domingo, 22 de diciembre de 2013

ABORTOS

 Allá por mediados de los ochenta vi en una revista una viñeta del humorista gráfico Martín Morales en la que un señor bien trajeado enarbolaba una furibunda pancarta de NO AL ABORTO ante una señora embarazada de humilde condición mientras que con la mano tonta pasaba un billete de avión a Londres a otra embarazada ricamente vestida y enjoyada. Ayer vi otra viñeta, esta del Roto, en la que una señora bien vestida afirmaba que ya podrían las mujeres de izquierdas armar menos alboroto e irse a abortar a Londres, como hacían ellas, las niñas bien, se entiende. Cerca de cuarenta años después, por obra y gracia de nuestro reaccionario gobierno, seguimos manejando los mismos conceptos; porque está claro que aunque se restrinja el aborto,  muchas mujeres van a seguir abortando aunque su embarazo no suponga riesgo para la salud o no sea fruto de una violación: las pudientes se irán a hacerlo a países en los que  esté permitido y regulado, las que puedan reunir el dinero para pagar a un médico sin escrúpulos (que siempre los hay) lo reunirán y abortarán en una clínica privada, a escondidas y con la atención justa y las que no puedan reunir ese dinero… bueno, esas harán lo que puedan. Lo que está claro es que la hija de una familia bien que se quede embarazada tras una noche loca no paseará su barriga con dignidad afrontando estoicamente su error. Ese privilegio queda reservado para las pobres.

 Como creyente no apruebo la práctica del aborto, pues creo que el alma se hace presente desde el momento de la concepción. Debatir a partir de cuándo se puede considerar a un embrión como un ser humano me parece un debate estúpido a la par que obsceno. Por otra parte, en mi práctica profesional he podido comprobar hasta donde llegan las secuelas psicológicas para una mujer que abortar y me molesta el abordaje un tanto trivial del tema que, desde mi punto de vista, realizan en no pocas ocasiones los grupos a favor del aborto. Sin embargo yo mismo no me otorgo el derecho a juzgar a una mujer que decide abortar, no me atrevería a prohibírselo… ¿Quién soy yo? Ese afán prohibicionista forma parte del discurso del más rancio tradicionalismo de derechas imbuido de catolicismo radical y oscuro que condena a la mujer a vivir su sexualidad al servicio de la procreación, culpabilizándola por evitar el embarazo tildándola ya saben ustedes de qué y que la condena a las llamas del infierno por poner fin a un embarazo que no desea. Se trata de esa misma mentalidad que mira para otro lado cuando un hombre va esparciendo su semilla por ahí, siempre que la depositaria no sea una niña bien o una señora decente.

 Ahí debo dar la razón a las feministas: las leyes que prohiben el aborto son leyes contra las mujeres, leyes dirigidas a mantenerlas en una postura de vulnerabilidad y sumisión con respecto a los hombres.  Las promueven grupos sustentados por una ideología a la que le importa un carajo el bienestar de los no natos por los que claman  una vez se convierten en niños nacidos. Es la misma ideología que recorta la sanidad pública, cierra comedores escolares y convierte en mierda la educación gratuita. Es la derecha oscura y brutal asociada a la iglesia católica más siniestra a la que hemos dado el poder absoluto por votar con los cojones en vez de con la cabeza. Sólo llevamos dos años de legislatura, a ver qué les da tiempo a hacer en los dos que les quedan.

 El aborto se evita con educación en valores, no con prohibiciones. Cuando un régimen se permite legislar con tanta frialdad sobre algo que forma parte de la intimidad de las personas, se abre la puerta al fantasma de la dictadura. Un gobierno debe proteger a los ciudadanos y esta ley del aborto sólo generará abortos clandestinos, pero da igual, las mujeres “valiosas” seguirán abortando en Londres y las que mueran sobre una oscura mesa en algún tugurio serán “prescindibles”.

 Enhorabuena a los premiados, los que les votaron. Dentro de dos años vuelvan a hacerlo.

domingo, 1 de diciembre de 2013

DÍA MUNDIAL DE LA LUCHA CONTRA EL SIDA

 El portal Google, tan dado a conmemorar efemérides en su página de inicio, permanece hoy con su logo neutro de todos los días, sin que sea un día como todos los demás. Hoy es 1 de diciembre, día mundial de la lucha contra el SIDA, fecha que se conmemora desde 1988 con campañas y actividades  de concienciación entre otras cosas para que la gente no pierda de vista hechos como que el Síndrome de Inmuno Deficiencia Adquirida, provocado por la infección por VIH o Virus de Inmunodeficiencia Humana ha matado desde 1988 a más de 25 millones de personas en todo el planeta, o que en España hay entre 130.000 y 160.000 afectados. Semejante margen de error en las cifras es debido a que ser portador del VIH supone a día hoy un estigma social, por lo que muchas personas evitan hacerse las pruebas y viven de sin saber que son seropositivas. Se menciona el tema poco en Internet. Hoy de lo que más de habla en la red es de la desgraciada muerte en accidente de tráfico (a bordo de un deslumbrante Porsche Carrera GT) del actor Paul Walker, apolíneo protagonista de la película The Fast and the Furious y algunas de sus secuelas.

 Al margen del escaso interés mediático en el tema, lo cierto es que hoy día en España hay ciudades como Madrid o Sevilla en las que los seropositivos no pueden ser taxistas. Todavía hoy una persona seropositiva no pueden contratar un seguro de vida o suscribir un crédito hipotecario en que lo primero sea considerado como requisito, porque se aplica como criterio de riesgo la esperanza de vida de las personas seropositivas en los años ochenta, antes de que los avances en los tratamientos retrovirales hayan incrementado enormemente la esperanza y calidad de vida de los afectados. Pero cómo vamos a extrañarnos de esto si hay quien cree aún que los platos y cubiertos utilizados por una persona infectada de VIH deben desinfectarse. Pregunte a la primera persona que se cruce por la calle si conoce las vías de contagio del VIH… Pregúnteselo usted.

 Para mayor desgracia, todas las asociaciones y organizaciones están viendo brutalmente mermadas las ayudas públicas y no pocas han tenido que cerrar, como el Comité Anti SIDA de la Región de Murcia, que tras 22 años promoviendo campañas de sensibilización y prestando apoyo social y psicológico a personas seropositivas tuvo que cerrar en 2012.

 Está claro que para el Ministerio de Sanidad,  preocupado por meter la tijera y privatizar hospitales,  el VIH ha dejado de ser una prioridad. Pero no por ello ha dejado de ser un problema sanitario serio. La alarma social que reinaba en la España de finales de los ochenta y principios de los noventa hace tiempo que se extinguió (si bien algunos de sus efectos perduran, como hemos visto antes) y bien que se extinguiera, pues como todas las alarmas sociales era inútil e irracional. Aún recuerdo aquellos padres negándose a llevar a sus hijos al colegio mientras estuviese en clase un niño o niña con VIH y otras histerias colectivas por el estilo; pero las asociaciones implicadas en la lucha contra la enfermedad y sus consecuencias como la Coordinadora Estatal de VIH-SIDA (CESIDA) advierten que se está produciendo una “fatiga en la prevención” y que la población en general está bajando la guardia. Si a ello le sumamos el descuido por parte de las autoridades sanitarias, el panorama puede ser delicado. Entre el ciudadano de a pie sigue anclado el estereotipo de que el SIDA es privativo de las personas drogodependientes por vía inyectada, las personas dedicadas a la prostitución y los homosexuales; sin embargo el propio ministerio estima que podría haber más de 4000 inmigrantes irregulares infectados por VIH en España; inmigrantes irregulares que la actual política del gobierno deja fuera del sistema sanitario.


