Me apetece dedicar unas líneas a este
magnífico largometraje dirigido en 1957 por Sídney Lumet e interpretado
magistralmente por Henry Fonda y una excelente cohorte de secundarios cuyos
nombres no nos dirían mucho, pero cuyos rostros resultarán familiares a los
aficionados al cine de la época dorada de Hollywood. También existe una versión
española muy recomendable de 1973, emitida por Televisión Española en aquel
gran programa de obras dramáticas que fue Estudio 1 y que contó con lo
mejorcito de la escena de este país. No es
algo casual escribir sobre esta película, puesto que la he utilizado en dos ocasiones en este mes para
realizar sendos cine fórums, uno en la Escuela del Voluntariado y el otro ayer
mismo en la Comunidad Terapéutica, aprovechando la salida de fin de semana y
que había poquitos usuarios en la casa. Ambos han sido ricos en cuanto a comentarios
y en lo que esta película suscita en las personas que la ven con un mínimo de
disposición a dejarse envolver por ella.
La trama no puede ser más simple: un jurado de
doce hombres debe emitir un veredicto en un juicio por homicidio. El acusado es
un joven de dieciocho años de extracción humilde y ya con un historial
delictivo a cuestas. Se le acusa de haber apuñalado a su padre durante una riña.
Todo parece incriminarle: pruebas, testimonios… Un veredicto de culpabilidad
(que debe ser por unanimidad, ya que si no se alcanza tal el jurado se
declararía nulo y el proceso volvería a empezar) llevará al muchacho
directamente a la silla eléctrica. La existencia de una “duda razonable” sobre
la culpabilidad del muchacho debe arrojar un veredicto de inocencia. Todo
parece muy claro y parece que el veredicto de culpabilidad será rápido, pero en
la votación preliminar el jurado número 8 (Henry Fonda) vota inocente, pues
tiene serias dudas sobre la culpabilidad del acusado ante ciertas imprecisiones
que ha ido detectando en el proceso. A partir de ahí surgirá un denso debate en
el que los diferentes miembros del jurado (una colección de tipos absolutamente
dispares) pondrán sobre la mesa quizá más de lo que quisieran sobre ellos
mismos, sobre sus valores, sobre todo lo que son…
A pesar de que la práctica totalidad de la película transcurre dentro de una
claustrofóbica sala de deliberaciones, no se hace aburrida en absoluto. La
tensión es enorme: hace calor, fuera estalla una tormenta y el ambiente es cada
vez más oscuro y agobiante a medida que la discusión se acalora (y llega a
acalorarse mucho). Lo de menos es la trama, lo que importa es el modo en que
los personajes se comportan, eso es lo que puede llegar a movernos a una seria
reflexión personal si aceptamos el reto de preguntarnos sobre cuál es el
personaje con el que más nos identificamos, quizá no de manera absoluta, pero
sí en momentos cruciales de nuestras vidas.
Esta película se ha utilizado en cursos de
psicología social para representar un caso de influencia de una minoría sobre
una mayoría y como tal resulta inigualable, pero también se le puede sacar
mucho jugo desde la perspectiva de los valores humanos y las actitudes que
éstos sustentan. He tenido la ocasión de comprobarlo. Para un cine fórum
formativo no hay que usar bodrios sensibleros, hay que utilizar buenas
películas y esta es una gran película que recomiendo encarecidamente y aquí les
dejo, pues está colgada íntegramente en Youtube, al igual que otros grandes
clásicos del cine, ¡así que ya no hay excusa para no ver una buena peli la
noche del sábado! Disfrútenla.