Es
oficial: Marianico Rajoy es tonto. Lo ha dicho él mismo. El Diccionario de la Real Academia , fuente
ineludible de rigor en el uso de la lengua española, define TONTO como “falto o escaso de
entendimiento o razón”.
Verdaderamente es un hito histórico ver a un
señor de posición tan prominente decir ante los medios que “de puro bueno, es
tonto”. Si de puro bueno (o de puro lo que sea) es usted tonto ¿qué hace
dirigiendo nuestros destinos? ¿Qué hace representando al país? ¿Qué hace
formando gobierno? ¿Qué hace tomando decisiones de Estado? ¿Qué hace asumiendo
algo que a todas luces le supera en detrimento de miles de mentes lúcidas y
sabias que pululan a manta por nuestra escarpada y variopinta geografía?
El cuerpo de registradores de la propiedad (al
cual Marianico pertenece) debe estar pensando en quemarse colectivamente lo
bonzo por la mala imagen que da semejante botón de muestra. ¡Qué bajo hace caer
al gremio!
Circula por la red un artículo de la escritora
Lucía Etxebarría cuyo título “Rajoy es tonto y analfabeto” es absolutamente
demoledor (lo mismo que su contenido). El artículo en su día, según la autora,
fue objeto de bloqueo y borrado en redes sociales y páginas web, pero se ve que
la difusión usuario a usuario mantiene Internet libre y a prueba de censura (o
eso quiero creer, que no se puede controlar a cientos de miles de internautas
cabreados). Les dejo un vínculo para que lean tal escrito, porque no tiene
desperdicio.
Desde luego que Marianico, con semejante
despliegue de basura dentro de su propio partido y la inoperancia de la que
hace gala o es tonto (cosa que me resisto a creer) o es un pusilánime, o un
pelele o un corrupto consciente y cínico o todo ello a la vez.
Pero sin duda alguna, el lamentable episodio
del “fin de cita” que lo ha convertido en el hazmerreír de la prensa del uno al
otro confín del universo conocido da idea de lo hecho polvo de está Marianico:
sin credibilidad, sin empaque, sin dignidad, sin valor… dimita hombre, deje la
política, vuelva a su cómoda plaza de registrador de la propiedad y abandone la
vida pública para la cual, evidentemente, no está hecho.
Señor Rajoy, los gobernantes rara vez son
caros a los gobernados y es derecho del pueblo criticarlos sin piedad, pero
usted ya causa vergüenza ajena y eso es demasiado, incluso para España, con su
historia plagada de gobernantes indignos. Váyase, por favor, no se ponga más en
evidencia que causa ya más risa que ZP
(que ya es decir). Me atrevería a afirmar que es usted el gobernante que más
mofa causa en la piel de toro desde José Bonaparte, el rey títere impuesto por
su hermano Napoleón I durante la ocupación francesa de principios del siglo XIX
al fin y al cabo un pobre hombre maltratado por la historia y por un hermano más
carismático. El pueblo lo llamó “Pepe Botella” y eso que no era bebedor. Cruel
que es la gente. Pero usted, señor Rajoy, usted las pone a huevo y eso no tiene
perdón. Tonto no sé si será, pero torpe sí... a rabiar.
Déjelo ya. Hágase un favor a sí mismo y háganoslo
a todos.
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