sábado, 8 de septiembre de 2018

MARÍA DE LA VICTORIA


 Hoy se ha celebrado la festividad de Santa María de la Victoria, patrona de Málaga y de un puñado de ciudades españolas e iberoamericanas. Yo no me acordaba. No llevaba la cuenta de las fiestas de guardar cuando podía considerarme cristiano, mucho menos ahora. Fui consciente de ello al sufrir algunos contratiempos por no prever un día festivo: el estanco cerrado… en fin, poca cosa, pero lo suficiente para cabrearme y de coraje, investigar un poquillo.

  Me da vergüenza (no mucha, no vayan a creerse) que habiendo sido alumno de los Maristas de Málaga y habiéndome tragado misas a espuertas en el Santuario de la Victoria, no haya sabido hasta años después que la imagen que ha tenido que quedarse sin procesionar por la amenaza de lluvia es una talla policromada tardo gótica de fines del siglo XV, de autoría desconocida, pero probablemente de un maestro germano, lo cual no es tampoco una deducción digna de Sherlock Holmes ya que si fue un regalo del Archiduque de Austria Maximiliano (aún no era el emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico) a su consuegro Fernando de Aragón es razonable pensar que no se fuera a adquirir la talla más allá de las fronteras de su tierra, que en ésta ya las habría suficientes y dignas de un rey.

  Cuenta la tradición que Fernando, como buen rey cristiano, tenía un oratorio en su tienda de campaña (imaginen las dimensiones de la misma) mientras el combinado castellano-aragonés asediaba Málaga. Instaló la imagen de la Virgen en el mismo y también según la tradición, soñó con un anciano que a los pies de la Virgen, rogaba para que los cristianos se alzaran con la victoria. Mientras el rey soñaba, entraban en el campamento doce frailes de la orden de los Mínimos (un ala radical de los Franciscanos, que practicaba el eremitismo). Iban a pedir el permiso real para hacer algo de proselitismo, pero ya puestos, conminaron a los reyes a no levantar el sitio (como si éstos hubieran tenido intención de hacerlo) pues en tres días caería la ciudad y así fue.

  Estas historietillas, sin duda, constituían parte de la salsa con que las buenas gentes sobrellevaban sus vidas anodinas en una época en que no existía el Sálvame de Luxe. Las historietas de reyes con sueños píos en vísperas de una victoria son prácticamente tan antiguas como la misma Iglesia (recordemos al emperador Constantino, cuyo fervor cristiano era tan profundo como un charco, soñando con la cruz en vísperas de la batalla del Puente Milvio). No sabemos si Fernando era tan fervoroso como su señora Isabel (que no paraba de rogar a los soldados que orasen pidiendo la rendición de la ciudad, como si el hambre y otras penurias de los sitiados no bastasen para ello); pero, en cualquier caso, era un oportunista de primera magnitud consciente del valor propagandístico de una buena historia con tintes piadosos.  Para todo buen cristiano quedó probado que la Virgen María había intercedido para la victoria de los adalides de la verdadera religión frente a la secta mahometana.

  Con mi perversa imaginación, no he podido evitar visualizar a María intercediendo por los ejércitos cristianos allá en las estancias celestiales. María, como toda madre sufrida, tiene serias dificultades para  decir que no a nada, así que intercede por la empresa de los reyes, aunque no acabe de verlo claro; así que se va en busca del triumbirato celestial y encuentra primero al Hijo, a Jesús, que siempre está más a mano, ya que es sabido que Padre y Espíritu Santo son más esquivos y difíciles de ver.

  -Oye, hijo. A ver si os reunís y hacéis algo por estos pobres cristianos que llevan ya una burrada ahí sitiando y los moros no se rinden.

  Jesús, que desde cierto episodio con una boda en la que al parecer los invitados no estaban lo suficientemente borrachos se encuentra ya prevenido ante las peticiones excéntricas de su madre, la mira con cierto fastidio.

  -No me extraña que no se rindan-replica-sólo van a perder vida y haciendas.

  Lanza una mirada desde sus alturas celestiales y el panorama no puede ser más desolador. Los ejércitos cristianos al límite de su resistencia, diezmados por los feroces combates y por una epidemia de peste. Los sitiados famélicos, hundidos en la más atroz desesperanza de saberse abandonados por todos. Alí Dordux negociando la rendición mientras Hamed el Zegrí sube a Gibralfaro con los últimos gomeres para ofrecer una resistencia efímera.

  -Mira, mamá-dice Jesús tristemente-no va a hacer falta. A esto le quedan dos telediarios.

  La idea de una María de Nazaret que intercede por semejante crimen de lesa humanidad es para hacer estallar cualquier cabeza.

  La imagen regalada por el futuro emperador del Sacro Imperio pasó a ser conocida como Santa María de la Victoria, pues es esa victoria lo que cimentó la conciencia colectiva de la nueva ciudad que surgió sobre las cenizas de la vieja y la reforzó el sostén de algo tan potente para las mentes de las gentes sencillas como una advocación mariana. Sin embargo no será hasta 1867 que el papa Pío IX la declare de manera oficial patrona de toda la Diócesis de Málaga y hasta 1943 no será coronada por el nuncio papal. Las leyendas religiosas surgen veloces como una llamarada, pero los asuntos de palacio, van despacio.

 Hoy la imagen de Santa María de la Victoria no ha podido procesionar y lo lamento de corazón por aquellas personas que encuentran consuelo, esperanza o simple disfrute en estas muestras de religiosidad. Por lo que a mí respecta, una talla del siglo XV debería estar en un museo.


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