viernes, 25 de noviembre de 2011

GRANDES PERSONAS (I)

 El mundo está lleno de buenas personas. De hecho creo que el porcentaje total de malas personas (personas auténticamente malas) es muy bajo respecto del total de la humanidad.  Sin duda alguna el lector avezado y perceptivo detectará un cambio significativo entre esta afirmación y los mensajes un tanto sombríos sobre la calidad del género humano que he lanzado en anteriores entradas; pero el caso es que nunca pretendí que este blog fuese un documento objetivo, sino fruto de mi propia subjetividad y como tal susceptible de ser influido por mis estados de ánimo. Al que no le guste, que no mire.

 No creo que ser buena persona sea suficiente para hacer una aportación decente a este mundo, ya que hay buenas personas deformadas y condicionadas por un egoísmo adquirido y aprendido que les hace ver la vida a través de un tubo y difícilmente más allá de sus propias narices. Esto no las convierte en malas. Únicamente las incapacita para ejercer como buenas personas y las convierte en generadores de malestar y dolor a su alrededor. Englobo quienes atiendo día a día en mi trabajo dentro de esta categoría, con el matiz de que se hallan en camino para cambiar su rumbo vital, lo cual las honra.

 El caso es que hoy he estado conversando un buen rato con un señor cuyos méritos personales le hacen acreedor del título de Gran Persona, de esa clase a la que se refería Bertolt Brecht como los que luchan toda la vida, con lo que se tornan imprescindibles. El señor en cuestión desempeña un puesto de responsabilidad dentro de una conocida cadena de supermercados y desde hace algunos años presta un inestimable apoyo al programa de deshabituación donde trabajo organizando una campaña de recogida de alimentos en las fechas navideñas, pues es sabido que en las ONGs andamos siempre escasos de recursos (en los tiempos que corren más) y necesitamos ayuda para seguir funcionando (esta campaña cubre gran parte de las necesidades de alimentos no perecederos de la Comunidad Terapéutica durante todo el año). Cuando digo organizar digo ORGANIZAR, con mayúsculas. Hoy me he encontrado sobre la mesa con una circular que ya ha enviado a todos los jefes de tienda explicando los pormenores de la campaña, instrucciones para los mismos sobre el montaje de los tenderetes explicativos y para la recogida de los alimentos (detesto el anglicismo “stand”) y carteles para publicitar. Todo preparado y distribuido por él. Por nuestra cuenta sólo corre reunir voluntarios para animar la campaña en los días de mayor afluencia de público. Esto por sí mismo ya habla bastante bien de él, pues podría limitarse a franquearnos el acceso a las tiendas y decirnos que nos buscásemos la vida. Mejor habla de él aún el hecho de que sea una persona muy comprometida con sus vecinos y en actividades muy insertadas en el tejido social (dejémoslo ahí). Todo esto ya era de sobra conocido por mí hace tiempo, así como su entusiasmo por todo lo que emprende. Sin embargo hoy lo he descubierto bajo una luz aún más reveladora sobre su naturaleza.

 (Continuará)

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