domingo, 28 de octubre de 2012

LAS GLORIAS DE ANITA BOTELLA


 Anita Botella empezó su carrera ganando plaza por oposición en el  Cuerpo de Técnicos de Información y Turismo,  una estructura administrativa heredada del franquismo, luego fusionada con el Cuerpo Superior de Administradores  Civiles del Estado. En este cuerpo también inició su carrera otra ilustre personalidad la vida política española: Esperancita Aguirre. Si tomamos como referencia dos personajes de tal calibre cabe suponer que este cuerpo sea un hatajo de niños y niñas bien hijos del enchufe y colocados a dedo en sus bonitos despachos. Anita Botella pasó varios años saltando  de un  ministerio a otro como un piojo salta de una cabeza a otra. Esto no la diferencia de otros miembros de la casta privilegiada del sistema, pero quiso el Altísimo que su maridito, surgido de las filas de la derecha más rancia, retrógrada y oscura, alcanzara la presidencia del gobierno. En 2003 Anita, un año antes de que su marido dejase de ser jefe de gobierno, fue elegida concejala del ayuntamiento de Madrid y nombrada segunda teniente de alcalde. En las elecciones municipales de 2007 era la número dos en la lista del PP en Madrid y volvió a ser concejal y segunda teniente de alcalde. Cuando Ruiz Gallardón fue designado ministro de justicia y dejó la alcaldía su vice alcalde, Manuel Cobo, sólo estuvo al frente del ayuntamiento cinco días, pues una apretada votación en el pleno (31 votos de 55) le dio la alcaldía a doña Anita.

 Sin duda alguna, atribuir tan meteórica ascensión de esta buena señora a cualquier factor que no sean sus propios méritos sería de muy mal gusto por mi parte. La influencia de su marido en el partido y en las altas instituciones del Estado, evidentemente, no tiene nada que ver.

 Por otra parte, una cosa es cierta: doña Anita Botella es un auténtico primor, un encanto de persona con la que te encantaría irte de cañas. De muestra, varios botones.

 En 2010, siendo doña Anita concejala de medio ambiente, Madrid superó los límites medios de contaminación fijados por dióxido de nitrógeno y ozono que marca la Unión Europea y los límites sobre partículas en suspensión (aunque dentro de la legalidad) superaron los límites recomendados por la OMS. La señora concejala declaró que para ajustarse a los límites marcados habría que reducir el tráfico en el casco urbano un 50% y eso no es posible. La medida tomada fue desplazar los equipos medidores del centro urbano a la periferia. ¿Engaño? ¿Fraude? ¡No! Se explicó que el cambio de ubicación de los equipos se llevaba a cabo para adaptar la red a las normas europeas (¡¡¡¿¿¿???!!!) ¿No detectan cierto cachondeíto irónico?

 En febrero de 2012 el ayuntamiento de Madrid reformó la ordenanza de limpieza y gestión de residuos implantando multas de 750 euros para las personas que hurguen en los contenedores de basura. La declaración de la alcaldesa al respecto fue para mármol: “Yo me niego a vivir en una sociedad en la que tenga que aceptar que hay personas que van a rebuscar en la basura para comer”. Por supuesto señora alcaldesa, lo mejor es crear una sociedad en la que no haya que afrontar tales realidades creando mecanismos eficaces para ocultarlas y que no afeen el paisaje.

 A propósito, ¿recuerdan las declaraciones de esta buena señora  comparando a las personas con peras y manzanas a propósito del matrimonio homosexual? Todo un ejemplo de fluidez verbal.