 Conviene mirar de frente a la realidad, informarse y apoyar a aquellos que siguen dedicando tiempo y esfuerzo a mejorar la calidad y dignidad de vida de aquellos a los que la sociedad sigue estigmatizando por ignorancia, egoísmo y falta de humanidad. Este es otro ámbito en el que lo único decente es no ser un borrego más del rebaño.

domingo, 24 de noviembre de 2013

LA HIPOCRESÍA DE LOS POLÍTICAMENTE CORRECTOS

 Una respetable señora a la que tengo el gusto de conocer (profesora de universidad con una profunda conciencia social, por más señas) escribía el otro día en Facebook sobre el desconcierto que le causa el anteproyecto de ley sobre seguridad ciudadana y la posibilidad de que en el futuro cercano pueda estar empujando a sus alumnos a caer en la ilegalidad si les anima a asumir un compromiso social. Uno de sus amigos en la vasta red social, abogado joven, atractivo y a todas luces bien situado, se apresuró a indicarle que la participación activa en la sociedad nunca será delito, que conviene informarse bien sobre las cosas antes de opinar sobre ellas, que la rebeldía y el inconformismo son positivos pero el ser molesto igual no lo es y que la interpretación de las leyes compete al poder judicial y que si no confiamos en los poderes democráticos mejor nos vamos del país o hacemos uno nuevo, entre otras cosas.

 Meditabundo me dejaron las palabras de este buen señor. Así que lo primero que intenté fue buscar por Internet el borrador de dicho anteproyecto de ley, sin éxito, ni siquiera en la web del congreso de los imputados  o en la del ministerio del interior (desde aquí pido a quien pueda facilitarme esta tarea, que tenga la bondad de hacerlo). Contrariado tuve que conformarme con las versiones, más o menos deformadas, que dan los diferentes medios de comunicación. Para no extenderme demasiado, expondré que parece ser que nuestro gobierno pretende sancionar hasta con 600 000 euros de multa la convocatoria o asistencia a concentraciones no autorizadas ante las instituciones  del Estado (como las recientes protestas ante el congreso brutalmente reprimidas por la policía) o dar a las fuerzas de seguridad potestad para crear “zonas de seguridad” que permitan evitar los escraches (para mi defensa a esta práctica de protesta remito a la siguiente entrada de este mismo blog). Voy a centrarme en estos dos puntos que, aunque presentados entre muchos más, constituyen en sí mismos desde mi punto de vista una sobreprotección ilegítima a la clase política, ya bastante endiosada y alejada de la realidad social en este país.

 En la antigua Roma, en la época republicana, la práctica del escrache (aunque entonces no se llamaba así, sino occentatio estaba totalmente normalizada, los cargos públicos salían a la calle protegidos por grupos de lictores, una especie de guardaespaldas, que le cruzaban la cara a cualquiera que osara acercarse más de la cuenta, pero no podían hacer nada para evitar que la plebe se ensañara verbalmente con el politicastro en cuestión, aunque fuese a un tiro de piedra del senado o de su propia casa. Era el único recurso que le quedaba al pueblo agraviado: patalear. Es el único recurso que le queda al pueblo agraviado por promesas electorales incumplidas, servicios públicos recortados, banqueros trápalas que viven como sátrapas a costa del ciudadano y con la connivencia del político, que también vive como un sátrapa y que ahora ni siquiera va a tener que oír los gritos de los agraviados porque la policía los obligará a estar a trescientos metros de su casa o la autoridad competente prohibirá toda concentración que pueda importunar en lo más mínimo a sus señorías. El pueblo podrá patalear, sí, pero donde no moleste.

 Señor abogado joven, atractivo y a todas luces bien situado, su discurso moderado le hace el juego a una clase política que nos maltrata y a la que nuestros sufrimientos le traen sin cuidado. Recortar el derecho al pataleo del pueblo es una medida autoritarista revestida de un barniz pseudo democrático. El colmo de la hipocresía lo encontramos también cuando en dicho anteproyecto de ley se tipifica como infracción grave a quien se oculte el rostro en una manifestación mientras los antidisturbios aporrean a los manifestantes pacíficos con la cara cubierta y la identificación metida en el bolsillo.


 El mensaje tácito de la clase política hacia el ciudadano es que ellos no son iguales que nosotros. Se rigen por otras normas y viven en un mundo distinto que ahora será un poquito más de color de rosa si esta ley prospera y ni siguiera han de soportar los gritos de los que protestan. Si el activismo social se queda dentro de los límites que convengan a los políticos ¿qué efectividad tendrá? Hay que ser molesto para el gobernante inoperante, para el corrupto, para el bienintencionado hipócrita… Señor abogado joven, atractivo y a todas luces bien situado: usted y los que son como usted promueven con su moderación y su lenguaje políticamente correcto que los que abusan del pueblo lo hagan con impunidad, sobre todo en un país en el que el órgano supremo de gobierno de los jueces está vendido al poder político y éste al poder económico. El lado del que usted está, señor, ha quedado muy claro, aunque usted mismo aún no lo sepa o no tenga las narices de aceptarlo.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

VÍCTIMAS DE PRIMERA Y VÍCTIMAS DE SEGUNDA

El 18 de noviembre de 2012 un cazabombardero israelí arrojó un artefacto explosivo contra la casa de la familia Al-Dalu, en Gaza. No fue un ataque al azar, el objetivo era Mohamed Jamal Al-Dalu, de 25 años, presuntamente miembro de Hamás. Murió, naturalmente… sólo que junto con otros nueve miembros de su familia, entre ellos varios niños. Este ataque formó parte de la operación “Pilar Defensivo”, que arrojó un saldo total de un centenar de civiles palestinos muertos (entre ellos 30 niños) y cuatro civiles israelíes muertos, pues Hamás también sacó el arsenal, no tan sofisticado como el del ejército israelí pero arsenal al fin y al cabo.

 Tres años antes, a caballo entre 2008 y 2009, tuvo lugar la operación “Plomo Fundido” que duró 22 días, una ofensiva israelí sobre la franja de Gaza con el objetivo de destruir la infraestructura de Hamás, en respuesta a los ataques con misiles y proyectiles de mortero efectuados por milicianos palestinos. Para darse cuenta de la desigualdad de la contienda sólo hay que ver las cifras. Del lado israelí hubo que lamentar 11 soldados muertos y 236 heridos, junto con 3 civiles muertos y 84 heridos. Sobre las bajas en el lado palestino hay baile de cifras, según sea quien contabilice, pero yo me quedo con los datos de la organización para los derechos humanos B´Tselem, que siendo israelí y cuestionando los métodos de su gobierno me parecen los menos predispuestos a falsear las cifras. Esta organización estima en 1387 el número de palestinos muertos, de los que al menos 774 serían civiles, 320 de ellos menores de 18 años. Los heridos rondarían los 5200.

 Diversos informes de Naciones Unidas, Amnistía Internacional y Human Rights Watch acusaban a ambos bandos de cometer crímenes de guerra. En efecto, disparar un misil contra una población es un crimen, lo dispare quien lo dispare.

 Amnistía Internacional lleva hasta hoy exigiendo que se investiguen debidamente y se exijan responsabilidades a los autores de ataques tan indiscriminados como el que arrasó la casa de los Al-Dalu. Pero no parece que los israelíes tengan mucha prisa por hacerlo, aunque sí por meterle cuatro tiros al palestino que dispare un misil contra un asentamiento en los territorios ocupados. La pérdida de una vida es irreparable, pero parece que tal condición de irreparable se da a las víctimas israelíes, mientras las palestinas se pueden amontonar sin ningún escrúpulo. Para estos señores es lícito llevarse por delante a una familia entera para eliminar a uno de sus miembros que,  parece ser, es terrorista.

 Atentado, acción de guerra; acción de guerra, atentado… Algunos dicen ver la diferencia, yo no la veo. Son crímenes de lesa humanidad… todos.

 Salvando distancias, algo parecido sucede aquí en España. Aunque nuestras fuerzas armadas no disparen (aún) misiles sobre las casas de ciudadanos privados de sus derechos, por lo menos nuestras fuerzas de seguridad se están adiestrando en el noble arte de abrir la cabeza a manifestantes y dejarles tuertos con bolas de goma (gracias al proyecto de ley de nuestro infecto gobierno podrán hacerlo con mayor celo profesional). Todo se andará. Además,  aquí también hay víctimas de primera y de segunda.

