lunes, 24 de octubre de 2011

RELIGIÓN ( y III)

 Me niego a que intenten convencerme de que estoy equivocado por no comulgar con determinada religión o por no compartir sus planteamientos e una u otra materia. Igualmente me niego a aceptar que se critique sin conocimiento de causa a cualquiera que lleve a la práctica los preceptos de su religión siempre que no ponga en peligro la salud o la vida de otra persona o la propia o falte a la dignidad humana (muchos dirán que esto puede interpretarse de maneras muy diversas, pero la aplicación del sentido común deja muy pocos resquicios por los que colarse). Dejemos a la beata con sus rezos, al semanasantero incansable con sus pelos de punta postrado ante imágenes al igual que los paganos de hace siglos, dejemos a los novios atolondrados de turno con su boda por la iglesia si ello les place…  ¿por qué hemos de criticarles?  ¡Y qué si Madre Teresa visitó a Papa Doc! ¿Quién de nosotros está en posición de poder juzgarla con dureza? ¿Acaso las incoherencias de nuestras vidas anónimas no son en ocasiones igualmente atroces? ¡Si a alguien le molestan los santos que mire hacia otro lado! La grandeza no reside en ser perfectos, sino en hacer grandes cosas (o pequeñas grandes cosas) siendo imperfectos. Madre Teresa hizo grandes cosas, si no sería venerada como lo es. ¿Cuántos santos hay por los altares de los que no se acuerda ni Dios?

 Insisto en que el hecho religioso merece respeto.  El showman estadounidense Howard Stern dijo una vez lo siguiente: "Estoy harto de todas las religiones. La religión ha dividido a la gente. No creo que haya diferencia entre el Papa usando su sombrero grande, paseando entre feligreses con una cartera humeante y un africano pintándose la cara blanca y rezándole a una piedra".  Es cierto que en nombre de la religión la humanidad se ha dividido, pero el mundo que conocemos hoy, bueno o malo, ha sido conformado en gran medida por la religión y en nombre de la religión o con ésta como telón de fondo también se han hecho grandes cosas (y pequeñas grandes cosas). En una cosa tiene razón el sr. Stern, pues no hay diferencia entre el papa y el africano pintado, pues ambos son igualmente dignos de respeto y tienen sus seguidores a los que nadie obliga. Dejémosles pues y si estás harto de las religiones, amigo Howard, no profeses ninguna y en paz.

 A propósito: ¿y si la conducta sexual equivocada a la que aludía Madre Teresa fuera la de no ponerse condón?

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