 Pero el remate de los tomates pude leerlo en la prensa digital hace pocos días. El ayuntamiento de Madrid ha establecido una serie de requisitos para poder ser taxista en esta ciudad, mínimos en el vestir (no llevar pantalón corto, chándal, sandalias,  zapatillas de deporte…), tener el título de secundaria obligatoria, certificado de buena conducta que demuestre la no comisión delitos en los dos años anteriores… A mí nunca me ha incomodado un taxista en tenis, pero ya se sabe… yo me pongo zapatos de vestir sólo por severos imperativos externos. Lo auténticamente grave es que se mantiene el veto a las personas con enfermedades infecto contagiosas, pues ya sabe que a las alturas de finales de 2012 el cólera, el dengue, la fiebre amarilla, la peste bubónica, la tuberculosis, la fiebre tifoidea y la rabia campan por España como Pedro por su casa y los taxistas pueden ser un grave factor de contagio (igual doña Ana cree que la medicina apenas a avanzado desde los tiempos de Isabel la Católica). En la práctica las personas vetadas serán las portadoras del VIH y la hepatitis C y me pregunto cómo teme exactamente doña Anita que un taxista seropositivo pueda contagiar a sus clientes.  Esta mujer está fuera de la realidad. Se ha inventado una paralela, que le viene bien sólo  a ella y a los de su ralea.

 Rogando por una pronta dimisión por el más elemental sentido del pudor, les dejo este vídeo en el que podemos apreciar la talla política y dialéctica de doña Ana Botella. Juzguen ustedes mismos.


miércoles, 24 de octubre de 2012

ER METÁLICO DE LA PANTOJA


 El sufrido lector, si acostumbra a compartir mis delirios en este blog, sabrá que no soy asiduo de los mal llamados programas “del corazón”. Mi esposa sí que lo es y ayer, mientras yo escribía en el portátil la entrada sobre el primer cumpleaños de “Predicando en el Desierto” ella estaba viendo “Sálvame”, como tantas otras tardes en las que yo también miro a la pantalla de la tele desde el sofá por el rabillo del ojo. En este caso se emitían imágenes del juicio por el caso “Malaya” y a pesar de que ver a una celebridad como Isabel Pantoja sentada en una sala de juicios despierta un morbo innegable, debo admitir que el documento tenía cierto valor periodístico, aunque fuese para ver el cinismo de la buena señora negándose a declarar ante el fiscal y afirmando ante el juez que ella tiene habitualmente “musho” metálico en su casa, tanto como para soltar 300.000 eurazos para comprar una vivienda, así, a tocateja. Sólo quien tiene mucho dinero negro que ocultar guarda semejante pastizal fuera de un banco y la buena señora va y suelta semejante perla en un juzgado y se queda tan ancha. Luego, para más INRI tiene la desfachatez de encararse a su salida del juzgado (escoltada por dos agentes de la Guardia Civil) con una mujer que la increpaba tildándola de ladrona entre la pléyade de curiosos y fans que se agolpaban  por allí. Doña Isabel se plantó ante la mujer sosteniéndole la mirada con gesto arrogante y retándola a que se lo repitiera mirándola a la cara. Un gesto muy dramático, propio de una consumada actriz con mucho aplomo,  mucha mala leche y muy poca vergüenza.

 Departía yo esta mañana sobre esta y otras cuestiones con mi asesora personal en  estos temas, maravillándonos de que se den situaciones de esta categoría. Una de mis conclusiones es que son este tipo de personajillos los que dan mala imagen a un país. Un patán como Julián Muñoz (que ni siquiera sabe vestir un traje sastre como es debido, pues es cosa sabida que un pantalón debe caer dos dedos por debajo del ombligo y no dos dedos por debajo de los pezones, como él acostumbra a llevarlos) se forra gracias a sórdidos chanchullos urbanísticos, abusando de su poder político y juega al señorito andaluz que se enamora de  la folclórica, como en una mala película de Benito Perojo. El patán derrocha a manos llenas para tener como una reina a su enamorada y todo para terminar ambos al cabo de los años sentados en el banquillo, él con bastantes kilos menos y cara de circunstancias, ella sin arreglar para dar mucha pena (treta burda donde las haya), después de haberse creído que eran reyes de una Marbella que cuyo nombre Jesús Gil ya arrastró por el fango y que ellos y los de su ralea terminaron de esquilmar y avergonzar ante el mundo.