 Yo estudié en un colegio de alegres frailes, creo haberlo mencionado en alguna ocasión y recuerdo una placa conmemorativa que presidía el patio del recreo, en la cual podían leerse los nombres de los frailes asesinados durante la Guerra Civil, bajo el pomposo título de “Mártires de Nuestra Cruzada”. Para nadie es desconocido que las víctimas de dicha guerra afines al bando sublevado fueron ensalzadas durante toda la dictadura, mientras que los nombres de los caídos de la República, de los ejecutados sumariamente tras la derrota y la represión subsiguiente y de los que murieron en las prisiones o excavando el Valle de los Caídos cayeron en el polvo del olvido y no fueron recordados sino por sus familiares y amigos y esto en la intimidad de sus hogares y sin hacer mucho ruido, por si acaso. Las fosas comunes aún salpican nuestra geografía, llenas de los restos de personas asesinadas en las cunetas o junto a las tapias de los cementerios, como si de perros se tratara y aún hoy son muertos “incómodos”, cuya exhumación y pública rehabilitación afirmando lo que no es sino la pura verdad, que fueron asesinados por los esbirros de un régimen fascista fruto de un golpe militar que se alzó contra la legalidad vigente, sería “reabrir heridas”. Sólo los muertos republicanos reabren heridas en esta España fratricida que transmite el odio y la insensatez de generación en generación.

 Hace unas semanas, la presidenta de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Ángeles Pedraza, (foto de la derecha) afirmaba que le parecía “inaudito” que se comparase a las víctimas del franquismo con las de ETA porque “no son lo mismo” decía “unas víctimas de Estado, como puedan ser las del franquismo, que unas víctimas que lo son por culpa de una banda terrorista que siembra el terror en un país democrático”. ¿En qué consiste exactamente la diferencia, buena señora? ¿Sangraban de manera diferente?  ¿Caían al suelo de manera diferente? ¿Dejaban vacíos distintos en las vidas de sus seres queridos al morir? ¿O es que los muertos tienen fecha de caducidad? ¿Es que los asesinados hace setenta años son menos asesinados que los de hace veinte o treinta?


 Las víctimas de ETA, las víctimas del franquismo, las víctimas de los múltiples grupúsculos de los que se componía el ejército republicano… comparten el ser españoles, comparten el haber muerto por una puta ideología y comparten el haber visto pisoteados sus derechos humanos. Todo lo demás es paja mental. El PSOE instrumentaliza a las asociaciones por la memoria histórica para sus fines políticos, lo mismo que hace el PP con la Asociación de Víctimas del Terrorismo y así se escribe la historia. La señora Pedraza nos regala perlas como que España debería salir del Convenio Europeo de Derechos Humanos por haberse pronunciado el Tribunal de Estrasburgo contra la aplicación con carácter retroactivo de la Doctrina Parot a una convicta por terrorismo… o que el Tribunal Supremo debería desaparecer por no haberse opuesto a dicho fallo. Quizá habría que preguntar a esta buena mujer su opinión sobre el terrorismo de estado que aplica el gobierno israelí contra la población civil palestina. Quizá para ella el terrorismo de estado no es terrorismo siempre que se mate a terroristas… o a hermanos, esposas e hijos de terroristas. Es para volverse loco.  

 Con todo, la señora Pedraza al menos es honesta a su manera. Afirma de manera abierta que hay tipos de víctimas, que no es lo mismo una persona asesinada por un ejército o por un gobierno que por un grupo terrorista que vive al margen de la ley. Es el tipo de franqueza que podemos exhibir los que no tenemos donde caernos muertos. Los políticos nunca pueden permitirse ser tan francos. Ellos se limitan a firmar las órdenes mientras otros disparan los misiles.

 La náusea me sube  por la garganta con un regusto ácido y es que todo esto es para vomitar. Soldados, políticos, terroristas… se pasan la vida humana por el arco del triunfo y lo más demencial es que si les preguntáramos a cada uno si hacen lo correcto afirmarían sin vacilar que sí… además muy convincentemente. Pero eso no es lo peor, no es lo que da más miedo.


 Lo peor es que muchos, muchísimos ciudadanos de a pie les dan la razón.

lunes, 18 de noviembre de 2013

UN PAPA MOLESTO

 Aunque hace ya bastante tiempo que no me considero cristiano (que sí creyente, mi camino de fe se revitaliza tras largos años de letargo y les hablaré de ello en otra ocasión) sigo con bastante interés el modo en que el papa Francisco está sacudiendo la Iglesia Católica. Este papa que se ha ido a vivir a una residencia de sacerdotes desdeñando el lujoso apartamento papal, que ha jubilado el papamóvil blindado y conduce un utilitario Fiat llevado de cabeza a su servicio de seguridad y que en general está suprimiendo la pompa y el boato del protocolo pontificio es el artífice de un impulso reformista desconocido en la cátedra de Pedro desde aquel lejano en que Juan XXIII, el papa bueno, decidiese que la Iglesia necesitaba un soplo de aire fresco y convocara el Concilio Vaticano II.

 Francisco, en los cinco meses que han transcurrido desde su elección ha atacado virulentamente a los poderes económicos que acaparan la riqueza y condenan a la pobreza a millones de personas; ha condenado a los políticos que abusan del poder para llenarse lo bolsillos; ha afeado la conducta a los católicos “de golpe de pecho” que no viven como auténticos cristianos y a los clérigos que viven de espaldas a la realidad, que no salen a la calle y no se codean con el pueblo. Su primer viaje apostólico fue a Lampedusa, la hoy tristemente célebre isla italiana que alberga un centro de internamiento de inmigrantes. Francisco defiende vivamente que la Iglesia debe estar junto a los pobres, ser para los pobres. ¿Qué cara se les queda a todos los catolicastros opulentos de traje sastre, pelo engomando para atrás, escudito en la solapa, collar de perlas, falda por la rodilla y zapatitos de tacón que se acuerdan de los pobres en el rastrillo de turno, a ser posible cerca de Navidad? Porque es más fácil que un camello entre por el ojo de una aguja que ver a un rico entrando en el Reino de los Cielos, o al menos eso dice Jesús de Nazaret en los Evangelios. Cuando el papa Francisco era aún el cardenal Bergoglio ya atacaba con severidad a ciertos miembros de determinadas Caritas que tras hacer su trabajo voluntario se iban a celebrar opíparas comilonas a restaurantes postineros. No me lo estoy inventando, aquí les dejo el vídeo de You Tube.



 Estos mensajes son tan incómodos como un puñetero grano en el culo para aquellos que piensan que la fe se lleva puesta y se limita a un fervor de pacotilla cara a la galería, con besamanos al obispo sobrealimentado de turno, rezo de rosarios, ramos de flores a María y misa los domingos y las fiestas de guardar. La fe cambia a la persona de dentro hacia fuera. La experiencia de Dios ilumina al ser humano desde lo profundo de su alma y emana su luz bañando con ella cuanto le rodea. Ello se traduce en buenas obras, comportamiento correcto, sometimiento del propio estilo de vida a los dictados recogidos en la Palabra de Dios revelada a la humanidad y recogida en los Textos Sagrados. La curia vaticana y todo el cortejo de católicos, apostólicos, romanos, beatos, mojigatos e hipócritas; sepulcros blanqueados que por dentro son todo podredumbre, parecen haberse olvidado de ello, sin menoscabar a la base de cristianos que sí viven su fe con coherencia. A éstos da esperanza un papa como Francisco, un papa por cuya vida algunos ya temen, como el teólogo Leonardo Boff o el jesuita José Enrique Ruiz de Galarreta; porque Francisco no se está quedando en palabras: está impulsando una enérgica política de saneamiento de las finanzas vaticanas, muy desprestigiadas por los escándalos aireados a mediados de año, al mismo tiempo que se rodea de un grupo de ocho cardenales de confianza para acometer una ambiciosa reorganización de la curia. Esto puede poner nerviosos a muchos elementos, algunos de ellos poco recomendables. Han circulado rumores sobre la animadversión que se está ganando Francisco entre capos de la mafia, que se dan por aludidos cuando el pontífice ataca la doble moral de los ricos y poderosos. También cunde el nerviosismo entre los sectores más reaccionarios del catolicismo, como el Opus Dei, que de posición tan prominente gozara en el Vaticano con los dos anteriores papas, pero que ahora podría verse fuera de lugar en este nuevo rumbo que Francisco defiende.


