jueves, 19 de enero de 2012

ESPÍRITUS (I)

 No pensaba ponerme a ello tan pronto, pero la petición popular ha hecho que se me despierte el gusanillo de escribir sobre los fenómenos paranormales. No se llamen a engaño, no es algo que me entusiasme, pero he tenido el suficiente contacto con el tema como para forjarme una opinión al respecto que no dudaré en compartir con ustedes.

 La creencia en una suerte de existencia más allá del umbral de la muerte ha sido consustancial a la especie humana desde sus orígenes. Es algo inevitable. Cuando un ser inteligente toma conciencia de sí mismo, de la propia singularidad, es razonable que la idea de la propia extinción resulte inquietante y genere rechazo. Se hace necesario diseñar una continuidad para la vida, desarrollar el convencimiento de que la muerte física no es el fin y la que existencia continuará… de alguna manera… en alguna parte. Cada cultura ha configurado la creencia en el más allá a su gusto. La que nos ha vendido el cristianismo no es la única ni la más atractiva. Además, como sea que el peso como referente espiritual de las iglesias cristianas en la sociedad occidental (sobre todo en Europa) cae en picado, una parte de la población busca el consuelo que da la fe en la otra vida por otros derroteros. Abundan quienes se arrojan en brazos de prácticas esotéricas. Yo estuve en contacto con personas que gustaban de estas prácticas. No estaban locas ni se distinguían en apariencia de cualquiera que pueda estar junto a usted en el autobús o en la cola del supermercado. Yo estaba enamorado de una de esas personas y por eso viví lo que viví.

  Imaginen a un muchacho con los dieciocho años recién cumplidos que se las da de librepensador sólo porque se ha matriculado en primer curso de psicología. Entrar en la casa de la chica con la que está saliendo y por la que está absolutamente colado y ver que por todas partes hay amuletos de diversos tipos y una impresionante colección de libros sobre todas las ramas de las ciencias ocultas es toda una experiencia para él que despierta su curiosidad y espolea su imaginación. Ese muchacho era yo, como ya habrán supuesto, con veinte años menos, más pelo, menos kilos y menos mala uva. ¡Lo que yo no habría hecho para obtener la aprobación de aquella chica! De modo que me lancé de cabeza a lo que me propuso: participar en sesiones de espiritismo.

(Continuará)

3 comentarios:

  1. Como que continuara??cuando?? Macho... Me has dado un caramelo y me lo has quitado!jejeje

    Ansiosa espero continuacion

    ResponderEliminar
  2. Esto se está poniendo interesante, ahora hasta con suspenso y todo.

    ResponderEliminar
  3. Espero que no tardes en continuar, por que si no menudo fin de semana me espera, no seas malo y cuando tengas un momento continua contando, porfaaaaaaaaa

    ResponderEliminar

HITLER, EL INCOMPETENTE