Hoy he tenido que
comunicar a una persona que, probablemente, tendrá que entrar en prisión. No
puedo decir que no se lo merezca, al menos desde este anquilosado y disparatado
sistema judicial nuestro, basado en el Derecho Romano e insensible a la realidad
de las personas. El delito cometido es claro, pero no puedo decir a boca llena
que se merezca la cárcel. Es que la cosa es casi de risa. Esta persona en
cuestión ha sido denunciado cinco veces por conducir sin carnet (la verdad es
que tiene narices) y ello le va a acarrear cuatro meses de prisión. El asesino
confeso de Marta del Castillo va a cumplir quince (si los cumple) por abrirle
la cabeza a la chica con un cenicero y tirar su cuerpo a un contenedor de
basura. ¿Es proporcionado? Yo al que es sorprendido conduciendo sin carnet (no
porque se le haya olvidado en el otro pantalón, sino porque no lo tenga), lo
privaría de por vida del derecho a conducir vehículos a motor por la vía
pública y al que conduzca borracho lo condenaría a servir un mes todos los años
como trabajador voluntario en el Hospital para Lesionados Medulares de Toledo.
Al asesino de Marta del Castillo lo exiliaría de por vida en la isla de
Alborán, para que viera el rostro de su víctima en cada ola, en cada piedra y
en cada sol del amanecer y del crepúsculo, lejos del contacto humano. No
mandaría a ninguno de ellos a la cárcel. Tarifar
los delitos en meses o años de prisión es un despropósito. No es equilibrado,
es un desequilibrio.
A mi
alrededor hay personas, personas queridas para mí, que sufren enfermedades
crónicas. Es algo doloroso no poder aliviarlas cuando sus dolencias dicen de
hacerse presentes y recordar que están ahí. La enfermedad es arbitraria. Buenas
personas caen enfermas y seres de almas amorfas tienen físicos sanos como
peras. Una persona con una enfermedad crónica recibirá las mismas presiones y
exigencias que una que esté sana y así esté reventando tendrá que trabajar como
uno más mientras un inspector médico con la consigna de dar el alta al mayor
número posible de personas considere que es apto
o apta para trabajar. Esto no es
equilibrado, es un desequilibrio.
Hoy en las noticias he visto como el Ministro
del Interior dice que el Alcalde de Marinaleda, Sánchez Gordillo y su legión de
incondicionales en marcha por Andalucía dan “mala
imagen a España”. No voy a entrar a discutir eso, pero Rodrigo Rato,
nefasto gestor de una entidad bancaria que cuesta millones al erario público
también la ha dado… y ningún politicastro de tres al cuarto ha osado decirl, porque Rato es de la maldita camarilla. Esto no es
equilibrado, es un desequilibrio.
Los equilibrios desequilibrados nos están
comiendo poco a poco, riéndose de esta falacia que se dio en llamar “Estado del Bienestar” y que se ha revelado tan falso como un
billete fotocopiado. Si llenamos nuestras vidas de cosas auténticas y nos
esforzamos por tener criterios propios puede que aún haya alguna esperanza para
nosotros como civilización y como especie. Quejemonos de lo que esté mal
siempre y no solo cuando nos toque. Si el sistema es una basura quizá haya que
empezar a rebelarse.
Por primera vez (en la historia de tu blog), me has emocionado. Seguro fue mi susceptibilidad del momento. Gracias.
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