domingo, 30 de diciembre de 2012

NIÑOS Y MOTOSIERRAS


Mi amigo Fernando Rodríguez colgaba en Facebook el otro día una publicación  del diario digital “El Imparcial” que daba cuenta de la condena a prisión por un tribunal colombiano de Freddy Rendón Herrera, alias “el alemán”, uno de los jefes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), grupo paramilitar de extrema derecha. El delito de este deshecho humano: haber reclutado a 309 niños para su siniestra organización. Conviene tomar conciencia del contexto. Hablamos de Colombia, un estado que vive en permanente guerra civil desde los años sesenta. Una guerra absurda (si es que hay guerra que no lo sea) entre el gobierno y guerrillas de izquierda como las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) con un tercer bando muy variopinto para acabar de complicar las cosas, constituido por terratenientes, narcotraficantes y  grupos paramilitares de derechas que según convenga se alían o se aniquilan unos a otros o se cargan a cualquiera que los moleste. Por tanto es fácil suponer que el amigo Freddy no iba a llevar a los niños que reclutaba a un campamento Scout precisamente. Sobre todo si aportamos el dato de que las AUC son (o fueron, o no se sabe, pues el proceso de desmovilización de los paramilitares ha sido y es bastante confuso) uno de los grupos más sanguinarios de Colombia, existiendo informes de prensa que afirman que entre los años 1999 y 2000 llegaron a perpetrar un asesinato múltiple cada dos días (campesinos, periodistas, opositores políticos, etc.) Especialistas además en el uso del terror hicieron del uso de moto sierras para asesinar y descuartizar a sus víctimas una de sus especialidades. Llevaban a los campos de entrenamiento a campesinos maniatados para que los reclutas se curtieran en las técnicas del asesinato. ¿Imaginan a un grupo de chavales siendo “instruidos” en el modo de descuartizar y hacer desaparecer un cuerpo humano?

 Noticias así me cortan el aliento. Hay gente que vive sus vidas cotidianas con el telón de fondo de esa violencia brutal. Inmersos en esas realidades crecen y forman familias. Aquí en España, donde mientras medio mundo vive en la miseria hemos disfrutado del estado del bienestar he oído decir a gente bien comida, bien vestida y con un techo sobre su cabeza que la cosa está muy mal como para traer hijos al mundo. No, no me malinterpreten, no quiero caer en el simplismo de que no nos podemos quejar porque en otras partes viven peor. No se trata de eso. Se trata de que si en un país donde la atrocidad ha llegado a cotas tales como las que he descrito hay gente que vive y crece y se las apaña para ser feliz o al menos tan felices como podamos considerarnos usted y yo, tanto usted como yo tenemos mucho que aprender de esa gente.

 Hoy es el último día del año, un año muy malo para España, un año ni mejor ni peor para millones de personas víctimas de la injusticia  y de la opresión desde hace décadas. Ojalá nos traiga a todos aunque sea un poquito de lo que necesitamos, por lo menos la sabiduría para hacer lo que debemos.

martes, 25 de diciembre de 2012

OTRA VEZ ES NAVIDAD (y II)


 Ayer noche seguí con gran interés el mensaje de navidad del rey y es el primer año que lo hago, pues francamente tenía curiosidad por cómo iba a desenvolverse con la que está cayendo. Lo cierto es que mi decepción fue supina, pero tampoco sé que demonios estaba esperando. El rey no pudo ser más anodino en su discurso: vagas expresiones de ánimo y una insólita recomendación sobre creer en la “política con mayúsculas”. Por favor, que alguien me indique por donde está esa política con mayúsculas, política de estadistas que pongan el interés de los ciudadanos por encima de todo. Que alguien me indique dónde está porque yo no la veo por ninguna parte. El Borbón, jefe de estado, se revela como un hombre de paja más, vendido al poder económico como todos los “hombres de estado” que se arrastran por las cloacas del poder. Ya ni los símbolos sirven para nada. No, si al final me volveré republicano por pura inercia de los acontecimientos.