 Sin embargo, lo auténticamente vergonzoso es que esta mujer siga teniendo sus seguidores y no se la condene  a la exclusión de la vida pública como el  mal ejemplo que es, por muy buena artista que sea, que lo será para quien  le guste. En este país en que los adalides de la cultura del pelotazo nos han empobrecido a todos los que tenemos que vivir de una nómina o de un pequeño negocio, una folclórica arribista, madre de un holgazán se convierte en heroína de folletín. Sin embargo una heroína de folletín que se precie no tiene el armario lleno de kilos de billetes, como un traficante de drogas o un mafioso chino cualquiera. Eso la convierte en un personaje decididamente feo, soez e insultante para una España en que la pobreza material se extiende como una insidiosa mancha de aceite. ¿Llegaremos a verla en la cárcel?

 Yo diría que no.

martes, 23 de octubre de 2012

UN AÑO PREDICANDO EN EL DESIERTO

 Hoy se cumple un año desde que empecé a escribir en este blog. Aún no sé por qué lo hice. Simplemente me apetecía y me dio la gana.   Hay quien me ha dicho que con mis artículos  invito a pensar y otros que con mis artículos les aburro. Lo primero resulta halagador. Lo segundo resulta inevitable. Yo me contento con ser un simple testigo de la época en la que me ha tocado vivir y compartir mis impresiones con aquel que quiera leerlas.

 Cada persona que me lee me hace feliz. Estoy seguro de que no todas las veces que se ha abierto mi blog en este año ha desembocado en una lectura completa, pero me consta que muchas de ellas sí y con eso es con lo que me quedo. Es algo que me hace sentir muy bien y más aún cuando alguien ha considerado algunas de mis entradas lo suficientemente significativa como para compartirla con otras personas.

 Sin embargo, me desagrada el hecho de que últimamente la mayoría de mis entradas están adoptando un tono bastante sombrío, ya que me estoy refiriendo a temas de  la actualidad social y el tema está francamente mal.  Ya veremos cómo sigue evolucionando. Evolucionará conmigo y creo que seguirá siendo agradable sentarme a escribir durante un año más… a ver qué pasa,

 Quiero agradecer a todos los que en alguna ocasión me han leído, el hecho de al menos haberme dado una oportunidad. A los que me leen con cierta frecuencia, que algunos y algunas  hay… Bueno a ellos y a ellas les dedico este año de “Predicando en el Desierto”, el que viene y todos los que vengan mientras el cuerpo aguante.  Eso siempre que el mundo no se acabe en diciembre. Ya saben lo del calendario maya…

 Muchas, muchísimas gracias, a todos y a todas.

viernes, 19 de octubre de 2012

PERSPECTIVAS DE UNA ESTAFA

 Hace pocos días fui a una relojería a cambiar la pila de un reloj. Una pila diminuta, apenas más grande que una lenteja. A la hora de pagar, me cobraron tres euros. Mi comentario fue automático:

 -Bueno, ¡qué todo fuera como eso!

 ¡Idiota de mí! Yo tan feliz porque me hubiesen cobrado “sólo” tres euros (quinientas pesetas) por una miserable partícula de metal. Mientras regresaba a casa pensé que si hace poco más de diez años, en vísperas de la entrada en circulación del euro, aquella simpática señorita hubiese osado cobrarme quinientas pesetas por la pila probablemente me hubiera reído a carcajadas… si me hubiese pillado de buen humor.  

 Quinientas pesetas. Las recuerdo como  una bonita moneda dorada que, si bien no daba para comprarte unos zapatos nuevos, pesaba el bolsillo y cundía bastante. ¿Cómo puede haber perdido nuestro dinero tanto valor en tan poco tiempo?

 Quien haya leído más entradas de este blog, sabrá que no soy economista y que mis nociones de economía no van más mucho allá de intentar cuadrar, con irregular fortuna, el presupuesto doméstico. La jerigonza de los economistas me marea y aburre y no dejo de tener la sensación de que permanentemente intentan dármela con queso, queriendo que vea lo blanco como negro o viceversa. En este sentido soy muy tozudo. Hago las cuentas con los dedos y cuando algo no me  cuadra, no me cuadra ni para atrás.