 No quisiera estar en el pellejo de Domenico Giani, jefe de la seguridad vaticana y escolta personal del papa. Tendría la sensación de tener una diana pintada en la espalda. Por Francisco hay que rezar, porque hay gente o gentuza que a la fuerza no tiene que quererle bien.

domingo, 10 de noviembre de 2013

A vueltas con la doctrina Parot...

 Ayer abandonó la prisión de Teixeiro, en La Coruña, Domingo Troitiño, uno de los miembros del Comando Barcelona de la organización terrorista ETA que perpetró el brutal atentado con coche bomba en un hipermercado de la ciudad condal en junio de 1987, dejando 21 muertos y 45 heridos. Troitiño fue condenado a más de mil años de cárcel pero teniendo en cuenta que el código penal vigente en el momento de su condena limitaba la estancia máxima en prisión a treinta años, sería excarcelado en 2017. La aplicación retroactiva de la doctrina Parot, validada por el Tribunal Supremo en 2006, forzaba su encierro por treinta años al aplicar los beneficios de reducción pena a cada una de las condenas y no a los dichos treinta años máximos que la ley permite que pase en prisión. Sin embargo la Audiencia Nacional decide la excarcelación de Troitiño y otros ocho convictos por terrorismo, al considerar que concurren las mismas circunstancias que en el caso de Inés del Río, también terrorista sobre el que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos ha dictaminado la ilegalidad de la aplicación de la doctrina Parot con carácter retroactivo.

 Lo verdaderamente inaudito es que alguien en su sano juicio se sorprenda ante semejante fallo, si nos ceñimos a los aspectos puramente jurídicos. En el derecho penal español rige el principio de irretroactividad, refrendado además por la Constitución, según el cual no se pueden aplicar las disposiciones sancionadoras a  hechos anteriores a la entrada en vigor de las mismas, siempre que perjudiquen al penado. O sea, que si la doctrina Parot data de 2006 no puede ser aplicada a Troitiño, ni a Inés del Río ni a ninguno de los ayer excarcelados, pues se les condenó con anterioridad a ese año. Es de perogrullo. Lo único que ha hecho el tribunal de Estrasburgo es emitir un fallo que tira por tierra una cagada jurídica de primera magnitud, aparte de una arbitrariedad por parte del sistema judicial que no se ajusta a derecho. Las leyes no se pueden aplicar con efecto retroactivo al común de los ciudadanos, pero en el caso de los terroristas podemos puentear las leyes, la Constitución y no pasa nada.  ¡No señor! ¡Las leyes deben ser iguales para todos y si no son eficaces y no responden a la gravedad de los hechos, se cambian! Para eso sirve el poder legislativo, esos señores que van al congreso de los imputados a dormir la siesta o a putearse mutuamente, cuando van.

 Vamos a dejar clara una cosa: una mala bestia como Troitiño, capaz de accionar el disparador de una carga explosiva que se lleva por delante decenas de vidas humanas debe ser encerrado en una celda echando la llave al mar. Es un sujeto peligroso, un riesgo para el resto de la sociedad pues tiene algo averiado dentro, no es una persona como las demás, es un monstruo. Claro que otros sujetos hacen lo mismo y lo llaman “acción de guerra” y a ningún gobierno –occidental al menos- se le ocurriría llamarlos terroristas. Todo depende de cual sea el sistema ideológico y económico que respalde al tipo que acciona el disparador y al tipo que le da la orden de que lo haga. Es lo mismo detonar un coche bomba en el parking de un hipermercado que disparar un misil contra una aldea palestina, pero eso es otro problema.

 La cuestión no es si está bien o mal que Troitiño esté en la calle. Está mal, ¿no va a estar mal? La cuestión es que Troitiño no está en la calle porque en Estrasburgo sean unos insensatos (que no lo son, se limitan a cumplir la ley). Troitiño está en la calle porque las leyes en España parecen hechas con los pies, porque no es de sentido común que un asesino esté en la calle habiendo cumplido treinta años cuando ha sido condenado a más de mil. El tiparraco iba a salir en 2017, dentro de tres añitos de nada. ¿Tendría entonces la agraviada asociación de víctimas del terrorismo la sensación de que se ha hecho justicia?

 Miren ustedes, a mí todo el revuelo que se ha organizado con el rollo este de la sentencia del tribunal de Estrasburgo me parece una de tantas manipulaciones informativas a las que es tan aficionado el gobierno de España, sea el partido que gobierne el que sea, pero destacando el que tenemos ahora, que se está distinguiendo por su  explícita crueldad con los más pobres y su público descaro al proteger a los poderosos y no sabe ya qué va a hacer para que no se hable en los medios de parados, desahuciados y gente que no tiene para comer que acude a los comedores de beneficencia.  Este miserable ejecutivo busca airear cualquier tema que levante ampollas para desviar la atención de los estragos que está creando. La manipulación informativa ha sido brutal… “¡Estrasburgo deroga la doctrina Parot! ¡Mentira! Sólo decreta la ilegalidad de su aplicación en un caso concreto. “¡Decenas de etarras podrían acabar en la calle!” Sí, unos tres o cuatro años antes de que acaben de cumplir la reclusión máxima que permite la ley. Lanzar mensajes que toquen la parte emocional de las personas es una táctica muy eficaz y viene muy bien el revuelo que se ha armado en las redes sociales, en las manifestaciones con banderitas de España adornadas con el escudo del pollo al que no tardan en sumarse aquellos que se tragan lo primero que les cuelan. Es muy de patriota y si de paso le hacemos el juego a un gobierno incapaz, rastrero y mentiroso, mejor.

 ¡Aterricemos! Troitiño y los demás están en la calle a causa de unas leyes mal diseñadas. Punto pelota. El gobierno nos toma por imbéciles y los descerebrados dicen amén. Así se escribe la historia. 

domingo, 3 de noviembre de 2013

MI ÚLTIMO DÍA EN LA COMUNIDAD TERAPÉUTICA

 ¿Qué son catorce años en la vida de una persona? Cada cual sabrá, pero para mí ha sido el tiempo que he pasado trabajando en la Comunidad Terapéutica “Padre Benito Gil” del programa Proyecto Hombre de Málaga. Cerca de la mitad de lo que llevo vivido (espero vivir mucho más, toquemos madera). Mañana día cuatro de noviembre de 2013 comienzo una nueva andadura en el equipo de la fase de Acogida, la primera de las tres que tiene el programa. Nuevos compañeros, nuevos chicos a los que atender, un enfoque terapéutico distinto…

 ¿Por qué el cambio? ¿Por qué cambio de equipo y de lugar de trabajo después de tantos años? Sobre todo estando como estoy vinculado a la Comunidad Terapéutica y a los que en ella trabajan por fortísimos lazos afectivos. ¿Por qué cambiar?

 Porque era necesario. Necesario para mi familia y necesario para mí. Fui en busca de Juanjo, mi director terapéutico que me conoce metido dentro de un saco y le pedí cambiar de lugar de trabajo porque necesitaba pasar más tiempo en casa. Haciendo un cálculo aproximado pasaba más tiempo entre los viajes de ida y vuelta y en el trabajo que con mi familia, si descontamos el tiempo de sueño (cuarenta kilómetros de ida y otros tantos de vuelta no es moco de pavo). Lo cierto es que me estaba pesando y a mi esposa, que cada vez acusa más los estragos físicos y morales de la fibromialgia, también. Mis hijos también me necesitan más en casa… en fin. Esto fue lo que me llevó a pedir el cambio.

  A medida que se aproximaba la fecha del traslado, descubría que el bienestar de mi familia no era el único motivo por el que necesitaba cambiar. Realmente lo necesitaba por mí mismo. Hace dos o tres años pensaba que yo no iba a salir de la Comunidad Terapéutica salvo con los pies por delante. Me veía indisolublemente unido a ella. Pero hay ciertas cosas a las que no es bueno unirse indisolublemente, ni siquiera si  las amas muchísimo. Me daba cuenta de que mi persona se empezaba a entusiasmar por la idea de trabajar de un modo distinto y de afrontar nuevos desafíos. Me estaba cansando de hacer siempre lo mismo y de la misma manera.  Después de tantos años había alcanzado mi punto de saturación y no quería darme cuenta. Soy uno de los pocos privilegiados que pueden darse el lujo de cambiar de lugar de trabajo con tanta facilidad. No  me avergüenzo de haber aprovechado la oportunidad. Ha sido lo mejor.

