jueves, 4 de octubre de 2012

INUNDACIONES BRUTALES EN LA ESPAÑA DE 2012... ¿Y QUÉ?

 Ya está. Las inundaciones ya no son noticia. Podemos seguir todos con nuestras vidas.

 Aún recuerdo las inundaciones de Málaga de 1989. Tuve que salir corriendo calle Victoria abajo con la mochila bamboleándose en mi espalda y el granizo dándome en la cabeza (era menudo, por fortuna, el granizo digo). Luego bajé del autobús con el agua por las rodillas y de esta guisa llegué a mi casa, felizmente seca pues vivía (y vivo) en un quinto piso. Esa fue toda mi aventura, pero mucha gente lo pasó mal con el agua invadiendo sus viviendas y siendo arrastradas metros y metros por calles transformadas en torrentes… por no hablar de los aquellos que vivían junto al cementerio de San Miguel y que pudieron ver horrorizados cómo la riada sacaba de sus tumbas los restos de no pocos difuntos. Fue horrible. En esta ciudad quedó una impronta profunda y los residentes en casas bajas colocaron parapetos en sus puertas a poco caían cuatro gotas durante mucho tiempo. En esta ocasión la capital no ha sufrido, pero las zonas rurales de la provincia sí y de qué manera.

 Los meses de octubre y noviembre son especialmente peligrosos para el sur y el levante español de cara a la posible aparición del fenómeno de la gota fría, con los efectos de sobra conocidos. Cuando estos desastres se suceden una y otra vez, resulta inevitable plantearse cómo es posible que no exista una manera de evitar o al menos de paliar las terribles consecuencias de las lluvias torrenciales. Me ha resultado particularmente impactante el testimonio de un ganadero de la localidad de Mollina que entrevistado ante el macabro montón formado por sus mil quinientas cabras ahogadas (dantesca visión, ya hay que tener mal gusto para emitirla)  se lamentaba de que las canalizaciones que deberían haber evacuado el agua que se llevó por delante su medio de vida llevan años absolutamente obstruidas. ¿En cuántos lugares de España existirá semejante deterioro en las infraestructuras públicas? ¿Se invierte en prevenir estos desastres? Obviamente, la respuesta es no.

 En otros lugares toman las cosas de otra manera. El territorio de los Países Bajos, al estar casi en su totalidad al nivel del mar o aún por debajo, ha mantenido desde siempre una lucha a brazo partido contra las aguas. En 1953 una climatología extrema y la rotura de varios diques causaron una inundación tal que se cobró la vida de 1834 personas. Ante semejante tragedia la reacción del gobierno fue el desarrollo y la puesta en marcha del llamado Plan Delta: un tremebundo sistema de diques de fabulosas dimensiones dispuestos estratégicamente en el delta del Rin. La construcción de la obra en su conjunto sólo se consideró acabada en 1997 y el coste total ha sido de 5000.000.000 de euros.  Ni siquiera este gigantesco esfuerzo ha alejado el fantasma de la inundación de aquella tierra, pero el sistema de protección civil diseñado allí para afrontar tales contingencias no tiene parangón. Aquí en las Españas no haría falta tanto: un diquecito allí, un muro de contención en condiciones por allá, canalizaciones adecuadas y limpias por acullá… pero claro, aquí se invierte en aeropuertos en los que no aterrizan aviones y en tarjetas visa oro para que los politicuchos de turno coman opíparamente  a costa del erario público. Cada país tiene su sino.

 Los damnificados que a nadie importan un carajo una vez se enfría la noticia siguen retirando el fango y tirando a la basura bienes inservibles que tardarán años en poder reponer, si llegan a poder.

 Hasta la próxima riada, que antes o después llegará.

1 comentario:

  1. Las causas de las inundaciones en el sur y el levante español, son las mismas siempre, no solamente el cuidar y limpiar los cauces y salidas de agua. También mucho descontrol urbanístico (casas construidas en torrentes y ramblas secas...) así como una deforestación galopante son las causas principales.

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