lunes, 31 de octubre de 2011

HALLOWEEN (y II)

 El temita de las calabazas también tiene su historia. Deriva de la leyenda de un tal Jack el Avaro, sujeto tan astuto y sinvergüenza (amén de despreciable) que logró estafar al diablo hasta tal punto que se libró de ir al infierno. El caso es que tampoco lo quisieron en el cielo cuando al fin murió y así quedó condenado a vagar por toda la eternidad alumbrándose con un nabo ahuecado en cuyo interior brillaba una vela, pasando a llamarse Jack O´lantern (Juanito el de la linterna, para entendernos). Cundió la costumbre de adornar las casas con nabos preparados de esta manera para ahuyentar (no se sabe bien cómo) a tan desagradable personaje. Sin embargo, como para ahuecar un nabo hasta el punto de meterle dentro una vela hay que ser poco menos que un ebanista (y si no lo creen, hagan la prueba) se empezaron a utilizar calabazas: abundantes, baratas y fáciles de vaciar y tallar para cualquiera con un simple cuchillo de cocina.

 Este es pues el origen de la fiesta, que llega a Estados Unidos y parte de Canadá llevada la masiva migración de irlandeses en la segunda mitad del siglo XIX. Halloween no es, sin embargo, la única manifestación asociada al más allá en la señaladas fechas de Todos los Santos. No hay más que mirar el célebre Día de los Muertos en México, durante el cual las familias van al cementerio no para limpiar las tumbas y llevar flores con la cara hasta el suelo, sino para hacer una comilona sobre la tumba del ser querido en cuestión con la comida que más le gustaba en vida, recordar anecdotas del difunto, tocar la música que más le gustaba… en fin, una auténtica fiesta. Aquí en España, sobre todo en el norte, perviven fiestas celebradas en esta noche cuyas alusiones a los muertos son explícitas, mientras se comen castañas a la luz de las hogueras y hay leyendas vinculadas a esta noche de inciden directamente en su carácter macabro. ¿Quién no se ha estremecido leyendo “El Monte de las Ánimas”? una antigua leyenda soriana novelada por Bécquer. Para mí Halloween es un festejo más en esta línea y tiene su gracia qué demonios. Algunos cenizos arguyen que es otra excusa más para que la juventud se emborrache. ¡Cómo si en un país con más bares por habitante que camas hospitalarias  hicieran falta excusas para coger un pedo! Yo hoy acompaño a mi hija en su correría en busca de golosinas, que nuestros barrios no son como los suburbios de las películas americanas, en los que nunca pasa nada hasta que aparece un psicópata con un machete cortando cabezas. Aquí somos menos extremistas y los incidentes son más frecuentes, aunque no tan cruentos.

 Todas estas las muestras culturales rezuman paganismo y eso no es malo. Es parte de nuestra herencia cultural.  La humanidad ha sido pagana muchos miles de años (parte de ella aún lo es), pero las culturas occidentales sólo son cristianas desde hace dos mil y el cristianismo, desde que salió de las catacumbas, ha tratado de anular sistemáticamente todos los elementos paganos que no le servían, mientras sin pudor alguno se dedicaba a sacralizar fiestas paganas para aprovechar el tirón de de éstas entre los pueblos (la fiesta del solsticio de verano-San Juan; la fiesta del solsticio de invierno-Navidad…) y convertía dioses locales en santos (la diosa celta Bigrid convertida en Santa Brígida…) Por otra parte durante siglos simples curanderas, conocedoras de antiguos saberes eran quemadas como brujas, víctima de la manía de los clérigos y píos en general de diversas épocas de ver hasta en la sopa al Demonio Pinchapapa.

 Parte de ese pensamiento irracional y atrasado aún pervive.

 De muestra, un botón.

 Hoy he visto una imagen en Facebook bastante impactante, una calabaza típica Jack O´lantern enmarcada en una señal de prohibido y con el siguiente mensaje: “I love Jesus, ¡abajo Halloween! Lo peor es que esta imagen es el avatar de una persona, por lo que hemos de creer que se cree lo que pone y lo lleva por bandera.

