miércoles, 2 de enero de 2013

NOCHEVIEJA EN LA COMUNIDAD TERAPÉUTICA


 Mi plan ideal para una noche de fin de año es apalancarme en el sofá con mi señora después de las uvas y  una razonable cena, ver una peli (para nada un infumable especial televisivo lleno de actuaciones en play back y cuerpo de baile luciendo cacha) y ponerme tibio a dulces. Hace años que dejé de experimentar la pulsión de salir en semejante noche, total, para coger frío y una cogorza. Las hubo, pasaron y ya está.

 Por ello trabajar en nochevieja es algo que no me supone gran trastorno, aparte el de no estar con mi esposa y mi hija (mi hijo ya se va de farra), pero como sólo se trata de una guardia de nochevieja cada cinco o seis años (los miembros del equipo terapéutico vamos rotando) tampoco es un sacrificio del otro mundo. Habría gente, incluso gente de mi edad, para la que trabajar en nochevieja sería o es extremadamente frustrante. Este año me ha tocado y  ha sido una noche intensa.

 Entre las responsabilidades del terapeuta que se encuentra de guardia en fecha tan señalada está la de organizar una cena lo suficientemente opípara y un ratillo de fiesta después de las uvas. No es necesario mucho: un equipo de audio improvisado con un amplificador del año mil, tres o cuatro altavoces y el portátil; bolsas de cotillón del todo cien,  refrescos de marca blanca… y ganas de pasar un buen rato. La mayoría lo pasaron, yo incluido, aunque estuviese trabajando.

 Con todo, en la Comunidad Terapéutica la nochevieja tiene luces, pero también sombras. Demasiados recuerdos de demasiadas “tal-noche-como-la-de-hoy” pasadas a solas, ya fuese en habitaciones vacías o en locales abarrotados de gente, pero a solas en cualquier caso, rodeados por murallas invisibles, pero más espesas que cualquiera construida en piedra. Embotados los sentidos por la sustancia que hubiese más a mano para caer finalmente en la inconsciencia y despertar a la mañana siguiente con el cuerpo quebrantado y el alma rota. Otro año más pasado sin sentido.

 Para muchos usuarios de la Comunidad Terapéutica esta noche es la primera en la que tienen la experiencia de divertirse a rabiar estando totalmente serenos. Una muchacha se emocionaba diciendo que era la primera vez que se acordaba de lo que había hecho esa noche. Ni usted ni yo podemos hacernos una idea de la felicidad que puede general esa sensación. Ese renacimiento. Yo me considero un privilegiado por poder ser testigo de algo así, de presenciar la ilusión que nace por la promesa de una vida nueva.

 Es mi decimocuarto año como terapeuta de Proyecto Hombre y ha sido mi tercera nochevieja en la Comunidad Terapéutica. Un placer, oigan.

 Feliz año 2013 a todos y a todas.

2 comentarios:

  1. Decimocuarto año????!!!!! Pero que mayor que te estás haciendo Xaverio!!!!! Doy fe de que es un placer.

    ResponderEliminar
  2. Buenas Javier soy francisco Vázquez es el cuarto año ya.. cualquiera lo diría ... Con lo cabezón que yo estaba... Desade aquella noche siempre he estado trabajando o bien en la cocina o con los clientes y se me caen dos lagrimones como chorizos de felicidad por todos vosotros porque no hay mejor sitio donde pasar esa noche para los que luchamos cada día por nuestras vidas

    ResponderEliminar

HITLER, EL INCOMPETENTE