Mi profesora de inglés (la mejor que he tenido en todos mis años) nos ha contado hoy en clase la leyenda urbana más delirante que he escuchado nunca. Resulta que Hello Kitty, esa gata cursi y almibarada que se convertido en un icono más popular que el Che Guevara, Marilyn y el Smile juntos y elevados al cubo, es fruto de un pacto con el Diablo. Así, como suena. Esta es la leyenda urbana que circula por los sombríos rincones de internet:
En 1974, la hija de la diseñadora Yuko Shimizu estaba en trance de morir a causa de un dolorosísimo cáncer de boca que los médicos se veían impotentes para tratar, habiéndose resignado ya a esperar el fatal desenlace. Shimizu, desesperada, echó mano como último recurso de las ciencias ocultas y como todo le fallara terminó acudiendo a los cultos satánicos. Mediante un arcaico ritual invocó la presencia del Maligno y le ofreció a cambio de la recuperación de su hija crear un símbolo universal que le representara por todo el mundo, que le permitiera entrar en todos los hogares y en todas las mentes. El Diablo curó a la hija de Shimizu y ésta se sacó de la manga (por no mentar otra parte) a Hello Kitty. Como recordatorio del pacto por el cual nació la criatura está la ausencia de boca en su rostro.
Cuando uno se echa a la cara a la gata de marras… satánica, lo que se dice satánica, no parece. La leyenda cita que la palabra “kitty” en chino significa “diablo”. “Kitty” a chino, lo que se dice a chino no suena. Recuerda más bien a la voz inglesa “kitten” que, casualmente, significa “gatito/a”. También dice la leyenda que un año después de la milagrosa curación, madre e hija desaparecieron de la faz de la tierra y nunca más han sido vistas. De la hija nada he podido encontrar, pero shimizu está afincada hoy día en Nueva York, diseñando nuevos horrores animales, en este caso un horrendo bull dog francés que parece un refrito de la gata. Juzguen ustedes.
Curiosamente en Nueva York vive una artista que se llama exactamente igual y que realiza unas interesantes láminas a caballo entre la pintura tradicional japonesa y el “pop-art”. Esta otra Yuko Shimizu dedica mucho esfuerzo a dejar claro que ella NO es la creadora de “Hello Kitty”. La comprendo.
Si algo de sobrenatural tiene la gata en cuestión es la capacidad para hacer ganar pasta a la empresa propietaria de los derechos desde el principio (y es que la gata es casi tan vieja como yo, pero se conserva mejor): Sanrio. La empresa gana unos 250.000.000 de euros anuales sólo en licencias para la fabricación de merchandising diverso con el vomitivo animalito. Es como vender tabaco, un negocio redondo, sólo que en lugar de secar pulmones y arterias se secan mentes infantiles (y no tan infantiles). Y si no vean las razones que da Yuko Yamaguchi (la actual diseñadora) al hecho de que Kitty no tenga boca:
“Es para que la gente que la mire pueda proyectar sus propios sentimientos en ella, ya que tiene una cara inexpresiva. Kitty parece feliz cuando la gente es feliz. Parece triste cuando la gente está triste. Por esta razón psicológica pensamos que ella no debía estar ligada a una emoción y por eso no tiene boca”.
Creo que lo del cáncer de la hija de Shimizu y el pacto con el Diablo me daba menos escalofríos. ¿Imaginan a los depresivos del mundo sintiéndose un poco mejor porque Kitty está deprimida igual que ellos?
Hello Kitty tiene chorrocientas líneas de juguetes, adorna camisetas, monederos, libretas, bolsos, gorras, llaveros, jets privados, guitarras eléctricas Fender Stratocaster… está metida hasta el tuétano en la cultura popular, provoca comportamientos de compra compulsiva y hasta fanática entre personas de muy diversa índole. Incluso prestó su imagen a una edición de tarjetas de débito que Master Card emitió para que las niñas aprendiesen a comprar…
¿Será demoníaca después de todo?
¡¡Muy bueno!! Me ha gustado mucho, pero quiero aportar un poco más de información:
ResponderEliminarhttp://alt1040.com/2012/05/hello-kitty-ya-tiene-su-linea-aerea
Sé de uno que seguro que no va a reservar ningún vuelo en esta "satánica" línea aérea, jejeje...
¡Ay, coño! Es lo que me quedaba por ver. ¡Si hasta las azafatas parecen de plástico!
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