 Vamos a ver, dudo mucho que el Jesús de Nazareth en el que me han enseñado a creer, hombre, hijo de Dios, Dios verdadero de Dios verdadero, le importara tres pimientos que los niños del año 2011 salgan a pedir chucherías disfrazados de monstruos… y si semejante nimiedad le molesta… bueno, parafraseando al protagonista de la gran película “El Reino de los Cielos” un poco histórico pero atrayente Balian de Ibelin “entonces no es Dios… y no hay de qué preocuparse”.

HALLOWEEN (I)

 Hoy me apetece tratar un tema más ligero y a riesgo de ser poco o nada original (lo que, por otra parte, me importa un bledo) me referiré a esta controvertida fiesta de Halloween, celebrada esta noche en todo el orbe anglosajón y calcada, por obra y gracia del potencial publicitario estadounidense, en no pocos países del orbe latino, entre ellos el nuestro. Digo controvertida porque hay gente que mueve la cabeza disgustada cuando ve a los chiquillos (y no tan chiquillos) disfrazarse de monstruos cinematográficos para ir por las casas pidiendo golosinas. “Mira que hacer lo que los americanos…” cuando aquí llevamos décadas comiendo hamburguesas, bebiendo coca cola, vistiendo vaqueros y devorando películas de Hollywood sin ningún empacho… Ahora nos vamos a escandalizar porque los niños les haga ilusión vestirse de vampiro o de hombre lobo o de momia y salir a dar la matraca. Si les parece les sentamos esta noche a ver Don Juan Tenorio y mañana nos los llevamos al cementerio armados con un cubo, una esponja y un ramo de flores (con todo el respeto para quien lo haga). Lo que es yo, cuando me muera, espero que mis hijos me incineren y usen mis tristes cenizas para abonar las macetas, que en mi condición de urbanita empedernido me parecería una gran incoherencia pedirles que las tiraran al campo.

 La cosa esta del Halloween parece que deriva de una fiesta de los antiguos celtas, que en Irlanda (tierra donde el elemento céltico pervivió inalterado por más tiempo) dio en llamarse Samain. Venía a ser un festival de la cosecha en el que se sacrificaba el ganado y se preparaban las provisiones para pasar el invierno.   Marcaba además el año nuevo y le atribuían un carácter oscuro, en el que los límites entre nuestro mundo y el de los muertos se disolvían y éstos campaban a sus anchas entre nosotros. La festividad se acompañaba, cómo no, con hogueras y comilonas.  Existía además la costumbre de bailar con máscaras y disfraces grotescos para ahuyentar a los malos espíritus.

 (Descanso para ponerle la merienda a mi hija).

domingo, 30 de octubre de 2011

MISERIA (y III)

 De muestra, un botón.

 Hace unas semanas tuve una conversación con un agricultor vecino del centro en el que trabajo. Este hombre ha donado ya bastante producción suya para entidades de distribución de comida a personas sin recursos. Entiéndanme, no es que sea una ONG andante, esa producción no podría haberla sacado al mercado, pero otros la dejarían pudrir en la tierra… y otros llegan aún más lejos. Me contaba que coincidiendo con un conocido suyo, transportista, vio que llevaba el remolque del camión lleno hasta arriba de berenjenas.

 Le dijo que las llevaba a quemar.

 “No hombre” le dijo mi vecino “yo sé a quien hacer llegar esto para que lo repartan”.

 Pero su conocido le respondió que el productor de las berenjenas le exigía un justificante del quemadero para cerciorarse de que la mercancía se había destruido, “porque” decía “si se reparten, la gente no compra”.

