martes, 29 de noviembre de 2011

DECÁLOGO DE D. EMILIO CALATAYUD PARA CRIAR UN PEQUEÑO DELINCUENTE (VI)

. Dispute y riña frecuentemente con su cónyuge en presencia del niño, así no le dolerá ni  le sorprenderá demasiado cuando la familia quede destrozada para siempre.

 Reñir en pareja es normal. Quien diga que no lo hace está mintiendo como un bellaco o bien mantiene una relación cuasi simbiótica con un precario equilibrio entre los costes y los beneficios (equilibrio que puede venirse abajo en cualquier momento). Amar duele. Toda relación personal en la que fluyan los sentimientos duele y si no duele en algún momento es porque no vale la pena. Sin embargo hay relaciones que generan una cantidad excesiva de dolor y en muchas de ellas, desgraciadamente, hay niños de por medio.

 Es importante tener claro por qué uno/a se empareja con alguien hasta el punto de iniciar una convivencia, pues puede ser que lo único que mueva sea el miedo a la soledad, la conveniencia económica,  el afán de protección, el afán de posesión o cualquier otra motivación igualmente desviada.  Luego está quien se hace expectativas erróneas sobre aquella persona con la que decide emparejarse y cuando se descubre el error ya resulta demasiado tarde para dar marcha atrás (o al menos eso se cree a menudo). El producto final son relaciones enfermizas, que se tornan claustrofóbicas y angustiosas y en el marco de las cuales se va gestando un horrendo rencor hacia el cónyuge al que se puede llegar a culpar de una sensación de fracaso que se va extendiendo por la propia vida como agua derramada. El estallido llega en aparatosas lluvias de reproches y descalificaciones, si es que no se llega a la violencia física… Y con los niños delante.

 Un gran número de chicos y chicas en riesgo de exclusión social proceden de familias en las que los progenitores se acribillan mutuamente. Si aquellos que han de ser modelos de conducta se pasan el respeto y la empatía por el arco del triunfo ¿por qué los vástagos de dicha unión deberían interiorizar tales valores?  Los patrones de comportamiento se perpetúan si alguien no se propone decir “basta” y afrontar la vida de otra manera.

 Alguien debe preguntarse por qué está con su pareja. Responder “porque la amo” es superficial, tópico y un poco ñoño. En nombre del amor se han hecho y se harán grandes burradas. El amor no es esa picazón insistente en el bajo vientre acompañada de mariposas en el estómago y cara de idiocia extrema. Eso se acaba, gracias a Dios, porque nadie podría aguantar semejante tormento indefinidamente. Yo sé por qué llevo catorce años viviendo con mi esposa. La amo, sí, pero la amo porque amándola soy mejor persona y ella amándome también lo es.  A pesar de todos los problemas, roces, desencuentros y angustias de todos los días el producto final alegra el alma. A pesar de que hay momentos en los que sobreviene el deseo de tirar la toalla (porque duele) la certeza de amar y ser amado incondicionalmente, de serlo pese a las propias flaquezas y rarezas, es lo más grandioso que puede experimentar un ser humano.

 Quien no esté dispuesto/a a amar así, que no tenga hijos.

domingo, 27 de noviembre de 2011

GRANDES PERSONAS (y II)

 Mientras tomábamos café y habiendo tratado ya el asunto que nos ocupaba, empezamos a hablar de un sin fin de cosas y la conversación derivó en un momento dado hacia su hija pequeña, afectada de un síndrome congénito y a la que quiere con locura. Llegó su esposa, acompañada de la niña y pude darme cuenta de que ésta es una auténtica monería. Hace menos de un año la pequeña estaba ingresada en la UCI, aquejada de un serio problema cardíaco y el señor de que hablo estaba junto con su esposa, afrontando el tirón sin perder la esperanza ni la presencia de ánimo. Me hablaba de los esfuerzos que tiene que hacer su hija para afrontar la escuela, la crueldad inconsciente de los otros niños, de los miedos al futuro… Se estaba emocionado y yo también. Me habló de actividades que está ayudando a promover en una asociación de padres de niños afectados, me dio la dirección de una página web que dicha asociación promueve y en la que se informa a padres que busquen orientación… Esta mañana (ya han pasado dos días desde nuestra conversación) la estuve viendo y es impactante, por la alegría de vivir que transmite.

 Me encuentro pasando por uno de esos momentos de la vida en que se tiende a ver la botella medio vacía y uno se encuentra particularmente quejoso y desmotivado. No diré que mi vida sea especialmente compleja ni que otras personas tengan más o menos problemas que yo; pero  el caso es que, estando mi ánimo bastante sombrío, el desbordante entusiasmo y alegría de este hombre me supuso un bofetón sin mano y me volví para mi casa meditabundo, profundamente conmovido y muy avergonzado. ¿Qué puedo esperar de la vida si me dedico a regodearme en mis problemas? Hay personas que con en la tesitura de este hombre habrían recluido a la niña en una institución y  dejado resbalar su matrimonio hacia el sumidero, enemistándose de paso con todo el género humano… Con todo y con eso no se puede decir que quien hiciera eso fuese una mala persona, propiamente hablando, sólo muy egoísta y autocompasiva, lo cual es modificable. Aunque claro, hay que encontrar las ganas y la motivación para modificarlo.

 Agradezco profundamente haber tenido esta conversación con este buen señor. Ha supuesto un aldabonazo en mi adormilada conciencia y un aviso para ponerme las pilas. La vida hace las señales adecuadas a quien está dispuesto a escucharlas y la llamada es siempre la misma: hay que estar a la altura de las circunstancias, no conformarse con ser una buena persona llena de buenas intenciones (de las que además está empedrado el infierno), sino mojarse el culo en casa, en el trabajo, con los amigos… allá donde se esté tratar de sumar, no de restar. No conformarse con ser buenas personas. Ser grandes personas.

 “Hay hombres que luchan un día y son buenos.
 Hay otros que luchan un año y son mejores.
 Hay quienes luchan muchos años y son muy buenos, pero hay quienes luchan toda la vida. Esos son los imprescindibles.”

 Bertolt Brecht (citado al inicio de la canción “Serpientes” de Silvio Rodríguez).

viernes, 25 de noviembre de 2011

GRANDES PERSONAS (I)

 El mundo está lleno de buenas personas. De hecho creo que el porcentaje total de malas personas (personas auténticamente malas) es muy bajo respecto del total de la humanidad.  Sin duda alguna el lector avezado y perceptivo detectará un cambio significativo entre esta afirmación y los mensajes un tanto sombríos sobre la calidad del género humano que he lanzado en anteriores entradas; pero el caso es que nunca pretendí que este blog fuese un documento objetivo, sino fruto de mi propia subjetividad y como tal susceptible de ser influido por mis estados de ánimo. Al que no le guste, que no mire.

 No creo que ser buena persona sea suficiente para hacer una aportación decente a este mundo, ya que hay buenas personas deformadas y condicionadas por un egoísmo adquirido y aprendido que les hace ver la vida a través de un tubo y difícilmente más allá de sus propias narices. Esto no las convierte en malas. Únicamente las incapacita para ejercer como buenas personas y las convierte en generadores de malestar y dolor a su alrededor. Englobo quienes atiendo día a día en mi trabajo dentro de esta categoría, con el matiz de que se hallan en camino para cambiar su rumbo vital, lo cual las honra.

 El caso es que hoy he estado conversando un buen rato con un señor cuyos méritos personales le hacen acreedor del título de Gran Persona, de esa clase a la que se refería Bertolt Brecht como los que luchan toda la vida, con lo que se tornan imprescindibles. El señor en cuestión desempeña un puesto de responsabilidad dentro de una conocida cadena de supermercados y desde hace algunos años presta un inestimable apoyo al programa de deshabituación donde trabajo organizando una campaña de recogida de alimentos en las fechas navideñas, pues es sabido que en las ONGs andamos siempre escasos de recursos (en los tiempos que corren más) y necesitamos ayuda para seguir funcionando (esta campaña cubre gran parte de las necesidades de alimentos no perecederos de la Comunidad Terapéutica durante todo el año). Cuando digo organizar digo ORGANIZAR, con mayúsculas. Hoy me he encontrado sobre la mesa con una circular que ya ha enviado a todos los jefes de tienda explicando los pormenores de la campaña, instrucciones para los mismos sobre el montaje de los tenderetes explicativos y para la recogida de los alimentos (detesto el anglicismo “stand”) y carteles para publicitar. Todo preparado y distribuido por él. Por nuestra cuenta sólo corre reunir voluntarios para animar la campaña en los días de mayor afluencia de público. Esto por sí mismo ya habla bastante bien de él, pues podría limitarse a franquearnos el acceso a las tiendas y decirnos que nos buscásemos la vida. Mejor habla de él aún el hecho de que sea una persona muy comprometida con sus vecinos y en actividades muy insertadas en el tejido social (dejémoslo ahí). Todo esto ya era de sobra conocido por mí hace tiempo, así como su entusiasmo por todo lo que emprende. Sin embargo hoy lo he descubierto bajo una luz aún más reveladora sobre su naturaleza.

