Me encontraba tratando de evitar
el escribir sobre política o sobre políticos, que escribir sobre lo segundo no
lleva necesariamente a tratar sobre lo primero… y más en los tiempos que nos
toca vivir. Es tanta la vergüenza ajena que llego a experimentar que
aproximarme a los despropósitos de Marianico, Sorayita o Lolita Cospe (sin
olvidar las pretensiones quijotescas de Alfredito Pérez, alias “Rubalcaba”) que
siquiera hablar del tema me provoca una pereza rayana en el coma profundo. Sin
embargo, el reciente descarrilamiento de un tren en Santiago de Compostela
(catástrofe evitable, como tantas otras,
con un poco de vergüenza y buen hacer) ha hecho que mi indignación venza
a mi legendaria pereza y por aquello del desahogo, me avenga a escribir estas
líneas.
De todo este asunto que, con todo, ha
resultado ejemplar en la respuesta ciudadana (colas para donar sangre, bomberos
doblando turnos, médicos en paro acudiendo a los hospitales a colaborar…) sólo
ha habido una cosa que me ha repugnado más que la salvaje irresponsabilidad del
maquinista: la nota de prensa emitida por el ministerio de la presidencia (que
me cuelguen si entiendo qué es eso) como supuestas condolencias por parte del
presidente del gobierno. En dicho mensaje, el último párrafo alude al terremoto
habido en la provincia china de Gansu, hace unos días.
Y luego nos quejamos de que nuestros escolares
hacen los trabajos de clase copiando y pegando de la Wikipedia…
Decía Wiston Churchill que el político se
convierte en estadista cuando empieza a pensar en las próximas generaciones y
deja de pensar en las próximas elecciones. Marianico ha vuelto a demostrar que
de estadista tiene poco, pues un gobernante tiene la responsabilidad de reforzar
la confianza del pueblo en quienes los dirigen y confiar un mensaje de
condolencia para una tragedia de la magnitud de la vivida en Santiago a un
chupatintas de tercera regional es una manera velada de decir “me importáis
todos un carajo” (o carallo, que no en vano el presi es galleguiño). Los gestos
son importantes, pues quedan impresos en la percepción de las personas y
predisponen su ánimo hacia uno u otro lado. Un presidente de gobierno que se
viste por los pies convoca una rueda de prensa en cuanto tiene noticia del
hecho y se dirige a la nación sin tener un guión delante y acto seguido se
dirige al lugar de la catástrofe “en caliente”; no delega en sus sicarios que
le escriban los documentos y está “muy pendiente” en la distancia de cómo van
las cosas.
Eso sí, Alfredito Pérez alias “Rubalcaba”,
mostró rápidamente su pesar por la tragedia a través de Twitter, ¡qué
campechano y accesible! Benditas sean las redes sociales que acercan a los
prohombres al pueblo llano.
Es nuestro sino tener gobernantes indignos. Ya
lo proclamaba el cantar de Mío Cid allá por las postrimerías del siglo XII, con
el lamento de los burgaleses que veían marchar a Rodrigo Díaz con un puñado de
fieles al destierro tras obligar a jurar al rey que no había tenido parte en el
asesinato de su hermano:
“¡Qué buen vasallo si tuviese un buen señor!”
Episodio literario, con poca base histórica,
pero que se ha convertido en nuestra maldición. Seríamos un pueblo mejor de lo
que somos si tuviéramos buenos gobernantes. ¿A qué esperamos para
defenestrarlos?
Ahora a esperar que alguien me denuncie por
apología del terrorismo.
Hola Javier,
ResponderEliminarTe sigo desde hace un tiempo, si bien no suelo compartir todas tus opiniones me gusta cómo te expresas y me entretiene leerte, solo me gustaría apuntar una frase de este articulo "Salvaje irresponsabilidad del maquinista", es solo mencionar que si bien el maquinista ha "confesado" tener un despiste, un tren de esas características tiene sistemas de sobra para compensar incluso que no hubiera maquinista, lo que quiero decir es que esta clase de accidentes suelen ser producto de una larguísima serie de imprudencias de las cuales el maquinista podría no ser el responsable real. Entiendo que el tema es duro y que los políticos, como no, no nos han decepcionado en “decepcionarnos” pero casos de esta naturaleza suelen tener un cumulo de pequeñas irregularidades que terminan siendo fatales y no siempre es responsable el autor material propiamente dicho. Hasta que no se emita un veredicto o incluso aun con esas (Dada la aparente ineptitud de la justicia española al no ser independiente) deberíamos intentar no emitir juicios de valor si no disponemos de información suficiente.
De cualquier manera te felicito por tu blog y ahora que he roto el hielo igual te comento alguna que otra entrada ;).
Encuentro muy acertado el comentario y lo agradezco muchísimo. Tomo nota. Un fuerte abrazo.
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