Como buen aficionado a la historia, soy un amante de los museos. Entiendo que al común de los mortales les resulten aburridos, pero para mí tienen algo especial. Ver los objetos antiguos en sus vitrinas, los mapas, los dioramas y maquetas que representan enclaves decisivos de una época determinada... todo ello me permite asomarme al pasado y entender, al menos un poco, las vidas de las personas que vivieron siglos antes que yo y que en general lo hicieron todo lo bien que sus circunstancias les permitieron. Personas condicionadas por su época, lo mismo que lo estamos usted y yo.
La historia del Imperio Romano me interesa particularmente, sobre todo el periodo que va desde las Guerras Púnicas, en las que se consolida como la gran potencia del Mediterráneo entre los siglos III y II antes de Cristo, hasta el siglo III después de Cristo, cuando la decadencia del Imperio comenzó a ser notoria e imparable. Seiscientos años absolutamente fascinantes, sobre todo por lo semejante que llegó a ser la sociedad romana a la nuestra. Ciudades superpobladas en las que la especulación del suelo llegó a ser galopante, en las que las clases populares se apiñaban en grandes manzanas de apartamentos llamadas insulae. Una sociedad marcada por la evolución y la descomposición de la clase política, por las crisis económicas, por la inflación... Una sociedad amante de los espectáculos y de los placeres... En fin, ¿qué más se puede decir?
Para mí hubo un libro que detonó mi enamoramiento de la historia de Roma y se titula justamente así: "Historia de Roma". Su autor fue el periodista y escritor Indro Montanelli y el libro fue al principio publicado por entregas en el dominical del Corriere de la Sera. Este libro, junto con "Historia de los Griegos", del mismo autor, constituyen un maravilloso medio de acercar la Antigüedad Clásica al lector curioso. Montanelli consigue que personajes que en colegio nos llegaban acartonados como César Augusto, Pompeyo, Cicerón o el mismo Julio César bajen de sus pedestales y aparezcan como los seres de carne y hueso que fueron. Pero más allá de la historia de los grandes nombres y los grandes hechos está la intrahistoria que decía D. Miguel de Unamuno, la historia de la vida a pie de calle. Eso lo retrata magistralmente Montanelli y es lo es lo que refleja la exposición "Romanorum Vita" (o "La Vida de los Romanos", que para poco más me dio el latín del bachillerato). La exposición, que visité con mi hija hace pocos días, nos traslada a una calle de una ciudad romana por la que podemos deambular, ver, oír y oler, para luego acceder a una vivienda de clase acomodada, una domus. La época: la segunda mitad del siglo I después de Cristo.
Les invito encarecidamente a visitar la exposición, estacionada en Málaga hasta junio. La visita es muy breve, pero con un poco de imaginación nos permite trasladarnos en el tiempo. Me gustó mucho sentarme en las gradas que recrea la exposición e imaginarme en el foro de la ciudad, la plaza pública en la que era imprescindible estar si uno quería enterarse de los últimos chismes o escuchar el discurso del enésimo candidato a una magistratura antes de ir a tomar un refrigerio en alguna tabernae o de pasar la tarde en las termas.
Sí, imaginación me sobra. Cada loco con su tema.
http://www.romanorumvita.com/
Para mí hubo un libro que detonó mi enamoramiento de la historia de Roma y se titula justamente así: "Historia de Roma". Su autor fue el periodista y escritor Indro Montanelli y el libro fue al principio publicado por entregas en el dominical del Corriere de la Sera. Este libro, junto con "Historia de los Griegos", del mismo autor, constituyen un maravilloso medio de acercar la Antigüedad Clásica al lector curioso. Montanelli consigue que personajes que en colegio nos llegaban acartonados como César Augusto, Pompeyo, Cicerón o el mismo Julio César bajen de sus pedestales y aparezcan como los seres de carne y hueso que fueron. Pero más allá de la historia de los grandes nombres y los grandes hechos está la intrahistoria que decía D. Miguel de Unamuno, la historia de la vida a pie de calle. Eso lo retrata magistralmente Montanelli y es lo es lo que refleja la exposición "Romanorum Vita" (o "La Vida de los Romanos", que para poco más me dio el latín del bachillerato). La exposición, que visité con mi hija hace pocos días, nos traslada a una calle de una ciudad romana por la que podemos deambular, ver, oír y oler, para luego acceder a una vivienda de clase acomodada, una domus. La época: la segunda mitad del siglo I después de Cristo.
Les invito encarecidamente a visitar la exposición, estacionada en Málaga hasta junio. La visita es muy breve, pero con un poco de imaginación nos permite trasladarnos en el tiempo. Me gustó mucho sentarme en las gradas que recrea la exposición e imaginarme en el foro de la ciudad, la plaza pública en la que era imprescindible estar si uno quería enterarse de los últimos chismes o escuchar el discurso del enésimo candidato a una magistratura antes de ir a tomar un refrigerio en alguna tabernae o de pasar la tarde en las termas.
Sí, imaginación me sobra. Cada loco con su tema.
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