Aprovecho para recomendar la lectura de una
serie de libros que me han enganchado. Siendo dos de mis géneros favoritos la
novela histórica y las historias de detectives (recuérdese mi devoción por
Sherlock Holmes) un libro que los conjugase me habría de enloquecer y así ha
sido. La autora británica Lindsay Davis ha conseguido subyugarme con su serie
sobre Marco Didio Falco, un investigador que vive sus aventuras en la Roma
regida por el emperador Vespasiano, en el mismo periodo recreado por la
exposición “Romanorum Vita”.
Falco es lo que en Roma se llama “informante”:
una especie de detective que lo mismo reune pruebas para pleitos privados, que
investiga asesinatos o realiza delicadas misiones para el emperador; lo cual,
dada su condición de republicano convencido, le genera no pocos conflictos
internos que son rápidamente resueltos por su necesidad de cobrar, ya que Didio
Falco, aparte de tener que pagar el alquiler del cuchitril donde vive y
sobrevivir, tiene que auxiliar a su familia, formada por su madre (que le
critica si piedad) y una pléyade de hermanas insufribles casadas con completos
imbéciles y cargadas de niños. Él es el cabeza de familia, el paterfamilias, al menos formalmente, ya
que nadie le hace ni puñetero caso. Tan penosa carga cayó sobre él por dos
motivos: uno, su padre puso pies en polvorosa siendo él niño para fugarse con
una pelirroja; dos, su hermano mayor, Didio Festo (un completo sinvergüenza, tan mujeriego y juerguista como Falco, pero sin el punto de ética y sentido de
la justicia de éste) no tuvo mejor ocurrencia que, siendo legionario, dejarse
matar en Judea. Falco hace lo que puede. Siempre anda escaso de dinero.
Esmaracto, su casero, le acosa sin piedad e incluso ha de sufragar gastos de
algún churumbel que su hermano dejó por
ahí.
Aparte de su pintoresca familia hay tres
personas significativas en la vida de Falco: un amigo, un enemigo y una mujer,
como no podía ser de otra manera.
El amigo es Petronio Longo, capitán de la
Cuarta Cohorte de Vigiles (antiguo cuerpo policial de Roma) asignada al
Aventino, el barrio en el que ambos crecieron. Un barrio duro. Fueron
compañeros de tienda cuando ambos sirvieron en la Segunda Legión Augusta, en
Britania. Un tipo grandote y afectuoso, de fiar.
El enemigo es Anácrites, jefe del servicio
secreto de Vespasiano, un tipo sinuoso y embustero al que Falco considera un
inútil y que no vacila en servirse de él o en encarcelarle, según convenga.
La mujer es Helena Justina, de familia
aristocrática, valiente, obstinada e inteligente, además de bella. Su relación
con Falco será sorprendente e inesperada.
Bajo la pluma de Davis la procesión de personajes
principales y secundarios cobra vida y se torna tan cercana y creíble como
nuestro vecino de abajo, todo contra el fondo de una Roma colorida, fascinante,
sórdida y peligrosa. Aunque habrá también otros escenarios, como los sombríos
bosques de Germania o los abrasadores yermos de la Arabia Pétrea. En cualquier
caso Falco no es un héroe, al menos no un héroe al uso, sino un tipo con
problemas, con contradicciones, con miedos, con vicios… pero también con un
mínimo de vergüenza, que es lo que le impide precipitarse en el abismo dentro
de una sociedad corrupta. No es más que
un ser humano. Dos mil años antes o después… no hay nada nuevo bajo el sol.
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