 Esta mañana el día de Navidad ha amanecido gris y plomizo, pero un sol esplendoroso luchaba por brillar tras el manto de nubes. Creo que así es como están las cosas. Todo pinta mal, pero la gente de bien se sigue esforzando por poner al mal tiempo buena cara. Muchas personas viven la Navidad como una época para la esperanza. Para mí es un tiempo como los demás, pero se torna especial en tanto resulta significativo para otras personas, entre ellas algunas que quiero y en tanto resulta que tiende a sacar lo mejor de muchas personas. Este año hemos vuelto a poner el árbol y a mi hija le ha encantado. Por muy mal que vayan las cosas estoy aprendiendo a ser tolerante con la navidad, por lo menos en cuanto a lo que tiene de buen invento.

lunes, 24 de diciembre de 2012

OTRA VEZ ES NAVIDAD (I)


 Esta noche muchas personas se reunirán a cenar junto con sus seres queridos. Es tradición, pero lo es desde mucho antes de la aparición del cristianismo. Aproximadamente desde el siglo tercero antes de cristo, en la antigua Roma se celebraba la fiesta de las Saturnales. Era una fiesta religiosa, pues se dedicaba al Dios Saturno, pero también puramente popular, pues celebraba el final de las labores agrícolas, momento en que las familias tenían más tiempo libre y podían dedicarse a festejar. También se celebraba el fin del periodo más oscuro del año y el inicio nuevamente del alargamiento de los días (25 de diciembre, solsticio de invierno). Casas y calles se iluminaban por las noches con lámparas y antorchas, se daban grandes comilonas y se intercambiaban regalos. Era costumbre también contar historias de miedo junto al fuego del hogar y se rompían las barreras sociales para facilitar el cachondeo generalizado (esclavos incluidos). Tenían pues estas fiestas mucho de carnavalesco y no era raro que las cosas se salieran de madre. ¿Les recuerda algo?

 Cuando el imperio romano se volvió cristiano, costó Dios y ayuda que la gente se desprendiera de un festejo tan arraigado y la emergente iglesia romana optó por una de sus artimañas de marketing favoritas: sacralizarla. Pero para sacralizar unas festividades tan apreciadas en el imaginario colectivo era preciso sacar la artillería pesada y se situó en la noche culmen del festival algo tan importante como el nacimiento del redentor. ¿No les parece un poco tonta la discusión sobre si Jesús nació o no en Belén la víspera del 25 de diciembre?  Sin embargo la palma de la tontería se la ha llevado este año el papa, afirmando en su reciente libro sobre la infancia de Jesús que en el portal de Belén no había mula ni buey. Supongo que él estaba allí para verlo, suponiendo que Jesús naciera en un establo de Belén.

 Hoy día las fiestas navideñas al margen del hecho puramente religioso parecen un renacimiento de las antiguas saturnales: regalos, fiestorros y excusas para coger una curda. Sin embargo, este año, la precaria situación económica que vivimos da a la navidad un tinte extraño. Por un lado, la ofensiva publicitaria que trata de incitar al consumo es más desesperada que nunca. Jamás vi tal acumulación de folletos publicitarios en mi buzón, ni tanta presión mediática haciendo  hincapié en que los artículos de marca son lo mejor del mundo. La llamada masiva al consumismo parece doblemente perversa y patética en un momento en que cada vez más gente tiene menos dinero para gastar y las familias son expulsadas de sus casas por no poder pagar sus hipotecas. Es de locos.

 Sin embargo, parece que la solidaridad es una otro tipo de locura que cada vez parece más extendida. Las campañas de recogida de alimentos en estas fechas han tenido un éxito sin precedentes. Algún descreído más recalcitrante que yo, que sin duda lo hay, pensará que esto no tiene importancia, que donar alimentos en una campaña es un acto intrascendente cuyo único fin es lavar la propia conciencia. Prefiero un millón de conciencias inquietas con necesidad de lavarse que un millón de conciencias dormidas. Si hay tantas conciencias con necesidad de lavarse puede que esta sociedad esté un poquito menos enferma. Pero no, la solidaridad está aumentando. Es una necesidad.

