Mi amigo Fernando Rodríguez
colgaba en Facebook el otro día una publicación del diario digital “El Imparcial” que daba
cuenta de la condena a prisión por un tribunal colombiano de Freddy Rendón
Herrera, alias “el alemán”, uno de los jefes de las Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC), grupo paramilitar de extrema derecha. El delito de este
deshecho humano: haber reclutado a 309 niños para su siniestra organización.
Conviene tomar conciencia del contexto. Hablamos de Colombia, un estado que
vive en permanente guerra civil desde los años sesenta. Una guerra absurda (si
es que hay guerra que no lo sea) entre el gobierno y guerrillas de izquierda
como las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) con un tercer bando
muy variopinto para acabar de complicar las cosas, constituido por
terratenientes, narcotraficantes y
grupos paramilitares de derechas que según convenga se alían o se
aniquilan unos a otros o se cargan a cualquiera que los moleste. Por tanto es
fácil suponer que el amigo Freddy no iba a llevar a los niños que reclutaba a
un campamento Scout precisamente. Sobre todo si aportamos el dato de que las
AUC son (o fueron, o no se sabe, pues el proceso de desmovilización de los
paramilitares ha sido y es bastante confuso) uno de los grupos más sanguinarios
de Colombia, existiendo informes de prensa que afirman que entre los años 1999
y 2000 llegaron a perpetrar un asesinato múltiple cada dos días (campesinos, periodistas,
opositores políticos, etc.) Especialistas además en el uso del terror hicieron
del uso de moto sierras para asesinar y descuartizar a sus víctimas una de sus
especialidades. Llevaban a los campos de entrenamiento a campesinos maniatados
para que los reclutas se curtieran en las técnicas del asesinato. ¿Imaginan a
un grupo de chavales siendo “instruidos” en el modo de descuartizar y hacer
desaparecer un cuerpo humano?
Noticias así me cortan el aliento. Hay gente
que vive sus vidas cotidianas con el telón de fondo de esa violencia brutal. Inmersos
en esas realidades crecen y forman familias. Aquí en España, donde mientras
medio mundo vive en la miseria hemos disfrutado del estado del bienestar he
oído decir a gente bien comida, bien vestida y con un techo sobre su cabeza que
la cosa está muy mal como para traer hijos al mundo. No, no me malinterpreten,
no quiero caer en el simplismo de que no nos podemos quejar porque en otras
partes viven peor. No se trata de eso. Se trata de que si en un país donde la
atrocidad ha llegado a cotas tales como las que he descrito hay gente que vive
y crece y se las apaña para ser feliz o al menos tan felices como podamos
considerarnos usted y yo, tanto usted como yo tenemos mucho que aprender de esa
gente.
Hoy es el último día del año, un año muy malo
para España, un año ni mejor ni peor para millones de personas víctimas de la
injusticia y de la opresión desde hace
décadas. Ojalá nos traiga a todos aunque sea un poquito de lo que necesitamos,
por lo menos la sabiduría para hacer lo que debemos.