 (Continuará)

martes, 22 de noviembre de 2011

DECÁLOGO DE D. EMILIO CALATAYUD PARA CRIAR UN PEQUEÑO DELINCUENTE

 5. RECOJA TODO LO QUE SU HIJO/A DEJE TIRADO (LIBROS, JUGUETES, ROPA…) HÁGASELO TODO, ASÍ SE ACOSTUMBRARÁ A CARGAR LA RESPONSABILIDAD SOBRE LOS DEMÁS.

 Asumir la responsabilidad de las propias acciones (y las consecuencias de éstas) es parte esencial de todo proceso madurativo. Por desgracia existen los “padres colchoneta” cuyo mayor afán consiste en amortiguar todo batacazo que sus hijos debieran darse para aprender el  principio de acción-reacción; simple, pero tan generalizado en la vida que de no tenerse en cuenta las consecuencias pueden ser graves, continuadas y finalmente irreversibles.
 Recogerle el cuarto al niño o a la niña a partir de cierta edad resulta tan absurdo como seguir dándole de comer con el ardid del avioncito. Si no quiere comer, que no lo haga hasta sentir el mordisco del hambre en la boca del estómago; si no quiere recoger el cuarto  y limpiarlo, dejemos que la roña le llegue a las orejas; si no quiere dejar la ropa sucia en el cesto, no se la lavamos hasta que el hedor que desprenda sea insoportable y entonces nos limitaremos a tirársela a la basura hasta que no tenga qué ponerse… Mi madre grabó en mi mente la odiosa expresión de “ir echando faltas a la calle”. Hay padres que no pueden soportar eso y necesitan por encima de todo que sus hijos aparenten estar bien, aunque por dentro estén podridos hasta la médula. Ropa limpia, habitación limpia y corazón vacío como un globo aerostático.

 A los padres colchoneta les mueve el egoísmo, la negación a soportar la angustia de ver cómo un hijo comete sus propios errores y paga consecuencias por ellos. No se confundan, no defiendo el laissez faire como ya dejé claro en otra entrada, pero hay que tener la sabiduría suficiente  para dosificar la cantidad de marrones que un niño o un adolescente han de comerse por sí mismos y evidentemente los derivados de sus propios comportamientos han de comérselos prácticamente en su totalidad para descubrir la necesidad de ser responsables, ya que la responsabilidad les ahorrará muchos problemas. Por otra parte, ¿quién puede ser más irresponsable que unos padres que prefieran ignorar el hecho de que antes o después morirán dejando a sus hijos solos ante el mundo?

lunes, 21 de noviembre de 2011

VEINTE DE NOVIEMBRE (y II)

 Tal vez sea por lo mucho que me gusta la historia que me moleste tanto su instrumentalización y manipulación, sea cual sea el color político de quien manipula. Mis simpatías o antipatías no hacen al caso, pero considero una estupidez ir por ahí quitando placas conmemorativas del franquismo, cambiarle los nombres a las calles y las plazas o pedir que se descafeíne el Valle de los Caídos. Las muestras cuasi folclóricas de grupos de nostálgicos de la dictadura no son más que rescoldos de aquellos fuegos que otrora calcinaran este país. Si nos limitamos a ignorarlos se irán consumiendo sin más alharaca, en silencio, hasta ocupar el lugar que les corresponde en los libros de historia cuando haya muerto el último que añore el régimen de franco. Estos grupos antifascistas (pero igualmente dogmáticos y totalitarios que los mismos fascistas) se dedican a hacer contramarchas y mucho ruido (que es todo lo que saben hacer) y un gobierno estúpidamente timorato se dedica a promover una esperpéntica Ley de la Memoria Histórica que trata de vender la parte de que Franco era un rebelde que se levantó en armas contra un gobierno legalmente establecido (lo cual es cierto), pero que ignora el deterioro político y social de la España republicana y su progresiva sovietización, acentuada durante el desarrollo de la guerra, así como los crímenes cometidos por el bando republicano (tan atroces como los de los rebeldes, ¡demonios, que se trataba de una guerra!)… Con estos mimbres sólo trenzamos la continuación del sinsentido, un intento absurdo de prolongar la división artificial de las dos Españas. Mientras los que vivieron aquella tragedia van envejeciendo y muriendo, nuevas generaciones se van encargando de perpetuar el odio y la intolerancia. Aquéllos hicieron lo que pudieron en una época convulsa que les sometió a una prueba inhumana, mientras éstos últimos corean consignas por el gusto de corearlas. Una sociedad auténticamente democrática debería estar por encima de tantas pamplinas.

 Mientras esos grupos raros se limiten a cantar el Cara al Sol en alguna concentración a la que nadie en su sano juicio haría ni puñetero caso… Por mí que canten hasta quedarse afónicos y que levanten el brazo hasta que les den calambres.


domingo, 20 de noviembre de 2011

VEINTE DE NOVIEMBRE (I)

 Cuando Franco murió yo tenía dos años, así que todo lo que sé de la dictadura lo sé de oídas y por lecturas. Yo no recuerdo nada de aquel día, pero mi esposa, pocos años mayor que yo, tiene algunos recuerdos, entre ellos el de su abuela llorando ¡de alegría! por la muerte del dictador. Lo que sí he visto desde que tengo uso de razón son las imágenes en televisión de las marchas al Valle de los Caídos cada veinte de noviembre, aniversario del fallecimiento de Francisco Franco. Camisas azules, boinas rojas, cantos, saludos fascistas y banderas españolas con el escudo del águila de San Juan componen la parafernalia de un acto con todas las trazas de una peregrinación al sepulcro de unos mártires. A mis ojos resulta algo anacrónico y un tanto incómodo de ver, pero creo esos nostálgicos tienen derecho a llevar a cabo sus rituales.

 Sólo una vez he estado en el Valle de los Caídos y fue hace mucho tiempo. Cursaba yo octavo de la antigua (y añorada) EGB y los alegres frailes del colegio católico donde mis padres se empeñaron en matricularme nos llevaron de viaje de estudios a Madrid y Segovia. Era la primera vez que pasaba de Despeñaperros y me encantó hacerlo. Además ya era yo por aquella época un enamorado de la historia y del arte y disfruté a fondo del Museo de Prado, del Escorial, del Alcázar de Segovia, del Museo del Ejército y de otros lugares con el regusto de lo añejo. Sin embargo el Valle de los Caídos me desagradó vivamente porque, para empezar, me pareció francamente horroroso, de un mal gusto absolutamente abominable. Por otra parte había leído algo sobre su ominosa historia de presos obligados a trabajar en aquella obra gigantesca. Era un día gris y ello acentuaba lo deprimente del entorno mientras nos comíamos el bocata al pie de la gigantesca cruz que corona el monumento. Sin embargo en aquel momento sólo me pareció un fragmento más de la historia de este país… Y aún me lo parece.

 Hoy leo que una serie de movimientos antifascistas reclaman el desmantelamiento de la cruz, la exhumación de los restos de Francisco Franco y de José Antonio Primo de Rivera y que sean entregados a sus familias, el traslado de la orden religiosa que cuida el lugar y la transformación del monumento en un “memorial democrático” (¿alguien me explica qué diantre es eso?), pues consideran que el Valle de los Caídos es un “parque temático del fascismo”. Oiga ¿y por qué no secularizamos la Capilla Real de Granada, tras exhumar  a los Reyes Católicos y la convertimos en una tienda de recuerdos? Porque puestos a desenterrar los tristes despojos de personajes siniestros de la historia de España…

 (Continuará).

sábado, 19 de noviembre de 2011

ELECCIONES (y II)

 No soy capaz de recordar una sola intervención en campaña electoral de ningún político de mi país en la que no se haya apelado de una u otra manera a los sentimientos elementales de los ciudadanos. Ello evidentemente se agudiza en momentos históricos como los que actualmente vivimos, de crisis económica. ¿Hemos de olvidar que uno de los mayores tiranos de la historia de la humanidad, Adolf Hitler, accedió al poder en 1933 ganando unas elecciones, no habiendo dejado sin tocar una sola fibra sensible de un pueblo alemán empobrecido y desesperanzado?
 Durante esta campaña electoral que ayer finalizó, nuestros flamantes candidatos de los dos partidos mayoritarios (esa es otra lacra de muchas “democracias” supuestamente maduras, el bipartidismo) han echado mano a las habituales llamadas al “voto útil” alimentando la falacia de que un gobierno con mayoría absoluta en las cámaras de representantes es lo deseable. Deseable desde luego para gobernar sin oposición y ganar siempre las votaciones en las sesiones de las cámaras por aquello que se ha dado en llamar “disciplina de partido”, por la cual todos los diputados o senadores de un partido votan a favor de los postulados del partido, con lo que dejan de ser individuos, sino meros servidores de un sistema establecido. ¿Entonces a quién representan sus señorías? ¿A los ciudadanos de sus circunscripciones o al partido? ¿Y a quién representa el partido?
 Si ¿a quién representa el partido?
 En esta campaña he escuchado un argumento por parte de uno de los candidatos que, sinceramente, me ha dado ganas de vomitar. Pedía el voto para su partido para ganar una mayoría absoluta que calmase a los mercados (los mercados con suelos de parquet y pantallitas de colores en los que se compran y venden fortunas) esos mismos mercados cuya irresponsabilidad y avaricia atroz nos ha llevado a la situación económica actual. En unos días en que las palabras “prima de riesgo” (sin que mucha tenga la más pajolera idea de qué diantre significa eso, más allá de que suena muy mal) ser repite compulsivamente en todos los medios de comunicación, dar a los electores el mensaje: “dadme el control absoluto para que pueda convencer a los inversores extranjeros de que vuelvan a confiar en nuestro maltrecho país” me parece un acto de manipulación brutal, obsceno y de absoluto desprecio para la inteligencia de los ciudadanos.
 ¿A quién representa el partido?
 Hace unas semanas hemos visto como la Unión Europea daba al gobierno griego un mensaje muy claro sobre la improcedencia de someter a referéndum (una forma de democracia directa) la aplicación del paquete de medidas económicas impuesto a cambio de la concesión de ayudas. Dicho de otra manera: cuando hablamos de pasta la voluntad popular importa un rábano. Cuando hablamos de política no hablamos de la voluntad popular, hablamos de pasta.
 No vivimos en democracia. Vivimos bajo una oligarquía encubierta por las pantomimas de unos demagogos baratos que se dicen políticos. Churchill  dijo que “un político empieza a ser un estadista cuando empieza a pensar en las próximas generaciones y no en las próximas elecciones”. Entre los políticos de hoy los estadistas brillan por su ausencia.

