jueves, 28 de febrero de 2013

ECHARSE A LA CALLE


 El pasado sábado fui a una de las muchas manifestaciones convocadas a lo largo y ancho del país para protestar por los abusos cometidos por financieros y políticos. Hacía ya bastantes años que no me veía en una movida de estas características. ¿Por qué fui? Porque sí, porque hay que ir a estas cosas a reivindicar ser ciudadano en un sistema social que nos trata como a ganado que sólo vive para ser ordeñado y desechado cuando ya no es útil.

 Hay gente, mucha gente, que piensa que las manifestaciones no sirven para nada.  Lo que es seguro es que  son un derecho que el pueblo responsable debe ejercer. Mientras la marcha avanzaba lentamente por las calles del centro de Málaga me fijaba en las personas que tranquilamente conversaban en bares y restaurantes. No soy quien para juzgar a nadie, pero creo que cuando la situación es tan sangrante como la que ya estamos viviendo en este país se convierte en preciso desmarcarse del sistema todo lo que se pueda… pero claro, hay que querer hacerlo.

 El pueblo en la calle puede mover voluntades y derrocar gobiernos. Diez, quince mil personas en una manifestación llaman la atención, pero no dejan de ser una minoría, mientras el resto de la población permanece cómodamente en sus casitas o yendo a cenar con los amigos, fingiendo que no pasa nada, que el desempleo, los desahucios, los draconianos e inmorales recortes en sanidad y educación son cosas que les quedan muy lejos, en un universo paralelo o algo así. Sólo con una minoría protestando en las calles se autoriza tácitamente a un embustero presidente de gobierno a que diga en foros internacionales que los únicos descontentos en España son los que protestan en las calles. Estamos en un país que se queja en los bares, tomando unos chatos mientras se echa un dominó.  

 La ciudadanía debe arrebatar por propio derecho el recurso de expresarse en la calle a unos sindicatos rapaces y mafiosos que hacen uso de la reivindicación política y social para proteger sus propios privilegios haciendo demostraciones de fuerza al gobierno que les proporciona las subvenciones.

 Hay que salir a la calle, hay que protestar, salir de la anodina monotonía de las ovejas en el redil y gritar a los cuatro vientos que los partidos mayoritarios y ya ni siquiera la contrahecha izquierda unida nos representan, porque encumbran a los puestos de mayor responsabilidad en el país a sujetos por lo general incompetentes e incluso manifiestamente corruptos. Si no estamos presentes en los hechos significativos de la época que nos toca vivir ¿cómo demonios vamos a considerarnos parte de ella?

 Pero claro, resulta un problema que tanta gente considere un hecho histórico un partido Madrid-Barça.

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