domingo, 31 de marzo de 2013

LA MARCHA ATEA


Ahora que finaliza otra semana santa descubro con estupor en los medios, como de costumbre voy con retraso, que una organización denominada Asociación Madrileña de Ateos y Librepensadores (AMAL) y otras agrupaciones de similar corte había convocado una marcha de protesta contra los privilegios de la iglesia católica en España, como el ir a recibir durante el año 2013 alrededor de 13 millones de euros al mes con cargo a las cuentas públicas. Lo verdaderamente curioso del asunto es que pretendían manifestarse el jueves santo. Es el tercer año consecutivo que lo intentan y el tercer año consecutivo que se les niega por las autoridades.

 Ignoro el fervor con que se vivirá la semana santa en Madrid, pero sí aquí en Málaga una manifestación saliese a la calle coreando consignas contra la iglesia en pleno jueves santo con los legionarios trasladando el Cristo de Mena podrían pasar dos cosas: o bien nadie les hacía ni puñetero caso o la multitud les apedreaba no tanto por un fervoroso sentimiento católico como por estropear la estampa.  Los organizadores de la marcha dan como motivo de la pretensión de manifestarse en tan señalada fecha “denunciar que nadie puede manifestarse en este país en jueves santo sin entrar en conflicto con la iglesia”. Desde mi punto de vista el conflicto más serio no sería con la iglesia, sino con el pueblo enfervorizado que se echa a la calle, unos por devoción y otros por costumbre, pero todos con entusiasmo.

 En conclusión, me parecen ganas de tocar las narices.

 El problema que le veo yo a esto del ateísmo es que requiere tanta fe irracional como la creencia en lo divino y lo sobrenatural, porque tan ajeno a la razón es afirmar la existencia de Dios como negarla. Esto moviéndonos sólo en el terreno de lo puramente filosófico. En la práctica, al igual que los creyentes pueden degenerar en formas macabras de los acólitos de asociaciones ultraconservadoras tan del gusto de los dos anteriores papas y de nuestra podrida conferencia episcopal (tómese como ejemplo extremo el de Dª Gloria Casanova, profesora de doctrina social de la iglesia en cierta universidad privada que profiere en su cátedra perlas como que las mujeres violadas que queden embarazadas no han de abortar porque de algo tan terrible como una violación sale un don de Dios, que es un hijo) una posición vital respetable como es el ateísmo puede degenerar en lo siguiente:



Miren ustedes, a mí siempre me ha molestado que intenten hacerme comulgar con ruedas de molino, ya sea por parte de católicos, mormones, testigos de Jehová, musulmanes, judíos, ateos o quien sea. No veo la utilidad del ataque gratuito. Hay personas que al hablar de la iglesia sólo mencionan curas pederastas, monjas sádicas, obispos obesos, el opus dei, los legionarios de cristo, Rouco Varela y la cadena COPE. Si quiere conocer la iglesia dese una vuelta por la parroquia de su barrio, por su oficina de cáritas más cercana donde hay gente que vive su fe de un modo muy humano.

 Un amplio sector de la iglesia católica apesta, pero no pocos ateos salvajes también.

domingo, 24 de marzo de 2013

LOS GORRIONES HAN VUELTO A MI BARRIO


Pues sí, es cierto y para mí resulta significativo. Verán, de un tiempo a esta parte los gorriones se habían visto desplazados de los barrios y parques en los que habían vivido en mi ciudad, Málaga, de toda la vida de Dios por esas odiosas cotorras de color verde esmeralda que proliferan como conejos y que han invadido el ecosistema al ser soltadas voluntaria o involuntariamente por los irresponsables dueños que las adquirieron en las pajarerías. Ahora poco a poco se está volviendo a ver gorriones, tan confiados ante la presencia humana como yo los recordaba, como este que vino a posarse cerca de mí mientras me tomaba un té esta mañana.