 Pero ¿qué hay del electorado? Churchill también dijo que “el mejor argumento contra la democracia es una conversación de cinco minutos con el votante medio”. Suena prepotente, pero a mi entender resulta obvio que los bipartidismos alternados en el poder (republicanos-demócratas en EE UU, conservadores-laboristas en el Reino Unido, esos que ustedes saben-esos que ustedes saben…) son fruto de la hábil manipulación ejercida sobre el electorado, que llega a convencerse de que realmente no hay otras alternativas o de que la inclusión de otras fuerzas políticas va a ser un factor de inestabilidad o de que los partidos minoritarios están formados por exaltados o visionarios desconectados de la realidad (esto último puede ser cierto en algunos casos, pero… ¿qué pruebas tenemos de que lo harían significativamente peor que los respetables candidatos de los partidos mayoritarios, a los que tanto denostamos pero que seguimos votando cada cuatro años?) Cuentan que en las primeras elecciones de la democracia española en algunas localidades de nuestra querida Andalucía llegaban personas a los colegios electorales preguntando “¿cuál es la mesa de Felipe?” Puede que sea una leyenda urbana, pero ilustra que para un sector del electorado el candidato no es un vendedor de un producto que debe ser de calidad, sino un producto en sí mismo con el que se entra en relación en términos de “me gusta” o “no me gusta”; “me cae bien” o “me cae mal”… La votación se convierte pues en un acto emocional, no racional… con lo cual se demuestra que la demagogia es lo ideal para forzar un resultado en unas elecciones democráticas.
 Sin embargo hay que ir a votar. ¿Por qué? Como respuesta cito el siguiente fragmento del libro primero de la Política de Aristóteles:
 "Es pues manifiesto que la ciudad es por naturaleza anterior al individuo, pues si el individuo no puede de por sí bastarse a sí mismo, deberá estar con el todo político en la misma relación que las otras partes lo están con su respectivo todo. El que sea incapaz de entrar en esta participación común, o que, a causa de su propia suficiencia, no necesite de ella, no es más parte de la ciudad, sino que es una bestia o un dios".
 Cámbiese la palabra “ciudad” por “sociedad” (para Aristóteles, como ateniense, la ciudad, la “polis” constituía todo su horizonte social; en esto sin embargo aventajaba a muchas personas que conozco para las que el horizonte social no va más allá del bar de la esquina).  El pensador deja claro que el individuo es gregario, social y tiene la posibilidad de participar en la vida pública. Ser ciudadano es una responsabilidad y si ésta no se ejerce, bueno…  Dejémoslo en que no somos dioses. Hay que votar con un criterio, bueno o malo pero con un criterio y evitar prácticas como el voto en blanco (que redunda en una pérdida de representatividad de los partidos minoritarios), la abstención (que favorece a los partidos mayoritarios) o los votos nulos con notitas obscenas y otras niñadas por el estilo, que los integrantes de las mesas electorales ya tienen bastante con tener que estar todo el día ahí sentados y luego hacer el recuento. Hablando del voto en blanco, hay por ahí  un movimiento social que reivindica que los votos en blanco sean computados no sólo dentro del número total de votos válidos, sino como un segmento de elección más y que se traduzcan en asientos vacíos en las cámaras de representantes… Me parece lo más absurdo que he oído en mi vida. Un asiento vacío no es una protesta… Es un mueble.  Luego están los anti sistema que quieren ver como todo salta por los aires y acampan en la vía pública y leen manifiestos mientras se les van pegando todo tipo de desarrapados y holgazanes que convierten sus movilizaciones en un circo, cuando no en algo peor. Algunas actitudes dan risa, como una señora que ví en Facebook hace unas semanas y que se confesaba “anarquista total”. Confesarse anarquista hoy día es como salir a una autopista con un Ford T de 1907… Un atraso. Afortunadamente lo más seguro es que la buena señora no tuviese ni puñetera idea de lo que estaba hablando.
 Mañana votaré a quien me de la gana. Votaré en conciencia y si me equivoco en mi elección estaré ejerciendo mi derecho a equivocarme, pero lo que nunca haré será acudir a un mitin y aplaudir a un fantoche. Puede que como ciudadano de a pie la oligarquía que manda en la sombra se esté cachondeando de mí, pero ser cornudo y apaleado ya pasa de castaño oscuro. Seré un ciudadano corriente, tendré vergüenza y me someteré a las leyes. Si todos los políticos, banqueros, empresarios, profesionales liberales, funcionarios, obreros, antisistema, anarquistas de fin de semana, curas, monjas… en fin, todo hijo de vecino se limitase a hacer lo mismo otro gallo nos cantaría y no habría ni crisis ni nada que se le pareciera.

ELECCIONES (I)

 Aristóteles consideraba la democracia como la mejor forma de gobierno, pero atendiendo a su propia realidad y él vivió en Atenas en el siglo IV antes de Cristo: una ciudad que no sobrepasaría los 300.000 habitantes, de los que sólo unos 45.000 eran ciudadanos con el derecho y el deber de participar en la vida pública desempeñando cargos y participando en las asambleas. Vemos pues que ya desde su origen la democracia es un orden social profundamente injusto, pues los 255.000 habitantes restantes de la ciudad eran los metecos (currantes libres, pero agobiados a impuestos y sin derechos políticos) y los esclavos (esclavos y punto, sin ningún derecho). Dos milenios y pico después nos encontramos a Wiston Churchill pronunciando la siguiente frase: “La democracia es el peor de los sistemas políticos, con excepción de todos los sistemas políticos restantes”. ¿Qué pasa pues? ¿No hay un sistema político intrínsecamente bueno? Pues va a ser que no, pues todos comparten la inevitable tara de haber sido ideados y puestos en práctica por el ser humano, del cual decía Rouseau que es bueno por naturaleza y que es la sociedad la que lo corrompe. A mí me parece que ya sea la corrupción propia o adquirida, el resultado final es el mismo.

En su Política, Aristóteles planteaba tres maneras de gobierno posibles: la monarquía (el gobierno de uno solo, más virtuoso que los demás), la aristocracia (el gobierno de unos pocos, más virtuosos que los demás) y la democracia (el gobierno de muchos). Lo que chirría es eso de ser más virtuoso o virtuosos que los demás, pues no suele gobernar el que debe, sino el que puede. Por ello la monarquía suele degenerar en tiranía (esto es, el poder unipersonal ganado por la fuerza), la aristocracia en la oligarquía (esto es, el gobierno de los ricos) y la democracia en la demagogia, concepto en el que vamos a detenernos un poco más.Voy a acogerme a la sapiencia de los académicos de la lengua española para definir el concepto. En el diccionario de la RAE encontramos que la demagogia es: 1. Práctica política consistente en ganarse mediante halagos el favor popular. 2. Degeneración de la democracia, consistente en que los políticos, mediante concesiones y halagos a los sentimientos elementales de los ciudadanos, tratan de conseguir o mantener el poder.

 Esta escueta definición me parece demoledora. Merece que se le dedique un rato para que sea meditada detenidamente.

 (Continuará).



jueves, 17 de noviembre de 2011

DECÁLOGO DE D. EMILIO CALATAYUD PARA CRIAR UN PEQUEÑO DELINCUENTE (IV)

4. NO REGAÑE NUNCA A SU HIJO, NI LE DIGA QUE ESTÁ MAL ALGO DE LO QUE HACE… PODRÍA CREARLE COMPLEJOS DE CULPABILIDAD.

Mi hija pequeña es un dulce. Es cariñosa y muy sensible. Cuando la regaño por algo le duele muchísimo y a mí me parte el alma verla llorar, pero más me la partiría verla sufriendo un revés tras otro en la vida por no haber interiorizado las limitaciones que todos los que vivimos en sociedad hemos de respetar. Corregir a un hijo, ponerle límites, tener que negarle cosas… resulta muy penoso. Quisieras poder siempre estar con él de buenas, de risas, pero muchas veces toca ponerse serio y guiarle a lo largo de la delgada y tortuosa senda que discurre entre lo que está bien y lo que está mal.