 Pensé para mis adentros que semejante actitud será la que tarde o temprano nos hará desaparecer. Primero como civilización y luego como especie. Ningún otro ser vivo sobre la faz de la tierra destruye sus propios recursos. Tenemos el monopolio de la estupidez. Es sabido que las empresas destruyen más excedentes de los que donan a bancos de alimentos (como gastos deducibles, por supuesto). Nuestra economía es un monstruo desaforado que devora materias primas esquilmando el planeta mientras la masa consumidora (nosotros) se alimenta de la producción mientras puede pagarlo. El que no paga, sencillamente, se cae.  

 Yo no soy economista y entiendo del tema lo justo para administrar mi magro sueldo, pero hay una cosa que sí entiendo: que es rigurosamente cierta aquella frase atribuida a San Pablo que afirma que no es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. La raíz de la pobreza material de la mayor parte de la población del planeta está en el afán desmedido por tener de una minoría dentro de la cual estamos usted y yo. ¿O cree que su estilo de consumo no es revisable al igual que el mío? Nos gusta creer que somos buenas personas, responsables y solidarias, pero… ¿a qué estaríamos dispuestos a renunciar? “Al fin y al cabo” piensa uno “si me privo de esto o de aquello… ¿qué voy a ganar? ¿No va a seguir todo igual?” Puede que sea así, pero queda la satisfacción moral de ser un disidente de un sistema enfermo hasta la médula. Creo que tenemos el deber  de educarnos y  educar a las nuevas generaciones en la austeridad, en la sostenibilidad, en la necesidad de compartir… siempre que queramos sobrevivir como civilización y como especie.

MISERIA (II)

 Pero es que no sólo las cosas marchan condenadamente mal en la ciudad vieja de Génova. Allí la situación se me presentó gráficamente, como un aguafuerte de marcados claroscuros. Si paseamos por cualquier calle céntrica de cualquier ciudad de cualquier país del mundo podremos asistir a la cruel paradoja de que en los escaparates se exhiban artículos cuyo precio permitiría a una familia comer durante varias semanas, mientras hay familias que tienen que hacer auténticos encajes de bolillos para poder comer, muchas veces sin éxito, teniendo que recurrir a… ¿qué nombre le ponemos? ¿Caridad? ¿Beneficencia? ¿Asistencia Social? En esta época de eufemismos ¿cómo nos referiremos a la acción y efecto de repartir comida a personas que no pueden conseguirla por sí mismas (al menos dignamente) sin herir susceptibilidades y que los que tenemos la mesa provista a diario nos movamos incómodos en nuestros mullidos asientos?
 Una cosa tengo clara: un sistema económico en el que unos llevan puestos encima artículos cuyo valor permitiría a otros alimentarse durante semanas es absolutamente perverso. Las desigualdades sociales no son cosa de ahora y desde el siglo XVIII se han sucedido intentos (la mayoría violentos) de dar la vuelta a la situación. El resultado siempre ha sido el mismo: el terror. Pues cuando el oprimido arroja del poder a su opresor se ve corrompido a sí mismo por el poder que ha obtenido y se convierte en un opresor aún más abominable, si cabe. La revolución no es la solución, aunque aún lo coreen algunos descerebrados (absolutamente desfasados) que enarbolan orgullosos la efigie de Ernesto “Che” Guevara (convertida en artículo de consumo, seamos serios) sin tener ni idea de quién era ese hombre, de cómo era y sin haberse tomado siquiera la molestia de leerse su biografía (cosa que, modestia aparte, yo sí he hecho). Nada mejor para desmitificar a un personaje que leerse su biografía no autorizada. No, la revolución nunca ha sido solución de nada, aunque le ha resuelto la vida a no pocos “vivos” a costa de muchos muertos.

