sábado, 1 de diciembre de 2012

VAMPIROS EN LA HABANA

  Esta semana ando algo alicaído, será por la proximidad de la Navidad, cuyo oropel decadente me deprime cada vez más. Tengo un par de artículos en la mente que, como en un parto difícil, se resisten a salir. De modo que voy a inaugurar el mes de diciembre proponiéndoles algo ligero que al menos a mí me ha relajado algo la mente y alegrado el semblante: una película de dibujos animados, pero no una película cualquiera, una película irónica, gamberra, un poco tétrica y con un puntito de mala leche: Vampiros en la Habana.
 Vi esta película hace bastantes años, cuando en España sólo había dos cadenas de televisión la pusieron una noche en la segunda y me encantó. Hace pocos días me la encontré casualmente en Youtube y volví a verla, enterándome de que existe una segunda parte. Fue dirigida en 1985 por Juan Padrón, cineasta y dibujante cubano licenciado en Historia del Arte. La producción corrió a cargo del Instituto Cubano de Arte e Industria Cinematográficos, con la colaboración de Radio Televisión Española. Padrón también fue el guionista. La película narra las luchas por el poder entre los vampiros europeos y los americanos, residiendo la clave de todo en una fórmula que permite que los vampiros puedan andar a la luz del sol. El conflicto se decidirá en la Habana donde vive Pepe, el protagonista, nacido como vampiro pero ignorante de su condición ya que la fórmula le ha permitido llevar una vida normal… bueno, casi normal ya que alterna actividades como tocar la trompeta en un club y jugarse el tipo como opositor político a la dictadura de Gerardo Machado, a principios de la década de los treinta.
 Para los que crean que el cine iberoamericano es un pestiño, Vampiros en la Habana supondrá toda una revelación, porque es divertida y trepidante. Además, en una época como esta en la que toda película de dibujos animados que salta a las carteleras es un producto sintético generado por potentísimos ordenadores, esta pequeña joya nos devuelve a la época en la que el cine de animación se realizaba sobre fondos pintados a mano, filmando el movimiento las figuras fotograma a fotograma. Arte y artesanía se daban la mano para crear magia. La banda sonora, en la que la trompeta con sordina tiene el peso principal, es buenísima; el guión, lleno de golpes de humor, es ingenioso y los diversos acentos de los actores que ponen la voz componen un cuadro lleno de matices. Sólo hay que buscarla es Youtube, tanto la primera como la segunda parte, pero les ahorro el trabajo y les dejo ambas aquí. Que las disfruten.

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