Por otra parte, la culpa es una emoción bastante mal vista. Demasiada gente tiende a evitarla en una sociedad fundamentalmente hedonista en cuyo seno la autosatisfacción es el principal valor a cultivar. La culpa se convierte entonces en una molestia, un engorroso inconveniente que nos puede entorpecer. Se dice que los únicos que no experimentan la culpa son los psicópatas, pero en mi vida he encontrado individuos que no experimentaban una auténtica culpa, sino solo una indefinida sensación de incomodidad si son sorprendidos en falta, si no se les pilla y salen impunes no hay problema alguno. Otros matan la voz de sus conciencias con elaboradas justificaciones dignas del mejor abogado defensor capaz de hacer ver lo blanco como negro. Otros han de recurrir a anestesiarse con sustancias u otros estímulos para acallar su culpa. Luego no hace falta ser un psicópata para ser un monstruo. Basta con manejar las habilidades precisas para mantener la culpa a raya.

En esos niños que gritan, rompen cosas, pegan a otros niños o incluso a sus padres sin ninguna consecuencia está la próxima generación de monstruos.

miércoles, 16 de noviembre de 2011

DECÁLOGO DE D. EMILIO CALATAYUD PARA CRIAR UN PEQUEÑO DELINCUENTE (III)

3. CUANDO SU HIJO DIGA PALABROTAS… RIASELAS, ESTO LE ANIMARÁ A HACER MÁS COSAS GRACIOSAS.

Cuando tenía cuatro o cinco años, mi sobrina pasó por una racha en la que le dio por ocultar la cara en una almohada al tiempo que repetía “¡coño, coño, coño…!” Evidentemente mi hermana, su madre, trató de hacerla entender que aquello no era lo más adecuado y que se trataba de una palabra muy fea que no dicen las niñas buenas. Era una de esas tonterías, inocentes, pero molestas que hacen los niños para llamar la atención y que tienden a repetir cuando la consiguen y aún más cuando ven que hacen gracia. Otras conductas típicas en este sentido son enseñar el pito o el culete. Una vez incluso conocí a un pequeñín que cultivaba el noble arte de tirarse pedos en público. Sin embargo, entrando en la adolescencia es frecuente encontrar al típico muchacho (esta característica suele ser más corriente entre los varones) “graciosillo” u “ocurrente” que siempre tiene la frasecilla supuestamente ingeniosa preparada para poner la puntilla a cualquiera (aunque es raro encontrar a alguno con auténtico ingenio, la mayoría se quedan en impertinentes y aún en ordinarios). En más de una ocasión he estado en una situación con algún adolescente de esta catadura presente y me he encontrado preguntándome “¿por qué le ríen las gracias a este cretino?” pues porque lo estrambótico hace reír a la mayor parte de la gente, menos a aquellos que les toca sufrirlo. Los padres que ríen las muestras de idiotez de sus hijos por lo general han hallado la manera de no sufrir en sus carnes los efectos últimos de las mismas… al menos por el momento. ¡Cuántos padres y madres hay absolutamente ciegos a las muestras de cretinismo de sus hijos! Resulta duro admitir que tu hijo es un cretino y decirle “hijo mío, eres carne de mi carne y te quiero mucho, pero no hay dios que te aguante”, pero en frío, sin el calor de un enfado encima… con serenidad, siendo plenamente consciente de la gravedad de lo que se está diciendo. Demasiados padres y madres prefieren creer que los cretinos son los demás, que no comprenden al perla que es la niña de sus ojos… hasta el día que no les quede más remedio que decirle que no a algo y sufran en propia carne lo que ya llevan tiempo sufriendo los compañeros de su hijo, los profesores de su hijo…

martes, 15 de noviembre de 2011

DECÁLOGO DE D. EMILIO CALATAYUD PARA CRIAR UN PEQUEÑO DELINCUENTE (II)

PUNTO 2

NO DÉ A SU HIJO NINGUNA EDUCACIÓN ESPIRITUAL, ESPERE A QUE SEA MAYOR DE EDAD PARA QUE DECIDA LIBREMENTE.

Evidentemente no voy a caer en el simplismo de identificar espiritualidad con religión, pues la religión sólo es una manera de articular la dimensión espiritual de una persona. Pese a ello voy a recordar una cosa que dije en mi primera entrada en este blog, sobre la religión. Yo ya no soy practicante, pero bauticé a mis hijos y en su día los matriculé en un colegio religioso, católico por más señas. Puede parecer una incongruencia, pero a mí (a pesar de lo mucho que deploro los aspectos irracionales de cualquier confesión) no me fue mal en un colegio católico y parte de la escala de valores que hoy me sustenta la empecé a forjar entre los vetustos muros de aquella pía institución, pues los valores recogidos en los Evangelios son universales y atemporales (aparte de muy humanos). Mis niños están bautizados más por un aspecto cultural y de costumbre, casi folclórico y no me violenta reconocerlo. Si deciden cultivar la fe cristiana que lo hagan y si no que se busquen otra y si no que no busquen ninguna, pero que sean humanos y que tengan vergüenza por lo menos (pero menuda lata si un día tu niña se ennovia con uno del Opus Dei y a la hora de casarse de blanco y como Dios manda, resulta que antes de empezar los cursillos prematrimoniales tiene que empezar la catequesis de bautismo.

Cachondeos aparte, en muchos casos he visto a padres de esos “progres” o “modernos” de los que dicen que no van a bautizar a los hijos, ser también absolutamente indolentes a la hora de inculcar unos principios morales a sus hijos… y es que la política del laissez fair, laissez passer (“dejar pasar, dejar hacer”) que en economía resulta desastrosamente brutal, en educación no resulta mejor. Desde el principio de que ya decidirán cuando crezcan, a nuestros hijos e hijas les sorprenderá la mayoría de edad siendo unos seres absolutamente amorfos espiritualmente, con la profundidad de un plato sopero y la capacidad de introspección del chiuaua de Paris Hilton o de la propia Paris Hilton, uno de tantos ejemplos de pobreza espiritual cubierta de oropeles y riqueza material. ¡Pobre niña rica y pobres de los que la envidian!

lunes, 14 de noviembre de 2011

DECÁLOGO DE SU SEÑORÍA D. EMILIO CALATAYUD PARA FORMAR UN PEQUEÑO DELINCUENTE. 1- COMIENCE DESDE PEQUEÑO A DAR A SU HIJO TODO LO QUE PIDA.

No puedo resistir la tentación de, enlazando con el tema anterior, sacar un poco de punta al magistral decálogo que el juez de menores D. Emilio Calatayud propone como crítica feroz a esos padres que han perdido el norte, el sentido común y un poco la e dignidad… Estas máximas de lo que no se debe hacer deberían estar grabadas en piedra sobre las puertas de todos los colegios de este país y deberían darte una copia cuando fueras a apuntar al niño en el Registro Civil.

1- COMIENCE DESDE PEQUEÑO A DAR A SU HIJO TODO LO QUE PIDA.

Después de esta brutal declaración el señor juez puntualiza: “así crecerá convencido de que el mundo entero le pertenece”.

Decir “no” es difícil. Ver llorar a un hijo también, pero cuando uno genera un mínimo de sensatez y es capaz de ver las cosas con cierta perspectiva, descubre que no es exactamente lo mismo ver llorar a tu hijo porque tenga hambre o le duela algo que por una furibunda rabieta ante una negativa. Hay padres que no distinguen lo uno de lo otro, los hay a los que les da igual y que con tal de no oírlos los sobre inundan de cosas.

Conozco un matrimonio, bastante bien provisto de euros, cuya casa en la mañana de reyes se convierte en un despropósito. La cantidad de juguetes desparramados por el salón es tal que uno no sabe por donde empezar. Los niños cogen uno, lo sueltan, lo dejan a medio montar… Cuando llega la hora de hacer un regalo a esos niños la pregunta que uno inevitablemente se hace es: ¿Qué regalo a unos niños que lo tienen todo? A mí me encantan los juguetes y no es que tenga un trauma de la infancia por no haberlos tenido, porque gracias a Dios tuve… y bien bonitos además, pero cuando he estado en esa casa en la mañana de Reyes se me ha caído la baba de ver algunas de las maravillas que había allí tiradas por el suelo, sobre las que sólo faltaba que el hijo menor de la familia (la criatura más zafia, desagradable, bruta y consentida que ha parido madre) se orinara después de haberlas pateado. Una vez la criatura en cuestión vino al cumpleaños de mi hija pequeña, un año que no tenía ganas de complicarme la vida y se lo celebramos en una hamburguesería de esa cadena del payaso. Todos los niños invitados aceptaron estoicamente el menú que estaba incluido en la tarifa (y que no estaba nada mal, por cierto) menos la criaturita en cuestión, que se empeñó en pedir un menú distinto. Se ve que el incluido en el precio no le parecía suficiente. Evidentemente se tuvo que aguantar. Si mi hija me hubiese puesto en evidencia de semejante manera se habría ganado una muy buena reprimenda, que el pequeño Atila no tuvo y que no tuvo siquiera cuando se dedicó a despojar a los globos de una especie de soportes sujetos a unas varillas de plástico para empezar a usar éstas a modo de florete, pinchando a los otros niños invitados con el riesgo evidente de dejar tuerto a más de uno. De buena gana lo hubiese ahogado en la piscina de bolas, pero desgraciadamente no la había.