 La visión de esta simpática lagartija con plumas me llevó a reflexionar en el modo en que está cambiando mi ciudad desde que tengo uso de razón, unos treinta y cinco más o menos de los cuarenta que estoy a punto de cumplir. Recuerdo las playas de la Misericordia como un terreno inhóspito y misterioso, habitado sólo por los pescadores y las gaviotas durante los meses de invierno. En verano los playeros acudían en tropel para bañarse en las hediondas aguas cercanas al puerto para luego ir a refrescarse con unas cañas en los chiringuitos, toscas covachas de madera en las que la salubridad era un chiste y la mayonesa amarilla y elaborada allí mismo con la minipimer era garantía de diarrea, pero por lo menos podían acodarse en la barra sin camiseta, no como en  los chiringuitos de hoy, en los que hay que entrar calzado y vestido. ¿No estamos en la playa, coño?  Hoy si quieres comer con los pies en la arena has de llevarte el bocata de tortilla o arriesgarse a hacer una barbacoa, que está prohibido. El agua sigue igual de hedionda, pues los colectores y los barcos soltando desperdicios siguen ahí, pero hay un cojonudo paseo marítimo, una avenida y a intervalos regulares pulcros e idénticos chiringuitos edificados en ladrillo y vidrio. Las gaviotas ya no están. Han tomado posesión de las azoteas de los edificios circundantes, el último reducto que les queda.

 A veces echo de menos aquellas playas de la Misericordia a las que casi daba miedo ir.

 Algo parecido pasa con el puerto, reciente reformado sustituyendo el muelle de carga con las vetustas grúas por un primoroso bulevar pomposamente bautizado como “Palmeral de las Sorpresas”. Restaurantes, bares, tiendas pijas, puerto deportivo. “Un espacio ciudadano muy necesario para la ciudad de Málaga”  recitaba el alcalde, pero que resulta que está situado junto a otro amplio espacio ciudadano, que es el parque, plantado en el siglo XIX y con una gran variedad de especies vegetales. ¿Espacio ciudadano o espacio para los cruceristas que desembarcan para dejarse los dineros?

 A veces echo de menos aquel puerto cutre y añejo en el que, por lo menos, se posaban las gaviotas. Las viejas grúas ya no están, sustituidas por las mastodónticas máquinas que en el puerto mercante cargan y descargan contenedores. El progreso que nos arrasa.  

 Yo soy urbanita por naturaleza. Nunca he pretendido lo contrario, pero prefiero los parques con árboles a las avenidas llenas de tienditas pitiminí, los bares pequeños a las cervecerías de franquicia que son iguales en todas las ciudades, las callejas adoquinadas a las arterias de hormigón, las fachadas antiguas a los ventanales de vidrio y una buena flota de autobuses a un metro que nos ha destripado la ciudad y que aún no   vemos funcionando después de tantos años de obras.  Mi pequeño gorrión, discreto y sin estridencias, representa lo que quiero para mi ciudad, no es brillante y exuberante como la cotorra, pero yo lo prefiero. A la larga no da tantos problemas.

domingo, 17 de marzo de 2013

LUCES Y SOMBRAS DE UN PAPA ARGENTINO

Confieso que la elección de papa me ha sorprendido. Resulta novedoso ver a un hispano hablante y además latino americano saludando a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro. Como era de esperar no se han tardado en desempolvar los titulares que situaban al cardenal Bergoglio siendo citado a declarar en el proceso judicial contra los crímenes de la dictadura argentina, en especial sobre la detención y torturas de dos jesuitas en las que el cardenal habría estado implicado. Nada se pudo demostrar y las versiones son contradictorias. Las madres y abuelas de la Plaza de Mayo no le tienen en demasiada estima y lo acusan de connivencia con la dictadura, otros sostienen lo contrario. El artista y activista a favor de los derechos humanos Adolfo Pérez Esquivel (Premio Nóbel de la Paz en 1980, una época en la que se daban estos premios a gente comprometida, no a memos como Al Gore) lo deja en que si bien no se le puede atribuir a Bergoglio complicidad con la dictadura, tampoco fue todo lo combativo que podría haber sido desde su posición de máxima autoridad de la iglesia católica en el país.