 La miseria humana es un cáncer demasiado enquistado en la humanidad como para extirparla con los sablazos de una revolución, pues va de la mano del egoísmo, que es consustancial a la condición humana. La pobreza material de unos se cimenta en la miseria moral de otros manifestada en un egoísmo salvaje.

sábado, 29 de octubre de 2011

MISERIA (I)

 Hace aproximadamente un año viajé a Génova para asistir a un congreso relacionado con mi trabajo. No salgo mucho de mi ciudad (rara vez me he alejado más de doscientos o trescientos kilómetros). Por eso, cuando tengo la ocasión, me dedico a explorar los lugares nuevos que visito movido, además de por una inagotable curiosidad, por mi afición a caminar, única actividad física que hago con gusto en mi convencimiento de que cualquier manifestación deportiva es, a la larga, perjudicial para la salud. Pero no nos desviemos. Como digo, en los ratos libres que me dejaba el congreso, que eran bastantes, me dediqué a caminar por Génova, incluso por los intrincados y sombríos callejones de la ciudad vieja, cercanos al puerto, en los que sin duda corrí el riesgo de ser atracado, violado o sabe Dios qué más. Tuve suerte (o sea que no tuve tropiezos) y pude dedicarme a observar el entorno.

 Génova es una ciudad que podría ser más bonita de lo que es, en conjunto transmite una impresión de decadencia y decrepitud. Tiene una cantidad abrumadora de patrimonio artístico que literalmente se está cayendo a pedazos. La explicación me la daba un compañero del congreso con notable talento para los análisis macroestructurales: no hay presupuesto para mantener debidamente tanto edificio antiguo. De este modo podíamos ver la arcada gótica de los restos de una antigua abadía convertida en cagadero para perros.

 Paseando, paseando, me dí cuenta de que esos callejones de la ciudad vieja eran un hervidero de vida. Gente de toda condición social pululaba por el lugar y el movimiento en restaurantes y cafetines era frenético. Pero olía a decrepitud. ¿Saben cómo huele una casa antigua que se dirige inexorablemente hacia la ruina? Es una mezcla de mugre, humedad y madera podrida. Miraba hacia arriba, hacia las ventanas y en muchas de ellas era reconocible el resplandor sórdido de una habitación iluminada por una sola bombilla, mientras en la fachada de enfrente refulgían las lámparas halógenas. Vendedores ambulantes ofrecían su variopinta mercancía, oscuros individuos de torva mirada deambulaban por las calles y en determinados puntos las prostitutas se ofrecían a los viandantes. Por el mismo lugar, a pocos metros, elegantes señoras caminaban apresuradamente saliendo de boutiques en cuyos escaparates se exponían prendas de precios disparatados. Abundaban las tiendas de antigüedades, con existencias para todos los bolsillos. El contraste era brutal, impactante y abigarrado como un cuadro del Bosco. Resultaba opresivo y claro me embargó la incontenible sensación de que algo marchaba condenadamente mal en aquel sitio.

viernes, 28 de octubre de 2011

NIÑATOS (y II).

Porque, claro, conductor niñato, tú estás controlando perfectamente la situación cuando acercas tu cochecito sobrado de caballos a mi parachoques trasero. Si me veo obligado a frenar o hacer cualquier maniobra brusca, tú podrás frenar al instante o esquivarme en una fracción de segundo sin perder el control, evitando así que nos matemos tú, yo y todos los que viajen con nosotros. Eres un as del volante y yo una basura por interponerme en tu camino y coartar tu derecho a violar todos los límites de las normas de tráfico y del sentido común.

 Porque, por otra parte, tú siempre tienes razón. Tienes todo el derecho del mundo a avasallarme y a faltarme el respeto, aunque sea tu padre, tu madre, tu esposa, tu marido, tu hijo, tu hija, tu abuelo, tu abuela, tu novio, tu novia… un ser humano sujeto de derecho. Todo carece de importancia porque tú tienes razón y la impones gritando, amenazando y si se tercia con una buena ostia

 Y claro, las mujeres están para tu disfrute, puedes darte el lujo de mirarlas y remirarlas de arriba abajo porque se visten como lo hacen justo para que tú las mires y comentes lo buenas que están y lo que les harías con un par de cojones. Si intentas requebrarlas y se atreven a mandarte a tomar por saco, no te cortes machote: son unas estrechas… o quizá sean hasta lesbianas. ¿Cómo si no iban a rechazarte?