Niños consentidos hay demasiados. Padres, tíos y abuelos que no dudan en comprar el cariño o un triste sucedáneo de éste, también.

domingo, 13 de noviembre de 2011

SOBRE HIJOS TIRANOS Y PADRES ACOBARDADOS (y III)

La experiencia de su señoría don Emilio Calatayud le ha llevado a enfrentarse con situaciones esperpénticas en las que los niños habían sido deformados hasta el ridículo por padres que habían renunciado a las responsabilidades inherentes a su papel. Yo he conocido a padres de esos, padres que intentaban ser “amigos” de sus hijos. Yo no puedo ser amigo de mis hijos. ¡Soy su padre, demonios! Yo con mis amigos me posiciono de igual a igual ¿cómo voy a hacer eso con un hijo? Al menos no hasta que sea plenamente adulto y autónomo, al igual que yo hoy día me posiciono ante mi padre como un igual (lo que antes no era para mí). A un amigo no lo visto, no lo alimento, no le pongo límites, no le enseño lo que está bien y lo que está mal (al menos no como una responsabilidad). He conocido a padres que se vanagloriaban de salir de marcha con sus hijos y otros que incluso se fumaban los porros con ellos (“al menos así sé lo que fuman y lo que no”). Este tipo de comportamientos, extremos y desequilibrados, son la radicalización de un tipo de progenitor “descafeinado”, “bienintencionado” y “políticamente correcto” que está arruinando las mentes y los corazones de un sector importante de la juventud.

¿Qué pueden hacer los padres responsables y conscientes de sus obligaciones cuando sus hijos ven como dentro de sus grupos de referencia hay otros muchachos y muchachas de su edad que manejan mucho más dinero que ellos, que vuelven a su casa mucho más tarde, que responden a sus padres, que hacen las trastadas y no tienen consecuencias, que tienen moto por la pilosa y que cambian de ropa cara a un ritmo capaz de reventar cualquier bolsillo? ¿Cómo convencer a un adolescente de que le pones límites por su bien? Sólo queda prepararse para una guerra larga y de final incierto, pues el amor de unos padres responsables no siempre es suficiente.

SOBRE HIJOS TIRANOS Y PADRES ACOBARDADOS (II)

 He estado viendo el vídeo cuyo enlace me dejó el amigo/a que comentó la anterior entrada. No es la primera vez que veo materiales de este señor, el juez de menores de Granada don Emilio Calatayud. Lo que asiste a este caballero, aparte de su indudable conocimiento de las leyes, son toneladas de sentido común y el convencimiento de que nuestra obligación como adultos es educar. Aquí dejo un fragmento de otra ponencia de su señoría, de claridad aplastante.



(Continuará)

sábado, 12 de noviembre de 2011

SOBRE HIJOS TIRANOS Y PADRES ACOBARDADOS (I)

 Conozco muchos casos de adolescentes que quieren darse la gran vida.  No quieren estudiar, no quieren trabajar y no vacilan en exigir a sus padres todo lo que les da la gana: dinero, salidas sin límite de horario, moto, ropa de marca o lo que se tercie y sus padres se lo dan (siempre que pueden). No voy a pintar un cuadro dantesco. Todos los jóvenes no son así. Sin duda dentro de treinta o cuarenta años seguirá habiendo personas buenas, trabajadores, artistas, científicos y filántropos y esas personas del futuro son adolescentes hoy. Además, cuando nosotros éramos jóvenes también había chicos y chicas cuya mayor aspiración era tocarse las narices y vivir del cuento. Sin embargo tengo la sensación (y puedo estar equivocado) que ese tipo de adolescente y joven en general ocioso, iletrado, arrogante y con aspiraciones a vivir cultivando la dureza de su cara va incrementando su número de ejemplares.

 Sin embargo, una figura que se ha deteriorado en los últimos años a un ritmo más rápido que la del adolescente es la del progenitor. Eso de ser padre o ser madre, que hace unos años aún tenía su peso, hoy parece en muchos casos ser una figura meramente decorativa o como mucho dispensadora de billetes y otras cosas deseables, pero no importante en sí misma.

 Mi padre me puso la mano encima muy pocas veces. De hecho sólo recuerdo una vez que me soltase un sopapo. Tampoco le hacía falta. Sólo con levantar la voz ya conseguía que se me descompusiese el vientre, de modo que empecé a cultivar el arte del disimulo, con lo cual casi pude hacer todo lo que me dio la gana mientras al mismo tiempo me sacaba el bachillerato y una carrera. Hoy conozco a muchos adolescentes para los que la autoridad de su padre o de su madre es un chiste, porque no la hay.  

(Continuará)

http://www.youtube.com/watch?v=VWOqDLkkpM0&feature=player_embedded

viernes, 11 de noviembre de 2011

LOBOS CON PIEL DE CORDERO (y IV)

Pero es que justo es ahí donde radica el quid de la cuestión, en nuestra capacidad de elegir. Es lo que nos define como humanos. Los lobos tienen que matar para comer, no tienen elección. En circunstancias y momentos históricos en los que el sentido común y los valores parecían haberse ido por el garete, como en la Alemania Nazi, hubo gente que escogió seguir siendo lo más humana posible y seguir tratando a sus semejantes como personas, a menudo con riesgo para sus propias vidas. En ello radica la grandeza del ser humano, en que no estamos predestinados a nada, en que nuestro futuro es una hoja en blanco por escribir y somos dueños de todo lo que hagamos. El marido de la señora con la que me encontré en el supermercado puede elegir volverse a poner en tratamiento y tratar de recuperar la dignidad; los sujetos de Zimbardo pudieron elegir no maltratar a los prisioneros… Nosotros podemos elegir ser humanos en lugar de ser lobos para el hombre, como dijo Thomas Hobbes: “homo homini lupus”, “el hombre es un lobo para el hombre”… sólo si deliberadamente decide serlo. Somos libres.

 Caminando por la calle siempre me ha gustado fijarme en los rostros de las personas: rostros anodinos, alegres, inteligentes u obtusos, rostros bellos o feos, luminosos o sombríos… ¿Qué hay detrás de esos rostros? ¿Cuántos lobos con piel de cordero me cruzo al cabo del día? ¿En qué medida lo he sido yo mismo o incluso puedo serlo hoy día para otros? Son preguntas que me asustan. Por el momento continúo dedicado a mi trabajo, intentando ayudar a aquellos que deciden retomar el control de sus vidas y escribir su historia sobre hojas nuevas al tiempo que yo intento hacerlo cada día con la mía propia.

jueves, 10 de noviembre de 2011

LOBOS CON PIEL DE CORDERO (III)

 Cuando estudiaba la carrera leí sobre un experimento llevado a cabo en la Universidad de Stanford en 1971 por un equipo a cargo del investigador Philip Zimbardo. El objetivo era analizar las causas de los abusos producidos en las prisiones. Para ello se recreó en un sótano una prisión, a pequeña escala. Se convocó a posibles sujetos experimentales mediante anuncios en prensa, pero sólo fueron seleccionados veinticuatro, los que se estimaron más estables psicológicamente, dividiéndolos al azar en dos mitades. A una mitad se les asignó el papel de reclusos y a la otra el de carceleros. A los primeros se les vistió únicamente con unas batas de muselina y unas sandalias y a los carceleros con uniformes, dándoles además porras y gafas oscuras. Sólo se les impuso un límite a los carceleros: la prohibición de ejercer la violencia física. Por lo demás tenían libertad para mantener el orden en la “prisión” del modo que consideraran más conveniente.

 El resultado fue que los carceleros se tomaron muy en serio su tarea ejerciendo un trato tan indigno y humillante a los prisioneros que algunos de ellos sufrieron serios trastornos emocionales.  En la “prisión” entraban personas ajenas a la organización del experimento para realizar entrevistas a los sujetos. Sólo una entre cincuenta cuestionó la moralidad de todo aquel tinglado. Zimbardo tomó la decisión de cancelar el experimento al sexto día, ocho antes de lo previsto. Los carceleros no eran personas “problemáticas” o “marginales” o “indeseables”. Eran los típicos jóvenes que las madres desean ver ennoviados con sus hijas… y sólo necesitaron verse en una posición de poder e impunidad para comportarse como animales… Error, los animales no son crueles gratuitamente.