 (Continuará)

jueves, 20 de diciembre de 2012

La Iglesia y yo (y II)

 Algo que siempre me ha maravillado del catolicismo más rancio es su gran facilidad para ver ciertas cosas como intrínsecamente buenas o malas (y lo pregonan a los cuatro vientos). La homosexualidad es intrínsecamente mala, el matrimonio tradicional es intrínsecamente bueno, la eutanasia es intrínsecamente mala, el aborto es intrínsecamente malo…
 No hay matices, no hay reflexión sobre cada caso. Todo es dogma. Curiosamente nunca he oído de un comunicado por parte de la Conferencia Episcopal o del Vaticano en el que se pronunciaran de manera tan clara sobre la economía de mercado, por ejemplo, que tanto dolor causa al cimentarse sobre la pobreza y la explotación de millones de seres humanos.
 Hace unas semanas, la Conferencia Episcopal tildaba al matrimonio homosexual de “injusto” e instaba a derogarlo. La supuesta injusticia se basa en que la definición legal de matrimonio ha quedado especificada como la unión entre dos personas denominadas cónyuges, sin que exista reconocimiento oficial de los términos “esposo” y “esposa”. También se supone injusto el negar el derecho a los niños de tener un padre y una madre. Yo, en mi ingenuidad, tiendo a creer que lo que los niños necesitan es un entorno estable, donde exista el respeto, el amor y la educación en valores humanos. La existencia de un padre y una madre no asegura que tales condiciones se den, así como la existencia de dos papás o dos mamás tampoco asegurarían lo contrario. Con esta defensa a ultranza de la familia tradicional ¿acaso pretende otra cosa la Conferencia Episcopal que seguir estigmatizando la homosexualidad, crimen nefando a ojos de Dios? (¿de qué Dios, de ese que es todo amor? ¿Cómo va a rechazar ese Dios a dos personas por el hecho de amarse?).
 El asunto del aborto es también un campo en el que los integristas cristianos, los llamaré así, se despachan a gusto. Los grupos pro vida no dejan resquicios, el aborto es siempre un crimen desde el mismo momento de la concepción.  Me maravilla esta capacidad para desligar las creencias de las personas y así estigmatizar a éstas. Yo no me considero abortista, de hecho, la idea de practicar un aborto es algo que me da escalofríos y por mi profesión he podido saber de los efectos psicológicos que tal decisión puede generar en una mujer. Pero ¿podemos sin más obligar a gestar y dar a luz a mujeres que no van a estar preparadas para la maternidad? Yo no me creo en posesión del derecho a imponer tal cosa. Se creen con tal derecho aquellos que piensan que su determinación está inspirada por Dios. Desde mi punto de vista tal creencia anula toda racionalidad y obliga a ver la vida a través de un tubo.  Lo mismo ocurre con la eutanasia. ¿Con qué autoridad un señor decide que otro cuyo cuerpo se muere lentamente con padecimientos que no está dispuesto a soportar no tiene derecho a poner fin a su vida de manera rápida e indolora? ¿Si su persona más querida le pidiese una muerte rápida para terminar un sufrimiento que no lleva a nada, perdida ya toda esperanza, usted se la negaría? Ignoro si yo tendría el aplomo para llevarlo a cabo, pero tampoco me veo respondiendo a esa persona que debe tener paciencia y resignación porque el suicidio es un crimen nefando a ojos de Dios. (¿De qué Dios?)
 En otro artículo de este blog, afirmaba que la Iglesia es muy necesaria por la labor social que realiza (supliendo buena parte de lo que debería hacer el Estado). Sinceramente lo sigo pensando y también pienso que, a ciertos niveles, lleva a cabo una auténtica educación en valores. No obstante, a otros niveles da una visión de Dios absolutamente cruel, alejada de la realidad humana y del auténtico sufrimiento de la humanidad. Si cuando muera me presento ante Dios y descubro que realmente es así… bueno, creo que me volveré ateo.

domingo, 16 de diciembre de 2012

La Iglesia y yo (¿Primera parte?)


 Ahora que mi hija se ha empeñado en hacer la Primera Comunión, sabe Dios por qué, me veo en la tesitura de tener que acompañarla a misa todos los domingos. Porque pasan lista ¿saben? Supongo que la culpa la tengo yo, por haberla bautizado y haberla metido en un colegio de la fundación diocesana. Cometí este acto por dos razones, principalmente. Una de ellas fue la que es un centro mucho menos masificado que el centro público que me corresponde por la zona. Otra razón fue mi suposición de que el profesorado, por aquello de ser personal contratado y no funcionarios, estarían más motivados. La tercera es que yo mismo estuve en un colegio religioso y tuve la oportunidad de descubrir la fe. No veo razón para negar tal oportunidad a mi hija.