 Sea como fuere este papa, que ha elegido llamarse Francisco, despreciando el pomposo “primero”, a semejanza del santo de Asís, ejemplo de pobreza en el seno de la iglesia. Tiene algo distinto. Sus declaraciones sobre el estilo de vida que debe acompañar al cristiano y contra la injusticia implícita en un sistema que favorece la aparición de la pobreza resultan bastante incendiarias y en la vida las oiríamos en boca de nuestro simpático Rouco Varela, tan afín a grupos tan majos como el “opus dei” o las “comunidades neocatecumenales”, adalides de un cristianismo místico y etéreo (lejano a la realidad social) pero apegado a la sórdida materialidad de la riqueza y por tanto perverso.  Lo cierto es que el papa Francisco lo va a tener muy difícil si quiere hacer limpieza en el seno de la iglesia, que es lo que cada vez resulta más probable que pretendiera su predecesor al renunciar, viéndose impotente ante tanta mierda. Tiene de frente a poderes muy fuertes sustentados en lo económico y encarnados en grupos ultracatólicos, beatos e hipócritas como los ya mentados o los siniestros “legionarios de cristo” con un pederasta por fundador que cuentan con el apoyo de personajes de mucho peso como el cardenal Bertone, jefe de la banca vaticana. Si es de Dios, la lucha que se va a entablar en el Vaticano va a ser feroz, a no ser que Francisco sea atacado por el bacilo romano y se vuelva manso y dócil en manos de quienes mueven los hilos. Esta por ver si la autoridad del papa dentro de su casa es absoluta.

 Quizá se espera demasiado de este hombre, que en muchos aspectos no deja de ser un continuista en aspectos como la posición contra el matrimonio homosexual, el aborto, la eutanasia o el uso de los anticonceptivos. Pretender lo contrario sería como pedirle peras al olmo. Pero se moja sin embargo al condenar a los curas que niegan el bautismo a los hijos de madres solteras, puede que no parezca nada del otro mundo, pero una toma de partido como esa junto con su claro desprecio a la realidad política, económica y social que favorece la pobreza se da de patadas con la actitud vergonzante que ha mantenido la curia vaticana en las últimas décadas. Ojalá este hombre de voz a los sectores de la iglesia que viven en contacto con la realidad de los que sufren, que toman el testigo de la misión profética de la iglesia de Cristo y que creen a pies juntillas que es más difícil que un camello entre por el ojo de una aguja que permitir a un rico entrar en el reino de los cielos. Eso está en el Evagelio. Esos religiosos, religiosas y seglares que viven dentro de la iglesia, creyendo en ella pese a disentir de su jerarquía. Esos cristianos de bien que tienen la fe que a mí me falta. Esperemos que Dios de al papa Francisco sabiduría para apoyarse en ellos y arrojar a los mercaderes del templo, como hizo Jesús.

 O quizá todo quede en agua de borrajas.

viernes, 8 de marzo de 2013

NON HABEMUS PAPAM (y II)


 Para acercarnos a la figura de Joseph Ratzinger desde una perspectiva humana conviene que nos alejemos del coro de voces aduladoras que se han alzado desde que hizo pública su decisión de abandonar (hacía tiempo que no teníamos ocasión de ver tanta coba gratuita por parte de todo tipo de sujetos, incluidos esos típicos periodistas afines al Vaticano cuya abanderada es la vetusta Paloma Gómez-Borrero, la cual parece que roza el éxtasis siempre que habla de un papa, el que sea). Tampoco nos iremos al otro extremo, como el de los idiotas que sacan de contexto su pasado en las juventudes hitlerianas y en ejército alemán durante la IIª Guerra Mundial (no es que tuviese mucha elección). Recomiendo encarecidamente una entrevista realizada a un hombre que lo conoce  y que a pesar de haber tenido serios conflictos con él nos lo describe sin ira: el teólogo Leonardo Boff.  Éste fue condenado por Ratzinger (cuando era cardenal y prefecto de la congregación para la doctrina de la fe, la institución directamente heredera de la inquisición) a no publicar sus escritos, por la abierta hostilidad de Roma a las ideas que defendían. Boff es uno de los representantes de la llamada Teología de la Liberación, corriente teológica surgida en América Latina y que postula ideas tan peligrosas como la lucha contra la injusticia, la pobreza y la explotación. Aquí les dejo el enlace.