 Recuerdo que lo primero en llamar mi atención con la entrada del euro fue lo ocurrido con los carricoches para niños, esos que funcionan con una moneda.  De la noche a la mañana montar al crío en uno de esos artilugios pasó de costar cien pesetas a un euro (166 pesetas). El servicio se encarecía, así por las buenas, en un 66%.  No fue en todo así, naturalmente. Nuestro proceso de empobrecimiento ha sido lento e insidioso, amortiguado por una época en que los bancos daban crédito a espuertas. Hoy un litro de gasoil cuesta más del doble de lo que costaba hace diez años y treinta euros de hoy, equivalentes a 5000 pesetas (¿recuerdan los billetazos de 5000 pesetas que te hacían un rey?) se volatilizan a poco que pases por el supermercado. ¿Qué demonios ha pasado?

  Mi padre me cuenta que cuando él era un jovenzuelo, allá por fines de los años cuarenta, con veinticinco pesetas tenías para cine, bocata, refresco, pipas y aún te sobraba. El dinero pierde poder adquisitivo con el paso del tiempo, es el fenómeno de la inflación y no supone nada nuevo. Pero hay algo que no me cuadra. En 1992 (el año de la Expo y las olimpiadas de Barcelona, Curro, Cobi y todo ese coñazo, ¿recuerdan?) yo tenía dieciocho años y con 2000 pesetas en el bolsillo era el rey del mambo (o sea, que podías salir por la noche, comer algo, inflarte a birras y coger una cogorza importante). En 2001 (con 27 años y ya un respetable padre de familia) 2000 pelas seguían dando para mucho, no cundían tanto como en el 92, pero aún te alcanzaba para una buena compra en el súper. Hoy en 2012 con doce euros, el equivalente a 2000 pesetas… bueno, usted sabrá como le cunden. Para mí estirarlos es una pesadilla y no lo digo sólo yo. La Organización de Consumidores y Usuarios, tirando de datos del Instituto Nacional de Estadística, ha establecido que el encarecimiento de la cesta de la compra entre 2001 y 2011 ha sido del 48% (¡¡!!).  Entre los alimentos hay estrellas del encarecimiento brutal, como el pan (85%), las patatas (116%) y los huevos (114%). El trasporte se ha encarecido entre un 45 y un 48%, la vivienda un 66% y las tarifas de correos (¡un servicio público!) ¡un 106%! Entre tanto, los salarios sólo se incrementaron un 14%.  ¡Madre de Dios! ¿Por qué?

 Un servidor sólo ve tres motivos: la codicia voraz de los empresarios, la pasividad y complicidad de la clase política y la estupidez y sumisión de los consumidores. Durante la última década hemos vivido en un sueño, pero ahora que hemos despertado no nos queda sino aceptar la cruda realidad: capitalistas y políticos nos han hecho más pobres mientras ellos se llenan los bolsillos. Nos han estafado y punto. ¿Qué pasará a partir de ahora? 

domingo, 14 de octubre de 2012

BOLSOS ENSANGRENTADOS

 Mi amigo Fernando García se hacía eco días atrás en Facebook de un suceso que aconteció en vísperas de la pasada Navidad y que ha sido divulgado por diversas plataformas solidarias, entre ellas el partido SAIN (Solidaridad y Autogestión INternacionalista). Una joven encontró una nota escrita en chino dentro de un bolso que compró en un todo cien de Santiago de Compostela (regentado por chinos, naturalmente). Al principio no le dio importancia, pero luego, picada por la curiosidad, buscó los medios para que se la tradujeran y esto es lo que decía:

“Queridos amigos,
Cuando están usando esos bolsos, ¿saben dónde están hechos? Los bolsos vienen de una prisión china. Como prisioneros, trabajamos 19 horas al día. No tenemos tiempo para descansar, ni tenemos mucho para comer, y mucho menos tenemos derechos humanos. No hay libertad aquí dentro, sólo tareas por días y noches sin parar.
Por favor, reclamen nuestros derechos humanos en Internet por nosotros. Somos los prisioneros de la prisión china de la ciudad de Jinzhou en la Provincia Hebei. El gobierno nos golpea y nos maldice. Muchas veces no nos dan comida, y nos pegan cuando les parece que somos lentos en nuestros trabajos. La vida en está cárcel es peor que la de los animales.
¡Pedimos nuestros derechos humanos!
China es un país en el que parece que se habla de los derechos humanos, pero no existen. Para los funcionarios del gobierno chino, los prisioneros no son humanos.
Yo, un prisionero chino, les pido que transmitan esta información a todo el mundo para que sepan cómo están maltratados los prisioneros en la Prisión Pública de Jinzhou y en las otras cárceles de China.

