domingo, 7 de octubre de 2012

EL PUENTE DE LOS CANDADOS

Tenía ya ganas de escribir sobe algo frívolo e intrascendente, después de los últimos temas, un tanto deprimentes. Llevaba algún tiempo queriendo hablarles sobre un curioso puente de mi ciudad, Málaga. El puente que salva el Guadalmedina a la altura del Centro de Arte Contemporáneo. En sí mismo no tiene nada de particular. De hecho es feo, soso y con unas escaleras atroces para acceder a él, lo que lo convierte en insalvable para cualquier persona con problemas de movilidad (cero patatero para el ingeniero). Sin embargo cuenta con la peculiaridad tener en sus pretiles unas planchas metálicas profusamente agujereadas que parecen hechas a propósito para la finalidad que le han dado cientos de malagueños: fijarles candados en los que se ha escrito previamente el nombre propio y el de la pareja de turno (o las iniciales, si se es perezoso, la fecha es opcional) y tirar luego la llave al río. La moda en cuestión procede de Italia, siendo el primer puente en verse desfigurado de esta manera el puente Milvio, de Roma, de dos milenios de antigüedad.

 Sé testigo de la historia de una de las urbes más importantes de la historia de la humanidad para acabar de esta manera.

 El responsable del esperpento es Federico Moccia, autor de la novelita romántica “Tengo ganas de ti”, tan exitosa que incluso ha generado una versión cinematográfica (ni he leído la una, ni visto la otra ni tengo la menor intención de ninguna de las dos cosas). El caso es que en la novela una pareja “sella” su amor de esta manera en el puente Milvio y el fenómeno social desatado ha sido tal que el ayuntamiento tuvo que prohibir el poner candados en el puente por los daños que éste estaba sufriendo. Sin embargo instaló unos pivotes  unidos con cadenas para que la peña pudiese seguir haciendo el gilipuertas sin dañar las vetustas piedras. Puentes de otras ciudades han corrido la misma suerte.

 A mí el ritual me parece horrible, porque la simbología es horrible: me encadeno a ti y tiro la llave del candado al río. Como el amor evolucione como evoluciona el candado (cubriéndose de herrumbre) aviada está la pareja. Nos damos cuenta de las chorradas que hace el personal cuando se encoña (no diré “se enamora”, palabra que se me antoja demasiado grande para referirse a ese estado de idiocia supina en el que cae uno en semejantes circunstancias). También nos damos cuenta de la primitiva que sigue siendo la gente, aferrada a rituales supersticiosos. Pero todos tenemos derecho a hacer chorradas si nos da la gana, aunque no se tenga ni idea de lo que supone amar realmente a otra persona más allá del calentón inicial (característica habitual en los que hacen estas tonterías).  En Málaga, por lo menos, estos candados dan un toque especial a un puente que por sí mismo no tiene encanto alguno. No causan perjuicio, cosa que sí ha hecho el ingeniero, dotando a su creación de unas inaceptables barreras arquitectónicas. Denunciado debería estar.

1 comentario:

HITLER, EL INCOMPETENTE