 Benedicto XVI queda como un papa que ha continuado con el impulso reaccionario que mueve actualmente a un sector demasiado grande de la iglesia católica y que engloba a la alta jerarquía y a todos los que le son afines, muy alejada de la realidad social, del dolor de los que sufren, ajena a la denuncia de las injusticias perpetradas por el poder político y económico, condenadora de todo aquel que se atreve a proferir en público que el mensaje de Cristo está fuera de lugar en las amplias y brillantes salas del Vaticano. 


 La iglesia católica pierde credibilidad como institución debido a los muchos casos de abusos sexuales por parte de clérigos; insuficientemente aclarados e intervenidos por parte de la jerarquía; por la radicalización de las posturas contra la homosexualidad y el empecinamiento en relegar a las mujeres a la subordinación. Para completar el cuadro, la banca vaticana es investigada por prácticas irregulares y por si ya fuera poco, el diario italiano “La República” va y publica que a finales del año pasado se entregó al pontífice un informe sobre la investigación por parte de tres cardenales de una trama de corrupción y tráfico de influencias dentro del Vaticano, con referencias también a prácticas sexuales. Dicen las malas lenguas que el papa se va tras haber leído este informe, con la esperanza de que alguien más joven y enérgico ponga orden. Si todo esto es así, ¿no debería rodearse de un equipo de colaboradores a toda prueba y haciendo uso de su suprema autoridad e infalibilidad directamente refrendada por Dios en asuntos de doctrina (esto es dogma de fe desde el Concilio Vaticano I) ponerse manos a la obra y empezar a cortar cabezas)?

 Pues no, simplemente se va, dejando expedito el paso al siguiente papa reaccionario.

 ¿Saben ustedes lo que me parece a mí Joseph Ratzinger? Un pobre hombre, hastiado, desengañado y frustrado por toda una vida dedicada a deformar el mensaje de Jesús de Nazaret  para adaptarlo a los intereses de una monstruosa maquinaria de opresión que si no es el anticristo, poco le queda.

martes, 5 de marzo de 2013

NON HABEMUS PAPAM (I)


 Pues sí, no tenemos papa. ¿Y qué? ¿Acaso ha notado usted que su persona se encuentre sumida en un inquietante estado de zozobra espiritual debido a la ausencia de romano pontífice? Yo no, la verdad. Si acaso una vaga sensación de sorpresa, como si a uno le comunicasen  que resulta que Camilo Sesto se presenta a presidente del gobierno… Es decir, se entera uno de algo que consideraba altamente improbable, pero que (seamos serios) no le afecta  para nada.  Yo me enteré por una compañera de trabajo que realiza su labor en otras dependencias. Una llamada telefónica de rutina y como quien no quiere la cosa… “Oye, que el papa renuncia”, pues bueno, pues vale y yo que creía que morían con las botas puestas, o más bien con las sandalias del pescador puestas, simbolismo que nos evoca a Pedro, piedra sobre la que Jesucristo edificara su iglesia, pero que no evita el hecho de que el papa se calce con bonitos zapatitos rojos (ni que fuera Dorothy, la del Mago de Oz) fabricados con piel de becerro nonato (que por lo visto es la leche)  en una fábrica mexicana, propiedad de un tal Armando Martín Dueñas, donde el obrero más especializado gana la friolera de 3000 pesos a la semana, unos 178 euros. Un tanto excéntrico (por no decir otra cosa) para mi gusto.


