Hace unos días me contaron un hecho “inexplicable”. Las comillas son necesarias, ya que los hechos “inexplicables” son tan raros de encontrar como un trébol de cuatro hojas. Otra cosa es que tengamos tiempo y ganas de ponernos a buscar la pertinente explicación, a menudo bastante escondida y que las más veces resulta muy insulsa y vulgar sin la comparamos con la misteriosa ilusión creada por el hecho “inexplicable”. En este caso se trataba de supuestos mensajes de personas fallecidas a través de una “sensitiva”, “médium” o como demonios se la quiera llamar. Sin embargo, permítanme divagar un poco.
Los ilusionistas son profesionales del engaño, pero del engaño pactado entre ellos mismos y el público que asiste a su espectáculo. Todo el mundo sabe que lo que allí se va a ver son estudiados trucos y que la gracia reside en la maestría del ilusionista en lograr que parezcan realmente mágicos. Todo número de ilusionismo se basa en desviar la atención del observador hacia estímulos secundarios (un pañuelo vaporoso que ondea, un destello cegador o las opulentas formas de la bella ayudante) mientras el profesional lleva a cabo sus maniobras. Esto tiene mérito y requiere largos años de formación y práctica. Es de admirar. Como ya he dicho se trata de un engaño pactado. Es un espectáculo. El público se queda con la boca abierta y el ilusionista guarda sus secretos conservando así el aura de misterio que da vidilla al espectáculo. Es un divertimento inocente y todos quedan contentos.
Sin embargo, cuando el profesional del engaño afirma tener auténticos poderes sobrenaturales y además utiliza su aura de misterio para aprovecharse de los sentimientos y carencias de las personas con las que entra en contacto, tiene lugar uno de los fraudes más infames que se puedan imaginar (y puedo imaginar muchos). Curanderos, espiritistas, pitonisas, futurólogos, echadores de cartas, lectores de runas o de posos del café, mentalistas, psíquicos, santeros, médiums y demás especies de embaucadores proliferan a lo largo y ancho del planeta y se asoman a todos los medios de comunicación para tentar a los crédulos que acudirán a ellos cuando la realidad cotidiana les supere… o sencillamente cuando sientan curiosidad. El caso es cobrar. Ya se trate de personas que busquen comunicarse con un ser querido que haya muerto, de individuos inseguros u obsesivos que deseen asomarse a lo que les depara el futuro o elementos resentidos que quieran echarle a alguien un mal de ojo… encontrarán un charlatán a su medida siempre que puedan pagar la tarifa.
El gran Harry Houdini (foto superior), maestro del escapismo y del ilusionismo en general que vivió y triunfó a entre los siglos XIX y XX, dedicó no pocos esfuerzos a desenmascarar a estos indeseables identificando sus trucos y reproduciéndolos. En época reciente, el también ilusionista y escapista James Randi (foto de la derecha) ha llevado a cabo una lucha parecida sacando los colores a personajes públicos que afirman tener “dones” como el famoso Uri Geller (el dobla cucharas). Hay amplia documentación en Internet sobre fraudes psíquicos y espiritistas. Por lo general los trucos son burdos y la credulidad del personal descomunal, sólo explicable porque la componente emocional nubla el juicio y el sentido común de los engañados.
El caso que nos ocupa es típico: médium a la que acude una muchacha y su amiga. El novio de una de ellas les acompaña pero, como a él no le interesan esas cosas, dice que vendrá a recogerlas más tarde. La médium, que les recibe en la puerta, se dirige al chico antes de que se marche y le pregunta si puede decirle algo. Éste, no sin cierta reticencia, le dice que sí y la médium le zampa a bocajarro que un amigo suyo, fallecido en accidente, tiene algo que decirle. La médium da además algunos datos sobre las circunstancias del accidente. Ninguno de los tres ha hablado antes con la médium y no viven en la misma localidad que ella. No se conocen. Resultado: los tres se quedan patitiesos y la médium se ha metido en el bolsillo a sus dos clientas, que inevitablemente se tragarán todo lo que les diga.
(Continuará)
Capullo!!! Págame derechos de autora o algo!!! Por cierto, Houdini bastante atractivo, nunca lo hubiese imaginado así.
ResponderEliminarChiquilla, modérate. Los derechos los pagaría si me lucrase con esto. Orgullosa deberías estar de ser una de mis fuentes más ricas.
ResponderEliminar