sábado, 3 de diciembre de 2011

¡PIRATAS! (I)

  Soy un delincuente. Lo admito. Descargo archivos de Internet, sin pagar un céntimo (más que el coste del ADSL, claro). Películas, libros, música, videojuegos… lo que sea. Tengo junto a mi ordenador un montón de CDs y DVDs vírgenes dispuestos para ser grabados. Si alguien me pide una película… se la busco y se la doy. ¿Qué alguien me pide un disco raro? Lo rastreo por los oscuros vericuetos de la red hasta dar con él. Todo ello altruistamente, por descontado. Yo no me lucro con el pirateo como esos mafiosos que tienen torres con ocho y hasta diez grabadoras de DVD quemando discos a destajo para generar mercancía que los pobres esclavos del Top Manta colocarán a imbéciles demasiado tacaños para gastarse el dinero en el producto original y demasiado torpes para buscarse la vida ellos mismos, proveerse del software necesario y embarcarse en el proceloso mundo de la piratería informática de andar por casa. Pues de eso se trata, de un temita de andar por casa, o  casi.

 Cuando era un adolescente, allá por los dorados años ochenta, si un amigo se compraba un vinilo o un CD, que ya los había, le dábamos cintas vírgenes para que nos lo grabara. ¡Ah, aquellas cintas de casete grabadas y rebobinadas haciéndolas girar sobre un boli para no gastar las pilas del walkman! Copiábamos a todo meter, estaba prohibido claro, pero a nadie le importaba un pimiento. Era lo más natural del mundo.

 ¿Cuándo empezó a convertirse esto de la copia ilegal en un problema? Cuando con el acceso masivo a Internet y el desarrollo de la tecnología el tema del copieteo fue más allá del patio del colegio y alcanzó una escala planetaria. La pregunta del millón es ¿descargarse archivos de Internet está mal? Les dejo que piensen en ello.

(CONTINUARÁ)

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