 Lo cierto es que me parece bien que en la parroquia donde mi hija va a hacer la comunión exijan la asistencia a la misa dominical de los niños comulgantes. ¡Si quieren hacerla que se lo curren!  Y si no, que la hagan por lo civil (1), o mejor, que no la hagan.

 Sin embargo, para mí supone una dificultad todo esto, porque es que he perdido la fe. Al menos la fe tal y como la entendía en mis tiempos de cristiano practicante. Para serles franco, nunca me paré a pensar demasiado en todo lo que le fe católica exige creer a aquellos que militan en sus filas y que resumiremos en el Credo,  La mayor parte del cual se me empezó a atragantar y provocó (aparte otras razones) mi alejamiento personal de la Iglesia.

  Yo creo en Dios. Creo en la existencia de un ser supremo, creador del universo, inherentemente bueno. No me pregunten por qué. Simplemente creo y ya está. En eso debe consistir la fe. Pero si hoy alguien me pregunta si soy cristiano católico, tal y como fui bautizado, deberé responder que no, ya que poder responder que sí debo creer a pies juntillas que Dios se divide en Padre, Hijo y Espíritu Santo; que María concibió y dio a luz siendo virgen por obra y gracia del Espíritu Santo y que Jesús (hombre y Dios al mismo tiempo), después de morir crucificado, se levantó de su sepulcro para subir a los cielos en cuerpo y alma.  Miren, me parece que a los musulmanes se lo ponen mucho más fácil. Sólo tienen que creer que no hay más Dios que Alá (o sea, Dios, el mismo Dios al que rezan cristianos y judíos) y que Mahoma es su profeta. Como fe, es bastante más simple.

 Por otra parte, pienso que si Jesús de Nazaret hubiese sido un hijo fruto del amor de María y José, con hermanos y hermanas y que se hubiese casado con María Magdalena antes de perecer en el horrendo suplicio de la cruz, ello no restaría ni un ápice de validez al mensaje de los evangelios.

 No voy a entrar a en las críticas que se le han hecho a la Iglesia sobre sus incongruencias con los valores que dice defender. Otros han escrito sobre ello sobradamente. Pero si diré que echo en falta una toma de posición clara, pública y difundida de los pastores de la Iglesia, desde el papa al último cura, sobre los conflictos sociales que vivimos hoy día, sobre la rapacidad de la clase política, de la banca y de los grandes empresarios, sobre el dolor que están causando, con una condena hacia ellos al menos tan virulenta como la que están lanzando contra el matrimonio homosexual. Será que la infalibilidad del papa en materia doctrinal (dogma de fe desde el Concilio Vaticano I de 1870) es tan sorda y ciega cuando hablamos del sufrimiento humano más inmediato como cruel y despiadada cuando una persona se enamora de alguien de su mismo sexo.

 ¿Continuará?

(1)  Pincha aquí, esas cosas existen.

martes, 11 de diciembre de 2012

LA MADRE DE LOS PROGRAMAS INFORMÁTICOS


 La falta de originalidad de tener Google como motor de búsqueda predeterminado en el PC hace que te enteres de cosas interesantes, gracias a esas ilustraciones que sustituyen al logotipo habitual cuando se conmemora algo. En este caso me permitieron acercarme a la figura de Ada Lovelace, la primera programadora informática de la historia, nacida en ¡1815!

 Ada Augusta Byron King (su nombre de soltera) era la única hija legítima de George Gordon Byron, el famoso Lord Byron, aristocrático y calavera poeta y aventurero que tuvo a bien casarse con la madre de Ada, Annabella Milbanke, dejarla embarazada y partir al poco tiempo de Inglaterra para no volver jamás, vivo al menos. Eso no gustó nada a la abandonada esposa, que desarrolló cierta tirria hacia los artistas en general y los poetas en particular, procurando que la educación de su hija se decantase hacia la ciencia, cosa rara en aquella época tratándose de una niña, incluso en una familia rica, que era el caso. Las semillas encontraron terreno abonado y Ada desarrolló especialmente gusto por las matemáticas.

 Cuando uno ve retratos de Ada Lovelace se encuentra con la imagen típica de una dama de su época, con el vaporoso vestido, la exagerada palidez y el gesto lánguido incluido, además, era bastante mona la muchacha. Uno se la imagina tomando el té, jugando al cricket con una amplia pamela que la proteja del sol o bailando un vals con un apuesto caballero; nunca rodeada de libros y papeles y enfrascada en sesudos estudios.

