Cuatro melones a dos euros, señora! ¡Esto no es vendío, es regalao, señora! ¡Que me lo quitan de las manos, oiga! ¡Por dos euros, melones pa toa la semana!"
 
 La gran furgoneta blanca está estratégicamente aparcada en la esquina, violando todos los reglamentos de estacionamiento habidos de aquí a Pekín, pero con una visión inmejorable de las posibles rutas de llegada de la policía, por si hay que poner rápidamente pies en polvorosa. Que no está la cosa para ir pagando multazos por vender en la vía pública sin licencia y hay que buscarse la vida. Una pequeña multitud se agolpa junto al vehículo que apesta a melones podridos. Hace calor y muchos ya están que se les puede meter el dedo, pero la mano sucia del vendedor desecha éstos cuando los elige del montón para meterlos en una anónima bolsa de plástico blanco. Las monedas cambian de manos y los vecinos se marchan contentos con su botín.
 
 Los melones son pequeños, de esos que el intermediario no se dignaría ni a mirar y que sólo compraría a una cantidad ridícula, si es que llegara a decidirse a comprarlos. Melones pequeños que no entran por el ojo... pero son comida. El agricultor prescinde de la cadena de distribución, echa los melones a la furgoneta y se va a venderlos él mismo arriesgándose a que le metan una multa que le deje en la cuneta para los restos.
 
 Escenas de la crisis. Hay que buscarse la vida.

domingo, 7 de julio de 2013

TECNOLOGÍA INÚTIL

  Si buscamos en el diccionario de la Real Academia Española la palabra “tecnología” encontraremos la siguiente definición: Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”. Es una definición maravillosa, cargada de buenas intenciones. Ese “aprovechamiento práctico del conocimiento científico” parece justo lo que debería ser: un aprovechamiento práctico… pero, ¿para quién? A la luz de mi reciente experiencia, la cuarta acepción del término me parece más adecuada: “Conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un determinado sector o producto”. “Procedimientos industriales”, “sector”, “producto”… Este lenguaje ya me suena más.

 Déjenme que les hable de mi coche. Se trata de un Skoda Fabia de 2005, familiar (esto es, con el culo largo), con motor turbodiésel de 1400 cm cúbicos y 75 CV; potencia más que suficiente para un conductor civilizado y con un consumo más que razonable para un padre de familia con presupuesto limitado. Lo cierto es que tras 185.000 kilómetros me ha dado muy pocos problemas y es de agradecer. Sea quizás por lo poco habituado que estoy a hacer grandes desembolsos a causa del coche, se me cayó el alma a los pies cuando le di al botón del elevalunas y el cristal de mi ventanilla se quedó bajado tras un sordo crac en el interior de la puerta.

 El elevalunas eléctrico es una de las paridas tecnológicas más chorras que ha parido la mente humana, pues ya me dirán qué problema supone accionar una manivela para abrir y cerrar una ventana. Tenemos que abrir y cerrar a mano las ventanas de casa y no se nos caen los anillos por ello, pero no, en el coche hay que abrir y cerrar la ventanilla dándole a un botón mientras ponemos cara de “mira cómo mola”. Eso los que van delante. Al menos en los coches de pobre como el mío los que van detrás se joden y le tienen que dar a la manivela. Si se me cayó el alma a los pies es porque fui consciente de que una reparación del elevalunas me iba a costar de 200 euracos para arriba (muy para arriba) y no es que tal cantidad se me vaya cayendo entre los cojines del sofá precisamente. Por otra parte el elevalunas no es el tipo de cosa que puedas dejar sin arreglar, como el posavasos retráctil (otra parida) que se me murió tiempo ha.

 ¿Qué hace un tipo inteligente, práctico y humilde como yo en estos casos? Una vez superado el pensamiento irracional de arreglarlo yo mismo (quien me conoce sabe de mi absoluta inutilidad manual) hice lo único razonable en mi caso: pedir ayuda. Ésta me llegó en la forma del marido de una compañera de trabajo, mecánico de profesión, amable y voluntarioso que me acompañó a comprar las piezas precisas en un desguace.

 Un desguace es un sitio raro, poco más que un basurero, pero con un regusto siniestro, algo así como el cementerio de elefantes de las viejas pelis de Tarzán. Las montañas de coches despanzurrados te miran inquietantemente con ojos vacíos y el aire de decadencia nos habla de la futilidad de los bienes materiales: por caro y molón que sea un coche, al final no es más que chatarra.

 Un oscuro y enclenque personaje, sin dientes, renegrido por el sol y vestido con un mono que se tenía en pie solo de mierda que llevaba incrustada nos sacó un elevalunas de los restos de un Fabia. Polea, cables, guías y motor eléctrico van montadas sobre una plancha de acero que va fijada a la puerta mediante remaches. ¡Remaches! A ver si lo entiendo: le ponemos a una puerta de un coche un elevalunas eléctrico que cuesta una pasta, pero en cambio lo fijamos mediante un sistema que tiene siglos de antigüedad y que se usa para ensamblar piezas per-ma-nen-te-men-te. ¿Tanto cuesta poner unos puñeteros tornillos en una pieza que probablemente antes o después haya que quitar para efectuar reparaciones?

