domingo, 11 de diciembre de 2016

FEMINAZIS (II) - o cómo utilizar esta palabra es un completo desatino-.

 Lo realmente terrible de la discriminación basada en el género es que se encuentra donde menos te lo esperas. A menudo oculta y agazapada como un depredador al acecho. Junto con la estupidez humana es lo que la hace tan  resistente. Más difícil de sacar que la mancha que te hace un bolígrafo al reventar dentro del bolsillo.

 Hace poco saltaba a los medios de comunicación y a las redes sociales el caso de Carmen Truyols, una anestesista de Madrid que se presentaba a unas oposiciones. Habiendo avisado al tribunal con mucha antelación de que se había quedado embarazada, les solicitaba que fijaran una fecha en la que pudiera presentarse en igualdad de condiciones al resto de opositores. Si bien la fecha de un parto no se puede predecir con exactitud, el margen de error es escaso. Un embarazo dura 36 semanas, poco más o menos y si no sobreviene se provoca. Avances de la obstetricia. Un parto ya no es una moneda lanzada al aire a vida o muerte como antaño. Es algo rutinario, duro para quien lo afronta, pero rutinario. La fecha podría haberse fijado con un margen de garantía razonable, de no haber sido porque los señores (y alguna señora) del tribunal pasaron olímpicamente con tan mala fortuna que la fecha del examen coincidió con la del parto y algunos miembros del tribunal se desplazaron al hospital donde había dado a luz la anestesista y hete aquí que la susodicha tuvo que hacer el examen sola en una habitación recién parida, con los sueros puestos, las piernas semiparalizadas por la epidural, cuatro puntos de la episiotomía en la vulva, sin haber comido ni dormido desde el día anterior y con el cuerpo bueno solo para meterse en la cama.

 Una auténtica salvajada.

 Las autoridades de la Comunidad de Madrid defienden al tribunal de la oposición arguyendo que se ha cumplido escrupulosamente la ley. Será hasta cierto, pero las leyes humanas son falibles y en este caso amparan una brutalidad aberrante y descabellada.

 Hasta ahora podríamos ver un caso de negligencia o de falta de sensibilidad por parte de las instituciones, pero el tema cambia de óptica cuando vemos la ferocidad con que Carmen Truyols ha sido atacada en los comentarios de cuantas webs han publicado su historia. Básicamente el mensaje que le lanzan (tomando un poco de aquí y allá) es el siguiente: “Eres una quejica que trata de dar lástima echando mano de tu condición de mujer. Si no puedes presentarte al examen por un imprevisto como coger una gripe o que se te pinche una rueda, te aguantas y ya está. Ya estamos sacando de quicio las cosas con la leche del género. Cuando te preparas a unas oposiciones tienes que renunciar a muchas cosas. Nadie te obligó a dejar tu bebé recién alumbrado e irte en bata de hospital a hacer un examen. Si te hubieran hecho el examen después de recuperarte cualquiera podría haberlo impugnado.”

 A esta sarta de barrabasadas se les pueden hacer varias objeciones:

 Primero: Carmen Truyols no trata de dar lástima, sólo quisiera que ninguna otra mujer se viera en su situación.

 Segundo: Quedarse embarazada, al menos en este caso, no puede considerarse precisamente como un imprevisto. Insisto en que Carmen avisó al tribunal y la fecha del examen se podría haber adecuado sin perjuicio para nadie. Por otra parte, si un opositor se ha preparado a conciencia un examen y no va a poder repetirlo hasta varios años después irá a hacerlo con gripe, con diarrea y vómitos, dejando el coche en una cuneta o con un balazo en el hombro. ¿Acaso esta mujer no lo ha hecho recién parida? (Alguno creerá que parir, incluso con la epidural, es como sacarse una muela).

 Tercero: Sin duda cuando preparas oposiciones debes renunciar a muchas cosas, como irte de juerga cada vez que te apetece, marcharte de vacaciones al Caribe o entrenarte para hacer el “Iron Man” (salvo que te presentes para bombero, en cuyo caso igual te viene bien); pero ¿se ha de renunciar a ser madre?

 ¿Una mujer que aspire a medrar en su profesión ha de renunciar a ser madre? A juzgar por lo puñeteros que se ponen los empresarios a la hora de contratar o mantener el empleo de mujeres que tienen la desagradable costumbre de quedarse embarazadas, así es. El mensaje resulta abrumador por su brutalidad: para realizarte como mujer has de ser madre, pero si eres madre no puedes trabajar, porque tienes que pedir un permiso de maternidad para parir y criar y le cuestas dinero a la empresa. Además, después podrías tener el atrevimiento de hacer absurdas reivindicaciones sobre horarios y eso de la “conciliación entre la vida familiar y la laboral”. Por otra parte, si eliges renunciar al privilegio de tu sexo, que es la maternidad, y te empeñas en luchar como una jabata por hacerte un hueco en este puto mundo de hombres, esquivas como puedes el acoso sexual de jefes y compañeros y te pones en tu sitio a sangre y fuego serás una frustrada, cuarentona a la que se le ha pasado el arroz. Una feminazi de mierda.

