domingo, 9 de septiembre de 2012

CARADURAS

 La otra tarde estaba yo comprando en el super cuando me encontré a una de mis muchas tías. La señora está ya mayor, es viuda y tiene en casa a dos hijos cuasi cincuentones vueltos al hogar materno tras sendos fracasos matrimoniales. Me decía consternada que había estado esperando que regresaran a casa para ver si alguno le ayudaba a ir a comprar, pero ambos le dijeron que iba a ser que no, porque estaban muy cansados después de currar. Y ahí que la buena mujer tuvo que  tirar para el día con el carrito a rastras y la decepción sofocándole el alma, porque había que comprar cositas para hacerles la cena a aquellos dos gañanes y no vayan a creerse que son de los que se contentan con un bocata de atún y un yogur ¿eh? Que son de los que se han criado cenando caliente y total, ya ven para qué. Cría hijos para esto. Yo les vertería el aceite de la freidora bien caliente sobre los testículos, visto que crudos les sirven de poco quizá fritos les sirvan de cena y así su pobre madre descanse al menos una tarde.

 La cara dura de estos dos angelitos es considerable, pero la del sujeto sobre el que voy a hablarles a continuación también se las trae.

 Algunas mañanas de domingo voy a comprar churros para la familia. Siempre en el mismo bar y ya en un par de ocasiones me ha saludado un parroquiano que a hora tan temprana está borracho como una cuba, hediendo a anís. Hoy no ha sido una excepción y al ver mi expresión de desconcierto se ha apresurado a decirme su nombre y las circunstancias en las que nos conocimos: ¡en un grupo de la Comunidad Terapéutica! Un grupo familiar que yo mismo estuve con un usuario, su madre y sus dos hermanos. El borrachín era uno de éstos. Vivir para ver. Cuestionando y censurando al hermano que ha buscado ayuda para superar su adicción mientras él mismo busca la respuesta a los misterios del universo en el fondo de las botellas de anís. Ni corto ni perezoso empezó a narrarme con voz pastosa y arrastrada dicción lo maravillosamente bien que está su hermano ahora que ha superado SU problema, que una cosa es beberse una copa de vez en cuando y otra tener un problema. La leche que le dieron… cogí mis churros y me largué. Sólo es cuestión de tiempo que el usuario sea él… si no revienta antes de una cirrosis, claro.

 Caraduras hay en todas partes. Siempre los ha habido y los habrá. Cualquiera de nosotros, en un momento dado, puede llegar a tener la cara un poco dura. El caso es no llegar a acostumbrarse a ello y que deje ser un estado ocasional para pasar a ser un rasgo habitual de los que no quieren criticarse a sí mismos, no sea que lo pasen mal y tengan que cambiar comportamientos y actitudes. Malditos sean los sordos que no quieren oír, los ciegos que no quieren ver y los cretinos que se creen que el que está al lado siempre lo hace peor que uno.

 Shubby, mi Golden Retriever al que una veterinaria que se creía amante de los animales confinó durante dos años en un patio (ver la entrada VIDA DE PERROS) me mira serenamente. Es incapaz de guardar rencor a nadie, por más que haya sido víctima de los abusos de mala gente que se tiene por buena. Yo no soy tan comprensivo.

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