Anita Botella empezó su carrera ganando plaza
por oposición en el Cuerpo de Técnicos
de Información y Turismo, una estructura
administrativa heredada del franquismo, luego fusionada con el Cuerpo Superior
de Administradores Civiles del Estado.
En este cuerpo también inició su carrera otra ilustre personalidad la vida
política española: Esperancita Aguirre. Si tomamos como referencia dos
personajes de tal calibre cabe suponer que este cuerpo sea un hatajo de niños y
niñas bien hijos del enchufe y colocados a dedo en sus bonitos despachos. Anita
Botella pasó varios años saltando de
un ministerio a otro como un piojo salta
de una cabeza a otra. Esto no la diferencia de otros miembros de la casta
privilegiada del sistema, pero quiso el Altísimo que su maridito, surgido de
las filas de la derecha más rancia, retrógrada y oscura, alcanzara la
presidencia del gobierno. En 2003 Anita, un año antes de que su marido dejase
de ser jefe de gobierno, fue elegida concejala del ayuntamiento de Madrid y
nombrada segunda teniente de alcalde. En las elecciones municipales de 2007 era
la número dos en la lista del PP en Madrid y volvió a ser concejal y segunda
teniente de alcalde. Cuando Ruiz Gallardón fue designado ministro de justicia y
dejó la alcaldía su vice alcalde, Manuel Cobo, sólo estuvo al frente del
ayuntamiento cinco días, pues una apretada votación en el pleno (31 votos de 55) le
dio la alcaldía a doña Anita.
Sin duda alguna, atribuir tan meteórica
ascensión de esta buena señora a cualquier factor que no sean sus propios
méritos sería de muy mal gusto por mi parte. La influencia de su marido en el
partido y en las altas instituciones del Estado, evidentemente, no tiene nada
que ver.
Por otra parte, una cosa es cierta: doña Anita
Botella es un auténtico primor, un encanto de persona con la que te encantaría
irte de cañas. De muestra, varios botones.
En 2010, siendo doña Anita concejala de medio
ambiente, Madrid superó los límites medios de contaminación fijados por dióxido
de nitrógeno y ozono que marca la Unión
Europea y los límites sobre partículas en suspensión (aunque
dentro de la legalidad) superaron los límites recomendados por la
OMS. La señora concejala declaró que para
ajustarse a los límites marcados habría que reducir el tráfico en el casco
urbano un 50% y eso no es posible. La medida tomada fue desplazar los equipos
medidores del centro urbano a la periferia. ¿Engaño? ¿Fraude? ¡No! Se explicó
que el cambio de ubicación de los equipos se llevaba a cabo para adaptar la red
a las normas europeas (¡¡¡¿¿¿???!!!) ¿No detectan cierto cachondeíto irónico?
En febrero de 2012 el ayuntamiento de Madrid
reformó la ordenanza de limpieza y gestión de residuos implantando multas de 750
euros para las personas que hurguen en los contenedores de basura. La declaración
de la alcaldesa al respecto fue para mármol: “Yo me niego a vivir en una
sociedad en la que tenga que aceptar que hay personas que van a rebuscar en la
basura para comer”. Por supuesto señora alcaldesa, lo mejor es crear una
sociedad en la que no haya que afrontar tales realidades creando mecanismos
eficaces para ocultarlas y que no afeen el paisaje.
A propósito, ¿recuerdan las declaraciones de
esta buena señora comparando a las
personas con peras y manzanas a propósito del matrimonio homosexual? Todo un
ejemplo de fluidez verbal.
Pero el remate de los tomates pude leerlo en
la prensa digital hace pocos días. El ayuntamiento de Madrid ha establecido una
serie de requisitos para poder ser taxista en esta ciudad, mínimos en el vestir
(no llevar pantalón corto, chándal, sandalias, zapatillas de deporte…), tener el título de
secundaria obligatoria, certificado de buena conducta que demuestre la no
comisión delitos en los dos años anteriores… A mí nunca me ha incomodado un
taxista en tenis, pero ya se sabe… yo me pongo zapatos de vestir sólo por
severos imperativos externos. Lo auténticamente grave es que se mantiene el
veto a las personas con enfermedades infecto contagiosas, pues ya sabe que a
las alturas de finales de 2012 el cólera, el dengue, la fiebre amarilla, la
peste bubónica, la tuberculosis, la fiebre tifoidea y la rabia campan por
España como Pedro por su casa y los taxistas pueden ser un grave factor de
contagio (igual doña Ana cree que la medicina apenas a avanzado desde los
tiempos de Isabel la Católica ).
En la práctica las personas vetadas serán las portadoras del VIH y la hepatitis
C y me pregunto cómo teme exactamente doña Anita que un taxista seropositivo pueda
contagiar a sus clientes. Esta mujer está
fuera de la realidad. Se ha inventado una paralela, que le viene bien sólo a ella y a los de su ralea.
Rogando por una pronta dimisión por el más
elemental sentido del pudor, les dejo este vídeo en el que podemos apreciar la
talla política y dialéctica de doña Ana Botella. Juzguen ustedes mismos.