miércoles, 18 de enero de 2012

LA SENTENCIA

 Ya se dictó sentencia en el vergonzoso proceso por el asesinato de Marta del Castillo. Proceso vergonzoso y vergonzosa sentencia: veinte años de prisión  para el confeso asesino Miguel Carcaño y absolución para cómplices y encubridores. De la otra parte una muchacha muerta, su cadáver desaparecido y unos padres destrozados.

  Carcaño es un asesino que para más escarnio de nuestra sociedad se ha cachondeado de la policía mareando en una búsqueda infructuosa del cadáver que ha costado al erario público más de medio millón de euros. Un descerebrado sin oficio ni beneficio que va y le abre la cabeza a la muchacha por un quítame de ahí esas pajas. Con suerte cumplirá diez de los veinte años a los que ha sido condenado, pero lo cierto es que le ha caído la pena máxima posible según la ley. Si ahora fuera alguien (el padre de Marta, por ejemplo) y le descerrajara un tiro en la cabeza  le caería, posiblemente, la misma pena. A no ser que un abogado hábil lograra colar la atenuante de enajenación mental transitoria, con lo que se quedaría en homicidio y la pena oscilaría entre diez y quince años. ¿Equitativo? Desde luego no se puede ir por ahí matando a la gente.  Si creyera en la “justicia” expeditiva y sumaria (que no creo) el niñato en cuestión habría sido candidato ideal para haber sido “suicidado” discretamente en la cárcel o en un traslado. Hechos así ocurren en sociedades en las que la vida humana no vale nada; pero ¿acaso en nuestro Estado de Derecho la vida humana vale algo cuando un acto tan abominable es tratado de manera tan liviana? ¿Cuál es el valor de una vida humana? ¿Todas las vidas humanas tienen el mismo valor? ¿Tenía el mismo valor la vida de Marta del Castillo que la de Miguel Carcaño?

 Marta del Castillo está muerta y eso no lo cambiaría una pena más severa, pero quizá ayudase a sus padres a dormir un poco mejor por las noches… O a sentirse un poco menos ultrajados, que no es poco. En una sociedad con un sistema judicial que realmente cuidara de proteger a los ciudadanos, Miguel Carcaño no volvería a ver el cielo azul en toda su vida más que enmarcado por los muros de hormigón armado del patio de una prisión.  Aunque cumpliese la pena íntegra… que un sujeto capaz de romperle el cráneo a una chiquilla indefensa se reintegre algún día a la sociedad es una burla al sentido común y a la decencia. Nuestro sistema penal resulta mojigato e insólitamente benigno en las penas. Un reo de asesinato como Carcaño debe acabar sus días en prisión y sus cómplices cumplir condenas equitativas a su grado de responsabilidad… Ah, y permacer incomunicados hasta que confesasen la ubicación del cuerpo de Marta. Por mucho que los juristas se deshagan en complejas argumentaciones y parrafadas, sujetos así sólo tendrían que tener el derecho a seguir respirando, con el rostro de su víctima persiguiéndoles hasta que exhalen el último suspiro.

1 comentario:

HITLER, EL INCOMPETENTE