 En esta vida todos somos valiosos, pero nadie absolutamente es imprescindible. ¡Ay de aquel que llegue a creerse tal! Sin embargo es conmovedor y muy intenso darse cuenta de que muchas personas te van a echar de menos. La despedida fue muy emocionante y el manteo, ritual inevitable para todos aquellos que salen con bien de la Comunidad… bueno, digamos que a pocos han arrojado tantas veces y tan alto pese a mis casi cien kilitos.

 Para la Comunidad Terapéutica, pese a los sudores, los dolores de cabeza, los berrinches, los momentos de pánico, las lágrimas vertidas y las canas adquiridas no tengo más que palabras de agradecimiento. En ella me he hecho adulto, adulto de verdad. Llegué como un niñato con la cabeza llena de aire y me voy como un sesudo señor cuarentón. Mi querida Sabine, la terapeuta que con más tino haya combinado jamás la dulzura con la firmeza, dice que soy un sabio. Ni por asomo me considero tal cosa. Algo pedante y con buena culturilla de Trivial, todo lo más. Lo que si soy es afortunado por haber pasado por un lugar tan alucinante como la Comunidad Terapética “Padre Benito Gil” y (¿por qué no decirlo?) haber sobrevivido.


 De corazón, a todos, muchas gracias.

domingo, 13 de octubre de 2013

MATAR A UN NIÑO

 No soporto que los niños sufran. Incluso cuando me lo cuentan o lo leo en la prensa o lo veo en televisión se me descompone el cuerpo. Hace unas semanas era en televisión donde veía una fotografía tomada por un reportero gráfico sueco y que había ganado el primer premio en no sé qué concurso. Se la incluyo junto a estas líneas. Llevan a esas dos criaturas a enterrar tras perecer dentro de su casa en el enésimo bombardeo israelí sobre la Franja de Gaza. Yo estaba en mi sofá, agotado tras una dura jornada, comiéndome un bocata y la imagen me entró por los ojos como un relámpago, sacudiendo mi cerebro adormecido. Dejé el bocadillo sobre el plato en la mesilla y se me saltaron las lágrimas. No sé, quizá estaba ya un poco machacado tras un día entero en la Comunidad Terapéutica y esto fue el último empujón que me hizo polvo del todo. Imaginar, sólo imaginar que llevo a un hijo a enterrar porque una serie de señores amparados por eso que llama “cadena de mando” han dado sucesivas órdenes que tienen como final que un misil se lo lleve por delante. La rabia y el dolor pintados en los rostros de los adultos… la infinita fragilidad de los rostros de los niños… sólo dos niños muertos más entre los cientos que ya Dios ha acogido en su seno al ser asesinados sólo en la Franja de Gaza en lo que va de siglo. Asesinados por el gobierno y el ejército de Israel con el apoyo tácito de Estados Unidos. Cuando son muchos los que tienen las manos manchadas de sangre y además se justifica el derramamiento de la misma en el contexto de la lucha contra el terrorismo las conciencias se adormecen y las responsabilidades se diluyen.

 Hace pocas semanas tenía en mi ciudad la muerte de un niño de cinco años y su joven madre presuntamente a manos de un hombre que era al mismo tiempo padre del primero y ex pareja de la segunda. Un hecho abominable y sórdido. La prensa no tardó en publicar la identidad del homicida, con profusión de fotos, incluida la de su detención con la cabeza contra el suelo bajo la rodilla de un policía. La multitud se agolpaba junto al domicilio donde tuvieran lugar los hechos y otrora convivieran los tres como familia, manifestando la natural repulsa y conmoción por un hecho tan atroz. Aproximadamente en los mismos días tuvimos noticias del asesinato de una niña de doce años en Santiago de Compostela, presuntamente a manos de sus padres adoptivos, existiendo la sospecha de que el asunto pudiera tener un trasfondo económico. Dentro de lo odioso, lo peor de lo peor.

 Las noticias de estas muertes absurdas conmocionan a las personas bien intencionadas y bien nacidas y el impulso natural que anida en los corazones es que se haga justicia. Pero en nuestra realidad cotidiana la muerte violenta de las personas en general y de los niños en particular es algo que no irrumpe todos los días, mientras que hay lugares del planeta, como la ya citada Franja de Gaza, Colombia, México, Somalia… donde la vida humana vale muy poco, incluida la de los niños.

 ¿Cómo hay que tener de endurecido el estómago para matar a un niño?

 Yo nunca he matado a nadie, pero está abundantemente descrito en psicología el hecho de que acabar con la vida de otro ser humano marca severamente la psique de cualquier persona… digamos “del montón”. Hay que estar hecho de una pasta muy determinada para matar repetidamente y seguir adelante. Evidentemente hay individuos que no le dan importancia alguna y otros a los que incluso les gusta. Sin vacilar les pondríamos el cartel de “monstruos”.

 Por agosto del año pasado publiqué en este blog una entrada en la que, movido por la rabia que me causaba el doble asesinato en Córdoba de los niños Ruth y José Bretón a manos de su padre, fantaseaba con la idea de un penal para asesinos en la diminuta isla de Alborán. En este momento me pregunto si arrojaría a semejante agujero al padre de Aarón (el chiquitín muerto en Málaga) y a los padres adoptivos de la niña de Santiago de Compostela, porque si quisiéramos construir un penal en una isla para encerrar en ella aislados del resto de la sociedad a todos los asesinos de niños, Alborán se nos quedaría pequeña en diez minutos y necesitaríamos, como mínimo, Madagascar.

 Porque en el mundo mueren niños prácticamente todos los días: por hambre, por enfermedades que están erradicadas en muchos países pero que son aún casi mortales de necesidad en otros, por balas “perdidas” en guerras olvidadas por los noticiarios, por los  escuadrones de la muerte que cazan como ratas a los niños de la calle en las ciudades de Brasil y por bombardeos ordenados por señores de traje y corbata que se tienen por personas decentes y que mirarían con horror y asco al padre de Aarón por matar a su hijo con sus propias manos mientras ellos los matan a cientos con una simple firma.

 Ya les digo, incluso Madagascar puede que se nos quedara pequeña.

 Me solidarizo con los seres queridos de Aarón y Estefanía (su madre), con aquellos que quisieron a Asunta, la niña muerta en Santiago, con la madre de Ruth y José, con los padres de Sandra Palo y los de Marta del Castillo. No puede haber sufrimiento peor que sobrevivir a tus hijos por el capricho de un mal nacido. No me atrevo siquiera a tratar de imaginarlo.


 Sin embargo, tomando algo de perspectiva, la realidad es aún más atroz: que los niños mueran a manos de los adultos no tiene nada de nuevo, ni de excepcional.

domingo, 22 de septiembre de 2013

DIÓGENES


 Me asalta el deseo de recordar a un ejemplo de comportamiento que nos vendría bien en esta época rendida a los placeres materiales y a los honores y privilegios inmerecidos: Diógenes de Sinope, también llamado “el cínico”, que vivió en Grecia a caballo entre los siglos quinto y cuarto antes de Cristo.


 Resulta absurdo que se haya dado el nombre del peculiar filósofo a un desorden mental cuyo síntoma más llamativo es la acumulación de enormes cantidades de trastos y basura, ya que nuestro hombre preconizó el desprendimiento de los bienes materiales llevado al extremo. No poseía más que unas pobres ropas, un zurrón y báculo y un cuenco y hasta de este último se deshizo al ver a un niño satisfacer su sed utilizando el hueco de la mano, lo cual le persuadió de que aún poseía cosas inútiles.

 Desterrado de su ciudad natal por un feo asunto de falsificación de moneda en el que presuntamente ayudó a su padre, un banquero llamado Hiscesias, fue a dar con sus huesos en Atenas, donde vivió en la pobreza utilizando una gran tinaja como refugio. Recorría la ciudad con una linterna encendida en pleno día y cuando le preguntaban qué hacía su respuesta era que buscaba hombres, sin lograr encontrarlos. La gente lo tomaba por loco y más fácil lo tuvieron ante conductas suyas francamente rudas como masturbarse en la vía pública. Cuando alguien lo recriminó por ello su respuesta fue que ojala pudiese quitarse el hambre de igual manera, sólo frotándose la barriga.