 ¿Tú estudiar? ¿Trabajar de verdad (no hacer el paripé)? Eso es para panolis. Tú dedícate a vivir del cuento, de tus padres mientras se dejen ¿y luego? Prueba suerte en algún concurso de la tele donde lo que se valore sea alcanzar los niveles de cretinismo más inverosímiles. Quizá llegues a famosillo o colaborador de uno de esos programas que llaman (¡Dios sabrá por qué!) del corazón. Sin embargo lo más probable es que te quedes por el camino y te veas obligado a (¡redios!) trabajar en lo primero que te salga. Siempre que no tengas estómago para delinquir o prostituirte.  Por cierto, cuando tus padres no te sean ya de utilidad, ¡déjalos tirados! Total, después de todo son los culpables de haberte traído al mundo.

 Por otra parte, nunca te comprometas con una pareja. Las personas son para usarlas y tirarlas y si cometiste el imperdonable error de amarrarte a alguien cuando eras joven… ¡no te preocupes! Te separas y en paz. Pasa de responsabilidades, de hijos, de pensiones compensatorias y sobre todo pasa de amar a nadie, porque no eres capaz.

 Y más salvajadas, más, más… Cada una mayor que la anterior, pero todas perfectamente justificadas. Jolín niñato, qué bien te lo has montado. Hay gente que incluso puede creer que eres respetable de tan bien que encubres tu niñatería.

 Niñato, eres una mala bestia… ¿o no?

 ¿En qué condenado momento te convertiste en lo que eres? ¿Por qué, mientras otros se convertían en personas tú te ibas convirtiendo en una especie de agujero negro que todo lo devora no dejando tras de sí más que el vacío? ¿Eres recuperable? ¿Cabe esperar algo de ti? Es más… ¿podría pasarme algo que me llevara en un momento dado a ser como tú o aún peor? ¿Hay algún remedio que cure lo que tú eres e inmunice a los que no son como tú pero pueden llegar a serlo? ¿Y si yo, que tan bueno puedo llegar a creerme en un absurdo ataque de ombligocentrismo, soy ya como tú, sólo que aún no me he dado cuenta?

 Me lo preguntaré cada día al mirarme al espejo por las mañanas.

jueves, 27 de octubre de 2011

NIÑATOS (I)

 Me encanta la palabra “niñato” o “niñata”, breve, sonora y contundente como un escupitajo lanzado a la cara. Sin embargo, como todo término vulgarizado, es difícilmente definible. Me arriesgaré a intentarlo parodiando una entrada de diccionario.

 Niñato/a:  Der. vulg. de “niño”. Dícese de la persona, preferentemente en la adolescencia o en la primera adultez, irresponsable, prepotente, egoísta, materialista, segura de no necesitar aprender nada de nadie y con un total desconocimiento siquiera de dónde está de pie o de por dónde pueden venirle las tortas.

 Estoy seguro de que nada más leer esta cutre definición han venido a la mente del sufrido lector al menos media docena de personas que se ajustan al perfil. Los vemos por todas partes: en los parques, en las plazas, en los bares, en los institutos de secundaria, en las universidades, en las empresas, conduciendo coches (algunos que para mí los quisiera yo…) Pero hoy no voy a limitarme a hablar de jóvenes ya que el niñato está “…preferentemente en la adolescencia o en la primera adultez…” pero no necesariamente. Hay niñatos y niñatas de todas las edades.

 ¿Nunca se le ha pegado un coche por detrás en la autopista hasta quedar casi pegado a su paragolpes? Un niñato al volante.

 ¿Nunca se ha visto envuelto en una discusión y la persona que tenía frente a usted sólo consistía en levantar más la voz? Un niñato.

 ¿Nunca ha visto a un sujeto girar la cabeza casi media vuelta al pasar una muchacha de buen ver o a un grupo de obreros agredir verbalmente (piropear no se ajusta a esto) a las mujeres que pasan?  Niñatos.