 Una mujer tiene el derecho a ser madre y medrar en su profesión. Las instituciones y la sociedad tienen el deber de garantizar una igualdad real de oportunidades. Y la ilustre ciudadanía aullando a través de internet se la niega a Carmen Truyols porque, fíjese usted, le ha dado por quedarse embarazada.

 Resumiendo: no te puedes salir del redil. A casa a parir y criar bebés llorones. Si te sales del orden natural de las cosas, pagarás las consecuencias.

 Cada vez que un hombre utiliza la palabra feminazi planta una pica en Flandes por los sacrosantos valores del patriarcado. Cada vez que una mujer utiliza la palabra feminazi allana el camino (más o menos voluntariamente) a la causa del machismo.

 La fe Bahá`í tiene unos conceptos muy claros sobre el papel de la mujer. ´Abdu´l-Bahá, dirigiéndose a ellas proclama: “¡Benditas seáis! ¡Benditas seáis! Verdaderamente sois merecedoras de todos los dones. Verdaderamente merecéis adornar vuestras cabezas con la corona de la gloria sempiterna, porque en ciencia y en artes, en virtudes y perfecciones, vosotras seréis iguales al hombre, y en cuanto a ternura de corazón y abundancia de misericordia y simpatía vosotras sois superiores”. Y en otro texto afirma: “El mundo de la humanidad tiene dos alas: una es la mujer y la otra es el hombre. Hasta que ambas alas no se hayan desarrollado igualmente, el pájaro no podrá volar. Hasta que el mundo de las mujeres no llegue a ser igual que el mundo del hombre en adquisición de virtudes y perfecciones no se podrá alcanzar el éxito y la prosperidad como debiera ser”.  No hay que olvidar que le fe Bahá`í nació en Persia a mediados del siglo XIX, un contexto social, cultural y religioso donde la mujer se encontraba absolutamente subordinada al hombre en todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, su claridad de visión en cuanto al papel de las mujeres en una sociedad que desarrolle todo su potencial no puede iluminar más verdad que esta: hombres y mujeres han de ser absolutamente iguales en cuanto a derechos, obligaciones y oportunidades.

 Eso es lo que defiende el feminismo. 

 Hemos de ver el poder de reivindicación de las mujeres como una de las fuerzas que buscan el progreso de la sociedad y no la desintegración de ésta, como intentan hacernos creer los que temen el recorte o aún la desaparición de sus privilegios, basados en la desigualdad y el abuso.

 Como ejemplo de esto que afirmo y aunque no se trate de un movimiento que se declare explícitamente como feminista, cabe destacar la iniciativa de un amplio grupo de mujeres israelíes que están impulsando acciones en pro de la paz para acabar con el largo y terrible conflicto que su gobierno mantiene con los palestinos. En España no hemos tenido conocimiento de ello a través de los medios de comunicación, pero en internet la información fluye. El movimiento se hace llamar “Women wage peace” (que podemos traducir como “Las mujeres libran la paz”) y ha promovido eventos tan importantes como una multitudinaria marcha de mujeres musulmanas, judías y cristianas hacia Jerusalén partiendo desde distintos puntos del país, a fin de exigir al gobierno acuerdos claros para conseguir la paz.

 En un caso así lo vemos claro como el día. Donde los hombres llevan generaciones matándose y llevándose por delante a miles de mujeres y niños en el proceso; las mujeres se poner de acuerdo para exigir la paz que asegure un futuro de prosperidad para las próximas generaciones. Habrá que dar nuevamente la razón a doña Manuela Carmena (mal que les pese a muchos) cuando afirma que la cultura masculina es de muerte, mientras que la femenina es de vida. Y la rúbrica la pone ´Abdu´l-Bahá y aún a riesgo de repetirme cansinamente vuelvo a escribir sus palabras “[…]en cuanto a ternura de corazón y abundancia de misericordia y simpatía vosotras sois superiores.”

 Les dejo el vídeo de la canción “Prayer of the Mothers” de la cantautora israelí Yael Deckelbaum, que promociona este movimiento. Es difícil no emocionarse con la música y  las imágenes de las marchas que se intercalan a lo largo del vídeo.



 Para terminar un ruego: no se aproximen al feminismo con prejuicios con prejuicios alentados por grupos con intereses creados. No usen palabras denigrantes como la que titula este artículo o expresiones manidas y vacías de sentido. Tengamos el debido respeto por  las reivindicaciones busquen la supresión de toda clase de discriminación. Seamos seres libre pensantes.

 Y sobre todo pensemos un poco antes de abrir la boca.





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