 Lo más gracioso es que la versión oficial reza que el papa renuncia porque teme que la debilidad que empieza a acusar por su avanzada edad no le permita ejercer correctamente su ministerio. Al enterarse de esto uno evoca automáticamente la imagen de Juan Pablo II en los últimos años de su pontificado, débil, tembloroso y lleno de achaques, pero aguantando hasta el  final. Después uno, a poco que lee un poquillo,  se entera que un papa no renuncia desde 1415 y que sólo tres (Benedicto XVI es el cuarto) han abandonado la cátedra de Pedro antes de fallecer. Esta renuncia “responsable” del  emérito pontífice es, sin duda, algo insólito. Hagamos un poco de historia, sin enrollarnos, para aburrir lo imprescindible.

 El primer para en “cesar” fue Benedicto IX, en 1048. Bueno, esa fue la fecha del cese definitivo, pues hubo otros dos antes, con sendos retornos, enmarcados en feroces luchas por el poder en el seno de una iglesia absolutamente politizada (la primera vez  que ascendió al papado fue con catorce años y esto porque su padre, un conde con ambiciones, sobornó a los cardenales). Incluso después intentó volver al papado, pero al final acabó sus días en un monasterio.

 El segundo fue Celestino V, en 1294. Era un pobre monje que había vivido cinco años como eremita dentro de una cueva y al que eligieron para papa de modo un poco raro después de que el solio pontificio permaneciese vacante durante ¡dos años! debido a la rivalidad entre dos poderosas  familias que pretendían imponer a sus respectivos candidatos. El pobre Pietro (que así se llamaba el hombre) tardó sólo cinco meses en renunciar al cargo para intentar volverse corriendo a su cueva y sus rezos, sólo que el nuevo papa no se lo permitió y temeroso que el pueblo lo considerase el legítimo pontífice, lo encarceló. Diez meses duró el pobre hombre antes de morir, soportó los padecimientos de la prisión el doble del tiempo que aguantó dentro del nido de víboras que era la curia cardenalicia.

 El tercero fue Gregorio XII, en 1415. Esto fue cuando el cisma de occidente daba sus últimos coletazos y había papas para todos los gustos. Gregorio XII renunció durante el concilio de Constanza (supongo que por miedo a ver rodar su cabeza) mientras que los otros dos papas que había en aquel momento (tres papas al mismo tiempo, para que veamos el caos reinante) hubo que destituirlos más o menos por la fuerza antes de poder elegir uno nuevo. Desde 1415 todos los papas han abandonado la cátedra de Pedro con los pies por delante.

 Y ahora resulta que tenemos a un papa que renuncia con 86 años, mientras Juan Pablo II murió con 85 con las botas puestas y al límite de sus fuerzas, pero límite, limite. Joseph Ratzinger no es que esté para correr la maratón, pero en comparación con su predecesor está hecho una rosa. Luego tenemos el ejemplo de Juan XXIII, que con 81 años y a sólo uno de su muerte (imaginen si el hombre estaría delicado) convocó el Concilio Vaticano II y puso la iglesia boca abajo. Comparado con Ratzinger, eminente teólogo, mano derecha de Juan Pablo II,  Angelo Roncalli (como se llamaba el “papa bueno” Juan XXIII antes de ser elegido) era un cura de pueblo (con todo el respeto por éstos). Los papas no se van así porque sí. Nunca lo han hecho. Joseph Ratzinger es un hombre de Roma, curtido en los entresijos del poder, no un pobre ingenuo como Celestino V. ¿Cómo es que este gigante abandona así?  Es un tipo infatigable, con un fuerte carácter. No le cuadra.

 ¡Qué quieren que les diga! Yo tengo mis dudas sobre las razones de la renuncia.

 (Continuará)

HITLER, EL INCOMPETENTE