Ayer abandonó la prisión de Teixeiro, en La Coruña , Domingo Troitiño,
uno de los miembros del Comando Barcelona de la organización terrorista ETA que
perpetró el brutal atentado con coche bomba en un hipermercado de la ciudad
condal en junio de 1987, dejando 21 muertos y 45 heridos. Troitiño fue
condenado a más de mil años de cárcel pero teniendo en cuenta que el código
penal vigente en el momento de su condena limitaba la estancia máxima en
prisión a treinta años, sería excarcelado en 2017. La aplicación retroactiva de
la doctrina Parot, validada por el Tribunal Supremo en 2006, forzaba su
encierro por treinta años al aplicar los beneficios de reducción pena a cada
una de las condenas y no a los dichos treinta años máximos que la ley permite
que pase en prisión. Sin embargo la Audiencia Nacional
decide la excarcelación de Troitiño y otros ocho convictos por terrorismo, al
considerar que concurren las mismas circunstancias que en el caso de Inés del
Río, también terrorista sobre el que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha
dictaminado la ilegalidad de la aplicación de la doctrina Parot con carácter
retroactivo.
Lo verdaderamente inaudito es que alguien en
su sano juicio se sorprenda ante semejante fallo, si nos ceñimos a los aspectos
puramente jurídicos. En el derecho penal español rige el principio de
irretroactividad, refrendado además por la Constitución , según
el cual no se pueden aplicar las disposiciones sancionadoras a hechos anteriores a la entrada en vigor de
las mismas, siempre que perjudiquen al penado. O sea, que si la doctrina Parot
data de 2006 no puede ser aplicada a Troitiño, ni a Inés del Río ni a ninguno
de los ayer excarcelados, pues se les condenó con anterioridad a ese año. Es de
perogrullo. Lo único que ha hecho el tribunal de Estrasburgo es emitir un fallo
que tira por tierra una cagada jurídica de primera magnitud, aparte de una
arbitrariedad por parte del sistema judicial que no se ajusta a derecho. Las
leyes no se pueden aplicar con efecto retroactivo al común de los ciudadanos,
pero en el caso de los terroristas podemos puentear las leyes, la Constitución y no
pasa nada. ¡No señor! ¡Las leyes deben
ser iguales para todos y si no son eficaces y no responden a la gravedad de los
hechos, se cambian! Para eso sirve el poder legislativo, esos señores que van
al congreso de los imputados a dormir la siesta o a putearse mutuamente, cuando
van.
Vamos a dejar clara una cosa: una mala bestia
como Troitiño, capaz de accionar el disparador de una carga explosiva que se
lleva por delante decenas de vidas humanas debe ser encerrado en una celda
echando la llave al mar. Es un sujeto peligroso, un riesgo para el resto de la
sociedad pues tiene algo averiado dentro, no es una persona como las demás, es
un monstruo. Claro que otros sujetos hacen lo mismo y lo llaman “acción de
guerra” y a ningún gobierno –occidental al menos- se le ocurriría llamarlos
terroristas. Todo depende de cual sea el sistema ideológico y económico que
respalde al tipo que acciona el disparador y al tipo que le da la orden de que
lo haga. Es lo mismo detonar un coche bomba en el parking de un hipermercado
que disparar un misil contra una aldea palestina, pero eso es otro problema.
La cuestión no es si está bien o mal que
Troitiño esté en la calle. Está mal, ¿no va a estar mal? La cuestión es que
Troitiño no está en la calle porque en Estrasburgo sean unos insensatos (que no
lo son, se limitan a cumplir la ley). Troitiño está en la calle porque las
leyes en España parecen hechas con los pies, porque no es de sentido común que
un asesino esté en la calle habiendo cumplido treinta años cuando ha sido
condenado a más de mil. El tiparraco iba a salir en 2017, dentro de tres añitos
de nada. ¿Tendría entonces la agraviada asociación de víctimas del terrorismo
la sensación de que se ha hecho justicia?
Miren ustedes, a mí todo el revuelo que se ha
organizado con el rollo este de la sentencia del tribunal de Estrasburgo me
parece una de tantas manipulaciones informativas a las que es tan aficionado el
gobierno de España, sea el partido que gobierne el que sea, pero destacando el
que tenemos ahora, que se está distinguiendo por su explícita crueldad con los más pobres y su
público descaro al proteger a los poderosos y no sabe ya qué va a hacer para que
no se hable en los medios de parados, desahuciados y gente que no tiene para
comer que acude a los comedores de beneficencia. Este miserable ejecutivo busca airear
cualquier tema que levante ampollas para desviar la atención de los estragos
que está creando. La manipulación informativa ha sido brutal… “¡Estrasburgo
deroga la doctrina Parot! ¡Mentira! Sólo decreta la ilegalidad de su aplicación
en un caso concreto. “¡Decenas de etarras podrían acabar en la calle!” Sí, unos
tres o cuatro años antes de que acaben de cumplir la reclusión máxima que
permite la ley. Lanzar mensajes que toquen la parte emocional de las personas es una táctica muy eficaz y viene muy bien el revuelo que se ha armado en las redes sociales, en las manifestaciones con banderitas de España adornadas con el escudo del pollo al que no
tardan en sumarse aquellos que se tragan lo primero que les cuelan. Es muy de patriota y si de paso
le hacemos el juego a un gobierno incapaz, rastrero y mentiroso, mejor.
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