jueves, 6 de diciembre de 2012

LO SERIA QUE ES LA ADICCIÓN


Leía hoy la noticia de que un hombre de cuarenta y pocos años, rehabilitado de un trastorno por dependencia a sustancias, colaborador en una entidad de apoyo a personas con adicciones y apoyo fundamental para su padre invidente va a tener que ingresar en prisión (probablemente ya esté dentro a estas horas) por dos delitos de tráfico de drogas.  Lo más sangrante es que el consejo de ministros ha rechazado la petición de indulto en dos ocasiones, el mismo consejo de ministros que indultó hace unas semanas a cuatro mossos d´esquadra condenados por torturar a un hombre de nacionalidad rumana.  Se ve que haber abandonado el consumo de drogas y todo el estilo de vida asociado, así como haberse reinsertado en la sociedad no constituye mérito suficiente para que estos adalides de la justicia concedan una segunda oportunidad. Siete años de cárcel es lo que estos importantes señores creen que es lo justo. La adicción le ha salido terriblemente cara a este hombre.

 Sin embargo, la adicción no le sale tan cara a todo el mundo. Hace unos días se pudo ver a Belén Esteban, apodada la Princesa del Pueblo reapareciendo en la cadena de televisión donde tantos lamentables momentos protagonizara haciendo alarde de su chabacanería y ordinariez. Había desaparecido durante unos meses y en el programa se dio a entender, sin decirlo directamente, aumentando así el interés, que había caído en el abuso de drogas. Lágrimas, abrazos, ovaciones del público y demás lindezas se sucedieron para deleite de los tele adictos. Yo estaba sentado ante el ordenador, mirando de vez en cuando la pantalla de la tele por el rabillo del ojo y me volví hacia mi esposa.

 -¡Te lo dije! –exclamé- Te dije muchas veces que la Esteban se drogaba.

 Mi esposa había mostrado su desacuerdo conmigo a este respecto en más de una ocasión, pero el deterioro físico y comportamental que mostraba la buena señora era notorio y progresivo. Estaba cantado, para entendernos. Y ahora resulta que doña Belén desaparece de la circulación durante tres meses y luego va y se presenta en un plató, fresca como una rosa, alardeando de un control toxicológico negativo, lamentándose de lo mal que lo ha pasado y  pidiendo perdón a todo el mundo por haberse comportado como una verdulera. Ya está. Telecinco alcanzó esa noche una audiencia del 20% y las cifras sobre los honorarios de la señora por tan estelar aparición  que barajan diferentes medios oscilan entre los 30.000 y los 80.000 euros. Desde luego, enganchada a la cocaína y todo, Belén Esteban es para Telecinco  la gallina de los huevos de oro.

 Ambos ejemplos son extremos de la irresponsabilidad y la hipocresía con que determinados sectores de la sociedad encaran el problema de las adicciones, ya sea con el castigo más despiadado, dejando aparte cualquier consideración o desde la superficialidad más absoluta, ignorado el hecho de que un trabajo de crecimiento personal (lo único que puede mantener a una persona adicta lejos del consumo a largo plazo) dura años; que es una falacia decir que alguien se rehabilita por ir a un terapeuta durante unos meses; que la aplicación ciega de la ley destroza vidas y que se condena con más dureza en los juzgados a quien vendió un par de papelinas hace cuatro años que a quien le partió la cara a su esposa hace cuatro meses.

 La única manera seria de aproximarse al fenómeno de la adicción es hacerlo a la luz de lo que sucede dentro de las personas. La rehabilitación es dura y es algo a lo que hay que valorar y apoyar. Sin embargo las más veces los medios dan una visión trivial y deformada y las instituciones no resultan precisamente un apoyo. Los que nos tomamos el asunto en serio, seguimos trabajando.

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