miércoles, 16 de noviembre de 2011

DECÁLOGO DE D. EMILIO CALATAYUD PARA CRIAR UN PEQUEÑO DELINCUENTE (III)

3. CUANDO SU HIJO DIGA PALABROTAS… RIASELAS, ESTO LE ANIMARÁ A HACER MÁS COSAS GRACIOSAS.

Cuando tenía cuatro o cinco años, mi sobrina pasó por una racha en la que le dio por ocultar la cara en una almohada al tiempo que repetía “¡coño, coño, coño…!” Evidentemente mi hermana, su madre, trató de hacerla entender que aquello no era lo más adecuado y que se trataba de una palabra muy fea que no dicen las niñas buenas. Era una de esas tonterías, inocentes, pero molestas que hacen los niños para llamar la atención y que tienden a repetir cuando la consiguen y aún más cuando ven que hacen gracia. Otras conductas típicas en este sentido son enseñar el pito o el culete. Una vez incluso conocí a un pequeñín que cultivaba el noble arte de tirarse pedos en público. Sin embargo, entrando en la adolescencia es frecuente encontrar al típico muchacho (esta característica suele ser más corriente entre los varones) “graciosillo” u “ocurrente” que siempre tiene la frasecilla supuestamente ingeniosa preparada para poner la puntilla a cualquiera (aunque es raro encontrar a alguno con auténtico ingenio, la mayoría se quedan en impertinentes y aún en ordinarios). En más de una ocasión he estado en una situación con algún adolescente de esta catadura presente y me he encontrado preguntándome “¿por qué le ríen las gracias a este cretino?” pues porque lo estrambótico hace reír a la mayor parte de la gente, menos a aquellos que les toca sufrirlo. Los padres que ríen las muestras de idiotez de sus hijos por lo general han hallado la manera de no sufrir en sus carnes los efectos últimos de las mismas… al menos por el momento. ¡Cuántos padres y madres hay absolutamente ciegos a las muestras de cretinismo de sus hijos! Resulta duro admitir que tu hijo es un cretino y decirle “hijo mío, eres carne de mi carne y te quiero mucho, pero no hay dios que te aguante”, pero en frío, sin el calor de un enfado encima… con serenidad, siendo plenamente consciente de la gravedad de lo que se está diciendo. Demasiados padres y madres prefieren creer que los cretinos son los demás, que no comprenden al perla que es la niña de sus ojos… hasta el día que no les quede más remedio que decirle que no a algo y sufran en propia carne lo que ya llevan tiempo sufriendo los compañeros de su hijo, los profesores de su hijo…

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