Lo realmente terrible de la discriminación
basada en el género es que se encuentra donde menos te lo
esperas. A menudo oculta y agazapada como un depredador al acecho. Junto con la
estupidez humana es lo que la hace tan
resistente. Más difícil de sacar que la mancha que te hace un bolígrafo
al reventar dentro del bolsillo.
Hace poco saltaba a los medios de comunicación
y a las redes sociales el caso de Carmen Truyols, una anestesista de Madrid que
se presentaba a unas oposiciones. Habiendo avisado al tribunal con mucha
antelación de que se había quedado embarazada, les solicitaba que fijaran una
fecha en la que pudiera presentarse en igualdad de condiciones al resto de
opositores. Si bien la fecha de un parto no se puede predecir con exactitud, el
margen de error es escaso. Un embarazo dura 36 semanas, poco más o menos y si
no sobreviene se provoca. Avances de la obstetricia. Un parto ya no es una
moneda lanzada al aire a vida o muerte como antaño. Es algo rutinario, duro
para quien lo afronta, pero rutinario. La fecha podría haberse fijado con un
margen de garantía razonable, de no haber sido porque los señores (y alguna
señora) del tribunal pasaron olímpicamente con tan mala fortuna que la fecha
del examen coincidió con la del parto y algunos miembros del tribunal se
desplazaron al hospital donde había dado a luz la anestesista y hete aquí que
la susodicha tuvo que hacer el examen sola en una habitación recién parida, con
los sueros puestos, las piernas semiparalizadas por la epidural, cuatro puntos
de la episiotomía en la vulva, sin haber comido ni dormido desde el día
anterior y con el cuerpo bueno solo para meterse en la cama.
Una auténtica salvajada.
Las autoridades de la Comunidad de Madrid
defienden al tribunal de la oposición arguyendo que se ha cumplido
escrupulosamente la ley. Será hasta cierto, pero las leyes humanas son falibles
y en este caso amparan una brutalidad aberrante y descabellada.
Hasta ahora podríamos ver un caso de
negligencia o de falta de sensibilidad por parte de las instituciones, pero el
tema cambia de óptica cuando vemos la ferocidad con que Carmen Truyols ha sido
atacada en los comentarios de cuantas webs han publicado su historia.
Básicamente el mensaje que le lanzan (tomando un poco de aquí y allá) es el
siguiente: “Eres una quejica que trata de
dar lástima echando mano de tu condición de mujer. Si no puedes presentarte al
examen por un imprevisto como coger una gripe o que se te pinche una rueda, te
aguantas y ya está. Ya estamos sacando de quicio las cosas con la leche del
género. Cuando te preparas a unas oposiciones tienes que renunciar a muchas
cosas. Nadie te obligó a dejar tu bebé recién alumbrado e irte en bata de
hospital a hacer un examen. Si te hubieran hecho el examen después de
recuperarte cualquiera podría haberlo impugnado.”
A esta sarta de
barrabasadas se les pueden hacer varias objeciones:
Primero: Carmen Truyols no trata de dar
lástima, sólo quisiera que ninguna otra mujer se viera en su situación.
Segundo: Quedarse embarazada, al menos en este
caso, no puede considerarse precisamente como un imprevisto. Insisto en que
Carmen avisó al tribunal y la fecha del examen se podría haber adecuado sin
perjuicio para nadie. Por otra parte, si un opositor se ha preparado a conciencia
un examen y no va a poder repetirlo hasta varios años después irá a hacerlo con
gripe, con diarrea y vómitos, dejando el coche en una cuneta o con un balazo en
el hombro. ¿Acaso esta mujer no lo ha hecho recién parida? (Alguno creerá que
parir, incluso con la epidural, es como sacarse una muela).
Tercero: Sin duda cuando preparas oposiciones
debes renunciar a muchas cosas, como irte de juerga cada vez que te apetece,
marcharte de vacaciones al Caribe o entrenarte para hacer el “Iron Man” (salvo
que te presentes para bombero, en cuyo caso igual te viene bien); pero ¿se ha
de renunciar a ser madre?
¿Una mujer que aspire a medrar en su profesión
ha de renunciar a ser madre? A juzgar por lo puñeteros que se ponen los
empresarios a la hora de contratar o mantener el empleo de mujeres que tienen
la desagradable costumbre de quedarse embarazadas, así es. El mensaje resulta
abrumador por su brutalidad: para realizarte como mujer has de ser madre, pero
si eres madre no puedes trabajar, porque tienes que pedir un permiso de
maternidad para parir y criar y le cuestas dinero a la empresa. Además, después
podrías tener el atrevimiento de hacer absurdas reivindicaciones sobre horarios
y eso de la “conciliación entre la vida familiar y la laboral”. Por otra parte,
si eliges renunciar al privilegio de tu sexo, que es la maternidad, y te
empeñas en luchar como una jabata por hacerte un hueco en este puto mundo de
hombres, esquivas como puedes el acoso sexual de jefes y compañeros y te pones
en tu sitio a sangre y fuego serás una frustrada, cuarentona a la que se le ha
pasado el arroz. Una feminazi de mierda.