De 50 prisioneros,

Agosto, 2011”

 Personalmente opino que la posible autenticidad o falsedad de esta carta es lo de menos. Que los derechos humanos son pisoteados en China un día sí y otro también es cosa sabida. Sin embargo nuestros hediondos dirigentes que, sin ir más lejos, cantan alegremente al viento las maldades del régimen cubano, hacen la vista gorda ante las indignidades del gobierno chino. Así debe ser a tenor de los muchos acuerdos comerciales y de cooperación mantenidos con aquel país por empresas e instituciones españolas.

 Miren ustedes, un país donde un obrero que trabaja diez horas diarias en una fábrica de bolsos de lujo de una glamorosa marca occidental para ganar el equivalente a cien cochinos euros mensuales es un país indigno. Un país en el que los presos trabajan forzados para empresas privadas es un país esclavista y que como tal debería ser repudiado por toda la comunidad internacional. Sin embargo me temo que a los países indignos se los repudia o no en función de la conveniencia económica. Muy ventajosa debe ser para alguien la complicidad de España con China, hasta el punto de haberles concedido las ventajosísimas condiciones fiscales para la apertura de negocios en nuestro país, hasta el punto de que la competencia desleal hacia los comerciantes españoles es intolerable. La balanza comercial con China, además no puede estar más descompensada, ya que les compramos una barbaridad de cosas y les vendemos una minucia en comparación.

 La connivencia con un régimen esclavista es una más de las cosas que huelen a podrido en este país y cuyos beneficios para el común de los ciudadanos parecen no existir (más allá de que podamos comprar muy baratos productos de una calidad deleznable). Un aspecto más de la degradación que está sufriendo España. Quizá haya que pensarlo antes de entrar en una tienda de chinos. Los artículos pueden estar teñidos de sangre.

viernes, 12 de octubre de 2012

EL TERCER MUNDO SIGUE AHÍ...

 Ahora que tanto se habla de crisis, recesión, bancos rescatados, prima de riesgo, políticos corruptos y la madre que los parió, parece que nos hemos olvidado de países en los que la pobreza material, con mayúsculas, ha sido una constante desde hace tantos años que intentar recordar un pasado mejor constituye una pérdida de tiempo. Son los mal llamados “países en vías de desarrollo”, encarrilados en unas vías muertas que nunca han llevado a ningún otro sitio que no sea la desesperanza más absoluta. El famoso “Tercer Mundo” llamado así en la segunda mitad del siglo XX, cuando el mundo aún se encontraba dividido por el Telón de Acero. Hoy las barreras ideológicas y políticas ya no son lo que eran, pero las económicas continúan siendo atroces. En España hay mucha gente que lo está pasando muy mal, pero el abismo que los separa de del brutal sufrimiento existente más allá de los catorce kilómetros del estrecho de Gibraltar es más ancho que todos los océanos del mundo.

 Lamentablemente se nos olvida que el sufrimiento de esos países ha sido durante décadas lo que ha sustentado nuestro modelo de bienestar económico capitalista y neoliberal. Las empresas que fabrican los productos que ávidamente consumimos han expoliado sus ricos recursos naturales, han explotado sin miramientos su barata y desesperada mano de obra y han contado con el beneplácito de los gobiernos para mantener permanentemente a naciones enteras en un humillante estado de servidumbre, con poblaciones analfabetas y desesperanzadas.