  Este experimento fue muy cuestionado, principalmente por su falta de ética, pero los resultados están ahí. Además, el aún cercano en el tiempo siglo XX ha estado marcado por épocas en los que personas que habían llevado vidas aparentemente normales y corrientes se convertían en un momento dado en auténticos sádicos: en la Alemania Nazi, durante  las purgas estalinistas en la Unión Soviética, en la revolución islámica de Irán, en la guerra de Bosnia… ¿Y si mañana una circunstancia similar nos pusiera a usted o a mí en la tesitura de tener que elegir?

miércoles, 9 de noviembre de 2011

LOBOS CON PIEL DE CORDERO (II)

 Nos gusta creer que somos ajenos al mal, que éste no puede llegar a adueñarse de  nosotros y que nos queda muy lejos, anidado en sujetos que están totalmente fuera de nuestras vidas y que al final dan con sus huesos en la cárcel o en cualquier otro internamiento.  El mismo lugar en el que yo trabajo, una comunidad terapéutica, es un internamiento para personas con problemas de drogodependencia (con toda la carga peyorativa que ello puede conllevar). A lo largo de los años, algunas personas se me han preguntado si no me asusta quedarme allí de noche cuando me toca guardia. La respuesta es que no. De hecho es uno de los lugares en que me siento más seguro y a salvo, pues la disciplina es muy rígida y las personas que viven en la comunidad terapéutica no son ni mejores ni peores que las que están fuera de ella. Ni siquiera ese hombre al que aludía al principio de este escrito no es ni mejor ni peor que muchos que en su vida han pasado (y puede que nunca lleguen a pasar) por ningún internamiento de ninguna índole. Cada vez estoy convencido de que todos podemos ser en potencia auténticos lobos con piel de cordero.

(Continuará)

martes, 8 de noviembre de 2011

LOBOS CON PIEL DE CORDERO (I)

 Soy psicólogo y me dedico al tratamiento de las adicciones en un conocido programa terapéutico. Por lo general es una profesión muy gratificante, pero hay ocasiones en las que el asunto se tuerce y no queda más remedio que llevarlo con dignidad aunque por dentro se te retuerzan las tripas, algo parecido a lo que pasa siendo hincha del Atlético de Madrid o votando a Izquierda Unida: sólo te queda la moral e incluso ésta se cae por los suelos. La última vez que le he sentido así en relación con mi trabajo ha sido hace pocos días, estando de vacaciones. Me encontré en el supermercado con la esposa y la hija adolescente de un señor que atendimos hace unos meses y me relataron un cuadro dantesco: reincidencia en el consumo negada hasta los límites de lo absurdo, robos en la casa, malos modos, insultos, amenazas… en fin. No es la primera vez que me encuentro con algo así, ni será la última, pero en esta ocasión el tema tenía unos tintes de crueldad psicológica hacia ambas mujeres que me golpearon inesperadamente en alguna fibra especialmente sensible y me permití que la rabia me subiera hasta las orejas, así como pensamientos muy poco terapéuticos y muy poco profesionales. ¡Qué demonios! Ni estaba en una terapia de grupo, ni en una entrevista, ni en un seminario… estaba en un supermercado atestado, con mi carrito de la compra y mi barba de cuatro días ante dos mujeres hechas polvo, martirizadas por un hombre que sólo pensaba en sí mismo. Mandé al profesional a hacer gárgaras  y mostré todo mi acuerdo con la idea que ella me  manifestó de poner una demanda de divorcio y largarse cuanto antes, pero mientras la veía marchar tenía serias dudas de que reuniera el valor preciso para hacerlo.

 Intento ponerme en el pellejo de un padre que roba los ahorros de su hijo pequeño para pagar al camello. Es difícil, pero es parte de mi trabajo. El más difícil todavía es ponerme en el pellejo de un padre que, después de haber hecho un programa de rehabilitación, de haber llorado lágrimas de amargura por los abusos cometidos contra esposa e hijos… vuelve a robar los ahorros de su hijo para pagar al camello al cabo de unos meses. La tentación de concluir que esa persona sencillamente es mala y no merece compasión es demasiado fuerte. Dividir el mundo en buenos y malos es una tentación demasiado fuerte, pero las cosas no son tan sencillas.
(Continuará).

domingo, 6 de noviembre de 2011

TELEVISIÓN Y BASURA ( y II)

 Afinemos un poco más: la señora entrevistada con tan sonadas reacciones es madre de un adolescente chulo, iletrado y por lo demás bastante desagradable que es convicto de haber encubierto el asesinato de una chica de edad similar, guapa y querida en su comunidad. El asesino es su amiguito de toda la vida, un elemento de su misma catadura. Los dos se las han apañado para marear a la policía de tal manera (hasta el límite del cachondeo, diría yo) que el cuerpo de la joven no ha sido hallado. La repulsa popular hacia estos angelitos es absoluta, tanto que si fueran dejados en una plaza pública y se dictara una hora de ceguera total de las autoridades no habría de dar yo ni un céntimo por sus pellejos. Sin embargo “el mendigo asesino” es un enfermo mental que siempre ha vivido en la indigencia y sus víctimas (varias) eran personas que a nadie importaban un ardite: mendigos como él, prostitutas drogodependientes… nadie les echaría en falta y una reseña en la sexta página de un periódico, pese a la brutalidad del crimen descrito, no crea el mismo impacto en el imaginario colectivo que la desaparición de una jovencita y la desesperación de unos padres, convenientemente captada por el objetivo indiscreto de la cámara. Existe además otro factor, a mi juicio, importantísimo. Los crímenes de García Escalero tenían lugar en descampados y oscuros callejones, el territorio de la pobreza y el abandono. Lejos de la seguridad de nuestros hogares. El asesinato de la muchacha tuvo lugar en un piso de un barrio de tantos (en los que vive gente como usted y como yo) y fue perpetrado y encubierto por jóvenes cortados por el mismo patrón de los que se ven a patadas por las calles. Este crimen no es fácilmente “olvidable” como los de García Escalero. Es como si hubiesen asesinado a la muchacha en la puerta de al lado. Se ha cometido en “nuestro” mundo y eso crea una impronta más profunda, ayudada por el gran seguimiento mediático.

 En toda esta historia de los ataques (furibundos) al programa televisivo en cuestión, con desbandada de anunciantes incluida (no vayan a asociar sus marcas publicitarias con tan sórdido asunto y bajen las ventas) hay demasiadas cosas que no me cuadran. ¡Madre de Dios, si la señora de marras ha aparecido ya en otros programas días antes y sin que se arme tanto revuelo! ¿Qué es lo que realmente escandaliza del asunto? ¿Qué cobre tanto dinero? ¡Por el amor de Dios! ¿Acaso no estamos hartos de ver a personajes deleznables (y no digo que esta mujer lo sea) arrastrarse por los estudios televisivos exhibiendo impúdicamente sus vergüenzas morales ante la ávida mirada de la audiencia a cambio de sustanciosos cheques?

 Una cosa está clara: nuestras cadenas de televisión están saturadas de basura mediática que el telespectador medio consume de manera acrítica. Se crean ídolos, héroes y villanos, se manipulan historias, se encumbra a personajes sin ningún mérito personal que se enriquecen a costa de este escaparate a la par rutilante y patético de “famosos” sin gloria alguna. El cuadro resultante es tan nauseabundo que muchos lo encuentran hasta atrayente, pero este programa denostado ha pecado de ser un punto más nauseabundo de lo que hasta el más avezado y curtido televidente devorador de basura puede digerir. Se han pasado. Se ha tocado la fibra sensible que la queda a una audiencia bastante embrutecida.  Pero no se preocupen, las aguas volverán a su cauce. Será la audiencia quien decida si el programa sigue o no adelante y si es que sí, los anunciantes volverán. Al fin y al cabo todo es negocio.

 Oigan, ¿y si todo este follón no fuese más que un montaje publicitario orquestado por la cadena misma? ¿Se imaginan?

TELEVISIÓN Y BASURA (I)

 Hace unos días hemos asistido a la gran polvareda levantada en los medios de comunicación, redes sociales de Internet y demás foros de opinión sobre una entrevista en un conocido (y controvertido) programa de televisión de una conocida (y controvertida) cadena privada española, famosa por la (mala) calidad de sus productos en general. La entrevistada en cuestión era la madre de un cómplice de un  asesinato que ha conmovido particularmente a la opinión pública española. Para dar más sordidez a la historia, la cadena pagó 10000 euros a la señora. Al parecer este hecho (a mi modo de ver muy censurable desde cualquier punto de vista) ha reabierto la polémica sobre lo que se ha dado en llamar la tele basura y cómo se explotan situaciones potencialmente morbosas por parte de determinados programas de televisión para aumentar la audiencia y por ende los beneficios.

 Aquí en España, como llevamos cuarenta años de retraso en todo, esto de las entrevistas morbosas todavía nos escandaliza mucho más que en otros países, como Estados Unidos en los que se ha entrevistado para la televisión a asesinos convictos como Ted Bundy o Charles Manson. Sin embargo, si revisamos los anales nuestra televisión encontramos entrevistas bastante morbosas, como la realizada por el periodista Jesús Quintero a Francisco García Escalero “el mendigo asesino”, oscuro personaje muy en consonancia con nuestra crónica negra. Esta entrevista tuvo como marco un programa de la cadena de televisión más directa rival de la que nos ocupaba en el principio de esta entrada.

 Examinemos fríamente ambas situaciones: la entrevista a la madre de un adolescente cómplice-encubridor de un asesinato muy cubierto por los medios, previo pago de 10000 euros, vs. entrevista a un mutilador, violador y asesino confeso de varias personas, internado en un psiquiátrico, previo pago de nada. ¿Cuál de las dos les parece más morbosa? A mí me resulta difícil decidirme.