 Un momento crucial en su vida fue el día en que le presentaron a Charles Babbage, prestigioso profesor de matemáticas de Cambridge, que estaba desarrollando una misteriosa máquina analítica, un monstruo de treinta metros de largo por diez de ancho e impulsado a vapor, cuya finalidad sería la realización de complicados cálculos. En teoría estaba bien, pero en la práctica los problemas de mecánica y de diseño dieron al traste con el proyecto, lo cual no impidió que Babbage y Ada sentasen las bases de la informática; él en la concepción y diseño de dispositivos y ella en la elaboración de las series de instrucciones para que dichos dispositivos cumplieran sus funciones. Resumiendo y para entendernos Babbage sería el padre del hardware y Ada la madre del software. El trabajo de ambos inspiró por los equipos técnicos que desarrollaron los primeros (y mastodónticos) ordenadores durante y tras la Segunda Guerra Mundial. Fue la suya una colaboración fructífera, demasiado según las malas lenguas y es que se habló de adulterio. Ella estaba casada con William King, primer Conde de Lovelace y al parecer éste la abandonó poco antes de que ella muriese a los 36 años, por un cáncer de útero.  Algo del espíritu libertino de su padre debió pasar a la hija pese a los desvelos de su madre, pues era aficionada al juego (acumuló cuantiosas deudas por este motivo) y a la bebida y además se labró entre la buena sociedad fama de ligerilla de cascos. Pidió ser enterrada junto a su padre en la iglesia de Santa María Magdalena en Hucknall, condado de Nottingham. Esto tuvo que ser el remate de los tomates para su pobre madre.

 Resulta curioso que estemos en deuda con tan controvertido personaje por motivos tan dispares. Por un lado le debemos que nuestras vidas estén controladas por una maraña de redes informáticas y por otro que esas mismas redes nos permitan tener acceso a cantidades ingentes de información e incluso poder publicar nuestros desvaríos en un blog. El siglo XIX fue detonante de una transformación brutal del mundo que aún no se ha detenido y visto lo visto   me da por pensar que quizá nos  hubiese ido mejor si Lady Lovelace se hubiese dedicado a tomar té y jugar al cricket y Mr. Babbage se hubiese contentado con ser un buen profesor y no ir de visionario por la vida. En fin. Lo hecho, hecho está. A apechugar.

jueves, 6 de diciembre de 2012

LO SERIA QUE ES LA ADICCIÓN


Leía hoy la noticia de que un hombre de cuarenta y pocos años, rehabilitado de un trastorno por dependencia a sustancias, colaborador en una entidad de apoyo a personas con adicciones y apoyo fundamental para su padre invidente va a tener que ingresar en prisión (probablemente ya esté dentro a estas horas) por dos delitos de tráfico de drogas.  Lo más sangrante es que el consejo de ministros ha rechazado la petición de indulto en dos ocasiones, el mismo consejo de ministros que indultó hace unas semanas a cuatro mossos d´esquadra condenados por torturar a un hombre de nacionalidad rumana.  Se ve que haber abandonado el consumo de drogas y todo el estilo de vida asociado, así como haberse reinsertado en la sociedad no constituye mérito suficiente para que estos adalides de la justicia concedan una segunda oportunidad. Siete años de cárcel es lo que estos importantes señores creen que es lo justo. La adicción le ha salido terriblemente cara a este hombre.

 Sin embargo, la adicción no le sale tan cara a todo el mundo. Hace unos días se pudo ver a Belén Esteban, apodada la Princesa del Pueblo reapareciendo en la cadena de televisión donde tantos lamentables momentos protagonizara haciendo alarde de su chabacanería y ordinariez. Había desaparecido durante unos meses y en el programa se dio a entender, sin decirlo directamente, aumentando así el interés, que había caído en el abuso de drogas. Lágrimas, abrazos, ovaciones del público y demás lindezas se sucedieron para deleite de los tele adictos. Yo estaba sentado ante el ordenador, mirando de vez en cuando la pantalla de la tele por el rabillo del ojo y me volví hacia mi esposa.

 -¡Te lo dije! –exclamé- Te dije muchas veces que la Esteban se drogaba.