Una mujer tiene el derecho a ser madre y
medrar en su profesión. Las instituciones y la sociedad tienen el deber de
garantizar una igualdad real de oportunidades. Y la ilustre ciudadanía aullando
a través de internet se la niega a Carmen Truyols porque, fíjese usted, le ha
dado por quedarse embarazada.
Resumiendo: no te puedes salir del redil. A
casa a parir y criar bebés llorones. Si te sales del orden natural de las cosas, pagarás las consecuencias.
Cada vez que un hombre utiliza la palabra
feminazi planta una pica en Flandes por los sacrosantos valores del
patriarcado. Cada vez que una mujer utiliza la palabra feminazi allana el
camino (más o menos voluntariamente) a la causa del machismo.
La fe Bahá`í tiene unos conceptos muy claros
sobre el papel de la mujer. ´Abdu´l-Bahá, dirigiéndose a ellas proclama: “¡Benditas seáis! ¡Benditas seáis! Verdaderamente
sois merecedoras de todos los dones.
Verdaderamente merecéis adornar vuestras cabezas con la corona de la
gloria sempiterna, porque en ciencia y en artes, en virtudes y perfecciones,
vosotras seréis iguales al hombre, y en cuanto a ternura de corazón y
abundancia de misericordia y simpatía vosotras sois superiores”. Y en otro texto afirma: “El mundo de la humanidad tiene dos alas:
una es la mujer y la otra es el hombre. Hasta que ambas alas no se hayan
desarrollado igualmente, el pájaro no podrá volar. Hasta que el mundo de las
mujeres no llegue a ser igual que el mundo del hombre en adquisición de
virtudes y perfecciones no se podrá alcanzar el éxito y la prosperidad como
debiera ser”. No hay que olvidar que
le fe Bahá`í nació en Persia a mediados del siglo XIX, un contexto social,
cultural y religioso donde la mujer se encontraba absolutamente subordinada al
hombre en todos los ámbitos de la vida. Sin embargo, su claridad de visión en
cuanto al papel de las mujeres en una sociedad que desarrolle todo su potencial
no puede iluminar más verdad que esta: hombres y mujeres han de ser
absolutamente iguales en cuanto a derechos, obligaciones y oportunidades.
Eso es
lo que defiende el feminismo.
Hemos de ver el poder de reivindicación de las
mujeres como una de las fuerzas que buscan el progreso de la sociedad y no la
desintegración de ésta, como intentan hacernos creer los que temen el recorte o
aún la desaparición de sus privilegios, basados en la desigualdad y el abuso.
Como ejemplo de esto que afirmo y aunque no se
trate de un movimiento que se declare explícitamente como feminista, cabe
destacar la iniciativa de un amplio grupo de mujeres israelíes que están
impulsando acciones en pro de la paz para acabar con el largo y terrible
conflicto que su gobierno mantiene con los palestinos. En España no hemos
tenido conocimiento de ello a través de los medios de comunicación, pero en
internet la información fluye. El movimiento se hace llamar “Women wage peace” (que podemos traducir
como “Las mujeres libran la paz”) y
ha promovido eventos tan importantes como una multitudinaria marcha de mujeres
musulmanas, judías y cristianas hacia Jerusalén partiendo desde distintos
puntos del país, a fin de exigir al gobierno acuerdos claros para conseguir la
paz.
En un caso así lo vemos claro como el día.
Donde los hombres llevan generaciones matándose y llevándose por delante a
miles de mujeres y niños en el proceso; las mujeres se poner de acuerdo para
exigir la paz que asegure un futuro de prosperidad para las próximas
generaciones. Habrá que dar nuevamente la razón a doña Manuela Carmena (mal que
les pese a muchos) cuando afirma que la cultura masculina es de muerte,
mientras que la femenina es de vida. Y la rúbrica la pone ´Abdu´l-Bahá y aún a
riesgo de repetirme cansinamente vuelvo a escribir sus palabras “[…]en cuanto a ternura de corazón y abundancia
de misericordia y simpatía vosotras sois superiores.”
Les dejo el vídeo de la canción “Prayer of the Mothers” de la cantautora
israelí Yael Deckelbaum, que promociona este movimiento. Es difícil no
emocionarse con la música y las imágenes
de las marchas que se intercalan a lo largo del vídeo.
Para terminar un ruego: no se aproximen al
feminismo con prejuicios con prejuicios alentados por grupos con intereses
creados. No usen palabras denigrantes como la que titula este artículo o
expresiones manidas y vacías de sentido. Tengamos el debido respeto por las reivindicaciones busquen la supresión de
toda clase de discriminación. Seamos seres libre pensantes.
Y sobre todo pensemos un poco antes de abrir
la boca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario