Sin embargo, si lo miro con un poco de perspectiva, ya no me agobia tanto porque si mi director no me sacara a patadas del trabajo todos los días a la hora de la salida, yo mismo me quedaría nueve horas y las que me echaran. La razón es que cuando uno está motivado en su trabajo siempre hay cosas que hacer. Uno se pone a ello y pierde la razón del tiempo. No sé si a todo suizo le pirra su trabajo tanto como a mí. Supongo que no. El caso es que sí parecen estar altamente motivados, aunque sea por los sueldazos que cobran en comparación con los nuestros y los pedazos de jubilaciones que tienen. Esta tarde cuando me tomaba el café, David, uno de los camareros y socio del “Da pa hincharse” (pedazo de bar de Algarrobo Costa que ya he elogiado en este blog) apoyaba la decisión de los suizos basándose en los muchos que ve afincados en la Costa del Sol y dándose la gran vida en su jubilación después de haberse pasado la juventud y la mediana edad currando como bestias. Sin embargo esa imagen de país ideal en el que prima el bienestar está un tanto empañada. En un país de 7.800.000 habitantes aproximadamente, unos 800.000 viven por debajo del umbral de la probreza… y van aumentando. Quizá esté cayendo en el simplismo a la hora de afirmar lo siguiente: el miedo a la pérdida del bienestar económico es lo que pesa en el NO del referendum, porque ningún suizo que hoy no sea pobre no quiere caer en la pobreza en un país tan rico y ceden a los vaticinios negativos de la patronal que alerta de que seis semanas de vacaciones serían insostenibles sobre todo para las pequeñas y medianas empresas (que en Suiza generan alrededor del 70% de los puestos de trabajo). O sea: correremos el riesgo de reventar (como muchos están reventando), pero eso sí, tendremos dinero en el banco para la jubilación… y todos contentos.
¿Hemos de admirar a los suizos? Yo me conformaría con no mitificarlos, pensando que lo que les mueve a decir NO a la propuesta del sindicato es el individualismo y el miedo a perder poder adquisitivo y no la abnegación ni la solidaridad dirigida a sostener el país. El capitalismo no genera precisamente esas virtudes.
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