 El único apoyo real con el que cuentan estas maltratadas gentes es la ayuda de las organizaciones no gubernamentales que buscan recursos continuamente para financiar proyectos de desarrollo en estas deprimidas zonas del planeta. Por avatares de la existencia he podido dedicar algunas tardes de mis tristemente concluidas vacaciones a colaborar con una de estas entidades: Madre Coraje. Su funcionamiento es sencillo, al menos en la teoría: hacer acopio de todo tipo de materiales (ropa, medicamentos, libros, juguetes, aceite usado…) lo que pueda ser recuperado para su uso por parte de comunidades en Perú y otros países de América Latina  se envía allá mediante contenedores, todo lo que no es recuperable se recicla para obtener fondos y con el mismo fin se vende lo que no va a tener una utilidad en las comunidades beneficiarias. Gran parte del trabajo de transporte, almacenaje y clasificación es llevado a cabo por voluntarios. Habrá quien piense que ahora que hay tanta gente en nuestro país que lo pasa tan mal, está fuera de lugar que se dedique esfuerzo a ayudar a quien lo pasa mal en el extranjero.

 Aquí en España estamos rogando porque pase el chaparrón, para que no acabe de desmoronarse el estado del bienestar, para que las personas que están en paro encuentren trabajo y todos podamos llegar a fin de mes.  Nos dan mucha pena los niños raquíticos en las hambrunas, los campesinos sin tierra y los desplazados por los atroces conflictos armados, pero “no es nuestro problema”. Creemos que todo eso nos es ajeno, pero es mentira.   Dicen que las crisis económicas se rigen por ciclos y que esta pasará, pero mientras nuestro modelo de consumo se mantenga el subdesarrollo de más de medio planeta no pasará. En el fondo, estamos rogando porque se mantenga un sistema mundial basado en una profunda injusticia. ¿Es esto lícito? Decídanlo ustedes.

domingo, 7 de octubre de 2012

EL PUENTE DE LOS CANDADOS

Tenía ya ganas de escribir sobe algo frívolo e intrascendente, después de los últimos temas, un tanto deprimentes. Llevaba algún tiempo queriendo hablarles sobre un curioso puente de mi ciudad, Málaga. El puente que salva el Guadalmedina a la altura del Centro de Arte Contemporáneo. En sí mismo no tiene nada de particular. De hecho es feo, soso y con unas escaleras atroces para acceder a él, lo que lo convierte en insalvable para cualquier persona con problemas de movilidad (cero patatero para el ingeniero). Sin embargo cuenta con la peculiaridad tener en sus pretiles unas planchas metálicas profusamente agujereadas que parecen hechas a propósito para la finalidad que le han dado cientos de malagueños: fijarles candados en los que se ha escrito previamente el nombre propio y el de la pareja de turno (o las iniciales, si se es perezoso, la fecha es opcional) y tirar luego la llave al río. La moda en cuestión procede de Italia, siendo el primer puente en verse desfigurado de esta manera el puente Milvio, de Roma, de dos milenios de antigüedad.

 Sé testigo de la historia de una de las urbes más importantes de la historia de la humanidad para acabar de esta manera.

 El responsable del esperpento es Federico Moccia, autor de la novelita romántica “Tengo ganas de ti”, tan exitosa que incluso ha generado una versión cinematográfica (ni he leído la una, ni visto la otra ni tengo la menor intención de ninguna de las dos cosas). El caso es que en la novela una pareja “sella” su amor de esta manera en el puente Milvio y el fenómeno social desatado ha sido tal que el ayuntamiento tuvo que prohibir el poner candados en el puente por los daños que éste estaba sufriendo. Sin embargo instaló unos pivotes  unidos con cadenas para que la peña pudiese seguir haciendo el gilipuertas sin dañar las vetustas piedras. Puentes de otras ciudades han corrido la misma suerte.

 A mí el ritual me parece horrible, porque la simbología es horrible: me encadeno a ti y tiro la llave del candado al río. Como el amor evolucione como evoluciona el candado (cubriéndose de herrumbre) aviada está la pareja. Nos damos cuenta de las chorradas que hace el personal cuando se encoña (no diré “se enamora”, palabra que se me antoja demasiado grande para referirse a ese estado de idiocia supina en el que cae uno en semejantes circunstancias). También nos damos cuenta de la primitiva que sigue siendo la gente, aferrada a rituales supersticiosos. Pero todos tenemos derecho a hacer chorradas si nos da la gana, aunque no se tenga ni idea de lo que supone amar realmente a otra persona más allá del calentón inicial (característica habitual en los que hacen estas tonterías).  En Málaga, por lo menos, estos candados dan un toque especial a un puente que por sí mismo no tiene encanto alguno. No causan perjuicio, cosa que sí ha hecho el ingeniero, dotando a su creación de unas inaceptables barreras arquitectónicas. Denunciado debería estar.

jueves, 4 de octubre de 2012

INUNDACIONES BRUTALES EN LA ESPAÑA DE 2012... ¿Y QUÉ?

