domingo, 1 de julio de 2012

IGLESIA CATÓLICA... NI CONTIGO NI SIN TÍ...

 Si algo tiene mi amigo Rafael Salcedo es que no se casa con nadie. A cada cual lo tiene en consideración según sus hechos y nada más. Lo hace porque es valiente. En el caldo de cultivo actual, en el que muchos claman por que la Iglesia Católica pague el IBI por todos y cada uno de sus inmuebles, él publica en Facebook lo siguiente:

Estas son las cifras de la odiada Iglesia Católica:

5.141 Centros de enseñanza: 990.774 alumnos. Ahorran al Estado 3 millones de euros por centro al año.

107 Hospitales. Ahorran al Estado 50 millones de euros por hospital al año.

1.004 centros, entre ambulatorios, dispensarios, asilos, centros de minusválidos, de transeúntes y de enfermos terminales de Sida, un total de 51.312 camas.

Ahorran al Estado 4 millones de euros por centro al año.

Gastos de Cáritas : 155 millones de euros al año , salidos de los bolsillos de los católicos españoles.

Gastos de Manos Unidas: 43 millones de euros al año, salidos de los bolsillos de los católicos españoles.

Gastos de las Obras Misionales Pontificias: Domund: 21 millones de euros, que también salen de los bolsillos de los católicos españoles.

365 Centros de reeducación para marginados sociales: ex_prostitutas, ex_presidiarios y ex_toxicómanos; 53.140 personas.

Ahorran al Estado medio millón de euros por centro al año 937 orfanatos: 10.835 niños abandonados. Ahorran al Estado cien mil euros por Centro.

El 80% del gasto de Conservación y mantenimiento del Patrimonio Histórico Artístico. Se calcula un ahorro al Estado entre 32.000 y 36.000 millones de euros al año.

A todo esto tenemos que sumar que casi todas las personas que trabajan, colaboran, etc. con Cáritas, Manos Unidas, u otras organizaciones de la Iglesia Católica
son voluntarias sin sueldo alguno. Son personas que ayudan a los demás sin pedir nada a cambio.”

  Desde hace años soy católico sólo de nombre y por nacimiento, pero en mi declaración de la renta sigo marcando la asignación para la Iglesia Católica, porque es de cajón. El peor ciego es el que no quiere ver. Esta pía y arcaica institución  le presta  al Estado un servicio inestimable en materia de trabajo social y qué demonios, mi hija estudia en un colegio de una fundación diocesana (y pago lo mismo que un colegio público, o sea, nada) y yo mismo trabajo para una Organización No Gubernamental (de las que son realmente no gubernamentales) tutelada por un patronato presidido por el Obispo de Málaga.  Mis sentimientos personales no hacen al caso. Lo que es, es.

 A nadie escapa que este país tiene un punto de ingratitud y otro punto de vivir anclado en los tópicos del pasado. Aún perdura mucho de ese “¡Si los curas comieran piedras del río no estarían tan gordos los tíos jodíos!” a pesar de que la generación que vivió y sufrió a aquel clero zafio y mentecato va reduciéndose por el natural efecto del paso de tiempo, pero no importa, el caso es tener a alguien sobre quien volcar las iras. La Iglesia Católica de hoy, un sector al menos, cuenta con una acusada conciencia social y actúa en consecuencia. Otra cosa es la curia y los sectores ultraconservadores (con los que ya me cebaré otro día), pero quien esté libre de pecado que tire la primera piedra.

 Tampoco escapa a nadie que la Iglesia Católica está muy mermada como referencia espiritual y el tirón que sigue teniendo lo mantiene gracias a la sacudida que le dio Juan XXIII en el Concilio Vaticano Segundo (nadie creyó que al anciano “Papa Bueno” le diese tiempo a organizar tan zapatiesta) pese al afán reaccionario de los papas posteriores, encumbrados por lo más rancio de la curia vaticana. Sin embargo honra a la institución el hecho de llevar por bandera la virtud teologal de la caridad, concepto muy desprestigiado por la desvirtuación que ha supuesto un ejercicio hipócrita, paternalista y aún miserable llevado a cabo durante siglos. La caridad es la virtud por la cual se ama a Dios por encima de todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos por el amor de Dios”. Sea por el amor de quien sea, al prójimo se le ama cuidándolo y al prójimo se le cuida procurándole comida, educación, asistencia sanitaria…  La Iglesia Católica ya no es ese aparato de control social que demonizaba Marx y que prometía la vida eterna para que los proletarios y campesinos soportasen dócilmente las penurias de este mundo. Probablemente tampoco es el dechado de virtudes que cabría esperar de una institución de supuesta inspiración divina (pero constituida por seres humanos), pero el laicismo tampoco es la panacea.  

 Yo, por mi parte, me sigo riendo de esa casilla de la declaración de la renta “para fines sociales”. Para un gobierno esos “fines sociales” pueden ser los sueldos de gordos liberados sindicales que se tocan los huevos solemnemente o subvenciones que se pierden en oscuros vericuetos administrativos. Yo lo dejo para la Iglesia Católica. Me tranquiliza.

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