 Mi esposa había mostrado su desacuerdo conmigo a este respecto en más de una ocasión, pero el deterioro físico y comportamental que mostraba la buena señora era notorio y progresivo. Estaba cantado, para entendernos. Y ahora resulta que doña Belén desaparece de la circulación durante tres meses y luego va y se presenta en un plató, fresca como una rosa, alardeando de un control toxicológico negativo, lamentándose de lo mal que lo ha pasado y  pidiendo perdón a todo el mundo por haberse comportado como una verdulera. Ya está. Telecinco alcanzó esa noche una audiencia del 20% y las cifras sobre los honorarios de la señora por tan estelar aparición  que barajan diferentes medios oscilan entre los 30.000 y los 80.000 euros. Desde luego, enganchada a la cocaína y todo, Belén Esteban es para Telecinco  la gallina de los huevos de oro.

 Ambos ejemplos son extremos de la irresponsabilidad y la hipocresía con que determinados sectores de la sociedad encaran el problema de las adicciones, ya sea con el castigo más despiadado, dejando aparte cualquier consideración o desde la superficialidad más absoluta, ignorado el hecho de que un trabajo de crecimiento personal (lo único que puede mantener a una persona adicta lejos del consumo a largo plazo) dura años; que es una falacia decir que alguien se rehabilita por ir a un terapeuta durante unos meses; que la aplicación ciega de la ley destroza vidas y que se condena con más dureza en los juzgados a quien vendió un par de papelinas hace cuatro años que a quien le partió la cara a su esposa hace cuatro meses.

 La única manera seria de aproximarse al fenómeno de la adicción es hacerlo a la luz de lo que sucede dentro de las personas. La rehabilitación es dura y es algo a lo que hay que valorar y apoyar. Sin embargo las más veces los medios dan una visión trivial y deformada y las instituciones no resultan precisamente un apoyo. Los que nos tomamos el asunto en serio, seguimos trabajando.

sábado, 1 de diciembre de 2012

VAMPIROS EN LA HABANA

  Esta semana ando algo alicaído, será por la proximidad de la Navidad, cuyo oropel decadente me deprime cada vez más. Tengo un par de artículos en la mente que, como en un parto difícil, se resisten a salir. De modo que voy a inaugurar el mes de diciembre proponiéndoles algo ligero que al menos a mí me ha relajado algo la mente y alegrado el semblante: una película de dibujos animados, pero no una película cualquiera, una película irónica, gamberra, un poco tétrica y con un puntito de mala leche: Vampiros en la Habana.
 Vi esta película hace bastantes años, cuando en España sólo había dos cadenas de televisión la pusieron una noche en la segunda y me encantó. Hace pocos días me la encontré casualmente en Youtube y volví a verla, enterándome de que existe una segunda parte. Fue dirigida en 1985 por Juan Padrón, cineasta y dibujante cubano licenciado en Historia del Arte. La producción corrió a cargo del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, con la colaboración de Radio Televisión Española. Padrón también fue el guionista. La película narra las luchas por el poder entre los vampiros europeos y los americanos, residiendo la clave de todo en una fórmula que permite que los vampiros puedan andar a la luz del sol. El conflicto se decidirá en la Habana donde vive Pepe, el protagonista, nacido como vampiro pero ignorante de su condición ya que la fórmula le ha permitido llevar una vida normal… bueno, casi normal ya que alterna actividades como tocar la trompeta en un club y jugarse el tipo como opositor político a la dictadura de Gerardo Machado, a principios de la década de los treinta.
 Para los que crean que el cine iberoamericano es un pestiño, Vampiros en la Habana supondrá toda una revelación, porque es divertida y trepidante. Además, en una época como esta en la que toda película de dibujos animados que salta a las carteleras es un producto sintético generado por potentísimos ordenadores, esta pequeña joya nos devuelve a la época en la que el cine de animación se realizaba sobre fondos pintados a mano, filmando el movimiento las figuras fotograma a fotograma. Arte y artesanía se daban la mano para crear magia. La banda sonora, en la que la trompeta con sordina tiene el peso principal, es buenísima; el guión, lleno de golpes de humor, es ingenioso y los diversos acentos de los actores que ponen la voz componen un cuadro lleno de matices. Sólo hay que buscarla es Youtube, tanto la primera como la segunda parte, pero les ahorro el trabajo y les dejo ambas aquí. Que las disfruten.

HITLER, EL INCOMPETENTE