 ¿Entrar en un concurso de televisión cuyo sola dificultar es ser morbosamente observado por millones de personas con el único fin de ganar dinero y una dudosa notoriedad? Niñatos.

 ¿Dejar a los propios padres en la estacada cuando ya no se puede sacar nada de ellos? Niñatos.

 ¿Divorciarte porque “se te acabó el amor”? Niñatos.

 Hay mucho niñato suelto.

 (Continuará).

lunes, 24 de octubre de 2011

RELIGIÓN ( y III)

 Me niego a que intenten convencerme de que estoy equivocado por no comulgar con determinada religión o por no compartir sus planteamientos e una u otra materia. Igualmente me niego a aceptar que se critique sin conocimiento de causa a cualquiera que lleve a la práctica los preceptos de su religión siempre que no ponga en peligro la salud o la vida de otra persona o la propia o falte a la dignidad humana (muchos dirán que esto puede interpretarse de maneras muy diversas, pero la aplicación del sentido común deja muy pocos resquicios por los que colarse). Dejemos a la beata con sus rezos, al semanasantero incansable con sus pelos de punta postrado ante imágenes al igual que los paganos de hace siglos, dejemos a los novios atolondrados de turno con su boda por la iglesia si ello les place…  ¿por qué hemos de criticarles?  ¡Y qué si Madre Teresa visitó a Papa Doc! ¿Quién de nosotros está en posición de poder juzgarla con dureza? ¿Acaso las incoherencias de nuestras vidas anónimas no son en ocasiones igualmente atroces? ¡Si a alguien le molestan los santos que mire hacia otro lado! La grandeza no reside en ser perfectos, sino en hacer grandes cosas (o pequeñas grandes cosas) siendo imperfectos. Madre Teresa hizo grandes cosas, si no sería venerada como lo es. ¿Cuántos santos hay por los altares de los que no se acuerda ni Dios?

 Insisto en que el hecho religioso merece respeto.  El showman estadounidense Howard Stern dijo una vez lo siguiente: "Estoy harto de todas las religiones. La religión ha dividido a la gente. No creo que haya diferencia entre el Papa usando su sombrero grande, paseando entre feligreses con una cartera humeante y un africano pintándose la cara blanca y rezándole a una piedra".  Es cierto que en nombre de la religión la humanidad se ha dividido, pero el mundo que conocemos hoy, bueno o malo, ha sido conformado en gran medida por la religión y en nombre de la religión o con ésta como telón de fondo también se han hecho grandes cosas (y pequeñas grandes cosas). En una cosa tiene razón el sr. Stern, pues no hay diferencia entre el papa y el africano pintado, pues ambos son igualmente dignos de respeto y tienen sus seguidores a los que nadie obliga. Dejémosles pues y si estás harto de las religiones, amigo Howard, no profeses ninguna y en paz.

 A propósito: ¿y si la conducta sexual equivocada a la que aludía Madre Teresa fuera la de no ponerse condón?

domingo, 23 de octubre de 2011

RELIGIÓN (II)

 Tengo muy claro que en esta vida, ante todo, hay que ser cauto y respetuoso y defender posturas extremas lo dificulta. De muestra, un botón.

 Hoy he leído en Internet un artículo que ataca a la figura de la Madre Teresa de Calcuta. ¡Sacrilegio! ¿Cómo mancillar el nombre de una persona que para muchos era ya una santa en vida? Sin embargo el artículo cita una supuesta frase de la famosa monja en la que califica al SIDA como “un justo castigo para una conducta sexual equivocada”,  alude a su visita al famoso dictador haitiano Jean Claude “Papa Doc” Duvallier, y critica su afán por fundar conventos. El artículo además se acompaña de una ilustración más que inspirada en las “Pinturas Negras” de Goya en la que la madre Teresa aparece con una sonrisa torcida y siniestra junto a un sombrío personaje. Dejo la dirección, por cierto http://www.taringa.net/posts/noticias/9243041.R/La-Verdadera-Madre-Teresa-de-Calcuta_Agnes-Gonxha-Bojaxhiu.html. El detalle de la ilustración me ha parecido de mal gusto y el artículo rezuma hostilidad. Parece que al autor le molesta que haya gente (mucha) que venere a esta mujer como una santa. La monja en cuestión nos podrá parecer mejor o peor pero ¿es necesario arremeter así contra un personaje tan querido corriendo el riesgo de ofender la sensibilidad de tantas personas?  

