sábado, 22 de septiembre de 2018

EL EJEMPLO DE ALLENDE


A punto estaba de finalizar el año 1972 cuando el presidente electo de Chile, Salvador Allende, daba un apasionado discurso a la Asamblea de las Naciones Unidas en el que denunciaba el dominio de las corporaciones multinacionales sobre la economía mundial y su responsabilidad en la miseria de los pueblos. Nueve meses después estaba muerto. No fue algo casual. Que un gobierno de izquierda, liderado por una candidatura de abierta ideología marxista, llegase al poder mediante unas elecciones libres y no a través de la lucha armada era algo inadmisible para las grandes empresas del gigante neoliberal y para su perro de presa, Estados Unidos.

 El llamamiento de la derecha Chilena para derrocar a Allende fue claro. Diez días después de la elección de Allende el influyente empresario chileno Agustín Edwards se reunía con Nixon en la Casa Blanca y pocos días después con el secretario de estado Henry Kissinger. Se organizó una conspiración para impedir la investidura de Allende en el parlamento; la cual fracasó, probablemente en parte porque el ex presidente Frei (candidato real de la derecha) se negó a aceptar artimañas ilegítimas en el sistema democrático.  

 Un documento interno de la CIA, fechado el 7 septiembre de 1970, declaraba que Estados Unidos no tenía intereses vitales en Chile y que la existencia del gobierno de Allende no alteraba el equilibrio militar; sin embargo, insistía en el impacto psicológico que tenía, con el poder de favorecer un retroceso de la influencia de Estados Unidos y un avance las ideas marxistas. En un momento dado, las ideas pueden resultar tan preocupantes como los misiles.

 El gobierno de Estados Unidos había realizado importantes esfuerzos para desacreditar a Allende desde antes de su elección, dedicando millones de dólares a campañas en su contra a través de radio y prensa. La embajada estadounidense en Chile recibió instrucciones para evaluar las posibilidades de un golpe militar. Las conclusiones fueron desfavorables, no parecía que los militares estuviesen maduros para un golpe, así que era preciso caldear un poco el ambiente. La frase de Nixon “haremos chillar a la economía chilena” lo dice todo. Estados Unidos corta las ayudas financieras como represalia por la nacionalización de las explotaciones de cobre, el precio del cobre cae en picado, los empresarios boicotean al gobierno promoviendo paros y cierres de fábricas, Estados Unidos financia la prensa contraria al gobierno que culpa de todo a la administración de Allende,…  La crispación social es brutal, azuzada por la crisis económica.

 Indudablemente la administración económica del proyecto de Allende, el plan Vuskovic, tuvo errores estratégicos y de planificación; pero como dice el refrán, a perro flaco todo se le vuelven pulgas. Todos fueron a por él, incluida la Iglesia Católica, furiosa por las acciones que estaba llevando a cabo el gobierno en materia de educación. Finalmente fueron los militares, ya convencidos de su papel mesiánico para salvar la patria. El último traidor fue Pinochet. El Judas que Allende tenía por fiel.

 No voy a caer en el simplismo de comparar la España de 2018 con Chile en los años 70. Pero sí voy a afirmar una cosa. Un gobierno que intente oponerse a la tiranía de las corporaciones internacionales va a encontrar una oposición feroz… y posiblemente violenta (en el sentido más literal del término). Los ciudadanos y ciudadanas que defendemos posturas de izquierda  hemos de ser conscientes de que nos enfrentamos a fuerzas de poder inimaginable, que en un principio tratarán de desacreditarnos y, de no ser suficiente, no vacilarán en eliminarnos. Con solo poner un pie fuera de casa o publicar un contenido en redes sociales ya tendremos de frente a un centenar de curritos de derechas (el producto 2.0 creado por el sistema capitalista) dispuestos a ridiculizarnos o incluso a insultarnos (cuando no a partirnos la cabeza). Esta es la realidad que afrontamos. El ejemplo de Allende, resistente hasta el final con un puñado de fieles mientras los militares traidores a su pueblo lo acosaban, no puede caer en el olvido.



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