 Excentricidades aparte, Diógenes es el exponente más popular de un ideal filosófico que arremete furiosamente contra las convenciones de una sociedad corrupta cuyos miembros, en lugar de preocuparse por lo que está mal, sólo se preocupan de lo que convencionalmente está mal. Hace de la austeridad un modo de vivir como denuncia directa de los abusos, vanidades y engaños amparados por la sociedad. Buscaba hombres por las calles, pero los viandantes no entendían era que buscaba hombres honestos a plena luz del día, con su linterna y no podía encontrarlos.

 Era despreciado, pero también temido porque su lengua era afilada y no dejaba títere con cabeza. Cuando un hombre rico y poderoso lo invitó a cenar y le advirtió que en su casa debía abstenerse de escupir no tardó en escupirle de lleno en la cara, declarando  que no encontró lugar más sucio en el que hacerlo.  Famoso es por su encuentro con Alejandro el Grande, quien le ofreció cualquier cosa que le pidiera ante lo cual Diógenes le pidió que se apartara, que le tapaba el sol. Cuentan que Alejandro quedó muy impresionado por la coherencia y honradez del filósofo y que declaró que de no ser Alejandro le habría gustado ser Diógenes. Podría haberse quedado con él, como discípulo, viviendo en la tinaja de al lado, y se habrían salvado muchas vidas.

 A Diógenes lo llamaron también “el perro” sin duda tratando de insultarlo, pero a él le gustó el apodo y lo adoptó con orgullo, pues como animal leal, valiente y un punto desvergonzado le representaba a las mil maravillas. En un banquete unos invitados le arrojaron huesos, él les orinó encima.


 Diógenes atacó a la sociedad de su tiempo sin armas, sin violencia, sólo con la denuncia y la coherencia con el propio estilo de vida. Las personas se afanan en llevar vidas respetables mientras se gastan lo que no tienen en comprar cosas que no necesitan. La clase política roba al pueblo impúdicamente al tiempo que apoya y protege a los ladrones de la clase financiera, pero muchos ciudadanos de a pie se cambiarían gustosos por ellos. Esta sociedad sólo se podrá cambiar si imitamos el ejemplo de hombres valientes como Diógenes de Sinope, no necesariamente viviendo en una tinaja, pero sí demostrando que se puede vivir de otra manera, con una austeridad responsable y no el ejercicio de ignominia que nos imponen los estándares actuales. Educar a nuestros hijos en el valor real de las cosas... Dar importancia a lo que realmente la tiene. No cambiaremos el mundo en esta generación, eso está claro, pero al menos conservaremos la dignidad.

domingo, 25 de agosto de 2013

EL MUNDO CON 100 PERSONAS: PERSPECTIVA DEL MAL A ESCALA MUNDIAL.

Mi hija, que es tan friki como yo, estaba viendo el otro día una web de internet especializada en animaciones, de carácter humorístico o fantástico la mayoría, pero el descubrimiento de lo que voy a sugerirles me pareció un hallazgo interesante para la reflexión.

 Se trata de una exposición de datos sobre la ficción de que el planeta estuviese habitado sólo por cien personas, trasladando a esta exigua cantidad las proporciones de algunas variables reales como la distribución de sexos, credos, razas y el acceso a los recursos. Los datos son antiguos de, los últimos años del siglo XX, pero no veo razón para suponer que se hayan modificado significativamente y si lo han hecho probablemente haya sido para empeorar. Aquí les dejo el enlace.


 Lo cierto es que me ha dado que pensar. Pensar que pese a todas mis quejas por lo caro  de la lista de la compra y lo que cuesta llegar a fin de mes; por tener una nevera llena, ropa en el armario, una cama para dormir y un techo sobre mi cabeza soy más rico que el 75% de la población mundial.

 El 75%, las tres cuartas partes, tres de cada cuatro. Vivo mejor que ellos. Para morirse.

 Claro que resulta mucho más fácil compararse con el porcentaje ridículamente pequeño de súper-ricos. Ese 6% que acumula más de la mitad de la riqueza del planeta y que poseen palacios, yates, coches deportivos, relojes que valen varias veces lo que mi coche (cuando era nuevo) y saldos bancarios que de tantos ceros redonditos y perfectos parecen una fábrica de donuts. Ese difícil sentirse rico ante semejante despliegue de riqueza al que no se podrá tener acceso, pero…

 La idea de que para esa ingente masa de desposeídos, el acceso a nuestro nivel de riqueza aparece tan lejano e improbable como el nuestro al de los niveles de los “ricos y poderosos” me resulta muy perturbadora. Pero también me da por pensar que mientras el acceso de las personas a una vivienda digna, una alimentación adecuada y en general la satisfacción de las necesidades básicas es un anhelo lícito, el anhelo de bienes materiales desproporcionados sólo lleva a la idiocia, el embrutecimiento y la miseria del alma humana. Pero, claro ¿qué podemos considerar desproporcionado? Para el honesto banquero que conduce su Bentley de camino al amarradero de su yate, tras salir de su mansión mientras consulta la hora en su Rolex todos estos sencillos actos cotidianos son lo más normal del mundo.

 Lamentablemente he caído en un tópico. Criticar al súper-rico es muy fácil, sobre todo cuando la miseria moral acecha a cualquiera que se afana en lograr bienes que no necesita, se los pueda permitir o no. Eso puede incluirle a usted o a mí. También podemos concluir que si todos viviéramos estrictamente con lo que necesitamos para la supervivencia seríamos todos unos anacoretas viviendo en chozas de barro o en cuevas y hemos evolucionado lo suficiente como para vivir con algo más de comodidad. Sin embargo toda nuestra evolución no ha servido más que para una minoría vivan como sátrapas a expensas de los peones que dependemos de una nómina y de los millones de oprimidos que viven con el equivalente de uno o dos dólares por día.

 Imagine su vida con el acceso diario a recursos por valor de dos dólares (2,5 € aproximadamente).

 Que en el mundo con 100 personas 75 vivan en esa miseria material, 19 tengan al menos casa, cama, ropa y comida y 6 vivan como marajás es delito de lesa humanidad. Es la injusticia atroz y la muestra más cotidiana y normalizada del MAL (con mayúsculas) sobre la faz tierra. Un mal sustentado por el mundo de la gran empresa que explota y se lucra, la clase política que le da carta blanca y está en su nómina y la masa de consumidores que compran los productos que defeca el sistema, según las posibilidades de cada cual. Es un mal insidioso, omnipresente pero escondido tras carteles publicitarios y luces de neón. Es el mal del que usted y yo somos cómplices.


 Ahora a esperar que alguien me tilde de comunista.

domingo, 11 de agosto de 2013

MURMURACIONES

 Últimamente disfruto del privilegio de poder sentarme a conversar regularmente con un grupo de personas sensatas y bondadosas. Hace unos días salió a la palestra el tema de las murmuraciones, los rumores, los cotilleos… ya saben, uno de los pasatiempos nacionales.

 Tan arraigados están los rumores en la cultura occidental (que es la que conozco, no voy a presumir de saber más de lo que sé) que tenían su personificación en el imaginario colectivo de la cultura grecolatina bajo la forma de Feme, una criatura alada veloz como una centella con un ojo tras cada pluma y una lengua por cada ojo. No se trataba de una criatura esencialmente maligna, pero tampoco benigna, pues mientras ensalzaba a unos lo merecieran o no, también difamaba a otros por honrados que fuesen. Su razón de ser era crear confusión y malos entendidos entre los mortales y se la consideraba un mensajero de Zeus. Teniendo en cuenta el cúmulo de bajos instintos atesorados por el mandamás del Olimpo, los mensajes de Feme debían ser bastante aciagos. En su versión latina pasó a llamarse Fama. Miren ustedes por donde. El rumor, sus efectos y la permisividad social al respecto están fuertemente arraigados en nuestro tejido cultural.