 Yo pienso que no.

 El hecho religioso, el católico que es el que nos coge más cerca, produce tres posibles reacciones: fervor, rechazo o indiferencia. Una actitud de abierto respeto, aunque no se comparta el credo, resulta difícil de encontrar y es justamente la opción que yo elijo. A la Iglesia Católica se la critica de amanera abierta, cruel y gratuíta. Los curas pederastas, el oro de los ornamentos, el celibato, la reaccionaria curia vaticana… son aspectos a los que sacar punta a menudo por parte de gente cuya principal falta consiste en no tener ni la menor idea del tema del que están hablando; porque si has de criticar a una iglesia (la que sea) antes has de tomarte la molestia de comprenderla, al menos un poco.  Cualquier confesión religiosa por el simple hecho de aglutinar y dar consuelo y esperanza a un amplio número de personas ya merece un respeto. ¡Cuidémonos de los que hacen críticas facilonas basadas en tópicos o que intentan culpar a toda una institución de los pecados de algunos de sus miembros!  Por otro lado, evitemos hacerlas.

Religión I

 Mi padre, sin ser un sabio, ha dejado algunas frases impresas en mi memoria que me seguirán hasta la tumba y lo que haya más allá, sea lo que sea. Una de ellas ha sido: “antes de elegir cualquier religión, sé humano” y es que él durante su juventud en el Tánger europeizado de los años cincuenta, estuvo en contacto con musulmanes, judíos, algún cristiano ortodoxo, cristianos católicos y  miembros de diversas iglesias protestantes. El resultado: ninguna confesión logró ganarle para su causa. Eso sí hay que reconocérselo a mi padre: cuando algo no le entra por el ojo del sentido común ni Dios Padre se lo consigue meter. Demasiados ejemplos tuvo de la inhumanidad de sujetos muy devotos en su respectivo culto como para dejarse convencer. Años después, por aquello de la calidad de la enseñanza (cuestión de opiniones) me matriculó en un colegio religioso por el que pasé sin pena ni gloria. Sin embargo reconoceré a los frailes el mérito de  despertarme  el gusanillo de lo espiritual y durante varios años coqueteé con la fe católica hasta que experiencias similares a las que vivió mi padre (hay católicos muy poco humanos) amén de mi rebelión cognitiva ante los rituales y los dogmas me llevaron al distanciamiento. Desde entonces he vivido la mar de tranquilo sin ir a misa los domingos, casado por lo civil, habiendo bautizado a mis hijos y habiéndolos matriculado en un colegio religioso ¿incoherente? Puede ser, pero a mí me vale.

No sé por qué comienzo.

Quizá empiezo a escribir sólo para desahogarme. Quizá sea exhibicionismo, no lo sé. Siempre me ha gustado escribir y esta es una manera tan buena como cualquier otra para compartir mis pensamientos con los demás. El ser humano está destinado a comunicarse y no creo que entrar en la era digital nos lleve al aislamiento sino todo lo contrario. Siento la necesidad de lanzar mis reflexiones al cyberespacio para que quien quiera las recoja y comparta conmigo las suyas si lo desea. Quizá el título del blog parezca deprimente a algunos, pero mi desierto es surcado permanentemente por viajeros que con un poco de suerte pueden encontrarse y conversar al calor de la lumbre.

 Hoy empiezo a escribir.

HITLER, EL INCOMPETENTE