(Continuará)

sábado, 5 de noviembre de 2011

AGRADECIMIENTO

Quiero agradecer su atención a todas las personas que han tenido el detalle de dedicar parte de su tiempo a leer las impresiones que dejo en este blog. Sinceramente, pensaba que no me iba a leer ni Dios. Durante esta semana he estado de vacaciones y he podido permitirme el lujo de ser más prolífico en mis entradas, pero el lunes vuelvo al tajo y a la fuerza tendré menos tiempo para escribir, sin embargo la atención de todos ustedes me da ánimos para seguir haciéndolo. Tan solo una petición: este blog surgió con vocación de ser un espacio para el intercambio de ideas, de modo que agradecería comentarios en los que se me corrigiera, se me rebatiera e incluso se me tratara de ridiculizar (siempre que sea con un mínimo de gracia). Nadie ha de temer por herir mis sentimientos o violentar mi salud mental. Hace tiempo que aprendí a reírme de mí mismo.

 Lo dicho, muchísimas gracias.

viernes, 4 de noviembre de 2011

UNA SONRISA, POR FAVOR

 Ya he comentado en alguna ocasión que tengo por costumbre tomar un café y fumar un cigarro por las mañanas. Los días de diario suelo hacerlo en una cafetería cercana a mi trabajo y los fines de semana en una cafetería cercana a mi casa (en sus sendas terrazas, obviamente). En dichos locales el ni el café ni las tostadas son particularmente mejores ni peores que en cualquier otro sitio, pero ambos establecimientos cuentan a mis ojos con una ventaja inapreciable: en ellos siempre me atienden con una sonrisa. Eso no tiene precio.

 En esta época en la que tanto nos quejamos de lo deshumanizada que está la sociedad, podemos aportar nuestro granito de arena acompañando los pequeños actos cotidianos con una sencilla sonrisa. Un simple “buenos días” que a veces suena a gruñido más que a saludo parece iluminarse con sólo accionar los cuatro músculos faciales precisos para sonreír. Yo me he hecho el firme propósito de intentarlo y cuando lo consigo (que lamentablemente no es siempre, ya que la mala leche está enquistada en mi persona más de lo que quiero reconocer) las reacciones son diversas: hay quien te corresponde y te la devuelve, hay quien hace como si no te hubiera visto y no muda el gesto, hay quien te mira con extrañeza, hay quien te mira con aire reprobador como si lo que estás haciendo fuera totalmente inapropiado… ¿Por qué nos cuesta tanto relajar los esfínteres y dejar de movernos por el mundo como si estuviéramos permanentemente estreñidos?

 Yo creo que el problema reside en nuestra tendencia a creernos el ombligo del mundo. De esta manera tendemos a creer que nuestros problemas son los más graves del universo y que los problemas ajenos son nimiedades, a la vez que el riesgo de culpar a los demás de nuestros problemas se incrementa. Siguiendo además esta línea de pensamiento podemos llegar a creer que nadie entiende lo mal que lo estamos pasando o incluso que a nadie le importa en absoluto, con lo cual nuestro semblante estará para un funeral y cualquiera que se nos acerque sonriendo nos parecerá un completo imbécil.

 La capacidad de relativizar nuestros propios problemas y ponernos en el lugar demás abrirá las puertas a la amabilidad y la simpatía. No se puede estar amargado y ser amable, correcto todo lo más y eso haciendo un sobrehumano esfuerzo de autocontrol. Claro que habrá quien piense que escribir esto es muy fácil y que es más complicadlo hacerlo que decirlo, a lo cual yo le responderé que tiene más razón que un santo. Sin embargo es perfectamente realizable. A lo largo de mi vida he conocido a personas con auténticos problemones que los afrontaban con entereza y sin amargar a nadie (todo lo contrario) y a otras con una situación por la que muchos darían un brazo, un riñón (y en general todas las partes de su anatomía que tuviesen repetidas) lamentarse lo indecible de lo desgraciados que son (y haciéndolo pagar a quienes les rodean). En el primer tipo, la sonrisa suele  ser un elemento habitual.

 En un alarde de atrevimiento voy a corregir a Ortega y Gasset: yo soy yo, mi circunstancia y el modo en que la afronto. Eso determina lo que soy. Que me juzguen al respecto aquellos que me rodean y me conocen. Mientras tanto continuaré sintiéndome agradecido a todo aquel que me dedique una sonrisa gratuita porque eso quiere decir que aunque sea sólo por un instante soy importante para él o ella, es importante para él o ella que yo me sienta cómodo en su presencia, sea por el motivo que sea. Es bonito que me regale esa sonrisa, porque podría no hacerlo, nadie le obliga a dármela y si me la da… no tiene precio.

jueves, 3 de noviembre de 2011

FUMAR MATA (Post data)

 Por cierto y si alguien lo duda: creo que el consumo compulsivo de tabaco es un vicio nefasto, pero allá cada cual con sus pulmones siempre que no me echen su humo asqueroso en la cara.

FUMAR MATA (y II)

Habrá quien se lleve las manos a la cabeza al leer esto, pero creo firmemente que es un desatino prohibir fumar en bares y restaurantes, lugares donde los adultos acuden frecuentemente  a relajarse y en los que al fumador le apetece fumar. Muchos hosteleros de este país hicieron importantes inversiones para acotar zonas de fumadores en sus establecimientos para adaptarse a la primera ley antitabaco y que la segunda ley dejó inútiles. ¿Para qué?

 Es razonable prohibir fumar en escuelas, hospitales… en general en todos los establecimientos del ramo sanitario y en todos aquellos dirigidos de un modo u otro a la población infantil… ¿pero ir más allá? ¿Hay realmente un incremento significativo en la salud pública si no se puede fumar dentro de un centro comercial o de cualquier otro espacio público cubierto si cuando se sale al exterior se están aspirando permanentemente las emanaciones de monóxido de carbono y residuos de combustión de los escapes de cientos de coches? Por no hablar de las emanaciones de las fábricas que también respiramos, los aditivos alimentarios que ingerimos a diario, las aguas fecales vertidas por los colectores y que se mezclan con el agua de las playas en que nos bañamos…

 La actuales medidas antitabaco son mojigatas e hipócritas. El Estado ingresa importantes sumas en concepto de impuestos por el tabaco (y bien es sabida la dudosa gestión de los caudales públicos) mientras que por un afán de modernidad y progresismo mal entendidos se violan las libertades individuales de los ciudadanos proscribiendo un acto cotidiano que deberíamos regular educando a las personas en sentido cívico y no prohibiendo como en un estado fascista. Mientras tanto, respecto del alcohol, la policía hace redadas en los botellones y hace controles de alcoholemia pero no irrumpe en los cientos de comercios que siguen vendiendo alcohol a menores y no los clausura con el propietario dentro tirando luego la llave del candado al mar (que es lo que se debería hacer con el desgraciado que vende alcohol a un menor) y la sociedad sigue mirando raro al que no bebe nada y tildando de borracho al que pierde el control de su ingesta y se le nota. La hipocresía está institucionalizada a muchos niveles. Aparte de todo no se puede negar el efecto de distracción de la opinión pública que en su momento tuvo la dichosa ley mientras se destruían empleos al ritmo en que un niño explota pompas de jabón.

 Yo, por mi parte, seguiré fumando mi puro en la terracita de la cafetería después del café por las mañanas y si alguien es tan idiota como para venir a recriminarme que no estoy lo suficiente lejos de la puerta estaré seguro que la humanidad no tiene remedio. Por otra parte seguiré rogando que se quiten estos mensajes inútiles de las cajetillas de tabaco o que si se mantienen se tenga la suficiente vergüenza para escribir en las botellas de alcohol, sea cual sea: BEBER TAMBIÉN PUEDE MATAR… Y ANTES QUE EL TABACO.

