sábado, 5 de mayo de 2012

MARCO DIDIO FALCO (Continuación de Romanorum Vita)


 Aprovecho para recomendar la lectura de una serie de libros que me han enganchado. Siendo dos de mis géneros favoritos la novela histórica y las historias de detectives (recuérdese mi devoción por Sherlock Holmes) un libro que los conjugase me habría de enloquecer y así ha sido. La autora británica Lindsay Davis ha conseguido subyugarme con su serie sobre Marco Didio Falco, un investigador que vive sus aventuras en la Roma regida por el emperador Vespasiano, en el mismo periodo recreado por la exposición “Romanorum Vita”.

 Falco es lo que en Roma se llama “informante”: una especie de detective que lo mismo reune pruebas para pleitos privados, que investiga asesinatos o realiza delicadas misiones para el emperador; lo cual, dada su condición de republicano convencido, le genera no pocos conflictos internos que son rápidamente resueltos por su necesidad de cobrar, ya que Didio Falco, aparte de tener que pagar el alquiler del cuchitril donde vive y sobrevivir, tiene que auxiliar a su familia, formada por su madre (que le critica si piedad) y una pléyade de hermanas insufribles casadas con completos imbéciles y cargadas de niños. Él es el cabeza de familia, el paterfamilias, al menos formalmente, ya que nadie le hace ni puñetero caso. Tan penosa carga cayó sobre él por dos motivos: uno, su padre puso pies en polvorosa siendo él niño para fugarse con una pelirroja; dos, su hermano mayor, Didio Festo (un completo sinvergüenza, tan mujeriego y juerguista como Falco, pero sin el punto de ética y sentido de la justicia de éste) no tuvo mejor ocurrencia que, siendo legionario, dejarse matar en Judea. Falco hace lo que puede. Siempre anda escaso de dinero. Esmaracto, su casero, le acosa sin piedad e incluso ha de sufragar gastos de algún churumbel que su hermano dejó  por ahí.

 Aparte de su pintoresca familia hay tres personas significativas en la vida de Falco: un amigo, un enemigo y una mujer, como no podía ser de otra manera.

 El amigo es Petronio Longo, capitán de la Cuarta Cohorte de Vigiles (antiguo cuerpo policial de Roma) asignada al Aventino, el barrio en el que ambos crecieron. Un barrio duro. Fueron compañeros de tienda cuando ambos sirvieron en la Segunda Legión Augusta, en Britania. Un tipo grandote y afectuoso, de fiar.

 El enemigo es Anácrites, jefe del servicio secreto de Vespasiano, un tipo sinuoso y embustero al que Falco considera un inútil y que no vacila en servirse de él o en encarcelarle, según convenga.

 La mujer es Helena Justina, de familia aristocrática, valiente, obstinada e inteligente, además de bella. Su relación con Falco será sorprendente e inesperada.

 Bajo la pluma de Davis la procesión de personajes principales y secundarios cobra vida y se torna tan cercana y creíble como nuestro vecino de abajo, todo contra el fondo de una Roma colorida, fascinante, sórdida y peligrosa. Aunque habrá también otros escenarios, como los sombríos bosques de Germania o los abrasadores yermos de la Arabia Pétrea. En cualquier caso Falco no es un héroe, al menos no un héroe al uso, sino un tipo con problemas, con contradicciones, con miedos, con vicios… pero también con un mínimo de vergüenza, que es lo que le impide precipitarse en el abismo dentro de una sociedad corrupta.  No es más que un ser humano. Dos mil años antes o después… no hay nada nuevo bajo el sol.

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