domingo, 5 de febrero de 2012

ACOMPAÑAR A UN HIJO

 Esto de tener hijos es complejo. La idea no es una novedad para nadie. Dicen que los hijos, ya que no vienen con un pan debajo del brazo, al menos deberían venir con un manual de instrucciones. Decir esto es poco. Nunca sabes si lo estás haciendo bien, aunque sí cuando lo estás haciendo mal, que son las más veces.

 En mi caso empezaba a estar acomplejado porque entre mi hijo mayor y yo parecía mediar un abismo. Es tan distinto a mí como un huevo a una castaña, prácticamente en todo. No pude enseñarle a montar en bici porque yo mismo no sé, nunca le enseñé a jugar al fútbol porque yo mismo no sé. He intentado inculcarle mi amor por la lectura y he fracasado. ¿Recuerdan el eslogan televisivo “si tú lees, ellos leen”? ¡Pues es mentira! Sólo compartimos el gusto por los videojuegos de la serie “Need for Speed”  e incluso he desarrollado el gusto por algunos temas de hip hop y de rap para tener algo que compartir con él.

 Pero hoy ha pasado algo maravilloso. He ido con él a elegir un regalo para la novieta que se ha echado, porque el pobre se mueve en terreno nuevo (salir con una chica normalita, no un pendón desorejado) y se halla perdido. Por fin se ha dejado guiar por mí en algo de buen grado. Por fin reconoce algo de mi experiencia como útil para él. No es más que un pequeño detalle, pero es un comienzo.

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