FUMAR MATA (I)

 Entrar a comprar tabaco en un estanco es una experiencia deprimente. En ningún otro lugar te advierten con tanta crudeza de que lo que estás comprado puede matarte a la larga; pero tal y como te lo pintan parece que vayas  a caer fulminado en cuanto des la primera calada: fotos de bocas destrozadas, de dientes amarillentos, tumores, abscesos, pulmones renegridos…  y los alegres mensajes: FUMAR PERJUDICA SERIAMENTE SU SALUD Y LA DE LOS QUE ESTÁN A SU ALREDEDOR; EL TABACO ES MUY ADICTIVO, NO EMPIECE A FUMAR, FUMAR PUEDE MATAR, FUMAR PUEDE MATAR, FUMAR PUEDE MATAR… cajetilla a cajetilla, cartón a cartón hasta marearte, como la propia imagen multiplicada hasta el infinito al situarse uno entre dos espejos.  Con todo, los estancos están siempre llenos, la gente compra y compra aunque el precio sea disparatado. La adicción es muchísimo más potente que cualquier advertencia y el mensaje que, en general, transmite el cuadro resultante es atroz: aquí vendemos mierda, pero es una mierda tan maravillosamente buena que aunque te amarillee los dedos y los dientes, te cuartee la piel, te destroce la boca, el esófago, la tráquea, los bronquios, los pulmones, las arterias y el bolsillo la vas a seguir comprando religiosamente porque la necesitas, porque no puedes pasar sin ella…

 Imaginen ahora una cena en un restaurante de esos en los que hay que vestirse elegantemente para entrar. En la mesa una botella de vino del año no-sé-cuántos (un vino cojonudo oye, reserva de crianza de no-sé-qué)… pero todo el encanto se rompe cuando ves en la etiqueta de la botellita la imagen de un hígado cirrótico en una palangana de acero inoxidable acompañada de la siguiente leyenda: BEBER EN EXCESO TE MACHACA EL HÍGADO… o mejor aún, la imagen de un coche estampado contra un árbol o de un choque en mitad de la carretera con un cuerpo cubierto por una manta sobre el asfalto acompañado del siguiente mensaje: EL ALCOHOL ESTÁ IMPLICADO EN EL 50 % DE ACCIDENTES DE TRÁFICO CON VÍCTIMAS MORTALES… o mejor aún, la imagen de un adolescente vomitando en una esquina y la siguiente reseña: EL CONSUMO DE ALCOHOL ABSORBE  EL 16% DEL GASTO SANITARIO DE LAS ADMINISTRACIONES… ¿no deberían las dos drogas legales de este país recibir idéntico trato por parte de las autoridades?

 ¿A qué viene este ensañamiento con el fumador? que no con el tabaco, porque el tabaco se sigue vendiendo, la gente sigue fumando porque está muy pero que muy enganchada y las mentes pensantes del Estado lo saben y saben que la gente seguirá fumando aunque los obliguen a fumar encerrados en cubículos de metacrilato (método ya ensayado exitosamente en la T4 del aeropuerto de Madrid-Barajas). Si te advierten gráficamente en cada envase de tabaco de sus propiedades potencialmente letales ¿por qué no hacer lo mismo con el alcohol?  ¿Por qué escandaliza tanto a este gobierno que se fume en los bares mientras no le escandaliza tanto, por ejemplo, que un muchacho de dieciocho años recién cumplidos se emborrache en un local siempre que después no se le ocurra coger un coche? ¿Puede hacer algo más deprimente que tomarte el café y no poderte echar un cigarrillo sin salir a la calle? A mí me mata y eso que soy ajeno al consumo compulsivo de cigarrillos, siendo fumador moderado de puros de diversos calibres. Si estoy en una cafetería y me apetece un puro me aguanto, porque prefiero no fumármelo a fumármelo incómodamente, pero debo asistir al espectáculo patético del pobre adicto a la nicotina saliendo a la puerta a echarse un pitillo… ¿es esto necesario? ¿Para qué?  ¿Cuántos de ustedes han sufrido daños en su salud o han generado una dependencia a la nicotina por haber acompañado a su padre o a su madre siendo niños en un bar o cafetería donde la gente estaba fumando?

 (Continuará)

miércoles, 2 de noviembre de 2011

PALESTINA (y II)

 He realizado un resumen tan escueto sobre una historia tan compleja que cualquier analista mínimamente serio se taparía los oídos y me mandaría a la cocina. Hay muchas webs en la red donde se puede acceder a multitud de datos, hechos y referencias sobre el tema; pero creo que he plasmado la esencia del asunto: musulmanes y judíos se han masacrado mutuamente en Palestina desde principios del siglo XX. Los primeros han vivido allí desde hace catorce siglos y los segundos creen a pies juntillas que esa tierra les corresponde por derecho. Es la tierra prometida, la tierra de Israel. A ella han regresado en un segundo Éxodo desde todos los rincones del mundo, odiados, perseguidos… Nadie les echará de esa tierra. Varios estados musulmanes no pudieron hacerlo cuando Israel luchaba solo y desde luego mucho menos ahora que es punta de lanza y aliado de Estados Unidos en Oriente Próximo.

 Pero ¿quién es ahora el enemigo de Israel?  La Organización para la Liberación de Palestina ha perdido gran parte de su hostilidad, pero el gobierno israelí no quiere pasar página, aunque el territorio esté profusamente regado con la sangre de ambos pueblos. Los palestinos se han dado cuenta de que esta es una guerra que no pueden ganar y entre ellos se va imponiendo la cordura de los que miran al futuro y apuestan por el entendimiento con Israel mientras tratan de apaciguar a los sectores más radicales que siguen defendiendo la postura de reivindicar sus objetivos a bombazos.  Pero en Israel los radicales son los que están en el poder y, seamos claros, sólo quieren ver a los palestinos dominados, empobrecidos y humillados. Es la vieja Ley del Talión, que sigue viva. Ojo por ojo y diente por diente. Pero a los palestinos ya no les quedan ojos que perder ni dientes que arrancarse. Los norteamericanos dicen que la admisión de Palestina en la UNESCO (entidad sin dimensión política alguna) pone en peligro el proceso de paz, así que es seguro que impondrá su derecho a veto en el Consejo de Seguridad de la ONU cuando se vote el ingreso de Palestina en las Naciones Unidas. Porque Israel y Estados Unidos son aliados por el puro interés y los palestinos son simplemente… nada.

 El pueblo judío ha sufrido enormemente durante siglos. Eso no lo duda nadie con dos dedos de frente. “El pueblo elegido” ha sido uno de los más maltratados, perseguidos y expoliados de la historia, pero ¿le da eso derecho a maltratar, perseguir y expoliar a otro pueblo, por mucho que se odien mutuamente por un siglo de sangre derramada?

 No, no se lo da. Ni ante Dios ni ante la Humanidad.

martes, 1 de noviembre de 2011

PALESTINA (I)

   Hoy he leído la noticia de que la UNESCO ha aceptado como miembro de pleno derecho a  Palestina. Estados Unidos intentó forzar un resultado negativo de la votación y ante su fracaso ha reaccionado retirando a la UNESCO su aportación de este año: 60.000.000 de dólares. Cerca de la cuarta parte del presupuesto anual de la institución. Poco después, Israel se añade a la revancha imponiendo sanciones económicas a los palestinos. ¿A qué es debida tamaña represalia?

 Todos hemos visto imágenes en televisión de las luchas entre palestinos e israelíes. Particularmente grabadas se nos quedan las de grupos de jóvenes, chiquillos prácticamente, apedreando a soldados israelíes armados hasta los dientes. Yo recuerdo con particular escalofrío unas imágenes que dieron la vuelta al mundo hace unos veinte años. En ellas unos soldados israelíes torturaban a un prisionero palestino golpeándoles diversas partes del cuerpo con una piedra bastante grande. El odio es brutal y amargo por ambas partes. ¿Por qué?

 No pretendo ser historiador, ni aburrir con datos. Baste decir que el territorio llamado Palestina era mandato británico desde el final de la Iª Guerra Mundial. En diversos momentos y por propios intereses los británicos habían prometido la cesión del territorio tanto a musulmanes (que vivían allí desde hacía siglos) como a judíos, representados por el potente movimiento sionista que desde mediados del s. XIX venía predicando la necesidad de una patria para el disperso pueblo de Israel. Acabada la IIª Guerra Mundial y llegado el momento de cumplir las promesas los británicos se lavaron las manos y salieron de aquel avispero ante la imposibilidad de frenar la masiva inmigración de judíos. La recién creada ONU aprobó en 1948 la partición del territorio de Palestina en dos estados, uno musulmán y otro judío y se armó el belén, porque a los estados árabes que rodeaban la zona no les hizo ni pizca de gracia la resolución de la ONU y se propusieron borrar Israel de la faz de la tierra.  La ONU se quedó mirando (que es lo que casi siempre ha hecho)  y ante el asombro del mundo Israel apalizó a  todos sus hostiles vecinos en sucesivas guerras durante los siguientes veinte años.    Tras ser aplastantemente derrotados por Israel en 1967 en la guerra de los Seis Días sirios, jordanos, egipcios e irakíes dejan sola a la recién fundada Organización para la Liberación de Palestina en su guerra con Israel, que a estas alturas ya ha ocupado todos los territorios que correspondían al pueblo palestino en la partición de 1948.  Una guerra extraña, de escaramuzas y atentados, sin batallas, sin más estrategia que machacarle la cabeza al adversario en cuanto la asome, pero tan dolorosa y cruel como cualquier otra. Israel estuvo en estado de guerra con los palestinos hasta los acuerdos de Oslo de 1993.

 Hoy en día, los territorios administrados por la Autoridad Nacional Palestina son sólo la franja de Gaza, una estrecha franja costera pegada a la frontera egipcia, y parte de la Cisjordania, un territorio más grande en el centro del país. En total mucho menos de lo que la partición de 1948 otorgó a los palestinos. Estos territorios además siguen parcialmente controlados por Israel con muchísimos puestos militares de vigilancia, aparte del famoso y controvertido muro que los rodea. Los movimientos de la población están muy limitados, lo que dificulta la vida a todos los niveles y la ayuda internacional llega deficientemente, lo cual ya ha sido denunciado por asociaciones humanitarias, algunas de ellas israelíes.

(Continuará)

HITLER, EL INCOMPETENTE