 Ya está. Las inundaciones ya no son noticia. Podemos seguir todos con nuestras vidas.

 Aún recuerdo las inundaciones de Málaga de 1989. Tuve que salir corriendo calle Victoria abajo con la mochila bamboleándose en mi espalda y el granizo dándome en la cabeza (era menudo, por fortuna, el granizo digo). Luego bajé del autobús con el agua por las rodillas y de esta guisa llegué a mi casa, felizmente seca pues vivía (y vivo) en un quinto piso. Esa fue toda mi aventura, pero mucha gente lo pasó mal con el agua invadiendo sus viviendas y siendo arrastradas metros y metros por calles transformadas en torrentes… por no hablar de los aquellos que vivían junto al cementerio de San Miguel y que pudieron ver horrorizados cómo la riada sacaba de sus tumbas los restos de no pocos difuntos. Fue horrible. En esta ciudad quedó una impronta profunda y los residentes en casas bajas colocaron parapetos en sus puertas a poco caían cuatro gotas durante mucho tiempo. En esta ocasión la capital no ha sufrido, pero las zonas rurales de la provincia sí y de qué manera.

 Los meses de octubre y noviembre son especialmente peligrosos para el sur y el levante español de cara a la posible aparición del fenómeno de la gota fría, con los efectos de sobra conocidos. Cuando estos desastres se suceden una y otra vez, resulta inevitable plantearse cómo es posible que no exista una manera de evitar o al menos de paliar las terribles consecuencias de las lluvias torrenciales. Me ha resultado particularmente impactante el testimonio de un ganadero de la localidad de Mollina que entrevistado ante el macabro montón formado por sus mil quinientas cabras ahogadas (dantesca visión, ya hay que tener mal gusto para emitirla)  se lamentaba de que las canalizaciones que deberían haber evacuado el agua que se llevó por delante su medio de vida llevan años absolutamente obstruidas. ¿En cuántos lugares de España existirá semejante deterioro en las infraestructuras públicas? ¿Se invierte en prevenir estos desastres? Obviamente, la respuesta es no.

 En otros lugares toman las cosas de otra manera. El territorio de los Países Bajos, al estar casi en su totalidad al nivel del mar o aún por debajo, ha mantenido desde siempre una lucha a brazo partido contra las aguas. En 1953 una climatología extrema y la rotura de varios diques causaron una inundación tal que se cobró la vida de 1834 personas. Ante semejante tragedia la reacción del gobierno fue el desarrollo y la puesta en marcha del llamado Plan Delta: un tremebundo sistema de diques de fabulosas dimensiones dispuestos estratégicamente en el delta del Rin. La construcción de la obra en su conjunto sólo se consideró acabada en 1997 y el coste total ha sido de 5000.000.000 de euros.  Ni siquiera este gigantesco esfuerzo ha alejado el fantasma de la inundación de aquella tierra, pero el sistema de protección civil diseñado allí para afrontar tales contingencias no tiene parangón. Aquí en las Españas no haría falta tanto: un diquecito allí, un muro de contención en condiciones por allá, canalizaciones adecuadas y limpias por acullá… pero claro, aquí se invierte en aeropuertos en los que no aterrizan aviones y en tarjetas visa oro para que los politicuchos de turno coman opíparamente  a costa del erario público. Cada país tiene su sino.

 Los damnificados que a nadie importan un carajo una vez se enfría la noticia siguen retirando el fango y tirando a la basura bienes inservibles que tardarán años en poder reponer, si llegan a poder.

 Hasta la próxima riada, que antes o después llegará.

HITLER, EL INCOMPETENTE