 Lo cierto es que el rumor es devastador. La información pasa de boca en boca y en cada transmisión se añade este detalle o se elimina aquel, se deforma el contexto o se elimina directamente, se agrava, se recrudece… lo más grave es que en numerosísimas ocasiones las personas que propagan rumores no tienen la conciencia de estar haciendo algo con graves consecuencias. Una de las personas con las que conversaba se refirió a una de las frases típicas para justificar la murmuración: “esto no es criticar, sino referir” que junto con el “no se lo digas a nadie” aseguran una extensión del cotilleo tan rápida como la de un incendio forestal en el mes de agosto.

 También es cierto que mentar a otras personas resulta satisfactorio, pero sólo en estados de aburrimiento extremo, vacío existencial y falta general de satisfacción con la vida propia, con lo que resulta más gratificante poner los sentidos en las vidas ajenas.


 Seguí meditando con posterioridad sobre el efecto de las murmuraciones, recordando con notorio sonrojo momentos de mi vida en los que me he dedicado a echar pestes de determinadas personas sin considerar la falta de respeto que ello conlleva, por no hablar de la degradación de mi propia persona que va ligada a semejante acto. Tendré que permanecer vigilante, pues a estas alturas de mi vida no me interesa degradarme, todo lo contrario… debo crecer.

sábado, 3 de agosto de 2013

MARIANICO ES TONTO

  Es oficial: Marianico Rajoy es tonto. Lo ha dicho él mismo. El Diccionario de la Real Academia, fuente ineludible de rigor en el uso de la lengua española, define TONTO como “falto o escaso de entendimiento o razón”.

 Verdaderamente es un hito histórico ver a un señor de posición tan prominente decir ante los medios que “de puro bueno, es tonto”. Si de puro bueno (o de puro lo que sea) es usted tonto ¿qué hace dirigiendo nuestros destinos? ¿Qué hace representando al país? ¿Qué hace formando gobierno? ¿Qué hace tomando decisiones de Estado? ¿Qué hace asumiendo algo que a todas luces le supera en detrimento de miles de mentes lúcidas y sabias que pululan a manta por nuestra escarpada y variopinta geografía?

 El cuerpo de registradores de la propiedad (al cual Marianico pertenece) debe estar pensando en quemarse colectivamente lo bonzo por la mala imagen que da semejante botón de muestra. ¡Qué bajo hace caer al gremio!

 Circula por la red un artículo de la escritora Lucía Etxebarría cuyo título “Rajoy es tonto y analfabeto” es absolutamente demoledor (lo mismo que su contenido). El artículo en su día, según la autora, fue objeto de bloqueo y borrado en redes sociales y páginas web, pero se ve que la difusión usuario a usuario mantiene Internet libre y a prueba de censura (o eso quiero creer, que no se puede controlar a cientos de miles de internautas cabreados). Les dejo un vínculo para que lean tal escrito, porque no tiene desperdicio.


 Desde luego que Marianico, con semejante despliegue de basura dentro de su propio partido y la inoperancia de la que hace gala o es tonto (cosa que me resisto a creer) o es un pusilánime, o un pelele o un corrupto consciente y cínico o todo ello a la vez.

 Pero sin duda alguna, el lamentable episodio del “fin de cita” que lo ha convertido en el hazmerreír de la prensa del uno al otro confín del universo conocido da idea de lo hecho polvo de está Marianico: sin credibilidad, sin empaque, sin dignidad, sin valor… dimita hombre, deje la política, vuelva a su cómoda plaza de registrador de la propiedad y abandone la vida pública para la cual, evidentemente, no está hecho.

 Señor Rajoy, los gobernantes rara vez son caros a los gobernados y es derecho del pueblo criticarlos sin piedad, pero usted ya causa vergüenza ajena y eso es demasiado, incluso para España, con su historia plagada de gobernantes indignos. Váyase, por favor, no se ponga más en evidencia que causa ya más risa  que ZP (que ya es decir). Me atrevería a afirmar que es usted el gobernante que más mofa causa en la piel de toro desde José Bonaparte, el rey títere impuesto por su hermano Napoleón I durante la ocupación francesa de principios del siglo XIX al fin y al cabo un pobre hombre maltratado por la historia y por un hermano más carismático. El pueblo lo llamó “Pepe Botella” y eso que no era bebedor. Cruel que es la gente. Pero usted, señor Rajoy, usted las pone a huevo y eso no tiene perdón. Tonto no sé si será, pero torpe sí... a rabiar.

 Déjelo ya. Hágase un favor a sí mismo y háganoslo a todos.

sábado, 27 de julio de 2013

COPIAR Y PEGAR...

Me encontraba tratando de evitar el escribir sobre política o sobre políticos, que escribir sobre lo segundo no lleva necesariamente a tratar sobre lo primero… y más en los tiempos que nos toca vivir. Es tanta la vergüenza ajena que llego a experimentar que aproximarme a los despropósitos de Marianico, Sorayita o Lolita Cospe (sin olvidar las pretensiones quijotescas de Alfredito Pérez, alias “Rubalcaba”) que siquiera hablar del tema me provoca una pereza rayana en el coma profundo. Sin embargo, el reciente descarrilamiento de un tren en Santiago de Compostela (catástrofe evitable, como tantas otras,  con un poco de vergüenza y buen hacer) ha hecho que mi indignación venza a mi legendaria pereza y por aquello del desahogo, me avenga a escribir estas líneas.

 De todo este asunto que, con todo, ha resultado ejemplar en la respuesta ciudadana (colas para donar sangre, bomberos doblando turnos, médicos en paro acudiendo a los hospitales a colaborar…) sólo ha habido una cosa que me ha repugnado más que la salvaje irresponsabilidad del maquinista: la nota de prensa emitida por el ministerio de la presidencia (que me cuelguen si entiendo qué es eso) como supuestas condolencias por parte del presidente del gobierno. En dicho mensaje, el último párrafo alude al terremoto habido en la provincia china de Gansu, hace unos días.

 Y luego nos quejamos de que nuestros escolares hacen los trabajos de clase copiando y pegando de la Wikipedia…



 Decía Wiston Churchill que el político se convierte en estadista cuando empieza a pensar en las próximas generaciones y deja de pensar en las próximas elecciones. Marianico ha vuelto a demostrar que de estadista tiene poco, pues un gobernante tiene la responsabilidad de reforzar la confianza del pueblo en quienes los dirigen y confiar un mensaje de condolencia para una tragedia de la magnitud de la vivida en Santiago a un chupatintas de tercera regional es una manera velada de decir “me importáis todos un carajo” (o carallo, que no en vano el presi es galleguiño). Los gestos son importantes, pues quedan impresos en la percepción de las personas y predisponen su ánimo hacia uno u otro lado. Un presidente de gobierno que se viste por los pies convoca una rueda de prensa en cuanto tiene noticia del hecho y se dirige a la nación sin tener un guión delante y acto seguido se dirige al lugar de la catástrofe “en caliente”; no delega en sus sicarios que le escriban los documentos y está “muy pendiente” en la distancia de cómo van las cosas.

 Eso sí, Alfredito Pérez alias “Rubalcaba”, mostró rápidamente su pesar por la tragedia a través de Twitter, ¡qué campechano y accesible! Benditas sean las redes sociales que acercan a los prohombres al pueblo llano.

 Es nuestro sino tener gobernantes indignos. Ya lo proclamaba el cantar de Mío Cid allá por las postrimerías del siglo XII, con el lamento de los burgaleses que veían marchar a Rodrigo Díaz con un puñado de fieles al destierro tras obligar a jurar al rey que no había tenido parte en el asesinato de su hermano:

 “¡Qué buen vasallo si tuviese un buen señor!”

  Episodio literario, con poca base histórica, pero que se ha convertido en nuestra maldición. Seríamos un pueblo mejor de lo que somos si tuviéramos buenos gobernantes. ¿A qué esperamos para defenestrarlos?


 Ahora a esperar que alguien me denuncie por apología del terrorismo.

domingo, 14 de julio de 2013

AHORA, SI QUIERES, SIGUE FUMANDO...

