Cuando publiqué el artículo “Renegar de la
herencia andalusí” hubo una serie de personas que, por sus comentarios,
parecieron cuando menos molestas ante mi afirmación de que quien más quien
menos, tendría en este país algún antepasado que habría rezado cinco veces al
día postrándose en dirección a la Meca. Hubo un señor que esgrimía el argumento
de que los malagueños de hoy tenemos ancestros asturianos y castellanos,
para conjurar la posibilidad de que algún tatatatatatatatatatarabuelo, con
cerca de ocho siglos de historia de Al Ándalus a las espaldas de esta piel de
toro, hubiese profesado la Fe de Islámica. Perplejo me quedé, pero como citaban
un estudio con pinta de serio quise prestarle algo de atención… y hoy expongo
mis conclusiones.
El estudio, sobre los patrones genéticos de
diferentes poblaciones de la Península Ibérica, se ha llevado a cabo por las
universidades de Oxford y Santiago de Compostela sobre una muestra de 1413 españoles
(una muestra un tanto pequeña sobre una población de más de 40.000.000 de
individuos) de todo el territorio, con una fecha de nacimiento cercana a 1940 “para evitar el sesgo de los movimientos de
población debidos al desarrollo económico de los años 60”, según reza el
artículo de la Opinión de Málaga que se refiere al estudio de marras. Vaya… a que va a ser que las personas de veinte
y pocos años no emigraron en los 60 para trabajar en Madrid, Barcelona,
Valencia… Sin comentarios. No hemos de olvidar que el estudio se ha publicado
en pre print, esto es, aún no ha sido
revisado por otros expertos ajenos a la investigación para que puntualicen o
cuestionen lo que crean conveniente.
Sea como fuere, los resultados arrojan que los
rasgos genéticos más o menos comunes se distribuyen en franjas de norte a sur (mapa) lo cual no tiene nada de particular y concuerda con un proceso de repoblación a
lo largo de la Edad Media a medida que los andalusíes perdían terreno y
castellanos, aragoneses, portugueses… ocupaban las tierras de nadie que iban
quedando. En nuestra provincia confluyen dos áreas de influencia con predominio
del elemento castellano y asturiano, sin embargo se detecta la presencia de ADN
procedente del norte de África en Málaga y Granada (las últimas zonas de Al Ándalus) y otras partes de Andalucía.
Entonces, aquí en Málaga abunda el ADN
asturiano y castellano, sí, pero también aparecen trazas significativas de ADN
norteafricano y esto puede incomodar a los que se rasgan las vestiduras
profiriendo que los españoles somos todos descendientes de godos, del mismo
modo que Serrano Suñer se empeñaba en enfatizar el carácter germánico de los
españoles (con despliegue de excavaciones arqueológicas y estudios “científicos”)
ante la visita a España de Heinrrich Himmler, líder de las SS (la historia de
este despropósito está descrita en paneles en la sección arqueológica del
magnífico Museo de Málaga).
Miren ustedes, si nos hiciésemos un estudio
genético completo los resultados serían sorprendentes. Yo, con mi tez cetrina,
cabellos negros y ojos oscuros tendría que ser muy necio para negar unas
gotitas por lo menos de sangre bereber… pero por otra parte algún lejano
ancestro mío podría ser sueco, o italiano, o ruso. Es una experiencia que ya
han tenido muchas personas (no pocas de ellas obsesos de la pureza de la raza
que se han llevado el chasco de su vida). Somos mestizos. Todos y todas. La afirmación
“los malagueños descendemos de asturianos y castellanos” es una necedad. Si
hiciéramos un estudio genético a todos los malagueños las influencias serían
tan variadas e intrincadas como las estrellas que iluminan el cielo.
Y querer convencerse de que entre mis
ancestros no puede haber musulmanes es racismo combinado con una ignorancia
supina (que es una de las componentes del racismo), pues el musulmán que en el
siglo XII rezaba a Alá al sur del Duero era tan descendiente de hispanorromanos
como el cristiano que iba a misa en Astorga. La fe no va impresa en el ADN.
Y aquí en Málaga se expulsó y esclavizó a la
mayoría de habitantes musulmanes, sí, pero en los campos y alquerías quedaron
muchos que se cristianizaron y se diluyeron entre la población.
Somos asturianos y castellanos, sí, pero también andalusíes.
Eso es España, por mucho que pese a los de
siempre.
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