 Lo más gracioso de todo es que por un cable de acero roto (ese era el problema) hay que retirar todo el cableado interno de la puerta, desmontar la cerradura de la misma, romper los remaches de la puta placa metálica, poner las piezas compradas en el desguace (40 euros de vellón), fijarle la luna, volver a remachar, volver a colocar los cables, volver a montar la cerradura (porque con la cerradura montada no se puede sacar o meter el elevalunas, vaya usted a saber por qué) y después de muchas maldiciones poner la cartonera de la puerta en su sitio.

 La industria no nos sirve, nunca lo ha hecho, sólo pretende chuparnos la sangre.

 Cuando la tecnología deja de servir al ser humano para pasar a servir al capital, se convierte en un monstruo. El elevalunas eléctrico, lo mismo que las mil chorradas que adornan y adulteran nuestros coches, no están al servicio de nuestra comodidad, sino al  del negocio de las casas de automóviles, que hacen su agosto en el servicio postventa, con el engañabobos de la garantía y la falacia de la supuesta mayor calidad del servicio oficial. Negocio, negocio, negocio y todos a dejarnos desplumar alegremente como los primos que somos.

 Realmente echo de menos mi primer coche, un viejo Ford Fiesta de 1981, más feo que su puñetera madre, pero más simple que el mecanismo de un chupete. Un coche debe llevarte y traerte y protegerte del frio y la lluvia. Todo lo demás son chorradas.


 La tecnología sirvió al hombre primitivo para sobrevivir en su entorno, pero hoy nos idiotiza, nos crea necesidades que no tenemos, nos vuelve torpes y perezosos y por si fuera poco arrogantes por el simple hecho de poseer la última paridita electrónica de la que el vecino carece. Hoy puedo volver a cerrar la ventanilla de mi coche por cuarenta euritos gracias a la ayuda de una buena persona que no sólo me ha permitido ahorrarme una pasta, sino también sentirme un poco menos primo estafado y manipulado por el puto sistema… y eso no tiene precio.

jueves, 4 de julio de 2013

CERRAR UN PROGRAMA...

Llevaba un mes sin escribir. Es la primera vez que me demoro tanto desde que comencé este blog. Puede que suene a excusa (sin duda suena a excusa), pero lo cierto es que no estaba de humor. Hoy siento que no voy a poder escribir ni una entrada más si no saco fuera lo que me entristece.

He escrito mucho sobre la crisis, sobre los recortes, sobre las consecuencias para las personas de a pie de la mala gestión de los caudales públicos y de la connivencia de los políticos con toda suerte de piratas de encorbatados que rigen los destinos de la economía. Sin embargo es la primera vez que tales consecuencias que tocan tan de cerca y mi espíritu se ha quebrantado… por lo menos un poco.

Proyecto Hombre de Málaga ha cerrado su programa de atención a adolescentes y lo ha hecho por falta de recursos. Cuatro profesionales como la copa de un pino han sido despedidos y esta ciudad ha perdido algo importante. Lo digo como compañero y lo digo como padre, pues durante dos años asistí junto con mi hijo adolescente a los grupos de ese programa. Sí, yo el profesional, el terapeuta que por las mañanas me dejaba (y me dejo) el seso y los nervios en la Comunidad Terapéutica, en las tardes de los miércoles me cambiaba de lado de la mesa y me dejaba ayudar porque mi propio hijo se me había ido de las manos.

¡Cómo podría expresar desde este frío documento de Word la calidez, el respeto, la comprensión y el cariño como que tanto mi hijo como mi esposa y yo mismo hemos sido tratados! No tengo palabras para agradecer tantos desvelos y tanta paciencia, no sólo con mi terco vástago sino conmigo mismo (que el que me conoce bien sabe cómo las gasto). Cómo agradecer el modo en que Rebeca, la terapeuta que más nos ha tratado me ha ayudado a cambiar, a flexibilizarme, a ser más sabio y más tolerante… Más humano, en definitiva.

El equipo que me recibió y me recogió cuando más deshecho estaba se ha disuelto. En Proyecto Hombre se seguirá atendiendo a los padres desesperados de adolescentes tiranos, al precio que sea, haciendo encaje de bolillos y sacando las energías de donde no las hay, como siempre, pero será mucho más difícil, será a costa de más desgaste, de más sacrificio… ¿Hasta cuándo se podrá estirar la resistencia de los trabajadores? Se cumple la misma miserable circunstancia que siempre ha regido la historia de este país. Mientras los de arriba se lavan las manos y piden sacrificios, los de abajo aprietan los dientes, se sacrifican y punto.

Es como si a una persona le hubiesen amputado un miembro. No deja de ser persona, no pierde su esencia, pero a partir de ese trauma todo será más difícil.


Estoy triste y preocupado. Después de catorce años trabajando en el programa por primera vez peligra mi puesto de trabajo, pues el temporal no tiene pinta de amainar, por mucho que los ineptos vendidos al capital que rigen los destinos de nuestro país digan. Mis problemas, con todo, no son más preocupantes que los de muchos miles de españoles que viven en la cuerda floja no porque hayan vivido por encima de sus posibilidades, sino porque nos han explotado por encima de nuestras posibilidades. Si Proyecto Hombre termina por caer, lo peor será que la sociedad pierda un servicio más que le es imprescindible, pues muchas personas, muchas familias necesitan un asidero para recuperar el rumbo. Si Proyecto Hombre cae nuestra sociedad será peor. Seguiremos trabajando, mientras se pueda.

HITLER, EL INCOMPETENTE