Recién llegado a casa tras una guardia de veinticuatro horas me encuentro en Facebook con una reseña sobre la encendida proclama que ha realizado el señor Javier Cárdenas contra el rey de España después de la penosa entrevista perpetrada, que no realizada, por Jesús Hermida hace unos días. Qué quieren que les diga, me ha parecido una ordinariez. Decirle a la gente por la radio que para ser tal o tal hay que tener muchos huevos y usted no los tiene es para condenar al personaje que lo haga al silencio público de por vida. Da igual que el agraviado sea el rey o Perico el de los Palotes.
Hay que admitir que Javier Cárdenas ha sido y es un fenómeno público en este país, mucho más en radio (medio en el que ha acumulado éxitos y récords de audiencia) que en televisión (ámbito en el que sólo está anclado en el inconsciente colectivo como cazador y explotador de rarezas humanas como el famoso Carlos Jesús o el niño del mechero). Con todo, dista mucho de ser el súmmum del periodismo español, por mucho que se empeñe en convertir su programa de radio matutino “Levántate y Cárdenas” en una especie de martillo de herejes de andar por casa, apostando por un estilo agresivo. Le falta la arrolladora personalidad de Encarna Sánchez para poder arrastrar de las masas y trata de compensarlo con el derroche de chulería y bravuconadas típicas del clásico echado pa´lante que cree sabérselas todas, invocando al pueblo que lo pasa mal mientras corren por la red sus fotos en la cubierta del un apabullante yate en aguas de Ibiza con una supuesta reportera de uno de esos programillas patéticos que inundan la parrilla televisiva. La viva imagen de un héroe popular.
La entrevista al Borbón ha sido una pantomima dolorosa de ver, tanto más cuando quien se presta a hacerla es nada menos que Jesús Hermida, un símbolo de la profesión en este país. Preguntas sin fondo alguno alternadas con toneladas de coba gratuita dieron para sentir vergüenza ajena, pues con demasiada han sido en este país causantes de vergüenza sus dirigentes y la legión de aduladores que les han seguido. Las cosas siguen igual, por mucho que pasen los siglos. Sin embargo rechazo de plano a los vociferantes de taberna que insultan y critican para provecho propio, el provecho de que otros les jaleen, aumenten su popularidad y con ello su cuenta bancaria. Aprovechados todos de un pueblo que sumiso que se pone de parte de uno o de otro. Yo no estoy con nadie. Juan Carlos de Borbón es un rey figurante del que nada cabe esperar. Javier Cárdenas es un oportunista al que ni siquiera hemos de atribuirle el mérito del ingenio, pues abusa del panfleto fácil. Demasiado de ambos hemos tenido en España. Este no es el país que nos merecemos.
buenísimo. sí señor.
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