lunes, 20 de agosto de 2018

VIVA LA FERIA


 Pues ya acabó la feria de Málaga, la popular feria de agosto. Menos mal.

 Las ferias no son malas, ni buenas, en sí mismas. Todo depende del talante del respetable público que las frecuente. Sin duda habrá muchos malagueños honrados y bien intencionados que hayan disfrutado de las casetas bailando, cantando, comiendo y bebiendo, lo cual está muy bien; pero también ha habido muchos malagueños (y no pocos foráneos) que han aprovechado la coyuntura para beber, beber, beber… y volver a beber, como los peces en el río del villancico, sólo que no por ver a Dios nacer y no precisamente agua.

 Ferias ha habido siempre; mercados de mucha fama en las tierras circundantes que atraían a gentes de toda condición, no sólo comerciantes. Junto con aquellos que iban a comprar y vender, frecuentemente ganado, acudían vendedores de comida y bebida, juglares, acróbatas, adivinadores, prostitutas… y ya teníamos el jolgorio montado. La feria de Córdoba tuvo su origen en uno de estos eventos  en 1284. La de Sevilla también, pero muchísimo más tarde, en 1847 (para tener tanta fama, tiene una historia muy breve).

 La feria de Málaga, sin embargo, tiene un origen un tanto más oscuro, ya que conmemora la toma de la ciudad por las fuerzas de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón en 1487. Se trata de una efemérides desgraciada, por mucho que traten de quitarle hierro, pues la toma de Málaga constituyó un episodio cruento incluso para los estándares de la Edad Media peninsular. Fernando III, rey de Castilla entre 1217 y 1252, al tomar Sevilla y Córdoba permitió que la población musulmana saliera en paz llevado todos los bienes propios que pudiesen transportar. Fue la misma suerte que sufrieron los habitantes de Antequera en 1410 y de Ronda en 1485. Era una suerte triste, sin duda, que condenaba a una vida de penurias dejando atrás el hogar; pero en Málaga fue aún peor. Los malagueños que no murieron durante el asedio fueron reducidos a la esclavitud, salvo un pequeño número de familias, afines a la facción que quiso rendir la ciudad. Supongo que la ferocidad de la resistencia de los malagueños (intento de asesinato de los reyes incluido) hizo volar cualquier rastro de piedad de los corazones de Isabel y de Fernando, pero aún así… Muertos o esclavos. No hay medias tintas.

 La ciudad se repobló con familias cristianas, como siempre se hacía. Entonces, las fuerzas vivas debieron decidir que era una buena idea conmemorar los sangrientos hechos habidos unos añitos antes. Oye, ¿habrá santos y santas para inventarse una celebración? Aparte de las ya existentes en el calendario oye, que puestos a celebrar… Pues no, el 19 de agosto, día en que el regio matrimonio hizo su triunfal entrada, fue el elegido para salir en procesión con el estandarte real que ondeó durante el asedio y los asaltos. Y se hizo todos los años, con jolgorios varios y castillo de fuegos artificiales y todo.

  Hombre, yo lo entiendo. Cuando te has metido a vivir en las casas de aquellos que murieron o fueron cargados de cadenas, cuando tu ciudad no tiene una personalidad propia porque la que había se fue con los esclavos y con los muertos y te has metido a vivir en una cáscara vacía… de algún modo hay que construirse una conciencia colectiva. “Estamos aquí porque sus católicas majestades reconquistaron la ciudad para la cristiandad  y salimos en procesión cada año para que no se nos olvide.”

 Suena de puta madre.

  ¡Pero oiga, es que toda la maldita población fue muerta o esclavizada! ¡Bah, eran moros y judíos! ¿no? ¿A quién coño le importa?

 En 1887, coincidiendo con el cuarto centenario del hecho de marras, se da un nuevo impulso al festejo y ya va pareciéndose más a una feria, con las inevitables corridas de toros también. Malpensado como soy, no puedo evitar considerar el agravio comparativo que pudo suponer el hecho de que Sevilla empezara a montar un festejo por todo lo alto en abril, unos años antes… y es que dudo que la competencia y antipatía Málaga-Sevilla date de ayer mismo.

 Debo ser idiota. La feria le gusta a todo el mundo, o casi. Toca irse a pasarlo bien, bailarse unas sevillanas, que las malagueñas son mu complicás, y echarse al coleto el fino de rigor y los taquitos de jamón y queso con el pincho de tortilla papas. Y ole, ole y ole… que somos muy salaos y ya quisieran en Sevilla tener nuestra feria, tan popular, que allí todas las casetas son privadas y si no eres socio te comes una poca…

 Y los culturetas recordando la historia… Que si la talla de la Virgen de la Victoria regalada a Málaga por los reyes, que si el escudito de la ciudad, que si el campamento de Don Fernando estaba donde hoy se encuentra la iglesia de la Victoria… Todo retratado como en una película en tecnicolor de los años cincuenta, esas en las que la sangre no se veía y los personajes no se despeinaban.

 Miren, pues a mí las quince mil personas muertas o esclavizadas me causan cierta incomodidad, lo mismo que ver el centro de Málaga convertido en un macro botellón durante la maldita semana me da ganas de vomitar. Estamos bebiendo como cosacos oiga, ¿qué celebramos?

 ¿Qué vamos a celebrar? ¡Pues que es feria!


 Pues que bien.

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