sábado, 22 de septiembre de 2012

UN PASEO POR MARINALEDA (I)

 Debo reconocer que antes del episodio de la “expropiación” al Mercadona de Écija por parte de un grupo de sindicalistas auspiciados por Juan Manuel Sánchez Gordillo, alcalde de Marinaleda, no tenía ni idea de la existencia de este señor ni del municipio que gobierna desde 1979. Eso da cuenta de mi supina ignorancia. Como sea que el suceso antes mencionado y las siguientes reivindicaciones promovidas por Sánchez Gordillo y su formación política han generado mucho movimiento en los medios de comunicación, se ha hablado bastante sobre Marinaleda, su alcalde de izquierdas sustentado por los habitantes del pueblo de manera abrumadora una legislatura tras otra, la famosa marcha para ocupar las tierras del duque del Infantado y demás. Denostado por unos, admirado por otros, tomado a chacota por bastantes e indiferente para los más. Sánchez Gordillo ya no es portada y no sale en los telediarios, tal es la volubilidad de los medios de comunicación. Sin embargo se ha despertado mi curiosidad. Tenía ganas de echar un vistazo a Marinaleda, pueblo del que se ha llegado a decir que es la utopía comunista sobre la tierra (también dijeron eso en su momento sobre los koljós soviéticos y miren ustedes qué fracaso), así que aprovechando que estoy de vacaciones cogí el coche y me planté allí una mañana.

 Se acusa al pueblo de Marinaleda de sustentar su modelo económico sobre las subvenciones de la Junta de Andalucía y muchos lo hacen como si fuera un crimen nefando, tan abominable como excepcional. Que un ayuntamiento financie sus proyectos con dinero procedente de la administración autonómica no tiene nada de nuevo (de hecho muchas voces se alzan clamando que tal financiación es insuficiente). Respecto a si tal financiación es o no deseable habría mucho que hablar. En la actual coyuntura económica estamos viendo cómo se desploman entidades tanto públicas como privadas por su excesiva dependencia de las subvenciones. Es un debate complejo que se me escapa. Lo que no se escapa es cebarse con Marinaleda por estos motivos es un desatino. Parece como si el hecho de  financiar con esos caudales públicos la puesta en marcha de cooperativas agrícolas, la construcción de equipamientos municipales y   de viviendas fuese ofensivo para algunos. Esto, en un país donde los fondos públicos se han malversado y se malversan alegremente, tiene su coña. Otra cosa es que Sánchez Gordillo y su camarilla puedan tener  sus chanchullos privados, de lo que también se les acusa.  

 Lo primero de lo que uno tiene sensación cuando llega a Marinaleda, después de recorrer desde la autovía una larga carretera que atraviesa infinitos olivares, es que allí hay que ir a propósito. Este pueblo no está de paso a la ida o la vuelta de sitio alguno. No hay nada notable por allí, ni monumentos, ni accidentes geográficos de relieve… nada más que secanos y secanos hasta donde alcanza la vista. Por lo demás lo segundo que se advierte es que allí nunca ha vivido gente rica. No se ven casonas antiguas de esas tan comunes en pueblos vecinos como Estepa o la Roda que Andalucía. En Marinaleda nunca han vivido los terratenientes, sino los jornaleros.

 (Continuará)





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