sábado, 25 de agosto de 2012

SUFRO MUCHO


Como tantas cosas en esta vida, el sufrimiento es algo relativo. Hay personas que sobrellevan con dignidad e incluso con actitud positiva padecimientos que a otras doblegarían. Es cuestión de actitud, de perspectiva y de valores. Los valores dan perspectiva, ayudan a matizar el sufrimiento propio y a empatizar con el de los demás.

 Hoy he vuelto a encontrarme con una señora de la que ya hablé en otra entrada de este blog. Casada con un antiguo usuario de la Comunidad Terapéutica en la que trabajo, que abandonó el tratamiento, su vida se halla al borde del abismo. Su marido continúa con su descontrolada vida, quemando dinero en juergas, esquilmando la economía familiar, saqueando incluso las huchas de sus hijos, negando lo innegable, insultando y quejándose, quejándose de que nadie le entiende y de que sufre…

 ¿Sufre?

 Hace poco sufrió una neumonía. Eso sí es cierto. Se le encharcaron los pulmones y tuvo que permanecer unas semanas en el hospital. Ella le veló todas las noches. Él entró en el mismo discurso ya pronunciado tantas veces antes… “Lo siento tanto”. “Voy a cambiar”. “Me he dado cuenta de todo lo que te he hecho”... y todo lo demás. Salir del hospital y volver a las andadas fue todo uno. Ante las recriminaciones por su comportamiento llega el viejo reproche… “¡Todo el mundo dice lo que hago mal, pero nadie sabe lo que sufro!”. ¿Sufres mucho? ¿Por eso te pasas la vida sin dar un palo al agua y te dedicas a hacerle la vida imposible a todo el mundo? ¿Tanto sufres que ni las lágrimas de tu esposa ni de tus hijos te conmueven y tienes que aliviarte con a tu tóxica manera?

 Pues sí… Será que sufres mucho.

 El caso es que ella no puede más. La demanda de separación está presentada, pero él no parece que vaya a cooperar. A su perversa manera va a luchar pasivamente para retener a su lado a una esposa y unos hijos  a los que trata como si los despreciara profundamente, al menos tan profundamente como parece despreciarse a sí mismo, dado su comportamiento autodestructivo.

 Este hombre es una de esas personas generadoras de sufrimiento, para sí mismo y para los demás. Permanece en un círculo vicioso, viendo la vida a través de un velo gris que le dibuja a él cómo víctima y las personas que le rodean como torturadores. Es una visión interesada, naturalmente. Lo peor es que tuvo la oportunidad de salir de ese infierno y la desperdició. ¿Por qué? Eso sólo lo sabe él. Prefiere abandonarse al sufrimiento (lo cual sólo requiere eso, abandonarse, dejarse llevar como por una corriente) en lugar de luchar por mantenerse a flote, por tratar con dignidad a su esposa e hijos, por recuperar la propia estima, por dotar su vida de un sentido. Al final, lo más probable es que muera solo como un perro. ¿Es digno de compasión? Yo no lo creo. Hay personas a las que el sufrimiento les viene dado y no pueden hacer nada por evitarlo. La esposa de este individuo está ya tomando sus medidas y aún le queda mucho por sufrir. Él sufre porque le falta valor para dejar de hacerlo. Sus conductas le alivian momentáneamente, pero nada más. Cambiar le obligaría a hacer sacrificios, a verse a sí mismo tal y como es y luchar para ser de otra manera. Eso dolería, pero le haría cambiar… si quisiera. El caso es que hoy por hoy no quiere… y es una pena.

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