Llevaba
un mes sin escribir. Es la primera vez que me demoro tanto desde que
comencé este blog. Puede que suene a excusa (sin duda suena a
excusa), pero lo cierto es que no estaba de humor. Hoy siento que no
voy a poder escribir ni una entrada más si no saco fuera lo que me
entristece.
He
escrito mucho sobre la crisis, sobre los recortes, sobre las
consecuencias para las personas de a pie de la mala gestión de los
caudales públicos y de la connivencia de los políticos con toda
suerte de piratas de encorbatados que rigen los destinos de la
economía. Sin embargo es la primera vez que tales consecuencias que
tocan tan de cerca y mi espíritu se ha quebrantado… por lo menos
un poco.
Proyecto
Hombre de Málaga ha cerrado su programa de atención a adolescentes
y lo ha hecho por falta de recursos. Cuatro profesionales como la
copa de un pino han sido despedidos y esta ciudad ha perdido algo
importante. Lo digo como compañero y lo digo como padre, pues
durante dos años asistí junto con mi hijo adolescente a los grupos
de ese programa. Sí, yo el profesional, el terapeuta que por las
mañanas me dejaba (y me dejo) el seso y los nervios en la Comunidad
Terapéutica, en las tardes de los miércoles me cambiaba de lado de
la mesa y me dejaba ayudar porque mi propio hijo se me había ido de
las manos.
¡Cómo
podría expresar desde este frío documento de Word la calidez, el
respeto, la comprensión y el cariño como que tanto mi hijo como mi
esposa y yo mismo hemos sido tratados! No tengo palabras para
agradecer tantos desvelos y tanta paciencia, no sólo con mi terco
vástago sino conmigo mismo (que el que me conoce bien sabe cómo las
gasto). Cómo agradecer el modo en que Rebeca, la terapeuta que más
nos ha tratado me ha ayudado a cambiar, a flexibilizarme, a ser más
sabio y más tolerante… Más humano, en definitiva.
El
equipo que me recibió y me recogió cuando más deshecho estaba se
ha disuelto. En Proyecto Hombre se seguirá atendiendo a los padres
desesperados de adolescentes tiranos, al precio que sea, haciendo
encaje de bolillos y sacando las energías de donde no las hay, como
siempre, pero será mucho más difícil, será a costa de más
desgaste, de más sacrificio… ¿Hasta cuándo se podrá estirar la
resistencia de los trabajadores? Se cumple la misma miserable
circunstancia que siempre ha regido la historia de este país.
Mientras los de arriba se lavan las manos y piden sacrificios, los de
abajo aprietan los dientes, se sacrifican y punto.
Es
como si a una persona le hubiesen amputado un miembro. No deja de ser
persona, no pierde su esencia, pero a partir de ese trauma todo será
más difícil.
Estoy
triste y preocupado. Después de catorce años trabajando en el
programa por primera vez peligra mi puesto de trabajo, pues el
temporal no tiene pinta de amainar, por mucho que los ineptos
vendidos al capital que rigen los destinos de nuestro país digan.
Mis problemas, con todo, no son más preocupantes que los de muchos
miles de españoles que viven en la cuerda floja no porque hayan
vivido por encima de sus posibilidades, sino porque nos han explotado
por encima de nuestras posibilidades. Si Proyecto Hombre termina por
caer, lo peor será que la sociedad pierda un servicio más que le es
imprescindible, pues muchas personas, muchas familias necesitan un
asidero para recuperar el rumbo. Si Proyecto Hombre cae nuestra
sociedad será peor. Seguiremos trabajando, mientras se pueda.
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