 Mi esposa me ha pasado este vídeo, sobre el cual no haré comentarios porque habla por sí mismo. Yo mismo soy fumador esporádico de pipas y puros (de puros no tan esporádico), pero rara vez paso de un purito al día (de esos pequeñitos). No trato de justificarme, ni de reivindicar mi consumo frente al de los fumadores compulsivos de cigarrillos de papel. El tabaco es vicio de tontos, como bien dice el director de mi equipo de trabajo en la Comunidad Terapéutica, ex fumador que sabe bien de qué habla.
 
 El ser humano es libre, incluso para suicidarse lentamente si ese es su deseo, pero hay que ver este vídeo antes de continuar haciéndolo. Puede que a alguien se le abran los ojos.
 

viernes, 12 de julio de 2013

¡CUATRO MELONES, DOS EUROS!

"¡Cuatro melones, dos euros!" resuena el grito por el cutre megáfono que suena cascado de tantos años de ponerlo a tope. "¡Cuatro melones a dos euros, señora! ¡Esto no es vendío, es regalao, señora! ¡Que me lo quitan de las manos, oiga! ¡Por dos euros, melones pa toa la semana!"
 
 La gran furgoneta blanca está estratégicamente aparcada en la esquina, violando todos los reglamentos de estacionamiento habidos de aquí a Pekín, pero con una visión inmejorable de las posibles rutas de llegada de la policía, por si hay que poner rápidamente pies en polvorosa. Que no está la cosa para ir pagando multazos por vender en la vía pública sin licencia y hay que buscarse la vida. Una pequeña multitud se agolpa junto al vehículo que apesta a melones podridos. Hace calor y muchos ya están que se les puede meter el dedo, pero la mano sucia del vendedor desecha éstos cuando los elige del montón para meterlos en una anónima bolsa de plástico blanco. Las monedas cambian de manos y los vecinos se marchan contentos con su botín.
 
 Los melones son pequeños, de esos que el intermediario no se dignaría ni a mirar y que sólo compraría a una cantidad ridícula, si es que llegara a decidirse a comprarlos. Melones pequeños que no entran por el ojo... pero son comida. El agricultor prescinde de la cadena de distribución, echa los melones a la furgoneta y se va a venderlos él mismo arriesgándose a que le metan una multa que le deje en la cuneta para los restos.
 
 Escenas de la crisis. Hay que buscarse la vida.

domingo, 7 de julio de 2013

TECNOLOGÍA INÚTIL

  Si buscamos en el diccionario de la Real Academia Española la palabra “tecnología” encontraremos la siguiente definición: Conjunto de teorías y de técnicas que permiten el aprovechamiento práctico del conocimiento científico”. Es una definición maravillosa, cargada de buenas intenciones. Ese “aprovechamiento práctico del conocimiento científico” parece justo lo que debería ser: un aprovechamiento práctico… pero, ¿para quién? A la luz de mi reciente experiencia, la cuarta acepción del término me parece más adecuada: “Conjunto de los instrumentos y procedimientos industriales de un determinado sector o producto”. “Procedimientos industriales”, “sector”, “producto”… Este lenguaje ya me suena más.

 Déjenme que les hable de mi coche. Se trata de un Skoda Fabia de 2005, familiar (esto es, con el culo largo), con motor turbodiésel de 1400 cm cúbicos y 75 CV; potencia más que suficiente para un conductor civilizado y con un consumo más que razonable para un padre de familia con presupuesto limitado. Lo cierto es que tras 185.000 kilómetros me ha dado muy pocos problemas y es de agradecer. Sea quizás por lo poco habituado que estoy a hacer grandes desembolsos a causa del coche, se me cayó el alma a los pies cuando le di al botón del elevalunas y el cristal de mi ventanilla se quedó bajado tras un sordo crac en el interior de la puerta.

 El elevalunas eléctrico es una de las paridas tecnológicas más chorras que ha parido la mente humana, pues ya me dirán qué problema supone accionar una manivela para abrir y cerrar una ventana. Tenemos que abrir y cerrar a mano las ventanas de casa y no se nos caen los anillos por ello, pero no, en el coche hay que abrir y cerrar la ventanilla dándole a un botón mientras ponemos cara de “mira cómo mola”. Eso los que van delante. Al menos en los coches de pobre como el mío los que van detrás se joden y le tienen que dar a la manivela. Si se me cayó el alma a los pies es porque fui consciente de que una reparación del elevalunas me iba a costar de 200 euracos para arriba (muy para arriba) y no es que tal cantidad se me vaya cayendo entre los cojines del sofá precisamente. Por otra parte el elevalunas no es el tipo de cosa que puedas dejar sin arreglar, como el posavasos retráctil (otra parida) que se me murió tiempo ha.

 ¿Qué hace un tipo inteligente, práctico y humilde como yo en estos casos? Una vez superado el pensamiento irracional de arreglarlo yo mismo (quien me conoce sabe de mi absoluta inutilidad manual) hice lo único razonable en mi caso: pedir ayuda. Ésta me llegó en la forma del marido de una compañera de trabajo, mecánico de profesión, amable y voluntarioso que me acompañó a comprar las piezas precisas en un desguace.

 Un desguace es un sitio raro, poco más que un basurero, pero con un regusto siniestro, algo así como el cementerio de elefantes de las viejas pelis de Tarzán. Las montañas de coches despanzurrados te miran inquietantemente con ojos vacíos y el aire de decadencia nos habla de la futilidad de los bienes materiales: por caro y molón que sea un coche, al final no es más que chatarra.

 Un oscuro y enclenque personaje, sin dientes, renegrido por el sol y vestido con un mono que se tenía en pie solo de mierda que llevaba incrustada nos sacó un elevalunas de los restos de un Fabia. Polea, cables, guías y motor eléctrico van montadas sobre una plancha de acero que va fijada a la puerta mediante remaches. ¡Remaches! A ver si lo entiendo: le ponemos a una puerta de un coche un elevalunas eléctrico que cuesta una pasta, pero en cambio lo fijamos mediante un sistema que tiene siglos de antigüedad y que se usa para ensamblar piezas per-ma-nen-te-men-te. ¿Tanto cuesta poner unos puñeteros tornillos en una pieza que probablemente antes o después haya que quitar para efectuar reparaciones?

 Lo más gracioso de todo es que por un cable de acero roto (ese era el problema) hay que retirar todo el cableado interno de la puerta, desmontar la cerradura de la misma, romper los remaches de la puta placa metálica, poner las piezas compradas en el desguace (40 euros de vellón), fijarle la luna, volver a remachar, volver a colocar los cables, volver a montar la cerradura (porque con la cerradura montada no se puede sacar o meter el elevalunas, vaya usted a saber por qué) y después de muchas maldiciones poner la cartonera de la puerta en su sitio.

 La industria no nos sirve, nunca lo ha hecho, sólo pretende chuparnos la sangre.

 Cuando la tecnología deja de servir al ser humano para pasar a servir al capital, se convierte en un monstruo. El elevalunas eléctrico, lo mismo que las mil chorradas que adornan y adulteran nuestros coches, no están al servicio de nuestra comodidad, sino al  del negocio de las casas de automóviles, que hacen su agosto en el servicio postventa, con el engañabobos de la garantía y la falacia de la supuesta mayor calidad del servicio oficial. Negocio, negocio, negocio y todos a dejarnos desplumar alegremente como los primos que somos.

 Realmente echo de menos mi primer coche, un viejo Ford Fiesta de 1981, más feo que su puñetera madre, pero más simple que el mecanismo de un chupete. Un coche debe llevarte y traerte y protegerte del frio y la lluvia. Todo lo demás son chorradas.


 La tecnología sirvió al hombre primitivo para sobrevivir en su entorno, pero hoy nos idiotiza, nos crea necesidades que no tenemos, nos vuelve torpes y perezosos y por si fuera poco arrogantes por el simple hecho de poseer la última paridita electrónica de la que el vecino carece. Hoy puedo volver a cerrar la ventanilla de mi coche por cuarenta euritos gracias a la ayuda de una buena persona que no sólo me ha permitido ahorrarme una pasta, sino también sentirme un poco menos primo estafado y manipulado por el puto sistema… y eso no tiene precio.

HITLER, EL INCOMPETENTE